martes, 22 de abril de 2014

La naturaleza de la experiencia mental



La conciencia y el citoesqueleto

En el nivel fundamental de la realidad física, los componentes de la materia no son materiales en absoluto. Son más bien ondas de posibilidades en estado de superposición, que colapsarán o se reducirán en un determinado cuerpo o geometría espacio-temporal al interaccionar con la consciencia del observador.

La información y la energía existen como campos de ondas fluctuando en equilibrio hasta que irrumpe la observación consciente y entonces se particulariza en una determinada realidad con su propia geometría y coordenadas espaciotemporales.
  
En los niveles fundamentales, que es el mundo que trata de describir la física cuántica, la energía y la materia se transforman sin cesar y se comportan de manera opuesta a lo que estamos habituados a percibir como “real”. 
Las partículas aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer, pero en otro lado (con lo cual no se puede estar seguro que sean las mismas, a esta propiedad se la llama principio de incertidumbre).
Otra característica del nivel cuántico es la dualidad onda-partícula de los átomos y sus componentes. Mientras que un sistema cuántico como un átomo o una partícula subatómica como el electrón, permanezca aislado de su entorno, se comportará como una "onda de posibilidades" y existirá en un estado de superposición de muchos estados posibles.

Hay algunas peculiaridades en el comportamiento de los sistemas a nivel cuántico, como ser la coherencia cuántica, relacionada con los estados en superposición, y el colapso de la información o reducción de la función de onda, que son esenciales para la manifestación de la experiencia consciente.
Todo indica que estos procesos se producen en el citoesqueleto de las células nerviosas en el cerebro, más precisamente en los microtúbulos.


Si bien no es posible “objetivar” o dar una demostración “cientifica” sobre la experiencia consciente, la percepción interior, la voluntad, la intuición y otras habilidades cognitivas superiores, etc., podemos tratar de comprender los mecanismos que permiten que seamos conscientes y las estructuras involucradas en el proceso.
Este es el objetivo del presente trabajo.
 
citoesqueleto
Partimos de la premisa que cada célula es una unidad de conciencia, es decir, la célula tiene un nivel fundamental de conciencia que le permite interactuar dinámicamente con su entorno: nutrirse, multiplicarse, cumplir sus funciones, adaptarse a los cambios y defenderse.



Cada célula “sabe” lo que debe hacer, lo que necesita y lo que no…

Nuestro cuerpo es especialista en supervivencia y adaptación al medio

…y esto solo es posible si hay una conciencia fundamental que se mueve y lo anima. Es el fundamento de la capacidad curativa del cuerpo y del desarrollo del poder personal.

El universo y toda la Creación, cada cosa que existe, cada partícula, tu cuerpo mismo, es la misma conciencia, vibrando y manifestándose de infinitas maneras. El Espíritu es unidad y no hay nada más que esto, lo impregna todo, variando sus grados de manifestación, desde la tenuidad más sutil hasta la materia más densa.

La experiencia consciente es una propiedad básica de la realidad física



Cualquier forma de vida, desde un simple unicelular hasta un organismo complejo, incluye un grado fundamental de conciencia. Incluso las partículas elementales, como el fotón o el electrón, tienen su nivel de conciencia y por lo tanto reaccionan a los movimientos de la mente.



El universo es conciencia viva

La conciencia no está limitada al cerebro, pero es en el cerebro donde emergen los procesos mentales y se integra toda la información recibida para elaborar una respuesta. El cerebro es el proyector de la realidad. Toma la información, la clasifica, la integra y listo: ¡luz, cámara…acción!

Captamos un estímulo, ya sea mecánico, por los receptores en la piel, o lumínico por la vista o una onda sonora captada por el oído, Los receptores de la membrana celular traducen la información en impulsos eléctricos que son conducidos por los nervios correspondientes hasta áreas determinadas del cerebro, ya sea la corteza visual (occipital), la auditiva (temporal) o la somatosensorial (parietal). Estas a su vez están interconectadas con otras zonas y núcleos cerebrales que integran y modulan la respuesta, como el tálamo, el cerebro medio y el tronco encefálico.

 Lo que vemos no es lo que ven los ojos, sino la imagen que se forma en el lóbulo occipital y que luego es interpretada, clasificada y de acuerdo a la naturaleza del estímulo se elabora una respuesta (motora, glandular, emocional, mental, etc.)

