jueves, 1 de diciembre de 2011

Células inteligentes



La integración de las diferentes señales físicas sólo es posible si cada una es traducida primero en un tipo común y unificador de señal.
Una vez unificadas las señales, estas se integran y posteriormente son traducidas en una respuesta en los diferentes niveles.
Por ejemplo, todos los diferentes tipos de señales que recibimos en nuestro cerebro (visión, audición, tacto, propiocepción, etc.) son primero traducidas en impulsos eléctricos, llamados potenciales de acción, antes de que sean integradas.

Un potencial de acción es una onda de descarga eléctrica que viaja a lo largo de la membrana celular. Es un cambio muy rápido en la polaridad de la membrana de negativo a positivo y vuelta a negativo, en un ciclo que dura unos milisegundos.

El potencial de acción no se mantiene en un punto de la membrana plasmática, sino que viaja a lo largo de la membrana. Puede desplazarse a lo largo del axón de una neurona a mucha distancia, por ejemplo transportando señales desde el cerebro hasta el extremo de la médula espinal. En animales grandes como las jirafas o las ballenas la distancia puede ser de varios metros.
Para que se desencadene un potencial de acción es necesario un estímulo suficiente para traspasar en determinado umbral.

Los potenciales de acción se utilizan en el cuerpo para intercambiar información entre las células tejidos del organismo.. Pueden generarse por diversos tipos de células del cuerpo, pero las más activas en su uso son las neuronas, que los usan para enviar mensajes a otras células del sistema nervioso o a otros tejidos corporales, como el músculo y las glándulas.
Esta información bioeléctrica es transformada en las estructuras encargadas de generar una respuesta, por ejemplo: los músculos la vuelven a convertir en acción mecánica, o las glándulas en secreción química.

Si las células tienen un sistema de integración, también deben de utilizar señales de unificación heredadas e incluidas en la información genética. Las células siguen reglas lógicas y específicas antes de responder y además comunican entre ellas de maneras diversas, pero poseen una comunicación holística e instantánea que no puede ser mediada por potenciales eléctricos ni químicos, dada su velocidad, complejidad e instantaneidad.


Por ejemplo, si observamos los movimientos complejos de una bailarina no es posible que los realice dependiendo solo de su actividad electroquímica. Considerando que hay impulsos nerviosos (bioelectricidad) que viajan a 100 m/s (360 km/h) en los gruesos nervios motores que tienen vaina de mielina, pero en los nervios sensoriales o sensitivos, que no estan recubiertos de mielina, la velocidad es mucho menor, (puede llegar a 6 km/h).
Existe un nivel de organización y control mucho más sutil e instantáneo que integra las señales y la información.

El sistema nervioso es discontinuo y está formado por una gran variedad de estructuras, cada una con sus particularidades y distintas velocidades de interacción, sin embargo la integración de las señales es instantánea, varias de estas estructuras y conexiones se activan al mismo tiempo.
Por lo tanto, estas señales de unificación celular no pueden ser señales eléctricas, químicas o mecánicas.
¿Cómo es que cada célula sabe lo que le pasa al resto de las células del organismo casi instantáneamente?
Porque forman parte de un mismo organismo organizado en niveles vibratorios de jerarquía y complejidad y cada nivel tiene su vehículo de información apropiado para ese nivel (electricidad, química o luz), pero el sustrato fundamental e integrador es la conciencia.

El viejo modelo anatómico y fisiológico ya no alcanza para explicar lo que realmente sucede en el cuerpo y esto es también causado porque se omite su interacción con los campos de energía e información que rodean y sustentan al organismo.




Un cambio de paradigma

Hasta ahora la ciencia describe a las células más bien como “autómatas biológicas” programadas para una determinada función y condicionadas por la información contenida en sus genes. Si bien se les atribuye cierto grado de conciencia, no se las considera inteligentes.
Según la enciclopedia, inteligencia (del latín intellegentĭa) es la capacidad de entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas.
Las células entran dentro de esta definición.

Evidentemente si tratamos con alguien inteligente ya de por si se establece una comunicación, un dialogo entre las partes. Entre entidades inteligentes se espera como mínimo que se establezca un diálogo inteligente.

No se acepta que una célula tenga un grado de inteligencia fundamental, pero cada uno de nosotros, que estamos  hechos de miles de millones de estás células, nos consideramos muy inteligentes y en general no nos preguntamos ¿De dónde sale nuestra inteligencia? ¿Porqué somos conscientes?
¿Como es posibles que percibamos un realidad donde la conciencia esta separada de la materia?

