miércoles, 23 de diciembre de 2009

El cerebro y la música


El universo vibra.
Sus componentes fundamentales vibran y de acuerdo a como lo hagan, este movimiento se transformará en conciencia, sonido, color, forma y cualquier objeto que podamos percibir.

La vibración es la causa de generación de todo tipo de ondas, como las sonoras.

Lo que percibimos e interpretamos como realidad no es otra cosa que la vibración registrada por los órganos sensoriales, traducida en lenguaje biológico e integrada en el cerebro, el cual elaborará una respuesta más o menos compleja.

El sonido humanamente audible consiste en ondas sonoras producidas por oscilaciones de la presión del aire, que son convertidas en ondas mecánicas en el oído humano y percibidas por el cerebro, como impulso nervioso (bioeléctrico).

La música es vibración y afecta al sistema nervioso de una forma profunda (y armoniosa).

La estructura física del cerebro produce patrones específicos de descargas eléctricas que crean el lenguaje común entre las neuronas. Se descubrió que esos patrones corresponden a los mismos patrones encontrados en la música. (Proceedings of the National Academy of Sciences, USA [1985] ).

En 1989, experimentos en los que algunos músicos realizaron pruebas mentales con música, indican que la música y otras destrezas creativas, como las matemáticas y el ajedrez, involucran patrones precisos de descargas eléctricas de millones de neuronas cerebrales (Leslie Brothers y Gordon Shaw, Models of Brain Function publicado por R. Cotteril, Cambridge: Cambridge University Press, 1989).

In 1991, Xiaodan Leng y Gordon Shaw propusieron que la música debía ser considerada como un “pre-lenguaje” y que el entrenamiento musical a una temprana edad podía ser útil para “ejercitar” el cerebro para adquirir funciones cognitivas superiores. (Concepts in Neurosciencie, Vol. 2, No. 2 [1991]).

Aquí reproduzco un artículo escrito por Sergio Giacobone, que es músico, practicante de zazen y chi kung y especializado en informática, el cual realiza un interesante trabajo con la musicoterapia.
Practicar música de forma habitual mejora las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacial
La música es un creciente campo de investigación en la manera de entender los procesos mentales implicados en el comportamiento.
Una investigación reciente asegura que la práctica musical se asocia con la plasticidad estructural y funcional del cerebro que, a su vez, confirma que éste puede ser modelado a través de la experiencia. Por este motivo, cada vez más especialistas recomiendan una formación musical para mejorar las habilidades lectoras y de escritura, sobre todo, en niños con dislexia.
Durante la última década se ha generalizado la investigación con músicos profesionales para el estudio de la plasticidad del cerebro. El motivo parece claro: para lograr una gran velocidad en los dedos, un músico necesita un gran entrenamiento mental. Un estudio realizado hace varios años ya concluía que un buen pianista o violinista pueden llegar a practicar 7.500 horas antes de cumplir 18 años. Los trabajos elaborados con este grupo parecen verificar los beneficios que experimenta la fisiología cerebral cuando se aprende a tocar un instrumento.
Lutz Jäncke, profesor del Instituto Tecnológico de Zúrich (Suiza), ha recogido la mayor parte de los estudios realizados en la página web “Faculty of 1000″, donde más de 2.000 científicos relevantes opinan sobre la investigación científica principal.Mejorar la inteligenciaJäncke propone la música como terapia neuropsicológica, ya que mejora, sin duda, las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacial (capacidad para percibir de forma detallada el mundo y formar imágenes mentales de los objetos).
Esta última es fundamental para los pensamientos de la vida cotidiana, desde solucionar problemas matemáticos complejos hasta envolver el almuerzo diario.Un estudio llevado a cabo con niños de seis años, a quienes se enseñó a tocar un instrumento durante 15 meses seguidos, demostró que, al final del entrenamiento musical, todos los menores experimentaron cambios en su anatomía cerebral.
Las áreas usadas para procesar la música resultaron ser mayores y más activas.
Publicado recientemente en la revista “Journal of Neuroscience”, es el primer estudio que se realiza sobre esta temática.
Las regiones afectadas empiezan a cambiar, incluso, a los pocos meses de iniciar el entrenamiento musical.
Otra investigación canadiense de la Universidad McMaster, elaborada en 2006, señalaba que los cambios se comienzan a detectar a partir de los cuatro meses de enseñanza.