Lo mismo pasa con los estímulos dolorosos, antes de ser percibidos como tales en la corteza sensorial pasan por un filtro de conexiones cerebrales en el tálamo, el cual a su vez está conectado con el sistema límbico, que presenta estructuras como el hipotálamo, hipocampo y la amígdala cerebral que se encuentran relacionadas con la memoria y la respuesta emocional  (miedo, placer), también hay conexiones con el sistema neurovegetativo (respuesta visceral: sudoración, secreción,  taquicardia, vasodilatación, temperatura, etc.).


Luego de la toma de conciencia (experiencia consciente) y la valoración que hacemos del fenómeno, aparece la reacción o la respuesta, que guarda estrecha relación con la educación, el condicionamiento, las experiencias previas y las características de cada individuo.

La mente y la materia cambian incesantemente, aunque el cuerpo físico lo hace a una velocidad más lenta.


Todo lo que percibimos existe en relación de interdependencia con todo lo demás.
Nada existe por si mismo o por separado.

Al observar con claridad que estos componentes de la "realidad", son impermanentes y sin sustancia, disminuye el apego al mundo físico y a las emociones, y nos permite controlar y equilibrar las ilusiones y el sufrimiento.
Se dice sin sustancia, para resaltar el hecho que no poseen una naturaleza fija o inmutable. La sustancia verdadera del universo es la mente. En otras palabras:


Lo único que genera materia en el universo es la conciencia




 El pensamiento consciente emerge de procesos subconscientes

El pensamiento puede manifestarse porque a nivel cuántico se produce una reducción de los estados en superposición, o sea, todas las posibles realidades no manifestadas, colapsan en un único estado, lo que da como resultado la manifestación de un evento o experiencia consciente.

Colapsa (se reduce) la función de onda y aparece (se particulariza) el fenómeno a nivel consciente.
Esta reducción o colapso permite traspasar un umbral, por debajo del cual no se es consciente y luego si, aunque de solo una de las tantas posibilidades.
La transición entre el subconsciente y el consciente es muy sutil y depende de muchos factores.

La conciencia individual es limitada y condicionada. El inconsciente, que es parte de la conciencia universal en si misma, representa el océano de potencialidad infinita, todas las posibilidades superpuestas y no manifestadas.

Es interesante, porque esta descripción de los procesos mentales nos permite comprender que el pensamiento es simplemente una actividad de células especializadas en el cerebro. No es “real”. Es un efecto repetido. Es incompleto. Son cargas eléctricas moviéndose en busca del equilibrio perdido.

La naturaleza del pensamiento es vacuidad

El pensamiento es el resultado de la reducción, en los niveles fundamentales, de múltiples posibilidades en una sola. Esta actividad electroquímica es expansiva, genera ondas y reverberaciones que activan otras zonas del cerebro y la memoria, creando una corriente de pensamientos o flujo de conocimiento.

El pensamiento que emerge en el consciente, es decir en el plano físico de la realidad, ya fue modelado y condicionado en los niveles más profundos por los programas instalados previamente. En este punto cabe preguntarse ¿Quién soy en realidad? ¿Soy en verdad esto que pienso? ¿Soy la causa o el efecto?

Para que el pensamiento no sea condicionado y tendencioso debe ser negado, filtrado y clarificado mediante el no pensamiento, la no conciencia.
El no pensamiento interrumpe la secuencia incesante de la actividad consciente.
Permite que los sistemas recuperen el estado de coherencia cuántica, disminuyendo las reducciones (eventos conscientes) y por lo tanto la actividad mental.

Si comprendes el principio de polaridad de todas las cosas, verás con más claridad que  la actividad debe ser neutralizada o equilibrada con la no actividad, el silencio, cero.

El pensamiento que surge de esta no actividad, de este punto cero, es claro y puro y puede volver a desaparecer sin dejar huellas, es decir no forma parte de una secuencia o encadenamiento de pensamientos. No es reactivo ni es un efecto repetido o la reverberación de una onda pasada.

A este nivel de conciencia se lo llama pensamiento absoluto, conciencia cósmica, el pensamiento de Buda, mente unificada, etc. En el Zen se lo llama hishiryo: más allá del pensamiento.
El silencio interior es el punto de partida y llegada, es el punto cero.

¿Como ser consciente de la no conciencia? ¿Cómo pensar sin pensar? ¿Cómo puedo trascender mi pensamiento ordinario?

Zazen es la respuesta.




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sábado, 5 de abril de 2014

Intercambio rítmico balanceado




El universo vibra y lo hace con ritmo y armonía

El hecho más evidente de la naturaleza es que repite sus movimientos en reversa generando ciclos pulsantes de ida y vuelta. Es un movimiento pendular, que va y viene, cambiando alternativamente su polaridad.

