viernes, 15 de octubre de 2010

La autocuración


¿Cómo definiríamos a la salud?
¿Es acaso la ausencia de enfermedades?
¿Significa algo la salud fuera de la enfermedad?

Primero vamos a meternos en la enfermedad para luego tratar de comprender lo que es verdaderamente la salud y como curarse, encontrando el equilibrio.

La ciencia médica ha separado a la enfermedad de las personas, en un primer momento la aisló, como parte de la metodología "científica", para facilitar su estudio y a continuación como parte de un negocio; evidentemente es más fácil tratar con síntomas y enfermedades previamente clasificadas que con enfermos reales, donde cada uno es un caso particular y único. ("No hay enfermedades si no enfermos" Hipócrates)

Esto es interesante, porque crecemos con la idea de que somos incapaces de curarnos a nosotros mismos. Desconocemos las capacidades de nuestro organismo y ni siquiera comprendemos lo “inteligente” que este es.
Esto en gran medida se debe a la mala información que recibimos en las escuelas y universidades y a una formación limitada y defectuosa que tienen los médicos en la actualidad.

Para empezar, la verdadera medicina es preventiva, y esto está íntimamente relacionado con la educación, con las pautas mentales y los hábitos que tenemos como individuos y como sociedad.

Otro gran error es ocuparse solo del síntoma y considerar a la enfermedad como un “enemigo” que hay que eliminar. Sin tomar en cuenta que a lo mejor necesitamos de esa “enfermedad” para comprender algún aspecto de nuestra vida que debemos corregir.
Por otra parte, mucho de lo que hoy en día se considera “enfermedad”, son reacciones del cuerpo que le permiten fortalecerse, adaptarse, desarrollar nuevas defensas, etc.

Es el caso del estrés. Podemos tomar medicinas para el insomnio, la hipertensión arterial, los problemas digestivos y cantidad de otros trastornos provocados por el mismo, pero si no cambiamos la forma de vida, la manera de percibir al mundo y de percibirse a si mismo, es un engaño, además perjudicial, porque no solo no cambiamos las causas sino que además agregamos los efectos indeseables de los medicamentos que hemos tomado.

Einstein decía: “La verdadera locura es creer que se obtendrán resultados diferentes manteniendo las mismas causas”.

Cuando el síntoma es inmediatamente eliminado, sin comprender el proceso de la enfermedad ni sus raíces, estamos eliminando también la capacidad (y la posibilidad) de autocuración. Si el cirujano opera a un enfermo sin hacer algo para ayudarle a cambiar la causa de la enfermedad, lo único que hace es prolongarle la vida hasta que este (el paciente) pueda crearse otra enfermedad.

Nadie quiere estar enfermo, eso está claro.

El dolor no es agradable, sin embargo este aparece por algo, nos marca un límite, una necesidad de cambio.

Un ejemplo sencillo es la fiebre. Se toma a este signo como si fuera una enfermedad en si misma olvidando que, en la mayoría de los casos, es un proceso natural que permite al cuerpo la defensa contra microorganismos, en particular los virus, que a una temperatura de 38º se paralizan y a 39º mueren. Otras veces la subida de la temperatura se debe a la invasión del cuerpo por un agente climático como el frío y la humedad por ejemplo, o a un descenso de la resistencia del cuerpo. Los niños generalmente tienen hipertermia cuando comienzan a salirle sus dientes. En fin, podemos ver la variedad de posibilidades.

Gran cantidad de trastornos digestivos cursan con dolor y la solución no es eliminarlo con medicación, si no simplemente ”no comer” o hacer una dieta conveniente (reposo digestivo) y dejar que las células se recuperen.

En la sociedad moderna, muchos no pueden parar la máquina, así que hay que curarse rápido para seguir trabajando, y no hay tiempo ni sabiduría para buscar la causa del malestar (y remediarla), de esta forma se vuelve un círculo cerrado, donde no se respetan los ritmos naturales y entonces, siempre hay tendencia a repetir los mismos cuadros.

