miércoles, 9 de junio de 2010

El cerebro inteligente


Hace unos cien millones de años, el cerebro de los mamíferos experimentó una transformación radical que supuso otro extraordinario paso adelante en el desarrollo del intelecto, se fueron asentando nuevos estratos de células nerviosas que terminaron configurando la corteza cerebral o neocórtex (la región que planifica, comprende lo que se siente y coordina los movimientos).

El neocórtex del Homo sapiens, mucho mayor que el de cualquier otra especie, es lo que nos da características humanas. El neocórtex es el asiento del pensamiento y de los centros que integran y procesan los datos registrados por los sentidos. Y también agregó la posibilidad de reflexionar sobre los sentimientos, nos permitió además tener sentimientos sobre las ideas, el arte, los símbolos y las imágenes.
Pero por sobre todo una posibilidad única: trascender el tiempo y el espacio con la mente.

Es en los seres humanos donde madura el rol del “observador”.

A lo largo de la evolución, el neocórtex permitió un ajuste fino que sin duda supuso una enorme ventaja en la capacidad del individuo para superar las adversidades, haciendo más probable la transmisión a la descendencia de los genes que contenían la misma configuración neuronal.

La supervivencia de nuestra especie debe mucho al talento del neocórtex para la estrategia, la planificación a largo plazo y otras capacidades mentales.
Es la sede del lenguaje articulado: la palabra, nuestra civilización se creo con la palabra y de aquí proceden también sus frutos más maduros: el arte y la cultura. Se ha demostrado que la evolución acelerada de nuestra especie se debe fundamentalmente a la complejidad de los vínculos sociales.

La ciencia ha demostrado la relación directa entre el desarrollo de la corteza cerebral y el desarrollo social. Hay en los primates una correspondencia directa entre los dos aspectos, de manera tal que a mayor desarrollo de la corteza cerebral en las especies de primates, mayor desarrollo social: es decir, sociedades más complejas y organizadas.

Este nuevo estrato cerebral permitió comenzar a matizar la vida emocional. Tomemos, por ejemplo, el amor. Las estructuras límbicas generan emociones como: placer y deseo sexual, pero la aparición del neocórtex y de sus conexiones con el sistema limbico permitió el establecimiento de otro tipo de vínculos, como entre la madre y el hijo, que es el fundamento de la unidad familiar y del compromiso a largo plazo de criar a los hijos y esto es la base del desarrollo del ser humano.
A medida que ascendemos en la escala filogenética que conduce de los reptiles al mono rhesus y, desde ahí, hasta el ser humano, aumenta la masa neta del neocórtex, un incremento que supone también una progresión geométrica en el número de interconexiones neuronales.

Hay que tener en cuenta que,cuanto mayor es el número de conexiones, mayor es también la variedad de respuestas posibles. El neocórtex permite, pues, un aumento de la sutileza y la complejidad de la vida emocional.

El número de interconexiones existentes entre el sistema límbico y el neocórtex es superior en el caso de los primates al del resto de las especies, e infinitamente superior todavía en el caso de los seres humanos; un dato que explica el motivo por el cual somos capaces de
desplegar un abanico mucho más amplio de reacciones, y de matices, ante nuestras emociones.

Por ejemplo un conejo o un mono rhesus sólo disponen de un conjunto limitado de respuestas posibles ante el miedo o el peligro, la corteza cerebral del ser humano, , permite muchas más posibilidades, como por ejemplo llamar al 911. Esta capacidad brinda una gran flexibilidad adaptativa.
Cuanto más complejo es el sistema social, más fundamental resulta esta flexibilidad; y no hay mundo social más complejo que el del ser humano.
De todas formas el neocórtex no gobierna la totalidad de la vida emocional.
Las ramificaciones nerviosas que lo conectan con el sistema límbico son tantas, que el cerebro emocional (ver post anterior), sigue desempeñando un papel fundamental en la arquitectura de nuestro sistema nervioso.

El cerebro medio o emocional es el sustrato en el que creció y se desarrolló nuestro nuevo cerebro inteligente y sigue estando estrechamente vinculado con él por miles de circuitos neuronales. Esto es precisamente lo que confiere a los centros de la emoción un poder extraordinario para influir en el funcionamiento global del cerebro, en los centros del pensamiento y por supuesto en la conducta.


El ser humano posee un cerebro mucho más especializado que los primates, por lo cual, además de sentimientos, manejan un proceso racional de entendimiento y de análisis, ampliamente superior al de todos los demás mamíferos, directamente relacionado con las partes más especializadas del neocórtex, específicamente su región frontal, que le permite adquirir conocimientos, desarrollar sociedades, culturas, tecnologías, comprender las leyes que rigen el universo, y lo más importante: observarse y comprenderse a si mismo. Así que como vemos esta es una cualidad superior del ser humano: el autoconocimiento.