Es muy extraño que la ciencia, con todos sus supuestos avances y parafernalia tecnológica nunca haya observado esta que es la más evidente de todas las características de la naturaleza.
La ciencia describe un universo de una sola dirección, tal es la teoría del Big Bang: que intenta explicarnos mediante cálculos complicados y matemáticas ilusorias, un universo solo en expansión. Pero tal cosa no existe en la naturaleza. Le falta la otra mitad del ciclo para que la descripción se acerque a lo real. Si algo se expande debe forzosamente tener su contraparte que lo equilibre, o sea, la contracción.

Cada ciclo de la naturaleza es un intercambio rítmico equilibrado de ida y vuelta entre pares de condiciones opuestas. Ese intercambio balanceado entre los polos positivo y negativo de este universo de ondas eléctricas constituyen su latido y su respiración, que también son cíclicos, de lo contrario no continuaría. Y para que sea cíclico debe alternar su polaridad rítmicamente.

El ritmo es movimiento sincronizado

El proceso en el que muchas vibraciones no sincronizadas entran en un movimiento sincronizado, es así: primero una se sincroniza con otra, y luego a un ritmo cada vez más rápido, los demás entran en acción simultánea con la primera unidad.

La naturaleza está siempre trabajando en la construcción y la destrucción, la creación y la aniquilación, manteniendo todas sus creaciones en movimiento, girando y fluyendo, en un intercambio rítmico y balanceado, vibrando de una hermosa forma en otra, manteniendo el orden y la armonía que crean la música eterna del universo.

El principio subyacente de la Creación es el intercambio rítmico y equilibrado entre  todas las interacciones en la Naturaleza. Es el único principio sobre el cual la continuidad del universo depende. Así mismo, es el principio sobre el cual dependen la continuidad de las acciones del ser humano, su salud, su felicidad y su creatividad.

Es la manifestación de dos deseos opuestos en la mente Creadora que se aplica por lo tanto a  todos los procesos de creación.
Este principio de intercambio equilibrado rítmico entre la energía masculina y la femenina, entre el Yang y el Yin, es fundamental en todas las cosas que se crean.



La ley de la armonía es el intercambio equilibrado rítmico entre todas las cosas. Tras la ley de intercambio armónico, todo este universo de reciprocidad está motivado con tanta precisión en su equilibrio que los astrónomos, por ejemplo, pueden calcular las posiciones y trayectorias de los planetas y estrellas con exactitud.
Todo se mueve porque todo vibra. Esta vibración es luz en movimiento. La luz que se mueve es luz dividida en busca de equilibrio. La luz, al igual que toda creación, tiene dos polos opuestos y complementarios, que se juntan y se separan con ritmo y armonía, alternando equilibrio y desequilibrio, solo así es posible el movimiento y la creación.

Estos dos polos, positivo y negativo, podemos llamarlos: la luz padre (roja) que genera la gravitación (sintropía) y la luz madre (azul) que engendra la radiación (entropía).

La gravitación tiende al orden mientras que la radiación genera desorden

Estas dos fuerzas son las encargadas de mantener el intercambio rítmico y armónico entre todas las cosas. Su alternancia crea el latido y la respiración del universo.

Este intercambio siempre mantiene el equilibrio. Los pares de opuestos se separan e intercambian sus polaridades en un movimiento pendular rítmico.



El universo es un compensador de doble sentido (ida y vuelta), expresando un continuo y eterno equilibrio absoluto en cada efecto de movimiento.

La generación es igual o equivalente a la radiación, la compresión es igual a la expansión, la mitad roja del espectro es igual a la mitad azul, la materia sólida equilibra el potencial de su espacio circundante en todos los campos de la onda, y cada polo de cada par no solamente se equilibra con su opuesto, sino que nace de su opuesto a través del intercambio secuencial y rítmico.
Y esto es posible porque lo que llamamos “opuestos” comparten la misma naturaleza solo que difieren en sus cargas o tendencias.

Todo lo que percibimos con nuestros sentidos es movimiento, desigualdad, desequilibrio. Es el efecto repetido de manera secuencial.
No podemos percibir la esencia ni el alma de las cosas, porque lo esencial es equilibrio, es no movimiento, es silencio, está más allá del pensamiento y de la forma.

Lo esencial no se capta con los ojos
Los sonidos de la naturaleza se registran con todo el cuerpo

Por esta razón nos equivocamos y malinterpretamos lo que captamos con nuestros sentidos. Tomamos como real el efecto que percibimos, sin considerar que es un reflejo, una reverberación, una manifestación pasajera y relativa.

 

Lo que percibimos con los sentidos es el movimiento de la luz, que se divide para tal fin en dos polos opuestos pero relacionados.

