La ciencia médica tiene problemas para saber donde se originan los pensamientos.
De hecho, para la ciencia, la mente y el cuerpo están separados y aunque hoy en día hay evidencias, incluso científicas, de la influencia de la conciencia en la materia, que corrobora las más antiguas tradiciones espirituales, la mentalidad de la mayoría de los médicos y la forma de entender la enfermedad y el proceso curativo sigue siendo completamente materialista.
La medicina moderna, sigue tratando a la enfermedad del cuerpo físico como si esta fuera un fenómeno aislado que debe ser tratado de una forma específica, predeterminada. La bacteria A que provoca la enfermedad B se cura con el antibiótico C.
Y en esta cadena de causa y efecto quedan afuera la mente, el sistema inmunitario y la inteligencia de las células, es decir la capacidad curativa del cuerpo. Pero nuestras células son “concientes” y tienen además millones de años de evolución y acceso a información que escapa al dominio de lo “objetivo”. Por lo tanto merecen otro respeto y consideración.
Para la medicina científica el inteligente es el médico, sus técnicas cada vez más sofisticadas y la aparatología, pero no el cuerpo, que es considerado como físico y material, entonces no se le da ninguna chance ni posibilidad que ejerza su poder curativo.
Pero incluso el medicamento más potente y la técnica quirúrgica más avanzada solo pueden ser eficaces si hay una respuesta por parte del cuerpo.
La buena medicina es preventiva. Anticipa la aparición de la enfermedad, ¿De qué manera? Ayudando a que el individuo esté feliz y en armonía, favoreciendo su equilibrio fisiológico y fortaleciendo la energía vital, que es la fuente de el proceso curativo.
El cuerpo tiene su inteligencia propia, si esta es estimulada y respetada, este podrá defenderse y curarse de cualquier afección.
La medicina moderna, sigue tratando a la enfermedad del cuerpo físico como si esta fuera un fenómeno aislado que debe ser tratado de una forma específica, predeterminada. La bacteria A que provoca la enfermedad B se cura con el antibiótico C.
Y en esta cadena de causa y efecto quedan afuera la mente, el sistema inmunitario y la inteligencia de las células, es decir la capacidad curativa del cuerpo. Pero nuestras células son “concientes” y tienen además millones de años de evolución y acceso a información que escapa al dominio de lo “objetivo”. Por lo tanto merecen otro respeto y consideración.
Para la medicina científica el inteligente es el médico, sus técnicas cada vez más sofisticadas y la aparatología, pero no el cuerpo, que es considerado como físico y material, entonces no se le da ninguna chance ni posibilidad que ejerza su poder curativo.
Pero incluso el medicamento más potente y la técnica quirúrgica más avanzada solo pueden ser eficaces si hay una respuesta por parte del cuerpo.
La buena medicina es preventiva. Anticipa la aparición de la enfermedad, ¿De qué manera? Ayudando a que el individuo esté feliz y en armonía, favoreciendo su equilibrio fisiológico y fortaleciendo la energía vital, que es la fuente de el proceso curativo.
El cuerpo tiene su inteligencia propia, si esta es estimulada y respetada, este podrá defenderse y curarse de cualquier afección.
Hay muchos casos documentados de curaciones espontáneas o “milagrosas”, que es el nombre que se lo pone a algo que no se sabe o no se puede etiquetar.
Gente con enfermedades degenerativas o con cáncer, que deciden “abandonar” el tratamiento convencional químico o quirúrgico, por la falta de resultados positivos, por no tener confianza o por sus numerosos y difíciles efectos adversos y secuelas, y “milagrosamente” se curan, sus enfermedades comienzan a remitir.
Y el común denominador de todos estos casos es el cambio de mentalidad. Los pacientes dejaron de identificarse con esa enfermedad y utilizaron el poder de sus pensamientos para dirigir y potenciar el proceso curativo.
He visto pacientes recuperar funciones neurológicas perdidas, curarse de cáncer, aumentar su inmunidad o hacer desaparecer enfermedades de larga data solo con un cambio de mentalidad, de hábitos (de alimentación, de forma de vida) y aplicando el poder sanador de sus pensamientos.
Desde el advenimiento del pensamiento científico, ya hace algunos siglos, los médicos son adoctrinados a ver y a tratar al paciente siguiendo esta metodología. Y como lo estamos experimentando en la actualidad, se ha vuelto cada vez más técnica y sofisticada pero cada vez mas alejada del ser humano.
