sábado, 6 de febrero de 2010

La vida íntima del cerebro



Una pregunta que la ciencia se hace desde el siglo XIX: ¿como es que el cerebro humano consume el 20% de la energía del cuerpo, cuando su peso sólo representa el 2% de la totalidad?.

Algunos investigadores han tratado de resolver este interrogante.

Luego de numerosos estudios demostraron que el cerebro consume muy poca energía para responder al entorno pero que gasta de manera constante una gran cantidad.para mantener sus propios procesos.

"El 60-80% de la energía del cerebro se dedica a mantener la conexión entre neuronas. El resto, entre un 0,5% y un 1%, se dedica a responder a las demandas del medio exterior".

El cerebro recibe de forma constante señales del exterior que procesa y, poco a poco, va forjando redes neuronales, en función de la información que recibe.

Muchos científicos debaten sobre este tema desde hace décadas. Hasta ahora, hay dos teorías principales que postulan situaciones diferentes. La primera dice que se consume más o menos energía de acuerdo a la situación que la persona atraviesa o al problema que se le presenta. Este punto de vista plantea que el cerebro es fundamentalmente reflexivo, impulsado por las exigencias momentáneas del medio ambiente.

La otra, que ahora parece confirmarse, señala que el cerebro constantemente genera un consumo alto de energía. De esa manera puede mantener disponibles los recursos necesarios para que el sujeto pueda reaccionar ante los estímulos que se generan en su entorno. Esta última teoría , indica que el cerebro se mantiene activo lo que implica el mantenimiento de la información para interpretar, responder e incluso predecir las demandas del medio ambiente.

El cerebro nunca descansa, incluso está activo mientras dormimos. Su actividad se refleja en los distintos tipos de ondas cerebrales.

Los avances tecnológicos, en particular, en la neuroimagen, han provocado una reevaluación de estas dos perspectivas.

Así mediante resonancia magnética y tomografías computadas se estudiaron los cambios en la circulación cerebral y en su metabolismo (consumo de energía). Los estudios han revelado que la energía adicional necesaria para las respuestas del cerebro es extremadamente pequeña en comparación con la cantidad de energía que el cerebro normal gasta de forma contínua.

Resuniendo, se estima que más de las ¾ partes del presupuesto de energía del cerebro, se utiliza para los soportes de comunicación entre las neuronas y su relación con otras células.

Hay otro factor, y es la gran plasticidad del cerebro.

El cerebro humano adulto, en condiciones normales, puede generar nuevas neuronas.

Estas nuevas células se producen en el hipocampo, región relacionada con la memoria y el aprendizaje. Las células madre, origen de esas neuronas, pueden constituir así una reserva potencial para la regeneración neuronal de un sistema nervioso dañado.

Recientes estudios apuntan hacia nuevas líneas de investigación, las cuales se basan en la observación de cerebros que han sufrido traumas y en el que se han encontrado neuronas donde debiera haber habido tejido cicatrizal. Ello apunta a que, dado el caso de necesitar las regiones dañadas, las células gliales debidamente estimuladas por las células T o timocitos, pudieran recibir la información que codifique un cambio en su estructura; llegando a transformarse en una neurona.

"El cerebro de un niño humano, a diferencia del de cualquier otro animal, se triplica en tamaño durante su primer año de vida"

La carga de energía adicional asociado con las exigencias momentáneas del medio ambiente puede ser apenas del 0.5 a 1.0% del total del presupuesto de energía.

Evidentemente esto implica que la actividad intrínseca del cerebro puede ser mucho más importante que la actividad reactiva con el medio externo.

A diferencia de los ordenadores (lo que está en blanco permanece en blanco) el cerebro no pierde el tiempo ni desaprovecha las supuestas regiones 'no usadas'. Dada su gran capacidad para optimizar la energía, las neuronas siempre interaccionan evitando así un costo mayor, por lo que las regiones 'no usadas' pasan a convertirse simplemente en regiones poco optimizadas. Una neurona sin usar es más costosa de mantener que cuando está conectada a un entramado sináptico o red neuronal. Por ello, cuando una neurona queda aislada del resto, su tendencia es a morir, y no a quedar en blanco

El cerebro al parecer utiliza la mayor parte de su energía para funciones desconocidas u “ocultas” aun.

Esto se relaciona con lo que es conciente y lo que es inconciente. Nuestra “realidad cotidiana” conciente, representa apenas una pequeña fracción de toda la información que recibe y gestiona el cerebro a cada segundo. Por eso, el verdadero poder está en el inconciente, el mar de pura potencialidad de donde surgen todos los fenómenos.