El neocórtex es el lugar donde se realizan los procesos intelectuales superiores.

Está estructurado por el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho.

El hemisferio izquierdo está asociado a procesos de razonamiento lógico, funciones de análisis, síntesis y descomposición del todo en sus partes (desarma todo para comprender). Evolucionó con este objetivo, como una herramienta, que nos permite, investigar, buscar mejores posibilidades (alimento, refugio, etc.) y sobre todo: comunicarlo a los demás.

El hemisferio derecho, en el cual se dan procesos asociativos y perceptivos, imaginativos y creativos, se asocia con la posibilidad de ver la globalidad y establecer relaciones espaciales. Comprende la escena total, pero no lo puede expresar.

Nuestros antepasados prehistóricos, como el homo ergaster, eran fundamentalmente carroñeros. No habían desarrollado aún la habilidad de cazar, tenían que conformarse con lo que había y con lo que dejaban los otros animales. Así descubrieron que podían comer la médula ósea (alojada dentro de los huesos) y a la que ninguna otra especie podía acceder. Como se sabe esta es rica en proteínas, células madre y sustancias esenciales para el desarrollo cerebral. Esto y el sol africano que daba de plomo en la cabeza de estos pequeños homos que ya andaban en dos pies. Hizo que el cerebro creciera exponencialmente, aumentando el número de conexiones neuronales y con ello la cantidad y variedad de posibilidades (de alimento y pareja) y se acelerara el proceso de mutación genética que a su vez condicionó el crecimiento cerebral.

La evolución de las aptitudes cognitivas del ser humano no es por tanto la consecuencia de una serie de mutaciones accidentales y progresivas, sino que responde a la intervención de una gran cantidad de cambios en unas condiciones de selección excepcionalmente intensas.
Y es muy probable que hayamos sufrido alguna tipo de manipulación genética por inteligencias superiores. Esta es una teoría sustentada por investigaciones serias y profundas.

Son estas condiciones las que han favorecido el desarrollo de la complejidad en nuestras capacidades de conocimiento, lo que nos convierte en una especie diferente, situada en el tope de la evolución en el planeta.

La corteza cerebral se convierte en el área principal de atención en la generación o resolución de problemas, análisis y síntesis de información y del pensamiento lógico, crítico y creativo.

Representa la adquisición de conciencia y se desarrolló a través de la práctica del lenguaje. Aquí se genera la voluntad consciente.

Las tareas no sensoriales se realizan en los lóbulos frontales.

La aparición de los calendarios implica que los seres humanos comenzaron a desarrollar progresivamente la capacidad de anticipar, planificar y visualizar, de poner el futuro posible en el presente.

Mientras que los animales, sobre todo los mamíferos son capaces de desarrollar emociones y aprender, la capacidad de proyectar el futuro de formas muy elaboradas, resulta específicamente humana.

Este nuevo cerebro, es el que permite el razonamiento.

Es el responsable del estrés, del interminable diálogo interno, de las dudas y de las contradicciones.

Es obvio, el hemisferio izquierdo trabaja con un sistema binario, percibe la realidad solo de forma dual: bueno-malo, positivo-negativo, gano-pierdo, cerca-lejos, etc. Esa es su función, trabaja de manera relativa, apoyándose en información conocida y comparando. Es solo una herramienta para seleccionar las mejores opciones.

El error consiste en percibir la realidad de la existencia solo a partir de estos datos aislados (y relativos). Luego es muy difícil salir de los límites impuestos por esta mente consciente.

Por eso es necesario aprender a pensar con la totalidad del cerebro. Es fundamental trascender el pensamiento dualista y discursivo, generado por hemisferio izquierdo y permitir que otras áreas se manifiesten y así poder percibir la realidad, y percibirse a si mismo, de manera más total y equilibrada. Más evolucionada.
La meditación es la puerta de entrada. En el silencio y la quietud se generan las condiciones necesarias de calma y equilibrio.

Los ejercicios de chi kung son de gran ayuda para mejorar la salud física y mental.

Zazen es la mejor postura para trascender la mente consciente y las contradicciones generadas por ella.

Zazen significa apagar el motor del consciente y fundirse en unidad con la conciencia cósmica.

Zazen representa la forma madura y equilibrada de nuestra vida.

Nos permite expandir la conciencia y percibir una realidad más amplia y bella. y que además se exprese y manifieste el ser superior. Nuestra auténtica naturaleza y esencia universal.
De manera inconsciente y natural.

La evolución continúa.

Es la esencia misma de la vida, y todo lo que hagamos para mejorar la adaptación, para aumentar nuestros conocimientos y posibilidades, no solo será beneficioso para cada uno, si no que todo el resto sentirá- de una manera u otra- esta influencia positiva.



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