Terapia musical
Las regiones del cerebro implicadas en el procesamiento de la música también son necesarias para otras tareas, como la memoria o habilidades del lenguaje. Por tanto, “si la música tiene una fuerte influencia en la plasticidad del cerebro, es posible que este mismo efecto pueda utilizarse para mejorar el rendimiento cognitivo”, asegura Jäncke. Por este motivo, propone aprender a tocar un instrumento como terapia neurocognitiva.
Uno de los estudios más importantes en este sentido lo realizó Teppo Sarkamo, neurólogo de la universidad de Helsinki, en 2008. En él, intentó examinar si escuchar música a diario aumentaba las probabilidades de recuperar las funciones neurocognitivas y del estado de ánimo tras un accidente cerebrovascular (ictus). Los resultados mostraron una mejora significativa en la recuperación de la memoria verbal y de la capacidad de atención. También hubo una mejora sustancial del estado de ánimo.
Según Jäncke, la música puede utilizarse como una herramienta no invasiva para terapias neurológicas. La formación musical, además, podría mejorar las habilidades lectoras y de escritura, más si se utiliza con niños disléxicos.

Puras ventajas
Además de los beneficios fisiológicos citados, la práctica de tocar mejora el estado anímico de los niños y su relación con los demás. Carolyn Phillips, directora ejecutiva de la Joven Sinfónica de Norwalk es autora de “Twelve Benefits of Music Education”, donde enumera las ventajas globales de la música.
En el terreno individual, tocar un instrumento convierte a quien lo hace en una persona metódica que cuida los detalles (de lo contrario, no suena bien), planifica bien las tareas y tiene mucha capacidad de atención. Esta conducta puede trasladarse a la labor propia del estudiante, a quien se exige calidad y resultados.
La música es un medio de expresión, y una consecuencia de ello es una buena autoestima. Enseña a los jóvenes a vencer el miedo y asumir riesgos, aporta seguridad y autoconfianza. Si se forma parte de una orquesta o grupo, la práctica mejora el trabajo en equipo (para lograr un objetivo único) y la disciplina: para que una orquesta suene bien, el conjunto debe trabajar en armonía.
Favorece el compromiso para aprender, asistir a los ensayos y practicar en casa.

Que dice la ciencia al respecto
Un reciente estudio ha comprobado que el ritmo musical, las melodías y la armonía musical estimulan varias áreas particulares del cerebro, lo cual sugiere que la música puede ser utilizada para ayudar en casos de problemas del habla y en varios tipos de problemas intelectuales vinculados a la vez con el cerebro y con los sonidos. Desde hace bastante tiempo los científicos están investigando de qué manera afectan la música y la armonía al desarrollo cerebral, especialmente en aquellas personas que estudian música y en las que se evidenciaron mayores interconexiones neuronales que en aquellas personas que son indiferentes a la música o que no estudian ningún instrumento musical.“Definitivamente existe una biología de la música”, expreso recientemente el Dr. Mark Tramo de la Escuela de Medicina de la universidad de Harvard. “La música es biológicamente una parte de la vida humana tanto como lo artístico en si mismo es parte de la pasión humana.”, agrego.
El Dr. Gottfried Schlaug del Centro medico Israelí de la ciudad de Boston ha reportado que el cerebelo es mas grande de lo normal en estudiantes masculinos de música clásica que en hombres que no estudian música.
El Dr. Schlaug ha utilizado equipos de resonancia magnética nuclear para comparar los cerebros de 32 instrumentistas clásicos diestros con los de otros 24 hombres también diestros que no tocaban ningún instrumento musical. El ha encontrado una diferencia del 5% en el volumen de sus cerebelos. “Encontrar evidencia como esta es muy importante. La estructura del cerebro parece adaptarse y predisponerse a la música. … Debe dejarse en claro que los músicos mencionados no han nacido con estas diferencias en comparación con las otras personas comparadas.”, aclaro en científico.

Una investigadora en neuropsiquiatría del Instituto de neurología McGill de Montreal, en Canadá, ha estudiado las respuestas emocionales a la música entre gente que ni estudia ni escucha habitualmente música. Los mapeos cerebrales mostraron que algunas partes definidas del cerebro responden especialmente a la música armónica pero no a los sonidos más brutos, vinculados a los ruidos fuertes e inarmónicos. Cuando, en el estudio mencionado, se pasaba de música placentera y armoniosa a música menos placentera y más ruidosa, las áreas mencionadas dejaban de mostrar actividad para pasar a mostrar actividad una área específica del cerebro llamada “parahipocampal Gyrus”; que es una región cerebral fuertemente asociada a la memoria, en la que, por ejemplo, se pueden observar grandes asimetrías en casos de esquizofrenia aguda.
En resumen, no caben dudas que la música puede ayudar a moldear adecuadamente nuestros cerebros.
Solo es cuestión de practicarla y disfrutarla.
http://musicoscuanticos.blogspot.com/

Si ponemos música en nuestra vida (y nuestros cerebros) cambiará la realidad que percibimos.

