domingo, 12 de septiembre de 2010

La forma y la conciencia del universo

Los campos de energía en el universo, y en el ser humano como extensión de él, se estructuran en formas geométricas definidas, la geometría sagrada, (post del 4/9/10).

El universo tiene diferentes niveles de organización, y como vimos, la dinámica de esta organización son los fractales.
De manera que la diferencia entre un átomo y una galaxia es que corresponden a diferentes niveles o escalas dentro de esta organización. Desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande.
La física actual trata de unificar estos dos dominios o niveles, mediante una "teoría del todo”, un puente de unión entre la mecánica cuántica y la física relativista. Y hasta ahora no lo consigue, las matemáticas de una no describen a la otra. Para la ciencia actual la fuerza de gravedad y la fuerza electromagnética no son todavía conciliables.

Pero si observamos con mayor amplitud esto, nos daremos cuenta que el error consiste en no tomar en cuenta la dinámica fractal del universo.

Obviamente, la física siguiendo el método “científico”, no considera al universo como un “todo”, si no que analiza sus partes por separado. Un universo sin conciencia ni inteligencia y el ser humano ocupando un lugar aparte, como un observador privilegiado.

Evidentemente, cambiar esta mentalidad lleva tiempo y generaciones, sobretodo porque la ciencia mayormente trabaja para la tecnología y esta representa siempre fuertes intereses que se resisten al cambio y a la transformación.

Diferentes niveles de organización

Cuando morimos, ni uno solo de los átomos que componen nuestras células se pierde, simplemente pasan a otro nivel de organización. Serán reutilizados, formarán nuevas moléculas, se transformarán en materia, células, probablemente otro organismo vivo, o quedarán disponibles para un nuevo ensamblado. Un verdadero reciclado cósmico.

Nuestros átomos son miniagujeros negros.

Los agujeros negros fueron primero postulados teóricamente y luego descubiertos como fenómenos cosmológicos, a partir de estrellas que colapsan.

Una estrella corriente, como nuestro sol, conserva su tamaño normal gracias al equilibrio entre una altísima temperatura central, que tiende a expandir la sustancia estelar, y la gigantesca atracción gravitatoria, que tiende a contraerla y colapsarla.

Si en un momento dado la temperatura interna desciende, la gravitación se hará dueña de la situación. La estrella comienza a contraerse y a lo largo de ese proceso la estructura atómica del interior se desintegra. En lugar de átomos habrá ahora electrones, protones y neutrones sueltos. La estrella sigue contrayéndose hasta el momento en que la repulsión mutua de los electrones contrarresta cualquier contracción ulterior.

La estrella es ahora una «enana blanca». Si una estrella como el Sol sufriera este colapso que conduce al estado de enana blanca, toda su masa quedaría reducida a una esfera de unos 16.000 kilómetros de diámetro (su diámetro actual es de 1.390.000 km), y su gravedad superficial (con la misma masa pero a una distancia mucho menor del centro) sería 210.000 veces superior a la de la Tierra.

En determinadas condiciones la atracción gravitatoria se hace demasiado fuerte para ser contrarrestada por la expansión electromagnética. La estrella se contrae de nuevo, obligando a los electrones y protones a combinarse para formar neutrones y forzando también a estos últimos a apelotonarse en estrecho contacto. Esta estructura neutrónica forma una «estrella de neutrones», que podría albergar toda la masa de nuestro sol en una esfera de sólo 16 km de diámetro. La gravedad superficial sería 210.000.000.000 veces superior a la de la Tierra.

Continuando este proceso, la gravitación puede superar incluso la resistencia de la estructura neutrónica. En ese caso ya no hay nada que pueda oponerse al colapso. La estrella puede contraerse hasta un volumen cero y la gravedad superficial aumentar hacia el infinito.

La luz emitida por una estrella ordinaria como el Sol pierde muy poca energía. La emitida por una enana blanca, algo más; y la emitida por una estrella de neutrones aún más. A lo largo del proceso de colapso de la estrella de neutrones llega un momento en que la luz que emana de la superficie pierde toda su energía y no puede escapar.

Un objeto sometido a una compresión mayor que la de las estrellas de neutrones tendría un campo gravitatorio tan intenso, que cualquier cosa que se aproximara a él quedaría atrapada y no podría volver a salir. Es como si el objeto atrapado hubiera caído en un agujero infinitamente hondo y no cesase nunca de caer. Y como ni siquiera la luz puede escapar, el objeto comprimido será negro. Literalmente, un «agujero negro».

Teniendo en cuenta las polaridades del universo, si existen agujeros negros, entonces deben existir agujeros blancos (sus opuestos), en los que la materia (y la luz) no puede permanecer en su interior indefinidamente y es arrojada al exterior violentamente (al exterior del horizonte de eventos).

