jueves, 25 de febrero de 2016

La intención, la luz y la serpiente cósmica


El poder de la intención

La intención es el pensamiento enfocado con un propósito determinado.

Los pensamientos dirigidos con un objetivo pueden afectar a la materia y a los seres vivos, desde una simple célula hasta los organismos complejos, como los seres humanos.

La emisión de partículas de luz (biofotones) es el mecanismo mediante el cual una intención produce sus efectos.

Donde hay vida hay luz y donde hay luz hay vida.

Esta frase parece una obviedad, sin embargo conviene reflexionar profundamente sobre esto y asimilarlo.

La luz comunica, integra, organiza y regenera, aportando información y energía.

La luz es el vehículo de la conciencia

Cuando la luz interactúa con la conciencia del observador se particulariza, toma forma de  fotón.

Todos los seres vivos emiten naturalmente un flujo constante de fotones por medio de los cuales dirigen señales instantáneas no locales de una parte del cuerpo a otra y a otros seres.
Esta bioluminiscencia natural no es el resultado de reacciones químicas celulares.

Esta radiación lumínica espontánea que los seres vivos emiten, es una corriente constante de biofotones cuyo número depende de la posición del organismo en la escala evolutiva; mientras más complejo sea, el número de fotones emitidos es menor. Los organismos rudimentarios o las plantas emiten alrededor de 100 fotones por cm2 cada segundo, con una longitud de onda de 300 a 800 nanómetros, correspondiente al rango visible, mientras que los seres humanos sólo emiten aprox. 10 fotones por cm2 por segundo, esta emisión sigue además los ritmos biológicos.

Los biofotones son emitidos y almacenados por el ADN en el interior de la célula.



El ADN está íntimamente relacionado con la luz y por lo tanto con la conciencia, por eso, el ADN es fuente de conocimiento e iluminación


El ADN es el maestro iluminador.

Cuando el organismo está enfermo se producen cambios en la emisión de estos biofotones.


La intención, o sea, el pensamiento focalizado y dirigido se manifiesta como una corriente de energía e información, produciendo un flujo ordenado de fotones, al igual que un láser, con capacidad para alterar la realidad física.

Nuestras intenciones actúan como frecuencias altamente coherentes y ordenadas capaces de modificar la estructura molecular de la materia.


La intención es luz focalizada

La intención de curación se manifiesta como una radiación de luz ordenada y coherente, al igual que un láser.

Los seres humanos son receptores y emisores de señales cuánticas.

La intención dirigida se presenta como una radiación electromagnética que produce un flujo ordenado de fotones visibles y mesurables mediante equipos sensibles.

Nuestras intenciones operan como frecuencias altamente coherentes capaces de cambiar la estructura molecular de la materia. Como cualquier forma de coherencia en el mundo subatómico, un pensamiento bien enfocado puede actuar como un rayo láser, transmitiendo energía e información sin alteración, incluso a distancia. 

Existen evidencias de un flujo bidireccional constante de información entre todos los seres vivientes, como si éstos estuvieran en una comunicación cuántica constante que explicaría el mecanismo mediante el cual los pensamientos tienen un efecto físico.
La ciencia ha demostrado que las plantas son sensibles a la intención, esto no es nuevo para las culturas ancestrales y los chamanes que basan su saber en la enseñanza que les brindan las plantas.



Podemos tratar de explicar esta conexión entre los seres vivos, mediante los biofotones, es decir la luz, pero lo cierto es que debemos comprender que en esencia todo es una misma conciencia, manifestada en diferentes niveles y organizada en campos de energía e información propios para cada especie y cada individuo, pero todos interconectados.

Incluso la intención sanadora puede afectar no solamente al individuo objeto de la sanación sino a todos los seres vivos situados a su alrededor.

La energía del pensamiento puede afectar el medio ambiente. El proceso de la intención parece continuar perpetuando y aún intensificando su “carga”; de allí la importancia de establecer una habitación o espacio particular para enviar una intención determinada. Este parece ser el sentido de muchas construcciones megalíticas de la antigüedad, como las pirámides y templos o de ciertos lugares considerados sagrados. Pero incluso podemos registrarlo en un consultorio médico, o en un hospital, donde los campos de energía de los médicos y los pacientes están perturbando la red de energía sutil colectiva de esos espacios.

Para que la intención sea efectiva también es necesario escoger el momento apropiado. Esto no solo se relaciona con ciertas épocas del año, días y momentos relacionados con el biorritmo y los ciclos de la naturaleza, sino también con el estado de espíritu del sanador o aquel que emite la intención.

Desde tiempos remotos la intención ha sido utilizada con fines terapéuticos, ya que las culturas ancestrales conocían el hecho que la materia física puede ser influenciada y alterada por el pensamiento.
Podemos aceptar que todo es vibración y que la mente y la materia en esencia son la misma cosa (en diferente presentación y nivel de vibración).

La ciencia desconoce el mecanismo mediante el cual un pensamiento puede afectar la realidad física porque niega o ignora que la esencia de todo lo manifestado es la conciencia, y lo que vibra es el movimiento de la misma.

Pero existen múltiples planos de correspondencia y de manifestación del espíritu y cada plano tiene su nivel de conciencia. El plano físico y el mundo material es solo uno de ellos.

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