Claro que si considerásemos que nuestras células son inteligentes deberíamos cambiar la forma en que  nos percibimos, y percibimos el universo en el que vivimos.

Viendo como se organiza y estructura el universo en niveles de jerarquías que forman parte de un todo, y a su vez cada parte es un reflejo del todo, es muy probable que nosotros mismos seamos células de un organismo superior, y al igual que cada inteligencia celular es parte de una inteligencia superior, nuestra propia inteligencia sea parte de una suprainteligencia. Una sola conciencia manifestada en diferentes niveles de organización y complejidad.

Como se señaló anteriormente, si comenzamos a considerar que las células son inteligentes, el tratamiento médico debería implicar  la "comunicación" con ellas y el intercambio de información, en lugar de inundar el organismo con productos farmacológicos o maltratarlo con métodos invasivos como lo hacemos hoy.

Las células son capaces de integrar las señales que son físicamente diferentes, como las mecánicas, eléctricas, químicas, la temperatura, el pH, etc., antes de generar una respuesta. 
Las células pueden adaptarse a los cambios del entorno e incluso modificar su información genética si lo necesitan para adaptarse y sobrevivir.
Las células pueden disponer de la información contenida en sus propios átomos, información que proviene del universo mismo. Nuestras células comparten el mismo sustrato que la tierra, el sol y las estrellas y cada partícula elemental contiene la información de la totalidad.

Si aceptamos que cada célula es consciente, entonces debemos aceptar que las moléculas y los genes son la “expresión” de esta conciencia, y no los "determinantes" de las funciones vitales de las células. 
Es curioso porque nos consideramos muy inteligentes como especie, "en el tope de la escala evolutiva", sin embargo no aceptamos que esa capacidad ya se encuentra implícita en los niveles fundamentales de la vida.

Si para la ciencia las células fueran inteligentes, los científicos tendrían que reconsiderar todas las descripciones biológicas clásicas de las cadenas de causa y efecto en la función celular, desde los genes hasta las moléculas.
Es curioso como los seres humanos, dotados de conciencia e inteligencia, pueden olvidar sus orígenes y no ver esta inteligencia en todas partes, en cada ser vivo, ¡en cada célula!.

Si aceptáramos que las células son inteligentes, podríamos incluso comunicar con ellas, en un diálogo íntimo y directo…
…Al fin y al cabo si somos inteligentes, ¿Acaso no es mejor estar viviendo en un medio inteligente?

Consideremos la voz de un organismo complejo como el nuestro. Es obvio que no decimos lo que nos manda un gen o una molécula. Sin los órganos de la fonación no es posible hablar. Pero la capacidad de hablar, de elegir las palabras, el ritmo, la entonación, el volumen, el contenido…todo esto no es programado, si no que responde a un control inteligente. Es decir,  no existe un gen que programe las moléculas de las células musculares en las cuerdas vocales para interactuar en la manera de hablar o en el contenido. Pero incluso si fuera programado, ¿quién es el programador? ¿Hay una inteligencia detrás de la inteligencia?

La función da forma y crea la estructura. La necesidad hace a la función. La conciencia genera la necesidad. La necesidad organiza a la materia y estimula la creatividad.

Así que en principio, inteligencia mediante, no sería muy difícil poder comunicar con nuestras propias células, que en definitiva, somos nosotros mismos.

Y para comunicar, lo primero es saber escuchar.

Sin embargo, cuando se trata de células, la tendencia convencional es creer lo contrario: los biólogos a diario, afirman haber encontrado nuevos genes y moléculas que actúan e interactúan para producir esta o aquella función celular. Como si las células fueran autómatas inertes condenadas por un rígido código genético. Esta es todavía nuestra herencia newtoniana de un universo mecánico y material, considerado más bien como un aparato de relojería sin anomalías.  
La ciencia al servicio de la tecnología.
Pero la nueva ciencia se está mezclando con la espiritualidad. Las barreras se van transformando.

Hay vientos de cambio. Los modelos están cambiando. Un nuevo paradigma.

Un cambio de paradigma, significa un cambio de mentalidad y de hábitos.

El cambio significa evolución.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó tu entrada, Mariano. Trabajo como facilitadora de sesiones de conciencia corporal , meditación, apertura del corazón... y precisamente hago incapié en ir afinando nuestra percepción interna, orgánica e ir reconduciendo nuestra energía a nivel orgánico y celular para restablecer el equilibrio natural.

Muchas gracias...

Carmen
www.padmakarma.es

concienciaprimordial.blogspot.com

Seiki Giacobone dijo...

Gracias Carmen, muy interesante también lo tuyo. Saludos