jueves, 13 de noviembre de 2008

¿Qué son las emociones?


Resulta difícil dar una definición que exprese exactamente “que son” las emociones y “para que están”.
Para la Psicología, son fenómenos psicosomáticos, mecanismos de respuesta de la mente y el cuerpo a las cambios del medio, y mediante una compleja red asociativa vinculan la memoria con distintos sistemas biológicos, entre los que se encuentra el sistema neurovegetativo encargado de la actividad adaptativa involuntaria, como la frecuencia cardíaca, dilatación bronquial, los movimientos intestinales, secreciones glandulares, dilatación pupilar, circulación sanguínea, actividad muscular que incluye la mímica o la expresividad, sudor, etc.. Hay muchas estructuras y sistemas involucrados. El corazón desde la antigüedad es el órgano considerado sede de las emociones y no es tan errado, aunque el cerebro como se está descubriendo tiene un rol fundamental en el proceso de percepción, integración y elaboración de una respuesta. Así que las emociones modulan y cambian nuestro medio interno y nuestra conducta, permitiéndonos adaptarnos a los cambios y establecer relaciones armoniosas.

La necesidad de adaptarse a la vida colectiva y a un entorno cambiante e impredecible hace necesario el desarrollo de emociones para sobrevivir. Las emociones someten a tensión somática la estructura del cerebro, provocando que las conexiones sinápticas se refuercen, cambien, varíen o se destruyan, modificando la percepción de la “realidad” y la conducta (respuesta al estímulo).
En el momento que tomamos conciencia de las sensaciones (alteraciones) de nuestro cuerpo al recibir ese estímulo, la emoción se convierte en sentimiento. Es decir, mediante el pensamiento rotulamos eso que sentimos, lo clasificamos en bueno, malo, agradable o desagradable, neutro o indiferente, etc., de acuerdo a conceptos y condicionamientos. El observador decide que camino toma esa emoción. Aún así los sentimientos pueden persistir en ausencia de estímulos externos, cuando son generados por nosotros mismos (pensamientos, recuerdos). Por eso también puede decirse que los sentimientos son emociones voluntarias.
A nivel de la conducta, las emociones sirven para establecer nuestro lugar en el mundo, es decir, nuestra posición con respecto al entorno, acercándonos hacia ciertas personas, ideas, cosas o acciones y alejándonos de otras o siendo indiferentes.
Podríamos configurar un verdadero “cuerpo emocional”, formado por innumerables células de recuerdos, vivencias, sentimientos, que desde la infancia vamos creando y desarrollando. Un cuerpo complejo, de interconexiones múltiples y variadas, a nivel físico, energético, emocional y mental. Es difícil definir lo que en esencia es la emoción. Hay muchas estructuras celulares diferentes involucradas que se activan para que pueda aparecer la emoción, por eso la idea de “cuerpo emocional”. Por ejemplo a nivel cerebral cada zona tiene una función específica, en la percepción, la integración y la respuesta. En el cerebro medio y en el diencéfalo existen estructuras relacionadas con la respuesta fisiológica a las emociones, al placer y al dolor, y también con la memoria y el aprendizaje, como el sistema límbico que incluye al tálamo (dolor-placer), hipotálamo (relacionado estrechamente con la glándula hipófisis, la respuesta hormonal y la regulación del medio interno), amígdala cerebral (miedo-afectividad), región septal (sexualidad) e hipocampo (memoria y orientación), y de estos se establecen múltiples conexiones con la corteza cerebral, especialmente con los lóbulos frontales (relacionados con la personalidad, la motivación, el habla y los movimientos voluntarios), con el resto de la corteza y con otras partes evolutivamente mas antiguas como la sustancia reticulada situada en el tronco cerebral relacionada con el control del sueño-vigilia y del tono muscular.
Esta gran cantidad de conexiones e interacciones es lo que hace que las reacciones emocionales sean complejas y variadas.
Podemos enfocar la cosa desde distintos puntos de vista. Nuestras emociones le ponen color a la vida, es el tinte subjetivo, el de la propia percepción y asimilación del fenómeno.
Las emociones son mecanismos que permiten a la mente describir nuestra percepción del entorno, capacitándonos para interactuar con las personas y las cosas en el medio que describimos como universo. La mente conciente no siempre tiene la capacidad de poder describir esta percepción mediante la palabra o los símbolos. La percepción emocional del entorno nos aporta información que nos permite comprender y procesar la amplia gama de fenómenos que capta la conciencia; ese uso personal que hacemos de estas percepciones hace que cada uno tenga una visión propia de la realidad.

Las emociones y los órganos internos.
En la medicina tradicional china, se vincula a las emociones con los órganos internos, según su naturaleza inherente. He aquí un ejemplo de la relación entre los órganos y las emociones desde la perspectiva energética u holística. La ira altera la energía del hígado pero también una persona con el hígado bloqueado o enfermo puede sentir enojo y frustración con más facilidad. El exceso de alegría (o de deseos) daña la energía del corazón y cuando la energía del corazón está afectada produce intranquilidad e insomnio. La preocupación (o rumiar pensamientos) afecta al bazo-páncreas y al estómago y por otra parte una afección gástrica hace que nos preocupemos con más facilidad. La tristeza invade al pulmón, y una enfermedad respiratoria puede producir depresión y melancolía. El miedo afecta al riñón y cuando se vive con miedo o inseguridad los riñones se debilitan favoreciendo el miedo e incluso el pánico.
La medicina convencional lo explica en términos de fenómeno psicosomático. El cuerpo y las emociones conectados por múltiples vías: neuronales, glandulares, metabólicas, etc. Las enfermedades psicosomáticas son el ejemplo del impacto que tienen las emociones en el cuerpo físico. Estas desencadenan una serie de reacciones que pueden exagerarse y convertirse en enfermedad (aparecen el dolor y el sufrimiento, la incapacidad, las alteraciones mentales, el daño orgánico e incluso la muerte).
La vieja visión “científica”, incluso en la medicina, las desestima otorgándoles un papel secundario en el mecanismo de la enfermedad, es obvio, las emociones no se pueden ver, ni tocar ni comprobar en un laboratorio. No se sabe exactamente en que lugar ubicarlas, entonces se dejan de lado y pierden importancia. Pero como se comprueba cada vez más, la conciencia y las emociones generan un impacto en el plano físico y determinan directamente la calidad de vida y en muchos casos, la duración.
Lo importante es comprender las propias emociones y sentimientos, que es lo mismo que conocerse a si mismo. De esta manera es posible comprender también a nuestro entorno. Esta comprensión o mentalidad nos permite ejercer un control que equilibra y previene cualquier desborde u otra alteración.
Para eso romper los condicionamientos es importante. Una reeducación acerca de la forma en que percibimos al mundo y a cada uno de nosotros es fundamental. Sino, pueden aparecer el estancamiento, la limitación y los errores de percepción; lo opuesto de la evolución y la creatividad. Los mejores descubrimientos están por llegar.
El cuerpo emocional, al igual que el cuerpo físico, debe ser nutrido, mantenido, purificado y puede ser educado, entrenado y mejorado para ser más eficaz y responder de la manera deseada. Cada uno debe encontrar el mejor camino para lograr esto. Tenemos un diseño increíble, muy sofisticado, que nos permite amar, aprender, experimentar y disfrutar de la vida. Es el resultado de millones de años de evolución. Un verdadero regalo.

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