La mayor parte de la vida la pasamos en relación a nuestro exterior.
En realidad, como veremos luego, esto no es exacto ya que no hay un exterior separado de un interior, aunque tengamos esa percepción.
Como sea, desde niños vamos conformando una personalidad, el “ser social” que nos permitirá establecer relaciones con nuestros semejantes y el entorno.
Como sea, desde niños vamos conformando una personalidad, el “ser social” que nos permitirá establecer relaciones con nuestros semejantes y el entorno.
Este ser social, que nos acompaña a lo largo de nuestras vidas, esta compuesto de un collage variado de información, obtenida por la percepción de los órganos de los sentidos, la educación, el condicionamiento, la vida social, la mente reactiva, el inconciente colectivo, etc.
Un verdadero “Frankenstein” adaptativo, que resulta nuestra tarjeta de presentación en el mundo.
Gracias a él, el “ser social”, nos reconocen los demás (y nosotros mismos), experimentamos el éxito o el fracaso, la aceptación o el rechazo, la suerte y la desgracia. Encontramos mejores oportunidades que otros, pareja, amigos, trabajo, objetos, lo que sea.
Nos viene en los genes, es parte de la herencia de nuestros antepasados cavernícolas.
Podría llamarlo ego o “yo”. Ahora por una cuestión de sentido espiritual y literario y para no caer en analogías psicológicas, prefiero llamarlo simplemente, ser social.
Es nuestra herramienta de adaptación.
Ha sido creado por la interacción del medio y por la percepción que cada uno tiene de sí mismo. Cada día se actualiza mediante los recuerdos, el discurso interior, la mirada de los otros, el espejo en el baño, la foto de graduación, las deudas y obligaciones , etc.
Y este programa que se repite como un disco y esta lleno de archivos e información fragmentada, desordenada e inconexa, que nunca ha sido purificado, desfragmentado ni “apagado”, nos da la sensación de que tiene existencia real y propia.
Y este programa que se repite como un disco y esta lleno de archivos e información fragmentada, desordenada e inconexa, que nunca ha sido purificado, desfragmentado ni “apagado”, nos da la sensación de que tiene existencia real y propia.
Pero, hasta que no pase por el ojo del observador, no tendrá identidad propia. El “ser social” seguirá vagando, sin raíces, tratando de integrarse con los retazos de información, recuerdos y la repetición cotidiana del viejo y conocido programa. Constantemente corriendo detrás o huyendo de las contradicciones que él mismo ha creado.
¿Cómo hacer para purificar la personalidad, el "ser social”?
Hay muchas técnicas, tradicionales y modernas, orientales, occidentales y mixtas. Y la mayoría fracasan. ¿Por qué?
Muy simple. La única manera de equilibrar la existencia y sanear la “personalidad” es tomando contacto con el “ser esencial”.
Nuestra auténtica naturaleza, pura y original, que se encuentra reprimida y a la espera de poder manifestarse.
¿Cómo hacer para purificar la personalidad, el "ser social”?
Hay muchas técnicas, tradicionales y modernas, orientales, occidentales y mixtas. Y la mayoría fracasan. ¿Por qué?
Muy simple. La única manera de equilibrar la existencia y sanear la “personalidad” es tomando contacto con el “ser esencial”.
Nuestra auténtica naturaleza, pura y original, que se encuentra reprimida y a la espera de poder manifestarse.
Es interesante, ya que para que el ser esencial, la verdadera esencia de nuestra existencia se manifieste, no hay que hacer “nada”, mejor dicho, es más un “no hacer” que un “hacer” deliberado, visto que está ahí desde siempre, detrás de cada pensamiento, de cada palabra, de cada mirada, de cada acción.
Para expresarlo mejor debería decir “entre cada” pensamiento, en el silencio, en la no acción.
Es la otra cara de la existencia.
Si lo comparamos con un iceberg, podría decirse que es la misma relación entre la parte visible y la parte invisible. El “ser social” representa apenas una parte de todo lo que en verdad somos. En la profundidad, mas allá del tiempo y el espacio, se encuentra el "ser esencial", enorme, invisible y pleno de potencialidad.
Cuanto más tomemos contacto con nuestra esencia, con el silencio y la calma del ser interior, el “ser social” encontrará sus raíces y su sentido. Se volverá la expresión, la herramienta del “ser esencial”.