Aunque la luz en realidad no mueve, es unidad. Fundamentalmente es equilibrio. Ocupa todo el espacio. En realidad no hay nada vacío, el espacio está lleno de energía y conciencia.

Nuestro universo humano es una proyección generada por nuestros sentidos limitados.
La luz que podemos ver y con la que creamos nuestro mundo físico relativo, está condicionada por la estrecha percepción de nuestros sentidos.

La música que podemos oír y conceptuar está confinada dentro de los límites de nuestros sentidos físicos.

Por eso, para comprender la verdadera naturaleza de todas las cosas y poder oír y entender su música, hay que trascender los límites impuestos por los sentidos.

Para seguir el ritmo y la armonía de la música cósmica debes sintonizarte con tus planos superiores y con la alta frecuencia del amor incondicional


La música de las esferas

Pitágoras afirmaba que el modelo para la creación del universo estaba basado en el uso de las proporciones musicales. Según su creencia y la de muchos sabios de la antigüedad, los cuerpos celestes producían sonidos que al combinarse formaban la llamada música de las esferas.
Para Pitágoras y otros maestros, como Platón, la música era la ciencia de la armonía. La armonía podía ser entendida como el orden de los sonidos y también como el orden divino del cosmos; entre estas dos armonías había una relación. 

Pitágoras consideraba que la esencia última de la realidad se expresaba a través de números. Los números eran el medio para percibir lo que de otra forma podría permanecer inalcanzable tanto para el intelecto como para los sentidos. A Pitágoras se le ha atribuido el descubrimiento de las proporciones de los principales intervalos de la escala musical.
Las distancias entre los planetas o esferas, tenían las mismas proporciones que existían entre los sonidos de la escala musical que eran considerados entonces como "armónicos" o consonantes. Cada esfera producía el sonido que un proyectil hace al cortar el aire. Las esferas más cercanas daban tonos graves, mientras que las más alejadas daban tonos agudos. Todos estos sonidos se combinaban en una hermosa armonía: la música de las esferas



Para su concepción del universo y escribir sus leyes, Kepler se basó en los escritos de Platón y en el sistema de Copérnico que planteaba que el Sol era el centro en torno al cual giraban los planetas. Kepler postulaba que el modelo del universo estaba basado en la geometría y que entre las órbitas de los seis planetas conocidos (Saturno, Júpiter, Marte, Tierra, Venus y Mercurio) estaban inscritos los cinco sólidos perfectos mencionados por Platón (tetraedro, octaedro, cubo, dodecaedro e icosaedro). 

Kepler estudió cuidadosamente las órbitas de los planetas para establecer una relación entre el movimiento de estos cuerpos celestes con la teoría musical de la época. Finalmente postuló que las velocidades angulares de cada planeta producían sonidos armónicos y escribió seis melodías: cada una correspondía a un planeta diferente. Al combinarse, estas melodías podían producir cuatro acordes distintos, siendo uno de ellos el acorde producido en el momento de la creación y otro el que marcaría el momento del fin del ciclo.

Vemos que antaño, la ciencia y el arte no estaban separados. La música, la matemática, la alquimia y la metafísica eran parte de un mismo conocimiento.



El ser humano de la actualidad ha perdido esta forma armoniosa y natural de percibir al universo en el que vive.
La ciencia y la religión se encargaron de que así sucediera, encerrando poco a poco a las personas en prisiones de percepción, de categorías y prejuicios, creando una realidad material, carente de ritmo y armonía.

Esta es la paradoja del ser humano moderno, como hacer para plasmar y realizar en su vida lo que no es humano, o mejor dicho, los planos de existencia que están más allá de su percepción ordinaria y que no pueden ser “objetivados” ni demostrados por la ciencia, por más avanzada que pretenda ser.

¿Es posible trascender los límites de nuestra comprensión ordinaria y sintonizarnos con nuestros planos superiores?

¿Como hacer para armonizar nuestra vida humana con el ritmo y la armonía del universo?

¿Cómo puedo ser creativo y no un simple repetidor o una mala copia?

La manera de comenzar es siempre a partir del equilibrio y el silencio interior. Esto es, volver al punto cero.



A partir de tu centro puedas crear tu música, tu sabiduría y tu propia vida

La realidad física que percibimos, es decir nuestro mundo cotidiano de objetos, personas y eventos, está ligado a nuestra mente consciente, es una creación del cerebro izquierdo y de la secuencia de pensamientos que brotan de la incesante actividad electroquímica de su corteza (en particular frontal), de ahí que la realidad proyectada sea fundamentalmente material y se base en conceptos, palabras y una lógica separatista e individualista.