El tema es muy interesante y por supuesto dá para más, así que continuará.

domingo, 20 de diciembre de 2009

La conciencia original



La conciencia original es nuestra esencia espiritual.

Nuestro ser esencial, es conciencia pura.

La conciencia pura es potencialidad pura; es el campo de todas las posibilidades y de la creatividad infinita. Como es infinita e ilimitada, va más allá de los límites de nuestro pensamiento conciente, de nuestro ser ordinario, trascendiendo el tiempo y el espacio, abrazando todas las contradicciones, por lo tanto es felicidad pura.

La felicidad, el conocimiento, el amor y el silencio, son atributos de nuestro ser esencial. Lo que significa que cualquier búsqueda exterior de los mismos nos aleja y nos confunde. No puede haber intermediarios entre nosotros y nuestro ser esencial. Ni personas, ni dogmas, ni siquiera dioses. Ya que esta conciencia pura es en sí misma Dios o Buda, es el Espíritu Santo, es nuestra esencia universal.

Esto es lo que nos hace “hijos de dios”, que en esencia somos lo mismo que él, o sea, poseemos de manera innata la naturaleza divina. Curiosamente las religiones, los cultos, los “ismos”, se apoderan y manipulan desde siempre el espíritu en nombre de Dios, malinterpretando y deformando esta esencia, volviéndola estrecha y limitada, atada a reglas y supersticiones.

Estamos hechos de material cósmico, los componentes que forman nuestro cuerpo son de origen universal, los mismos que forman las estrellas, las galaxias y la Tierra misma.

Nuestra conciencia “individual” emerge de la conciencia universal. De ese mar inconciente de "potencialidad" infinita. Cuando somos concientes de este hecho, el universo se vuelve conciente de sí mismo, y en ese momento nos volvemos espejos que reflejamos esta verdad universal y el ser esencial se manifiesta, puro, libre de los condicionamientos impuestos por la genética, la educación, las costumbres o los propios límites, ya sean miedos o conformismos.

Cuando descubrimos nuestra naturaleza esencial y sabemos quién somos realmente, este solo conocimiento contiene la capacidad de transformar nuestra vida.

Es la auténtica alquimia espiritual, que convierte la ignorancia en sabiduría, el miedo en seguridad y coraje y el egoísmo en amor incondicional.

Cuanto más desarrollemos nuestra propia naturaleza, es decir, cuanto mas estemos en unidad con nuestro ser interior, con nuestra esencia, más cerca estaremos de ese campo de potencialidad pura y la vida se volverá mucho más creativa y positiva, para nosotros y los demás.

Nos hemos habituado a funcionar con la aprobación y la aceptación de los otros, a creer más en lo que nos dicen que en lo que sentimos profundamente, a tener más confianza en lo exterior que en lo interior. Y esto en la mayoría ha originado miedo, inseguridad, frustración e infelicidad. Buscando todo el tiempo un “tesoro” imaginario fuera de nosotros, pero el verdadero tesoro, la auténtica “joya” se encuentra desde siempre en el interior de cada uno, es el ser esencial del cual me refiero. Solo es cuestión de adoptar posturas y actitudes que permitan que nuestra esencia se manifieste, que podamos ser concientes de ese “inconciente”, cuidándola, desarrollándola, dejando que madure y se exprese, barriendo con los obstáculos y las ilusiones.

Para eso hay que trascender el pensamiento ordinario, dualista y contradictorio, y volver la mirada a nuestro ser, a la respiración, al silencio interior.

Como una puerta giratoria que nos permite cambiar de dimensión en un instante, inconcientemente y naturalmente.

jueves, 10 de diciembre de 2009

La resonancia mórfica, un nuevo enfoque en la biología


La “Resonancia Mórfica”, es una teoría muy interesante del biólogo Rupert Sheldrake y postula que cada especie tiene un «campo» de memoria propio.

