La parte más antigua de nuestro cerebro es el llamado paleoencéfalo o cerebro primitivo, instintivo o simplemente “cerebro reptil”. Esta parte del cerebro está formada por los ganglios basales, el tronco cerebral y el sistema reticular.
Se desarrolló hace unos 500 millones de años. Se encuentra presente primordialmente en los reptiles. Los reptiles son las especies animales con el menor desarrollo cerebral. Su cerebro, está diseñado para manejar la supervivencia desde un sistema binario: huir o pelear, con muy poco o ningún proceso emocional.
Tiene un papel muy importante en el control de la vida instintiva.
Se encarga de autorregular el organismo.
En consecuencia, este cerebro no está capacitado para pensar, ni sentir, su función es la de actuar, cuando el estado del organismo así lo demanda.
La forma en que se estructura el tallo cerebral y la médula espinal es esencialmente semejante en todos los animales.
Este armazón neural suministra el mecanismo para integrar los mensajes procedentes del medio interno y del externo, y actuar en forma refleja sobre ellos. Por lo tanto, la conducta resultante es en gran parte de tipo reflejo, lo cual implica que también es estereotipada.
El armazón neural es como el hardware del ordenador. Pero le falta el software y sobretodo, el programador, que programa y controla,
Un conductor que dirija los diversos rumbos de la conducta.
Un conductor que dirija los diversos rumbos de la conducta.
Esto llegó más tarde en la evolución.
El cerebro reptil, en los seres humanos, es responsable de conductas que se asemejan a los rituales animales, como el anidarse o aparearse.
La conducta animal e instintiva está en gran medida controlada por esta área del cerebro. Se trata de un tipo de conducta instintiva programada y poderosa y, por lo tanto, es muy resistente al cambio.
Es el impulso por la supervivencia: comer, beber, temperatura corporal, sexo, territorialidad, necesidad de resguardo, de protección.
Es un cerebro funcional, territorial, responsable de conservar la vida y el que es capaz de cometer las mayores atrocidades.
Nos sitúa en el puro presente, sin pasado (sin culpas) y sin futuro (sin preocupaciones), por lo tanto es incapaz de aprender o anticipar.
Nos sitúa en el puro presente, sin pasado (sin culpas) y sin futuro (sin preocupaciones), por lo tanto es incapaz de aprender o anticipar.
No piensa ni siente emociones, es pura impulsividad.
En el cerebro reptil se procesan las experiencias primarias, no verbales, de aceptación o rechazo. Aquí se organizan y procesan las funciones que tienen que ver con el hacer y el actuar, lo cual incluye las rutinas, los hábitos, la territorialidad, el espacio vital, condicionamiento, adicciones, rituales, ritmos, imitaciones, inhibiciones y seguridad.
Es el responsable de la conducta automática o programada, tales como las que se refieren a la preservación de la especie y a los cambios fisiológicos necesarios para la supervivencia. En síntesis: este cerebro se caracteriza por la acción.
El Sistema Básico o reptiliano controla la respiración, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea e incluso colabora en la continua expansión-contracción de los músculos. Este primer cerebro es sobre todo como un guardián de la vida, relacionado directamente con el sistema neurovegetativo, aquí encontramos los mayores sentidos de supervivencia y lucha y además por su interrelación con los poros de la piel, este primer cerebro es nuestro sensor de peligros para el cuerpo en general.
Permite con rapidez la adaptación por medio de respuestas elementales poco complicadas, emocional o intelectualmente.
Permite con rapidez la adaptación por medio de respuestas elementales poco complicadas, emocional o intelectualmente.
Esta conducta no está en principio basada en las experiencias previas ni en los efectos a medio o largo plazo. Las conductas de las personas calificadas como de psicópatas (carecen de sentimientos de culpa) y de paranoicos se ajustan a este patrón de conducta. En la psicopatía se juega el papel de depredador y en la paranoia el de presa.
Este cerebro primitivo es una herencia de los períodos cavernarios, donde la supervivencia era lo esencial.
El paleoencéfalo o cerebro reptil sustenta una parte de la mente inconsciente y nos permite conectarnos de otra manera con el entorno y con nosotros mismos.
El cerebro primitivo no conoce la duda.
El cerebro primitivo no conoce la duda.
Esta parte del cerebro nos conecta obviamente con todas las especies que comparten la misma estructura e información, así que en este lugar, se encuentra nuestra herencia animal, prehistórica, fundamental, nos conecta directamente con el instinto y con las fuerzas de la naturaleza.
La naturaleza no deshecha lo que fue desarrollándose a lo largo de la evolución, de manera que las adquisiciones del reptil permanecen casi idénticas en nuestro cerebro.
El cerebro reptiliano hace sus aportes a las conductas cotidianas.
Está involucrado en la concepción de delimitación territorial, así como en una existencia rígida y casi programada. Es típica de esta conducta la repetición: un reptil nunca improvisa o investiga nuevas maneras de llegar desde esta piedra hasta ese árbol, ya una vez aprendido un camino, morirá haciendo una y otra vez el mismo itinerario.
Por eso puede vinculárselo a los rituales y ceremonias, así como a los comportamientos obsesivos y rutinarios.
Es en este primer cerebro donde las adicciones son muy poderosas, tanto a algo como a alguien o a una forma de actuar
Es responsable de esa fuerte ligazón que se establece desde edades muy tempranas de la vida con personas u objetos del entorno.
Por eso puede vinculárselo a los rituales y ceremonias, así como a los comportamientos obsesivos y rutinarios.
Es en este primer cerebro donde las adicciones son muy poderosas, tanto a algo como a alguien o a una forma de actuar
Es responsable de esa fuerte ligazón que se establece desde edades muy tempranas de la vida con personas u objetos del entorno.
Hay algo de la memoria ancestral que queda en forma de amor por la caza y los caballos, pero también puede involucrar elecciones que necesitarían un aporte decisivo de los “otros dos cerebros”, como es el caso de la elección de la pareja y de la profesión.
Puede atribuirse a este cerebro primitivo una participación decisiva para comprender algunos fenómenos sociales como la violencia destructiva, la histeria de masas, la importancia de las modas pasajeras y el consumismo.
Puede atribuirse a este cerebro primitivo una participación decisiva para comprender algunos fenómenos sociales como la violencia destructiva, la histeria de masas, la importancia de las modas pasajeras y el consumismo.
El cerebro fue evolucionando, adaptándose, creando nuevas estructuras y modificando funciones, así aparecieron el cerebro medio o emocional, el mesoencéfalo, sede del sistema límbico, es el cerebro social, el del afecto y el miedo, el de la manada. Este es común a todos los mamíferos e incluso las aves y finalmente, lo último en materia de evolución, la corteza cerebral, sede de la palabra, la razón, la personalidad y el pensamiento lógico, común a todos los primates pero desarrollada especialmente en los seres humanos.
En el próximo post seguiremos conociendo las otras partes. Obviamente, estos tres cerebros, son uno, aunque tengan funciones, estructuras y una historia evolutiva diferente.
El ser superior se manifiesta cuando estas estructuras y funciones están en armonía, de manera que el instinto, las emociones y la mente forman parte de un todo equilibrado.
2 comentarios:
Hola Mariano,
http://www.youtube.com/watch?v=74y8qfdXH54&playnext_from=TL&videos=VDwbJYE_oHI
Uno llega al silencio.
Gassho
Saludos!
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