Cuanto más tomemos contacto con nuestra esencia, con el silencio y la calma del ser interior, el “ser social” encontrará sus raíces y su sentido. Se volverá la expresión, la herramienta del “ser esencial”.
El fin de la dualidad y la contradicción.
Así la personalidad estará purificada, libre de “virus” y softwares inútiles. Sin necesidad de decorarla porque ya brillará con luz propia y sin necesidad de mentir porque ya en sí misma expresará la verdad, “su” verdad.
En ese momento ya no habrá dos seres sino uno.
En ese momento ya no habrá dos seres sino uno.
Por esta razón es importante integrarse (consigo mismo), tomar contacto con la propia esencia, dejar que esta se manifieste, se expanda, que el ser esencial tome el control.
Es el poder del inconciente, de la potencialidad pura. Energía e información ilimitadas, directo de la fuente.
A este lugar se accede en la calma y el silencio de la meditación (ver zazen).
A este lugar se accede en la calma y el silencio de la meditación (ver zazen).
Mente y cuerpo en unidad, concentrados en la respiración, abandonando las preocupaciones y los miedos inútiles
Es el momento en que uno se convierte en el creador de su propia vida, de su realidad.
Es el momento en que uno se convierte en el creador de su propia vida, de su realidad.
De hecho es siempre así, solo que esta vez uno participa con la totalidad del ser.
Un fenómeno que genera en el universo una influencia enorme y positiva.
Un fenómeno que genera en el universo una influencia enorme y positiva.
Dos seres que se vuelven uno
3 comentarios:
Me parece una de las mejores descripciones sobre el ego que he leído, me gusto mucho eso de llamarlo "ser social", no lo había visto así y es mas claro que llamarlo ego.
He observado que muchas personas le llaman ego solamente al comportamiento de personas presumidas o soberbias, pero creo que todos tenemos un ego, un ser social,
las personas muy pobres que permiten la opresión y la humillación constante creo que tienen conceptos de si mismos que no les permite buscarse una mejor forma de vida, ¿no crees?
ahora, tengo entendido que el ego busca la protección de si mismo ante todo, pero ¿como se explica entonces la auto condenación? ¿el ego se culpa a si mismo?
Por ultimo quiero compartir esta expresión de una buena amiga de otro blog:
Para "ver" quién eres realmente
tienes que atravesar la montaña que crees ser.
¡no hay atajo!
-Ahina
Excelente mensaje, como siempre, un fuerte abrazo, Mariano.
La culpa es fruto de la ignorancia, como el pecado.
El único pecado es la ignorancia.
La culpa es un sentimiento que anula, bloquea y esclaviza.
Creo que de esto se sirven algunas religiones, primero te crean la culpa y luego te venden la salvación. El invento de un dios que juzga y condena ha contribuido a mantener la ignorancia y a separar a las personas de su verdadera naturaleza. Como el ave que le cortas las alas y entonces no va muy lejos, es más fácil de controlar, o a la persona que desde la niñez le ponen un mochila con piedras y le hacen creer que este peso "extra" es parte de su vida, de su ser y para poder sacárselo debe seguir una serie de reglas y mandamientos, según el mandato de algún lejano dios Y asi quizás acceda al paraíso. BULLSHIT
Ahí comienza la ignorancia y la desinformación.
A esto se le agrega la importancia personal, el "ego" como tu dices y el desconocimiento de la verdadera esencia del ser.
Hay que comprender y aceptar, asumir su responsabilidad sin excusas ni mentiras, esto es lo más dificil, pero es lo único que vale la pena.
Asumir nuestra naturaleza divina.
En esencia la naturaleza del error no es diferente que la del acierto. La diferencia está en el lugar en que te ponen.
Todo es una cuestión de espíritu.
Como la pobreza y la miseria. Hay mucha gente "rica" que más allá de sus cáscaras lujosas son muy pobres y enfermos de miedo y egoísmo, y la diferencia con los miserables y pobres es el valor de los objetos que poseen.
Comparto la frase de Ahina, pero creo que no solo no hay atajo, tampoco hay montaña.
Un fuerte abrazo para tí jose angel
Hola jose angel, no se si mi comentario se subió correctamente, espero que si.
un abrazo
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