Este campo estaría constituido por las formas y actitudes de todos los individuos pasados de dicha especie, y su influencia moldearía a todos sus individuos futuros:
«Cada especie animal, vegetal o mineral posee una memoria colectiva a la que contribuyen todos los miembros de la especie y a la cual conforman. Si un animal aprende un nuevo truco en un lugar (por ejemplo, una rata en Londres), les es más fácil aprender a las ratas en Madrid el mismo truco. A cuantas más ratas londinenses se les enseñe ese truco, canto más fácil y rápido les resultará a las ratas de Madrid aprenderlo.»

Ello permitiría explicar cómo adquieren los animales sus instintos, incluidas las complejísimas habilidades que muestran algunos animales desde pequeños.
También explicaría cómo se reproduce la forma de un organismo de generación en generación.

El código genético, es decir el ADN, sólo describe los aspectos menos sutiles de la herencia, pero no puede explicar por qué determinadas células de nuestro embrión se han diferenciado dando lugar a una oreja, un ojo, el dedo gordo del pie izquierdo, determinado tejido intestinal, etc. Según Sheldrake, adquiriríamos la forma que reconocemos como humana porque las formas de todos los miembros pasados de nuestra especie «resuenan» en nosotros, como ondas en un estanque, organizando la vía de nuestro crecimiento. A la vez, nosotros incorporamos nuestra forma a la memoria colectiva de la especie, engrosándola e incrementando así su influencia. Y al igual que las formas «resonarían» todo tipo de instintos y actitudes.
Estos hábitos de organización serían inherentes a toda la naturaleza. Por ejemplo, si elaboramos un nuevo compuesto químico, debería ser más fácil obtenerlo en otros laboratorios a medida que transcurre el tiempo, porque cuantas más veces haya cristalizado, mayor será su campo de resonancia mórfica. En realidad, hace décadas que los químicos reconocen este hecho.

La revista inglesa New Scientíst convocó en 1982 un concurso de experimentos para probar la hipótesis. El ganador fue un científico de Nottingham, que envió un poema tradicional turco junto con una versión desbaratada del mismo poema que seguía rimando —la resonancia mórfica tendría que hacer mucho más fácil, para quienes no sepan turco, aprender el poema verdadero—. La idea se puso en práctica con tres poemas enviados por un poeta japonés: uno era un poema conocido por miles de niños, los otros dos fueron especialmente compuestos con una estructura parecida al primero. En los experimentos, realizados en Gran Bretaña y Norteamérica, el 62% de los voluntarios encontraron más fácil de aprender el poema original (que no sabían cuál era). Si no existe la resonancia mórfica, la dificultad de aprender los poemas habría de ser la misma para los tres.
En 1986, el Tarrytown Group de Nueva York concedió los premios de otro concurso. El primer premio, de 10.000 dólares, se repartió entre dos pruebas similares. Un psicólogo de Yale enseñó a estudiantes que no sabían hebreo palabras hebreas de tres letras, la mitad reales y la otra mitad falsas. Los estudiantes, que no sabían de qué iba el experimento, encontraron más familiares las palabras verdaderas. Por su parte un psicólogo inglés escogió palabras persas verdaderas y otras con letras mezcladas, y pidió a ochenta estudiantes que las dibujaran tras observarlas unos segundos. Ni ellos ni los jueces conocían el propósito del experimento, pero el 75% de los jueces consideraron mejor reproducidas las palabras verdaderas que las mezcladas.
Se han realizado también detallados experimentos por televisión, que muestran que cuando millones de personas son informadas en un país, por ejemplo Inglaterra, de cuáles son las imágenes ocultas en un dibujo, a los grupos de control que hay en países lejanos se les hace mucho más fácil descubrirlas. Pese a lo sorprendente de estos resultados, Sheldrake todavía considera que para que la "comunidad científica" acepte una hipótesis tan radical, hacen falta pruebas más contundentes, y pasará todavía un tiempo.

Por otra parte, si la naturaleza evoluciona, ¿porqué no habrían de evolucionar también las leves de la naturaleza? ¿Por qué las leves que gobiernan el crecimiento de los naranjos tendrían que estar ahí antes de que existiesen los naranjos? En vez de leyes eternas e inmutables, las regularidades de la naturaleza podrían parecerse más a hábitos, que van modificándose lentamente con el tiempo. Digamos que el universo, considerado como un "organismo" tiene una "forma" de hacer las cosas, hábitos, que los puede ir modificando y adaptando a medida que evoluciona.

EL MISTERIO DE LA MENTE

Todos nosotros hemos crecido con la idea de que los recuerdos están almacenados en el cerebro. Usamos la palabra “cerebro” de manera intercambiable con “mente” o “memoria”. Aunque, como se está comprobando, el cerebro es más un sistema de sintonización que un dispositivo de almacenamiento de memoria.

