miércoles, 2 de noviembre de 2011

El universo es un gran holograma (2)


Así que la realidad objetiva es una ilusión. Este mundo físico de objetos y personas, de formas y sensaciones, tal como lo percibimos: es una ilusión, porque el observador, el proceso de observar y lo observado son en esencia la misma cosa.

Veamos el modo en el que la totalidad fundamental y esencial de la realidad se convierte en la realidad diferenciada de nuestra experiencia individual.

La realidad física es la realidad de los objetos, la realidad de las cosas y de los acontecimientos. Nosotros escuchamos cosas, vemos cosas, sentimos cosas, degustamos cosas, olemos cosas. A lo largo de la vida vamos asumiendo que todas las cosas existen por si mismas, como algo definido, independientemente de nuestra experiencia acerca de ellas.
Sin embargo, como vemos, esto es una ilusión. No hay nada que exista fuera de nuestra mente. Es el cerebro que decodifica la información, la analiza, la integra, la proyecta y crea un holograma en consecuencia.

Otro punto importante, cualquier cosa que pueda ser experimentada existe sólo en relación a alguna otra cosa.

Podemos experimentar y pensar que el placer existe de manera independiente; sin embargo, el placer sólo puede existir en relación con el dolor. De manera análoga, cuando experimentamos calor, creemos que el calor es un calor independiente, sin darnos cuenta de que lo caliente sólo puede estar caliente en relación a lo frío. “Lo mismo es cierto para todo lo que experimentamos, en tanto en cuanto cualquier cosa que experimentemos como algo que existe, sólo puede existir con respecto a algún otro aspecto de la existencia que no sea ese algo”. Esta forma de existencia puede denominarse existencia relativa, polarizada: la existencia que solo puede existir en relación a algún otro aspecto de la existencia.
Mientras que la existencia absoluta carece de estructura, ya que es vacío, es lo no manifestado, el punto cero donde todas las líneas o vectores convergen y se cancelan entre sí (por eso no se manifiesta).

La existencia relativa tiene estructura, límites. Para que este “absoluto” se manifieste, debe sufrir una transformación, un desequilibrio, un vector que sobresale del resto. Este desequilibrio es lo que captan nuestros sentidos y lo interpretamos como sólido y real, pero no es más que flujo de energía e información momentánea. La existencia individual representa un desequilibrio.

La realidad subyacente siempre será una realidad de unidad e interconexión. Pese a que experimentemos la realidad como fragmentos aparentemente separados, la forma de la realidad fundamental, de la cual surge la percepción, es la de la unidad, a partir de la cual nada puede separarse de ninguna otra cosa. Cada parte de la estructura, cada fragmento de realidad, contiene algo de la existencia de los demás fragmentos de realidad. Por lo tanto, cada parte de la estructura es un reflejo del todo.

Nuestra existencia tiene un aspecto localizado y otro no localizado.

Dado que todo aspecto o zona localizada de la existencia tiene la cualidad de existir en alguna parte, una zona no localizada de la existencia que estuviese en todas partes no existiría en alguna parte determinada, sino que tendría la cualidad de existir en todas partes y en ninguna al mismo tiempo.

Esta existencia sin límites, que existe en todas partes es la conciencia.

La conciencia está en todas partes y por lo tanto, en ninguna.

La existencia absoluta, existe en todas partes y en ninguna a la vez, ya que existe pero carece de los límites que definen a una cosa. Es nada pero existe, y no está en ninguna parte porque está en todas. Esa existencia absoluta es la conciencia.

Par poder trascender la dualidad y las contradicciones de la existencia relativa, hay que realizar con la totalidad de nuestro ser, que somos parte inseparable de cualquier cosa que exista. Por lo tanto, podemos acceder directamente a cualquier cosa que exista debido al hecho de que nosotros también somos implícitamente ella.

En el nivel “implícito” más profundo de la realidad, estamos infinitamente conectados con todo lo demás que existe. Estamos conectados con cualquier otra persona, organismo y átomo del universo; por consiguiente, somos todas esas cosas.

De manera similar, nuestros pensamientos están infinitamente conectados con todos los pensamientos. Como en un holograma o en un fractal, la imagen del conjunto está contenida en cada parte, todo el universo está contenido en cada una de nuestras células, de nuestros átomos. Somos el universo.

La totalidad de la información está distribuida de manera no localizada y, por esta razón, tenemos acceso directo a todo lo que hay en el universo. Tu mente es la Mente Universal.

En esencia somos conciencia libre e ilimitada.

Toda realidad relativa es creada por la conciencia y existe en relación a sí misma. “Nosotros somos esa conciencia. Nosotros somos esa conciencia que existe en relación a sí misma e interactúa consigo misma.” No hay nada más. Ninguna de las cosas que percibimos como separadas tiene una existencia independiente, porque todas ellas son, en realidad, extensiones de esta conciencia subyacente.