¿Que significa esto? Que es el paciente el que debe adaptarse a la evolución de la medicina, que muchas veces sigue intereses comerciales y ajenos al bienestar de la persona y no la medicina (o el médico) que se adapta a la realidad del paciente.
Esto es grave, ya que primeramente anula la capacidad y el entorno curativo indispensable para la sanación.
Segundo, el paciente es “etiquetado” según sus síntomas y signos dentro de un determinado síndrome o cuadro clínico, que es tratado convencionalmente y de manera arbitraria con medicamentos o cirugía. Debo decir que es más fácil de esta forma, aunque parezca más “científico” y especializado.
En una consulta médica standard, el tiempo que el médico le destina a cada paciente es de apenas unos minutos, a veces no por mala voluntad, pero el sistema de salud está diseñado para atender en cantidad y no en calidad. Por otra parte están los intereses comerciales de los laboratorios y empresas que persiguen beneficios económicos con la atención médica, la venta de medicamentos, exámenes médicos, etc. Contrariamente a lo que decía Hipócrates, en este caso “no hay enfermos sino enfermedades”. De esta forma es más fácil diagnosticar, etiquetar y luego vender un tratamiento determinado. El negocio está hecho.
Como podemos ver, en este sistema despersonalizado, es muy fácil desahuciar al paciente, ya que para la medicina, si no se cura de la manera convencional, entonces no hay cura y se descarta automáticamente.
Sin embargo, hay una nueva manera, una nueva medicina, (que curiosamente es muy antigua), que percibe al paciente de una manera más integral, holística, más humana. Teniendo en cuenta además de la historia personal y de su entorno, también sus emociones y sentimientos, y sobretodo, respetando y favoreciendo la capacidad curativa del cuerpo-mente.
Una verdadera medicina de la conciencia.
Donde el pensamiento positivo y creativo se vuelve no solo fuente de salud y felicidad sino que además ejerce un poder inmediato en la curación.
Es un cambio profundo en la forma de percibirse y percibir la realidad. Una manera distinta de encarar la salud y la enfermedad. Más profunda, más silenciosa, mas humana.
La transformación puede que sea lenta, sobretodo a nivel social, cambiar el paradigma científico lleva años y a veces siglos.
Es una verdadera reeducación, una revolución interior.
Quizás no sea fácil, pero vale el esfuerzo.
Y además, como se dice, está lo fácil y lo verdadero.
La elección es de cada uno.
2 comentarios:
Hola Mariano,
hace poco me hicieron llegar una serie de videos de un señor hablando sobre la oración y el efecto que tiene en la realidad, me parece que tiene mucho que ver con lo que nos has tratado de comunicar en estos dos ultimos aportes, si tienes de repente algo de tiempo te invito a verlos
http://www.youtube.com/watch?v=wMGXk3KPXrM&feature=related
sin embargo, dentro de la explicación de este señor habla de unos experimentos científicos que a mi parecer no me parecen suficientemente serios. Si los llegas a ver me gustaría saber tu opinión al respecto.
aplaudo una vez mas la calidad de lo que nos compartes.
Saludos.
Hola Jose angel,
todo está relacionado, cuanto más expandes el campo de observación y de comprensión te das cuenta de la interdependencia que hay en todo.
Lo que he tratado de mostrar es la influencia de la mente en el cuerpo desde el punto de vista de la curación.
Pienso que cada uno tiene su sensibilidad y sus creencias, y su manera de acceder a este poder innato que poseemos.
En esto más importante que la oración o la plegaria a un dios o a una entidad superior, es la visualización, la concentración y la focalización de la mente.
Ya que el verdadero efecto curativo se produce en la unidad del cuerpo-mente.
No se trata de una plegaria, aunque obviamente si lo haces con fé puede ayudar, sino de generar pensamientos positivos y dirigidos intencionalmente a curar el cuerpo.
En todo caso creo que si uno tiene deseos de orar puede hacerlo al ser superior que habita en nosotros, y que de hecho es nuestra esencia, sin dualidad ni ilusiones de ningún tipo. Ya que uno corre el riesgo de dispersarse y diluir el efecto real del pensamiento.
El verdadero poder de la mente está en la focalización.
Y esto se entrena, con la meditación, como zazen y otras prácticas o disciplinas afines.
un abrazo
mariano
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