Pero esta pequeña parte de cerebro que toma la dirección y gestiona las respuestas, no es precisamente la que entiende de ritmo y de armonía. Su comprensión de las cosas es intelectual y arbitraria, es monofónica y tridimensional (en el mejor de los casos), pero le falta musicalidad, polifonía, profundidad, no sabe relacionarse con el espacio ni con el silencio y por lo tanto no percibe otras dimensiones.

Es la otra mitad (el hemisferio derecho) la que se encarga de percibir la totalidad y entiende de armonía, de ritmo y creatividad. Pero le cuesta hablar y escribir y no se interesa por los aspectos individuales ni por los detalles.

Para poder expresar lo que percibe, debe pasar la información al hemisferio izquierdo y aquí se produce un “cuello de botella”, se reduce la información, se ralentiza, se selecciona, se categoriza y se elabora una respuesta más o menos lógica, que debe encajar dentro de las estrechas paredes de nuestro cómodo y archiconocido mundo 3D.

Es como escuchar una sinfonía de Mozart o los sonidos del amanecer, no es necesario pensar, escuchas con la totalidad de tu ser, te impregna por completo, luego si quieres contar tu experiencia y detallar los sonidos, tal o cual instrumento o explicar tu sensación, se reduce de dimensión, se estrecha, se pierde la polifonía, la armonía y seguramente el ritmo.

La mayoría de las personas en la sociedad actual presenta una atrofia del cerebro derecho, esto es gracias a la educación moderna, a la cultura y los medios de comunicación, al exceso de dispositivos (celulares, ordenadores, TV) y la falta de comunión con la naturaleza.

 

Es por eso que nuestra sociedad carece de musicalidad y en un sentido más amplio, de arte. Es egoísta, materialista y repleta de leyes, de conceptos y de tecnología (que, paradójicamente, contribuye a separar aún más  a las personas).

Si comparamos el cerebro promedio con un ordenador, podemos decir que además de tener fragmentada la información, muchos están llenos de virus informáticos y sus procesadores funcionan muy lentos y mal.

Si lo comparamos con una orquesta, aquí se pone peor, ya que sus cerebros  no producen música sino ruido, disonancias, arritmias, carecen de dirección y el primer violín está siempre desafinado. Lo más grave es que muchos ni se dan cuenta y cuando lo hacen es porque el impacto en el cuerpo físico y en su salud es grave o duele.



Basta con observar como son educados los niños y jóvenes en las escuelas. Se los llena de conceptos y límites arbitrarios, de “conocimiento serio”, pero no se les inculca la música, ni el arte ni el amor a la naturaleza ni a los demás, obvio, gente así no sirve en este sistema materialista y antinatural, de trabajo y ambición. Una fábrica de muñecos sin corazón.

El ritmo y la armonía de la vida provienen del corazón

La verdadera música se escucha y se ejecuta con el corazón. No es una cuestión intelectual, sin corazón no hay ritmo ni armonía, falta el compás y la emoción, y si no hay emoción ni ritmo ni armonía, no tiene alma y por lo tanto no es música.

En la medida en que puedas extender la belleza y la armonía de tus ritmos y melodías de tu imaginación al instrumento que ejecutas o a cualquier obra que hagas, estas se volverán creaciones espirituales y verdaderas obras maestras de arte.

La medida de la calidad de tu interpretación material reside en tu capacidad espiritual para armonizarte y traducir las formas y ritmos del orden cósmico, y a su vez, estas servirán de inspiración a muchos otros.

Estas vibraciones armónicas contribuyen a la elevación espiritual y a la evolución del ser humano

La clave es el equilibrio. Se trata de aplicar el intercambio rítmico y balanceado entre todos nuestros aspectos. Armonizarse con los ritmos naturales. Encontrar la calma mental y desarrollar la percepción, la intuición y la musicalidad.



El silencio te enseña
La música te enseña
Los sonidos de la naturaleza te enseñan
La mirada interior te enseña




jueves, 3 de abril de 2014

El principio de causa y efecto


El universo entero está impregnado de este principio fundamental. Nada ocurre por casualidad. Lo que de manera ordinaria se denomina “suerte” o “azar” es simplemente la falta de conocimiento de la causa que originó ese fenómeno.

Si lo ves más a fondo, lo que llamamos casualidad es meramente una expresión que se relaciona con causas desconocidas, causas que no podemos percibir, causas que no podemos entender.