Uno de los argumentos principales para la localización de la memoria en el cerebro es el hecho de que ciertos tipos de daño cerebral pueden conducir a una pérdida de memoria. Si el cerebro es dañado en un accidente de coche y alguien pierde la memoria, entonces la suposición obvia es que el tejido de la memoria ha debido ser destruido. Pero esto no es necesariamente así.

Si dañara tu aparato de TV para que fueras incapaz de recibir ciertos canales, o si hiciera enmudecer al aparato de TV mediante la destrucción de la parte relacionada con la producción de sonido a fin de que todavía pudieras recibir imágenes pero no sonido, esto no probaría que el sonido o las imágenes estaban almacenadas dentro del aparato de TV. Meramente demostraría que yo había afectado el sistema de sintonización para que tú no pudieras ya recibir la señal correcta. La pérdida de memoria por daño cerebral no prueba ya que la memoria esté almacenada dentro del cerebro. De hecho, la mayor parte de la memoria perdida es temporal: la amnesia que sigue a una conmoción, por ejemplo, es a menudo temporal. Esta recuperación de memoria es muy difícil de explicar en términos de teorías convencionales: si los recuerdos han sido destruidos porque el tejido de memoria ha sido destruido, no deberían regresar de nuevo; y sin embargo a menudo lo hacen.

Los experimentos sobre estimulación eléctrica del cerebro por Wilder Penfield y otros sugieren otro argumento a favor de la localización de la memoria en el interior del cerebro. Penfield estimuló los lóbulos temporales de los cerebros de pacientes epilépticos y encontró que algunos de estos estímulos podían provocar respuestas vívidas que los pacientes interpretaban como recuerdos de cosas que habían hecho en el pasado. Penfield supuso que, de hecho, estaba estimulando recuerdos que estaban almacenados en el córtex. Volviendo de nuevo a la analogía de la TV, si estimulara el circuito de sintonización de tu aparato de TV y saltara a otro canal, esto no probaría que la información estaba almacenada dentro del circuito de sintonización. Es interesante que, en su último libro, The Mistery of the Mind [El Misterio de la Mente], el propio Penfield abandonaba la idea de que los experimentos probaban que la memoria estaba dentro del cerebro. Y llegaba a la conclusión de que la memoria no estaba almacenada en absoluto en el córtex.

Ha habido muchos intentos de localizar trazas de memoria en el interior del cerebro, el más conocido de los cuales fue realizado por Kart Lashley, el gran neurofisiólogo americano. Entrenó ratas para que aprendieran trucos, después cortó pedazos de sus cerebros para determinar si las ratas todavía podían hacer trucos. Para su asombro, encontró que podía retirar más del cincuenta por ciento del cerebro –cualquier 50%– y no había virtualmente ningún efecto en la retención de este aprendizaje. Cuando retiró todo el cerebro, las ratas no podían realizar ya los trucos, así que concluyó que el cerebro era necesario de algún modo a la ejecución de la tarea, lo cual no es precisamente una conclusión muy sorprendente. Lo que fue sorprendente fue cuánto del cerebro podía suprimir sin afectar a la memoria.

Otros investigadores han encontrado resultados similares incluso con invertebrados como el pulpo. Esto condujo a un experimentador a especular con que la memoria estaba tanto en cualquier sitio como en ninguno en particular. El mismo Lashley concluyó que los recuerdos están almacenados de una manera distribuida por todo el cerebro, ya que no pudo encontrar las trazas de memoria que requería la teoría clásica. Su estudiante, Karl Pribram, extendió esta idea con la teoría holográfica del almacenamiento de memoria: la memoria es como una imagen holográfica, almacenada como un patrón de interferencia por todo el cerebro.

Lo que Lashley y Pribram (al menos en alguno de sus escritos) no parecen haber considerado es la posibilidad de que los recuerdos pueden no estar almacenados en el cerebro en absoluto. La idea de que no están almacenados en el interior del cerebro es más consistente con los datos disponibles que con las teorías convencionales o la teoría holográfica.

Han surgido muchas dificultades al tratar de localizar el almacenamiento de memoria en el cerebro; en parte porque el cerebro es mucho más dinámico de lo que previamente se pensaba. Si el cerebro está para servir como almacén de memoria, entonces el sistema de almacenamiento tendría que permanecer estable; sin embargo ahora se sabe que las células nerviosas funcionan mucho más rápidamente de lo que se pensaba previamente. Todas las sustancias químicas en las sinápsis y las estructuras nerviosas y moleculares están funcionando y cambiando todo el tiempo. Con un cerebro muy dinámico, es difícil ver como se almacenan los recuerdos.