Quizás lo que consideramos “enfermedad” es el cuerpo que nos avisa que vamos por mal camino.
Todos podemos aprender de la enfermedad, por eso no hay que estar limitado solo a “quejarse” o a identificarse: “soy diabético”, “soy hipertenso”, etc.….no!!!
No hay que identificarse, solo hay que asumir que tenemos una pauta errónea y cambiarla. Sin culpas ni miedo, solo comprender que es lo que hay que dejar marchar. Aprender a abrir las manos y soltar.

La culpa y el miedo, desintegran, disocian, fragmentan y para la autocuración debemos estar íntegros. Cuerpo y mente en unidad.
Solo cuando comprendemos este proceso somos capaces de asumir el control de los cambios que se operan en nuestra vida., y en este punto el viaje comienza a hacerse interesante, enriquecedor.

Veamos como funciona el proceso de autocuración.

La primera condición en la autocuración es observar el diálogo interno.
Nuestro diálogo interno afecta a cada una de las células de nuestro cuerpo. Es el que crea las condiciones para la aparición de la enfermedad o de la curación. El universo nos apoya totalmente en nuestro diálogo interno, o dicho de otra forma, nuestro inconciente toma como cierto todo aquello que elegimos creer. Lo que yo creo de mi mismo y de la vida, se hace realidad y los pensamientos que podemos elegir son ilimitados.

Cualquier célula, y por consiguiente cualquier ser vivo, tiene dos funciones básicas y fundamentales: nutrirse y protegerse.
La supervivencia depende del equilibrio entre estas dos polaridades: crecimiento y defensa. La primera cohesiona, integra, repara y es interior. La otra crea las condiciones para luchar o huir, fortalece las defensas exteriores y la capacidad de reacción.

Observando la evolución humana podemos comprender que nuestra naturaleza esencial es mantenernos en crecimiento y nuestro sistema de protección solo debe ser usado ante un peligro o una amenaza.

No se puede estar creciendo y protegiéndose al mismo tiempo.

El sistema nervioso autónomo o neurovegetativo, con sus dos ramas: sistema simpático y parasimpático, es el que se encarga de integrar y ordenar estas funciones.
El simpático, de naturaleza Yang, se encarga de la defensa, Son sus hormonas (Adrenalina, noradrenalina, cortisol, etc.) las que se disparan en una situación de peligro y en el estrés están fluyendo en forma continua.
El sistema parasimpático, de naturaleza Yin, se encarga de todo el resto, cuando no estamos corriendo (o peleando), es decir, controla los procesos de digestión, asimilación, reposo y reparación, o sea: el crecimiento y la nutrición.

Las hormonas del estrés en nuestro cuerpo disminuyen la irrigación sanguínea en las vísceras y las desvían principalmente a los músculos de las extremidades y a otras áreas de la sección defensiva, producen taquicardia, aumento de la tensión arterial, aumento del metabolismo basal, broncodilatación, etc.

El inconveniente es que son los órganos internos los que se encargan del crecimiento: absorben y transforman nutrientes, producen energía, equilibran la fisiología, desarrollan inmunidad y resistencia a las enfermedades.
Si se está siempre en posición de lucha o de defensa, es decir, en el modo protección, los órganos fundamentales no están convenientemente irrigados y por consiguiente el crecimiento y la nutrición, y todas las funciones fundamentales para mantener la vida, se ven perjudicadas.

Gastamos toda nuestra energía en protegernos.

Este es el fenómeno actual.

Muchos tienen miedo y preocupación todo el día de todos los días, lo que hace que estén siempre en guardia y tensos.

El diálogo interno es poco feliz y se encuentran siempre a la defensiva. Lo que lleva a una disociación, un estado de separación, se ven enemigos y problemas por todos lados. El cuerpo está en estado de alarma continuamente, produciendo hormonas para enfrentar un peligro, que en realidad no existe.

No se puede sobrevivir si se está en el modo de defensa todo el tiempo.

Todo depende del sistema de creencias que uno tenga y esto es algo que en la mayoría ha sido implantado desde la infancia, luego uno va por la vida generando experiencias de acuerdo a estas creencias, que quizás nunca fueron observadas, actualizadas o simplemente cambiadas, por otras creencias más convenientes para cada uno.
Entonces el segundo elemento importante en la autocuración, son las creencias, es decir, lo que uno cree que es verdadero, acerca de si mismo y del entorno.

continúa...

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