La palabra casualidad proviene del latín y significa "oportunidad, suerte, fortuito", como la caída de los dados. 
Comúnmente se tiene la idea de que la caída de los dados (y muchos otros acontecimientos, incluidos los llamados juegos de azar) son un "suceso" ajeno a cualquier causa. Y esta manera de hablar refleja el pensamiento de la mayoría de la gente: “¡que tengas suerte!” “¡que mala suerte!” “¡que casualidad, justo iba a llamarte!”.

En realidad no hay azar de ningún tipo en lo que concierne a la caída de los dados (ni sobre ningún otro evento). Cada vez que cae un dado, y muestra un cierto número, obedece a una ley tan infalible como la que gobierna el movimiento de los planetas alrededor del sol.
Detrás de la caída del dado existe un encadenamiento de eventos, sucediéndose más allá de lo que la mente limitada puede abarcar.
La posición del dado en el cubo; la fuerza utilizada en el lanzamiento; la condición de la mesa, etc , etc, todas son causas, el efecto es lo que podemos ver.


Considera que hay una cadena de efectos invisibles precedentes, todos los cuales tienen una incidencia sobre el número del dado que cae hacia arriba.

Si el dado es tirado un gran número de veces, vas a encontrar que los números que salen serán aproximadamente iguales, es decir, habrá un número igual de uno, de dos, etc, que van aumentando a medida que tiras.
Si tiras una moneda al aire, puede caer o bien "cara" o "cruz", quizás las tires algunas veces y obtengas una ligera tendencia, por ejemplo “cara”, pero si haces un número suficiente de lanzamientos, el número de caras y cruces irán en aumento y se nivelarán.
Esta es la forma de operar de la ley del promedio.

Pero tanto las muchas tiradas para hacer un promedio como el simple lanzamiento están bajo el  principio de causa y efecto, y si hemos sido capaces de examinar las causas anteriores, se vería claramente que es imposible que el dado cayera de otro forma, bajo el mismo tiempo y las mismas circunstancias.
Dadas las mismas causas, los mismos resultados seguirán. Siempre hay una "causa" y un "porque" para cada evento.
  
No hay tal cosa como "azar" en el sentido de algo que está fuera de la causa y el efecto.
¿Cómo podría haber algo actuando en este universo fenomenal, independiente de las leyes y principios, del orden y la continuidad del mismo?
Tal cosa sería totalmente independiente de la tendencia ordenada del universo, y por lo tanto superior a ella.  
Sería asumir que puede haber algo fuera de control en el universo y por tanto superior al TODO. Pero no hay lugar en el universo para algo exterior e independiente a su manera de funcionar. La existencia de algo así haría todas las leyes naturales inefectivas y sumiría al universo en el desorden caótico, y no es para nada así.

Cuando el universo cambia algo en su manera de funcionar, lo hace en el sentido de un equilibrio y a esto le llamamos evolución

Alguna confusión ha surgido en relación a este principio, al no poder explicar cómo una cosa puede causar otra cosa, es decir, ser la "creadora" de la segunda cosa.
En realidad, ninguna cosa nunca causa o crea otra cosa.
El principio de causa y efecto trata solamente con eventos o acontecimientos.

Un "evento" es lo que sucede o acontece, como resultado o consecuencia de algún evento precedente. Ningún evento crea otro evento, solo es un vínculo precedente en la gran cadena ordenada de eventos que se derivan de la creatividad y la energía del TODO, el cual es la causa original de todo.

Lo que podemos percibir con los sentidos es solo el movimiento del efecto repetido de esta causa original.
Esta es la razón por la que solo consideramos el reflejo de las cosas y olvidamos el origen de la luz que provoca ese reflejo.
La causa es el espíritu, la mente inmóvil del TODO creador, a partir de este punto cero, de esta idea original, comienza todo el movimiento y la cadena de efectos repetidos eternamente.
La causa es real. El efecto no es más que una simulación de la realidad.

Con los sentidos solo podemos captar el efecto

Existe una continuidad entre todos los acontecimientos precedentes, consecuentes y posteriores. Hay una relación existente entre todo lo que ha pasado antes, y todo lo que sigue.

Una piedra se desprende de una ladera de la montaña y se estrella en el techo de una casa en el valle de abajo.
A primera vista consideramos esto como un efecto de la casualidad, pero cuando examinamos la cuestión encontramos que detrás de este hecho existe una cadena muy larga de eventos.


En primer lugar hay que considerar la lluvia que ablandó la tierra que sostenía a la piedra y que le permitió caer, y también habría que considerar la influencia de otras lluvias, del sol, de la erosión del viento que fue desintegrando gradualmente el pedazo de roca; luego están las causas que llevaron a la formación de la montaña, los movimientos geológicos que también contribuyeron a mover la piedra y así ad infinitum.