Hay también un problema lógico, que varios filósofos han señalado, con las teorías convencionales de almacenamiento de memoria. Todas las teorías convencionales asumen que los recuerdos están de alguna forma codificados y localizados en una memoria almacenada en el cerebro. Cuando son necesarias son recuperadas por un sistema de recuperación. A esto se le llama modelo de codificación, almacenaje y recuperación.

No obstante, para que un sistema de recuperación recupere algo, debe saber lo que quiere recuperar; un sistema de recuperación de memoria debe saber lo que la memoria está buscando. Así debe ser posible reconocer el recuerdo que está intentando recuperar. A fin de reconocerlo, el propio sistema de recuperación debe tener algún tipo de memoria. Por lo tanto, el sistema de recuperación debe tener un sistema de sub-recuperación para recuperar sus recuerdos de su almacén. Esto conduce a una regresión infinita. Varios filósofos argumentan que éste es un fallo lógico fatal en cualquier teoría convencional sobre el almacenamiento de memoria. Sin embargo, en general, los teóricos de la memoria no están demasiado interesados en lo que dicen los filósofos, así que no se molestan en replicar a este argumento. Sin embargo, como argumento, es en verdad bastante poderoso.

Al considerar la teoría de la resonancia mórfica de la memoria, podríamos preguntar: si sintonizamos con nuestros propios recuerdos, entonces ¿por qué no sintonizamos también con los de otras personas? Probablemente lo hacemos, debido a que hay una memoria colectiva con la que todos nosotros estamos sintonizados, la cual conforma un trasfondo contra el cual se desarrolla nuestra experiencia y contra el cual se desarrollan nuestros recuerdos individuales. Este concepto es muy similar a la noción de memoria colectiva.

Jung pensaba en la memoria inconsciente como una memoria colectiva: la memoria colectiva de la humanidad. Pensaba que la gente estaría más sintonizada con miembros de su propia familia y raza y grupo social y cultural, pero que no obstante habría una resonancia de fondo de toda la humanidad: una experiencia común o promediada de cosas básicas que toda la gente experimenta (por ej: la conducta materna y varios patrones sociales y estructuras de experiencia y pensamiento). No sería tanto una memoria de personas particulares del pasado como un promedio de las formas básicas de las estructuras de memoria; estos son los arquetipos. La noción de Jung de inconsciente colectivo tiene extremadamente buen sentido en el contexto del enfoque general de esta nueva manera de ver la biología. La teoría de la resonancia mórfica conduce a una reafirmación radical del concepto junguiano de inconsciente colectivo.

Esto necesita ser reafirmado porque el contexto mecanicista corriente de la biología, la medicina y la psicología convencional niega que pueda haber una cosa tal como el inconsciente colectivo.

El concepto de una memoria colectiva de una raza o una especie ha sido excluido en general, incluso como posibilidad teórica. De acuerdo a la teoría convencional, no puedes tener ninguna herencia de características adquiridas; sólo puedes tener una herencia de mutaciones genéticas. Según las premisas de la biología convencional, no habría modo de que las experiencias y mitos de, por ejemplo, las tribus africanas, tuvieran alguna influencia en los sueños de alguien de descendencia no africana en Suiza; lo cual era el tipo de cosa que Jung pensaba que de hecho ocurría. Desde el punto de vista convencional, esto es bastante imposible, y es la razón por la que la mayoría de biólogos y otros expertos dentro de la corriente dominante de la ciencia no toman en serio la idea de inconsciente colectivo. Se la considera una idea rara y alternativa que puede tener algún valor poético como una especie de metáfora, pero que no tiene ninguna relevancia para la ciencia propiamente dicha, ya que es un concepto completamente insostenible desde el punto de vista de la biología normal.

El concepto de memoria colectiva de la teoria de la resonancia mórfica es muy similar a la idea junguiana de inconsciente colectivo. La diferencia principal es que la idea de Jung se aplicaba principalmente a la experiencia humana y a la memoria colectiva humana. Sin embargo hay un principio muy similar que opera en todo el universo, no sólo en los seres humanos. Si el tipo de cambio radical de paradigma sigue adelante dentro de la biología –si la hipótesis de resonancia mórfica es siquiera aproximadamente correcta– entonces la idea de Jung de inconsciente colectivo se convertiría en una idea dominante: los campos morfogenéticos y el concepto de inconsciente colectivo cambiarían completamente el contexto de la moderna psicología y de la ciencia en general.