La realidad física es producto de la conciencia. La conciencia no es un producto de la realidad física. La realidad física no interactúa consigo misma ni es independiente del observador.

Hemos visto que no podemos experimentar directamente la verdadera textura de la realidad a partir de la percepción de los sentidos, porque todo lo que miramos se materializa según nuestra experiencia y nuestro estado de conciencia.

Por la misma razón, nunca podemos experimentar la conciencia como conciencia. Cuando la conciencia infinita y carente de límites intenta contemplarse a sí misma, debe crear una estructura relativa, una forma o un marco de referencia, como un espejo, donde poder reflejarse, observarse y aprender (de si misma).

En la práctica de zazen se le llama pensamiento absoluto: cuando se trascienden los límites de la mente individual y conciente, se manifiesta la conciencia que observa y se vuelve una con la no conciencia. Conciencia cósmica, el pensamiento de Buda, de Dios. Verdadera pureza.
La conciencia sólo puede experimentarse a sí misma mediante sus creaciones.


Por eso encarnamos en un cuerpo físico, somos una experiencia espiritual. De ahí la importancia de que nuestro cuerpo adopte posturas y hábitos que permitan al espíritu manifestarse, y comprender con la reflexión y la contemplación que en esencia somos una sola conciencia y que el estado de separación es una ilusión.

Una vez comprendido esto, podemos volver a la forma individual y realizar la vida que cada uno debe vivir, en plenitud y libertad, sin miedo ni egoísmo, sabiendo que nuestro verdadero ser es universal e ilimitado, más allá de las apariencias y de las restricciones.

Dicho de otra manera, somos Dios. Nuestro cuerpo es el cuerpo del universo. Somos la conciencia del universo.

La comprensión de esta verdad abre paso a la experiencia del amor incondicional hacia todas las existencias, hacia todas las frecuencias, porque todas ellas existen dentro de cada uno.
En el silencio del no pensamiento y la inmovilidad de la postura podemos realizar y permitir que se manifieste nuestra verdadera naturaleza, trascendiendo el cuerpo y la mente, de manera natural e inconsciente.

Al igual que el universo físico, el cuerpo físico, es una proyección fractal y holográfica de la misma luz universal. Es una ilusión creada por los sentidos (¡una ilusión densa, duradera y a veces dolorosa!). Por eso si trascendemos la realidad física y vamos más allá de la percepción ordinaria, la realidad se muestra tal cual es. Sin velos ni errores de percepción. Las cosas como son.

La luz que da forma al universo, también nos incluye a nosotros y a todos los seres vivos.


SOMOS SERES LUMINOSOS

Por lo tanto es correcto describirnos como seres de luz y aceptarnos como tales. Nuestra existencia y la luz están unidas. En el Zen se dice que la iluminación es la condición normal, pura y original del ser humano. De hecho la iluminación precede a la práctica. Zazen es una manifestación de esta luz eterna.


Komyo “Luz Sublime”                                           
Extraído del Shobogenzo de Maestro Dogen

“El Gran Maestro Shoken dijo a sus discípulos: “El mundo entero se refleja en el ojo de un monje, está contenido en toda conversación, atraviesa tu cuerpo, es tu sublime luz, está dentro de ella y es inseparable de ti”.

La Luz Sublime debe estudiarse a través de la Iluminación.

Práctica e Iluminación son una forma de la Luz Sublime. Hierbas, árboles, muros, piel, músculos, huesos y médula, son colores de la Luz Sublime.
Humo, niebla, agua, piedras, cielo, pájaros volando, el Camino de la iluminación, son las cambiantes formas de la Luz Sublime. Para entenderlas es preciso encontrar y experimentar el Buda real.

El Camino de la Iluminación y la Práctica del Budismo sólo pueden ser alcanzadas por la realización que nuestra piel, músculos, huesos y médula tienen del mundo entero.

Un día Ummon preguntó a los monjes “La Luz Sublime brilla en todos, pero si tratamos de verla, no la encontramos. ¿Dónde está pues? Como nadie contestaba, él dijo “en el monasterio, en el dojo, en la oficina de la administración; y en las grandes puertas”.
A veces no contestar es la respuesta correcta.


Iluminación es encontrarse con uno mismo”.








2 comentarios:

Julián dijo...

qué habakericemos cuando la ilusión que creamos con nuestra mente no nos complace y no podemos cambiarla?

Julián

Seiki Giacobone dijo...

aceptarla y tratar de aprender, esto ya en sí mismo es un cambio, de manera que los efectos y resultados futuros ya no serán los mismos.

Se puede aceptar la ilusión sin identificarse con ella.