Entonces podríamos continuar examinando las causas de la lluvia, etc
No debemos olvidar la casa y las causas que hicieron que fuera construida en ese lugar, etc. En resumen, pronto nos encontraremos envueltos en una maraña de efectos imposible de rastrear.

Del mismo modo que una persona tiene dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, dieciséis tatarabuelos, y así sucesivamente hasta, más o menos, cuarenta generaciones, este es el número de antepasados que se calcula pueden tener muchos millones de personas, imagina entonces el número de sucesos y efectos que puede haber detrás incluso del hecho o fenómeno más insignificante, como el paso de una diminuta partícula de hollín delante de tus ojos.

No es una cuestión fácil de rastrear el origen del pedacito de hollín, habría que volver a los primeros tiempos de la historia del mundo cuando era madera y formaba parte de un voluminoso tronco de árbol, que luego de millones de años se convirtió en carbón, y así sucesivamente hasta el presente, en el que ves ese pedazo de hollín ahora en su camino hacia otras aventuras.

Una larguísima cadena de acontecimientos y efectos, lo llevó a su condición actual, y este presente no es más que un eslabón de la cadena de eventos que lo conducirán a producir otros muchos eventos futuros a partir de ahora.

Uno de esos eventos de la serie, que surgen del pedacito de hollín, es la escritura de estas líneas, motivadas por el paso del mismo, lo que causó la inspiración del escritor y que despertará ciertos pensamientos en tu mente, y la de los demás, que a su vez afectará a muchos otros, y así sucesivamente, más allá de la capacidad humana para abarcarlo con su pensamiento limitado todo ese entrelazado cósmico, y todo debido al paso de una pequeña cantidad de hollín, lo cual muestra la relatividad y asociación de todas las cosas, y el hecho , además, que no existe lo grande ni lo pequeño en la mente creadora que origina todo.


El efecto mariposa


"el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo" (proverbio chino)

Dadas unas ciertas condiciones iniciales de un determinado sistema, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente diferente.

Todo tiene que ver con todo, podemos decir que somos todos interdependientes

Por eso cada individuo es un eslabón de la inmensa corriente de energía y de vida.
El efecto mariposa representa una concreción de este principio. Los sistemas complejos, como los sistemas humanos, también están sometidos a leyes matemáticas factibles de descripción pero su comportamiento concreto no puede ser previsto. Pequeñas modificaciones pueden ocasionar grandes cambios.

Entonces se dice: “Si una mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar un huracán en Nueva York”. Pongamos el ejemplo de un estadio de fútbol: basta que unos pocos comiencen a hacer la ola para que de repente todo el estadio se vea contagiado creando una ola gigante. Es el efecto mariposa: un pequeño gesto puede ocasionar grandes transformaciones.

Por eso cada pensamiento, cada palabra y cada acción, no son insignificantes ni pasan desapercibidos, afectan al todo y no podemos estar seguros del efecto que puedan provocar.

Considera siempre que en los niveles fundamentales, todo es la misma cosa indivisa, sin diferencias. Todo se encuentra entrelazado más allá del tiempo y del espacio.

De manera que si tus pensamientos hacen ruido y están fuera de control, cultiva el no pensamiento. Si tus palabras no son mejores que el silencio, es mejor callar. ¿Si no sabes a donde vas, porque corres?


Vuelve a tu centro

Cada pensamiento que pensamos, cada palabra que decimos, cada acto que realizamos, tiene sus resultados directos e indirectos que encajan en la gran cadena de eventos y efectos.

Desde este punto de vista es difícil determinar entonces hasta que punto existe el “libre albedrío”, hasta que punto somos libres o prisioneros de esta cadena infinita de efectos que nos preceden.
Se puede decir que no hay una verdad absoluta, somos libres y no lo somos al mismo tiempo.

El principio de polaridad muestra que ambas son medias verdades, son los polos opuestos de la verdad absoluta.
Una persona puede ser a la vez libre y sin embargo estar atada u obligada por la necesidad o las circunstancias.
Sin embargo: "Cuanto más te alejas de tu centro, más necesidades y ataduras tendrás, cuanto más cerca del centro estás, más libre serás de todo."

Cuanto más cerca estés de tu centro, podrás experimentar el equilibrio y el autocontrol, entonces habrá menos tensiones y contradicciones en tu vida.
  

La medida de tus tensiones es la medida de tu desequilibrio
La medida de tu desequilibrio es la medida de tu sufrimiento e ilusiones


La mayoría de las personas son más o menos esclavas de su herencia, de su educación, de su historia personal, del medio ambiente, etc, y manifiesta muy poca libertad. Son arrastrados por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo exterior, y también por sus propios conceptos, emociones, sentimientos y estados de ánimo.