Esto indica que también podríamos sintonizar con el inconsciente de otras personas, y ello nos acerca al inconsciente colectivo postulado. La sintonización por resonancia con la memoria reciente de otras personas puede igualmente dar explicación de fenómenos como la telepatía. Otro hecho curioso es que, si la resonancia mórfica facilita el aprendizaje, «en el presente siglo cada vez debería resultar más tácil aprender a ir en bicicleta, a conducir un automóvil, a tocar el piano o a utilizar una máquina de escribir, a causa de la resonancia mórfica acumulada de la gran cantidad de gente que ya ha adquirido estas habilidades».

La resonancia mórfica también tiene poderosas implicaciones: «De acuerdo a esta teoría nuestras ideas y actitudes pueden influir a distancia sobre otras personas, sin que ni ellas ni nosotros lo sepamos...

Verdaderamente la única solución a los problemas sociales (e individuales) es un cambio en nuestra manera de pensar y sentir... Si consideramos que nada podemos hacer y que no importan nuestros sentimientos y acciones, esta actitud puede extenderse e influir sobre otras personas... Pero si creemos en la posibilidad de una nueva manera de pensar, de sentir y experimentar la vida, nuestras acciones serán más positivas y creativas, y tendrán sentido completamente, y esta actitud se transmitirá inevitablemente a los demás».
Inconciente y naturalmente

lunes, 7 de diciembre de 2009

Contrato tácito de la gente que duerme


Este texto fue enviado por un anónimo a la radio “Ici et Maintenant” ("Aquí y ahora") de Francia, en relación con el “tristemente” conocido múltiple atentado del 11/9/01 en USA.

“Queridos amigos:
El 11 de setiembre se cumple un triste aniversario de una catástrofe altamente simbólica para toda la humanidad.
Sin importar nuestras creencias o nuestras ideas políticas, el sistema establecido en nuestro mundo libre se basa en la aprobación tácita de una especie de contrato con cada uno de nosotros. Aquí se detalla en líneas generales su contenido:

1) Acepto la competencia como la base de nuestro sistema, aunque soy consciente de que esta operación crea frustración e ira en la gran mayoría de los perdedores.

2) Estoy de acuerdo en ser humillado o explotado, siempre y cuando no se modifique la vida a la que estoy acostumbrado, aunque incluso eso signifique humillar o explotar a alguien que ocupa un lugar más bajo en la pirámide social.

3) Acepto la exclusión de los inadaptados, marginales y de los menores, porque creo que la gestión de la sociedad tiene sus límites.

4) Estoy de acuerdo en pagar a los bancos de mi salario para que ellos inviertan los ingresos obtenidos a su conveniencia, y además no deberán reintegrarme nada de sus enormes beneficios (que usarán para robar a otros países pobres, y a este mismo, lo que se acepta implícitamente). También acepto que me cobren una alta comisión por prestarme dinero que es, además, de otras personas.

5) Acepto que se congelen y se tiren toneladas de alimentos para mantener los precios del mercado o manipular la economía, en lugar de ofrecerlos a millones de personas que sufren y mueren de hambre cada día.

6) Estoy de acuerdo en que esté prohibido poner fin a su vida rápidamente, sin embargo, puedo tolerar que se haga lentamente, con la ingestión o inhalación de sustancias tóxicas permitidas por los gobiernos.

7) Acepto que se haga la guerra para mantener la paz…

8) Estoy de acuerdo en que se divida a la opinión pública mediante la creación de partidos políticos de izquierda y derecha que pasarán su tiempo peleándose, ya que esto me da la impresión de que hay “gobernabilidad”, y se están ocupando de mí. Acepto también toda clase de divisiones posibles, siempre que me permitan localizar un “enemigo” designado y focalizar mi enojo y frustración en él.

9) Estoy de acuerdo en que el poder de moldear la opinión pública esté en manos de especuladores no elegidos democráticamente y completamente libres de controlar a los gobiernos, porque estoy convencido de la buena utilización que ellos hacen de esto, además si sale en los “medios” debe ser verdad.

10) Acepto la idea de que la felicidad se reduce a la comodidad, el consumo, el sexo, y la libertad de poder satisfacer todos los deseos, porque eso es lo que la publicidad repite todo el día. Cuanto más infeliz me siento, más consumo: Así puedo cumplir mi papel en el sistema contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía.

