La conciencia original es nuestra esencia espiritual.
Nuestro ser esencial, es conciencia pura.
La conciencia pura es potencialidad pura; es el campo de todas las posibilidades y de la creatividad infinita. Como es infinita e ilimitada, va más allá de los límites de nuestro pensamiento conciente, de nuestro ser ordinario, trascendiendo el tiempo y el espacio, abrazando todas las contradicciones, por lo tanto es felicidad pura.
La felicidad, el conocimiento, el amor y el silencio, son atributos de nuestro ser esencial. Lo que significa que cualquier búsqueda exterior de los mismos nos aleja y nos confunde. No puede haber intermediarios entre nosotros y nuestro ser esencial. Ni personas, ni dogmas, ni siquiera dioses. Ya que esta conciencia pura es en sí misma Dios o Buda, es el Espíritu Santo, es nuestra esencia universal.
Esto es lo que nos hace “hijos de dios”, que en esencia somos lo mismo que él, o sea, poseemos de manera innata la naturaleza divina. Curiosamente las religiones, los cultos, los “ismos”, se apoderan y manipulan desde siempre el espíritu en nombre de Dios, malinterpretando y deformando esta esencia, volviéndola estrecha y limitada, atada a reglas y supersticiones.
Estamos hechos de material cósmico, los componentes que forman nuestro cuerpo son de origen universal, los mismos que forman las estrellas, las galaxias y la Tierra misma.
Nuestra conciencia “individual” emerge de la conciencia universal. De ese mar inconciente de "potencialidad" infinita. Cuando somos concientes de este hecho, el universo se vuelve conciente de sí mismo, y en ese momento nos volvemos espejos que reflejamos esta verdad universal y el ser esencial se manifiesta, puro, libre de los condicionamientos impuestos por la genética, la educación, las costumbres o los propios límites, ya sean miedos o conformismos.
Cuando descubrimos nuestra naturaleza esencial y sabemos quién somos realmente, este solo conocimiento contiene la capacidad de transformar nuestra vida.
Es la auténtica alquimia espiritual, que convierte la ignorancia en sabiduría, el miedo en seguridad y coraje y el egoísmo en amor incondicional.
Cuanto más desarrollemos nuestra propia naturaleza, es decir, cuanto mas estemos en unidad con nuestro ser interior, con nuestra esencia, más cerca estaremos de ese campo de potencialidad pura y la vida se volverá mucho más creativa y positiva, para nosotros y los demás.
Nos hemos habituado a funcionar con la aprobación y la aceptación de los otros, a creer más en lo que nos dicen que en lo que sentimos profundamente, a tener más confianza en lo exterior que en lo interior. Y esto en la mayoría ha originado miedo, inseguridad, frustración e infelicidad. Buscando todo el tiempo un “tesoro” imaginario fuera de nosotros, pero el verdadero tesoro, la auténtica “joya” se encuentra desde siempre en el interior de cada uno, es el ser esencial del cual me refiero. Solo es cuestión de adoptar posturas y actitudes que permitan que nuestra esencia se manifieste, que podamos ser concientes de ese “inconciente”, cuidándola, desarrollándola, dejando que madure y se exprese, barriendo con los obstáculos y las ilusiones.
Para eso hay que trascender el pensamiento ordinario, dualista y contradictorio, y volver la mirada a nuestro ser, a la respiración, al silencio interior.
Como una puerta giratoria que nos permite cambiar de dimensión en un instante, inconcientemente y naturalmente.
3 comentarios:
Mariano tu descripcion es hermosa, poetica, aunque sean solo palabras, podrias no escribir si quisieras, por eso me alegra que si lo hagas.
gracias
Gracias Jose Angel, es verdad, se escriba o no, es lo mismo, lo esencial no cambia, siempre esta ahí. Solo cuando lo que decimos o hacemos tiene sentido entonces ya deja de ser lo mismo.
Y si ; ese silencio amoroso interior, es la consciencia cósmica sin elección que ve todo sin remilgos.
Gracias
Celeste
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