No manifiestan ningún control y mucho menos ninguna maestría.

Muchos reaccionan indignados cuando se los confronta a este hecho, diciendo: "¡Por supuesto que soy libre de pensar y hacer lo que quiero, siempre puedo hacer lo que me place!". Pero no pueden explicar de dónde surge el "quiero" y "lo que me place”. ¿Qué los hace querer hacer una cosa en lugar de otra, o porque tienen preferencias y desagrados, ¿Cuál es su origen? ¿Acaso pueden detectarlo y cambiarlo si realmente quisieran?

La maestría consiste en cambiar estos “placeres” y "deseos" por otros en el extremo opuesto del polo mental. Esta es la voluntad por la voluntad misma, es acción, es libertad. Aplicas la negación y equilibras el movimiento.
En lugar de la voluntad debida a algún sentimiento, estado de ánimo, emoción o sugestión del entorno que hace surgir el deseo, el placer o el rechazo. Esta es voluntad reactiva, atada a la cadena interminable de efectos. Crees que eres libre, pero tus pensamientos y acciones son en realidad reacciones sin control verdadero de tu parte.

En esta posición reactiva, estás siempre buscando o huyendo, consciente o inconscientemente.

La mayoría de las personas son arrastradas como la piedra que cae de la montaña, obedientes ciegamente al medio ambiente, a las influencias externas y a sus pensamientos e ilusiones, por no hablar de los deseos y voluntades de otros más fuertes que ellos mismos, la herencia, las costumbres y la sugestión, que los arrastra por la vida sin resistencia de su parte, sin el mínimo ejercicio de la voluntad. Movidos como peones en el tablero de ajedrez de la vida, desempeñando sus papeles y luego dejados de lado cuando ya no tienen utilidad.

Este es el destino del ser ordinario, ser siempre un  efecto repetido, un peón en un tablero, un eslabón de una cadena que ni siquiera conoce.



 Pero el sabio, conociendo las reglas del juego, se eleva por encima del plano de la vida material, y poniéndose en contacto con los poderes superiores de su naturaleza, domina sus propios estados de ánimo y pensamientos, cultiva sus cualidades y practica la polaridad, afectando también a su entorno y así en vez de convertirse en un peón movido por otros, se transforma el mismo en el hacedor de su juego.
Crea su propia vida y su propia sabiduría.

Se vuelve la causa y no el efecto.

Los maestros y sabios no escapan a la causalidad de los planos superiores, sino que se armonizan con los planos superiores y así controlan las circunstancias en el plano inferior. Forman así una parte consciente del devenir cósmico, en lugar de ser meros instrumentos ciegos.

Al sintonizarse con las frecuencias sutiles superiores, reciben energía e información que afecta inevitablemente al plano físico.
Mientras que sirven en los planos superiores, gobiernan en el plano material.

Pero, ya sea en lo alto o en lo bajo, el principio de causa y efecto está siempre vigente.

No hay tal cosa como la suerte o el azar

Somos capaces de ver ahora, con ojos aclarados por el conocimiento, que todo se rige por la única Ley, incluso el número infinito de leyes que existen, no son más que manifestaciones de la Única Ley y Principio, que es el TODO.

Es cierto en verdad que ni una piedrita cae sin ser advertida por la mente del TODO, se dice que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados. Nada pasa desapercibido en la totalidad. No hay nada fuera de la ley; nada que suceda contrario a ella. Y, sin embargo, no cometas el error de suponer que esto te convierte en un autómata ciego, sin la posibilidad de desarrollar tu poder personal ni nada que hacer al respecto, todo lo contrario.

Puedes utilizar la ley para superar las leyes, ya que tu ser superior siempre prevalecerá sobre el inferior. Puedes mejorar tu naturaleza fundamental. Ampliar tus capacidades. Cambiar tus hábitos y tus puntos de vista.

¿Eres capaz de comprender el significado de esto?

Lo que se entiende comúnmente por libertad es simplemente la aspirina de los esclavos.
Ya eres libre por naturaleza, pero si quieres experimentarlo en tu vida basta con desatarte de la cadena de pensamientos y acciones que te han traído hasta este punto.
Puedes asumir sin identificarte y cambiar la secuencia de eventos y efectos en tu favor.

Cambia tus creencias. Olvida la educación recibida hasta el presente. Reinicia el sistema a partir de tu silencio interior. Transforma tu entorno con tu deseo y con tu mirada.

Si quieres cambiar el efecto debes volverte la causa