11) Estoy de acuerdo en que el valor de una persona se mida por el tamaño de su cuenta bancaria, y que se aprecie su utilidad en función de su productividad más bien que por su calidad y creatividad, y que se la excluya del sistema si no es productiva.

12) Estoy de acuerdo en que se pague generosamente a los jugadores de fútbol y a “gente del espectáculo”, y mucho menos a los maestros y a los médicos, encargados de la educación y la salud de las generaciones futuras.

13) Acepto que excluyamos (depositemos) a los “mayores” en lugar de beneficiarnos de sus experiencias y sabiduría, que como sabemos, en nuestra sociedad moderna y altamente evolucionada, eso no sirve de mucho.

14) Acepto que me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, así puedo apreciar lo normal de mi situación y la suerte que tengo de que a mi eso no me suceda. Sé que mantener el miedo en nuestra mente no sólo es normal sino que además puede ser beneficioso para nosotros.

15) Estoy de acuerdo en consumir alimentos tratados con hormonas, sustancias “químicas” y pesticidas sin que explícitamente me lo aclaren. Estoy de acuerdo en que los cultivos transgénicos se propaguen, permitiendo que los grandes monopolios (como el “pool” de siembra) se beneficien con patentes, jugosos dividendos y privilegios, manteniendo bajo su yugo a la agricultura mundial, y obviamente al pequeño y mediano productor.

16) Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países desfavorecidos (como Argentina) y que al no poder pagar los intereses usureros, no solo les de el derecho a intervenir en la política “interior” del país, sino además a quedarse con sus recursos.

17) Estoy de acuerdo en que las multinacionales no apliquen los avances sociales de los países “más desarrollados” en los países más pobres (como Argentina). Considerando que ya es “un regalo” que las personas puedan trabajar, aunque sea como esclavos, incluso está bien que se sirvan de las leyes existentes en estos países para que niños y mujeres trabajen en condiciones inhumanas y precarias. En nombre de los derechos del hombre y del ciudadano, no tenemos porque intervenir.

18) Estoy de acuerdo en que los políticos puedan ser gente de dudosa honradez e incluso corruptos. Que gocen de inmunidad, buena paga y de otros privilegios. Para el resto, está bien que no haya tolerancia ni privilegios.

19) Estoy de acuerdo en que las empresas farmacéuticas experimenten, especulen y vendan medicamentos, incluso si esto representa negociar con la salud de la población, y también que los fabricantes de alimentos vendan sus productos obsoletos o que usen sustancias cancerígenas que deberían estar prohibidas.

20) Acepto la búsqueda, a toda costa, del beneficio económico como el objetivo supremo de la humanidad, y la acumulación de riquezas como la realización de la vida humana.

21) Acepto la destrucción de los bosques, la virtual desaparición de los peces de los ríos y océanos. Acepto el aumento de la contaminación industrial y la propagación de venenos químicos y elementos radioactivos en la naturaleza. Acepto el uso de todo tipo de aditivos químicos en mi dieta porque estoy convencido de que si los ponen es por que son útiles y seguros, por otra parte, es lo que hacen “todos”.

22) Acepto esta situación, y admito que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.

23) Acepto ser tratado como ganado, porque de todas formas, creo que no valgo más que eso.

24) Estoy de acuerdo en no hacer preguntas, ignorar todo esto y no crear una oposición real, porque estoy muy ocupado con mi vida y mis preocupaciones. Acepto, incluso si no me lo piden, defender a muerte este contrato.

25) Por lo tanto, acepto, de plena conciencia, y por último, la triste matriz que ponen delante de mí, aunque esta me impida ver la realidad de las cosas. Sé que lo hacen por mi causa y la de todos, gracias.

Si estás en contra, todavía puedes poner en práctica los recursos de la amistad y el amor, la fraternidad y la responsabilidad compartida, pensar, diseñar, construir y ser atrevidos, sin miedo y sin dejarse abusar. Todo retraso nos acerca más a la nada”.

Escrito por la amistad en la Tierra el 11 de setiembre de 2003

Decidí publicar estas palabras en el blog como una forma de ayudar a despertarnos del sueño y la apatía en que se encuentra sumida la sociedad en general. Este no es un espacio político, no es necesario identificarse con esto, lo que es importante es despertar y contribuir a que los demás también lo hagan, ya que de una forma u otra estamos todos conectados.
De vez en cuando un “sacudón” no está mal.
Aquí va el link de un sitio interesante: http://www.zeitgeistmovie.com/

Saludos