Por otro lado, un agujero negro y uno blanco trabajando en conjunto formaría un agujero de gusano, uno entraría por el negro y saldría expulsado por el blanco.

Actualmente los científicos tratan con grandes aceleradores de partículas de recrear los agujeros negros a nivel subatómico, buscando siempre una teoría que unifique todo.

Incluso Stephen Hawking describe a las partículas subatómicas como diminutos agujeros negros. Pero evidentemente con la misma metodología “científica” , y de esa forma siempre va a faltar algún elemento de esta dinámica, como por ejemplo los fractales. Que son los que nos permiten comprender la forma en que el universo se organiza…

...simplemente en escalas de distinto tamaño.

Por ejemplo, las células que componen nuestro cuerpo, están rodeadas por una membrana plasmática de lipoproteínas, que es como el horizonte de sucesos.
Lo interesante es que esta membrana vibra, la oscilación es de 10 elevado a la 11 Hercios. Esta es una frecuencia elevadísima, que genera una cantidad enorme de energía y cumple todos los requisitos para formar un agujero negro (Schwarzschild).

Teniendo en cuenta la frecuencia y el radio de la célula, si la colocamos en un gráfico que vaya desde una partícula subatómica hasta la estrella más grande, la célula biológica se ubicará en el medio de esta gráfica.
Es interesante. Somos el trazo de unión entre estos extremos, entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño. Lo que unifica el todo.

La distancia entre estos diferentes niveles sigue una proporción definida por el número áureo, y esta mísma proporción se encuentra en todas partes en la naturaleza.
Es la misma proporción que utilizó Kepler para la ley de escalas del sistema solar y lo hizo utilizando figuras geométricas.

Estas proporciones y geometrías eran conocidas por sabios y alquimistas en la antigüedad y hay pruebas de esto en la arqueología y otros testimonios de las civilizaciones antiguas.

La geometría del vacío genera todos los niveles de la escala.

Cada límite es una resolución de la estructura fractal, desde la más pequeña partícula hasta una galaxia.
Y en el cuerpo humano las células se multiplican de este modo también y se autoorganizan siguiendo la geometría específica de la estructura del vacío. Y en un principio estas células, todavía indiferenciadas, llamadas células madre totipotenciales, ya que cada una contiene toda la información para crear a un ser humano, se irán diferenciando en las sucesivas divisiones, formando así células epiteliales, músculares, óseas, neuronas, etc., y estas se irán organizando en diferentes niveles: tejidos, órganos, sistemas y aparatos.

Estamos hechos de material cósmico y a la manera exacta del universo.

Somos una extensión del espacio, una forma surgida del vacío. El universo que se observa a si mismo en una experiencia humana. Y esta retroalimentación, este flujo de información y energía de ida y vuelta que permanentemente crea la realidad, es en esencia el universo aprendiendo sobre si mismo.
Y como vimos en el post anterior, podemos resumir todo en la dinámica conjunta de 2 fuerzas, una hacia adentro que contrae, y la otra hacia fuera que expande. Gravitación-electromagnetismo y la retroalimentación entre ambas.
Comprender esto con la totalidad del ser significa realizar que fundamentalmente nuestro cuerpo físico es solo uno de los tantos niveles de organización, pero también somos energía y luz. Un cuerpo espiritual que nos conecta con todo. El cuerpo mismo del universo.

Somos la forma y la conciencia del universo.

Estamos hechos a partir del vacío y nuestro cuerpo refleja esta forma.

Las posturas que adopte el cuerpo físico nos permitirán experimentar las diferentes dimensiones del ser, distintos niveles vibracionales de esta organización universal, tetraedros y esferas.

La geometría del vacío infinito de la que surgen todas las formas es la postura zazen.

4 comentarios:

jose angel dijo...

Fascinante, fascinante ¡¡¡

'como es arriba es abajo', todo parece perfecto.

Recuerdo haber leído que la suma de toda la materia y energía en el Universo es igual a cero, pero la suma de toda la información tiende al infinito.

Eso me hace pensar que la Creación es solo una ficción para dar la oportunidad de Experimentar, Ser.

Me maravilla todo esto.

Un abrazo Mariano.

Seiki Giacobone dijo...

si, es muy interesante, cambia nuestra percepción y dimensión del ser.
En esencia solo se trata de energía e información.
un abrazo

Sergio dijo...

Muy interesante el post. Un tema que da para reflexionar acerca de quienes somos y de nuestro verdadero origen...

Anónimo dijo...

A partir de ahora seguire muy de cerca vuestro blog, hace poco descubri al señor Nassrim Haramein y me abrio un mundo totalmente nuevo sobre mi propia realidad y ser, la de los demas, sobre nuestro universo que nos conecta a todos y a Todo de una forma fascinante como bien dicen Jose, Mariano y Sergio, animo a que sigais con este blog que sin duda alguna deberia conocer mas gente.