Podríamos hacer un paralelismo, en términos astronómicos, con la energía oscura del universo, ¿Qué sabemos acerca de la energía oscura?.
El lado oscuro del cerebro

Hay un hecho que desconcierta a astrofísicos y astrónomos: la mayor parte de la masa del Universo no se puede ver, y, lo que es peor, ni siquiera se sabe de qué está compuesta. Es una fuerza repulsiva, de origen desconocido, capaz de acelerar la expansión del Universo (independientemente de cuál sea su densidad), y las últimas mediciones de supernovas lejanas parecen justamente indicar una aceleración en la expansión. Debido a la relación entre energía y masa establecida por la teoría de la relatividad, esta fuerza, ya sea que provenga de la constante cosmológica o de otro origen, jugaría un papel similar al de la materia oscura.


Sin duda arrojar algo de luz sobre el enigma de la materia oscura (y de su fiel amiga, la energía oscura) es uno de los desafíos científicos más grandes para esta época que nos toca vivir.
Aunque por ahora parece poco probable, nadie puede negar la posibilidad de que, en un futuro no muy lejano, se hable nostálgicamente de la materia y de la energía oscura como de un invento que intentaba cubrir algunas de las tantas cosas que ignoramos del sorprendente y misterioso Universo en el que vivimos. Sino, basta con ver como hace unos 500 años se debatía si la Tierra o el Sol eran el centro del universo. Hoy hasta un niño sabe la respuesta.

Volviendo al cerebro. En post anteriores veíamos que el ser humano esta hecho a imagen y semejanza del universo. Con materiales y tecnología cósmica. En muchos aspectos somos completamente ignorantes de los misterios y posibilidades que guarda nuestra propia naturaleza. Nuestro inconciente. Estamos aprendiendo, evolucionando. Creo que por esto mismo no debemos dejar de aprender y de tratarnos (a nosotros y entre nosotros mismos) como lo que somos: creaciones únicas que atestiguan en si mismas el misterio y la belleza de la creación.

Esto nos lleva a concluir que el cerebro humano es lo más eficiente en cuanto a consumo y transformación de energía se refiere, que podemos encontrar en este universo. Es una verdadera fuente transformadora de energía y un ejemplo a seguir por los estudiosos de la termodinámica.

Podemos preguntarnos qué sentido o significado tiene, o qué función desempeña, esta asombrosa capacidad del cerebro humano que reside en su optimizada manera de memorizar y en su constante aumento de la velocidad para procesar información. Una respuesta es que esa dotación gigantesca, que ese potencial ilimitado, está ahí, esperando a que se le enseñe cual es la disposición sináptica óptima (lo que se traduce en mejor funcionamiento y capacidad de adaptación) que permitirá a las especies más evolucionadas, subsistir por más tiempo sobre la tierra.

En términos personales esto implica que debemos cuidar nuestro cerebro. Borrando la falsa información, los programas inútiles, los "virus" en el sistema, las emociones parásitas. Aprender a pensar, a respirar, a alimentarse correctamente y a descansar. Para que las neuronas estén bien nutridas y oxigenadas, y puedan optimizar su funcionamiento.

Esto se traduce en salud, felicidad y una vida mas inteligente.

domingo, 31 de enero de 2010

Una vida que merece ser vivida


Vivimos en un universo inteligente.
La vida misma es una expresión de esta inteligencia. Esta inteligencia se manifiesta a través de ciertos principios o leyes. Podríamos decir que el universo tiene su manera de hacer las cosas. Y nosotros en tanto que individuos somos una manifestación de esta verdad.

Si observamos como funcionan las células del cuerpo humano, podemos aprender sobre estos principios.
Para empezar, nosotros mismos, fuimos originados a partir de una única célula fecundada, que al igual que un Big Bang se expandió y diferenció en múltiples órganos y tejidos, con estructuras y funciones diferentes pero formando parte de un único organismo, de una misma conciencia.
Y esta célula original o cigoto, plenipotencial, con la capacidad de crear a un individuo entero, que al cabo de un tiempo tendrá incluso su propia historia personal y sus características únicas, ¿de donde ha surgido sino del océano de la potencialidad pura?, del mismo vacío creador, que es el generador de todo lo que existe.

El ADN, nuestra herencia genética, es en realidad la expresión material de esta potencialidad.
El mismo ADN que encontramos en cada célula del cuerpo, se expresa de diferentes maneras para cumplir los requisitos particulares de cada una. Ya vemos que en nuestra misma naturaleza encontramos el principio de la pura potencialidad.

Si continuamos observando podremos notar que cada célula funciona a través del principio de dar. Una célula vive y permanece sana cuando está en estado de equilibrio y esta armonía se mantiene mediante un flujo constante de dar y recibir, este flujo es la esencia misma de la vida de la célula.
Cada célula da y colabora con el resto, y a cambio recibe alimento y protección de parte de las demás.
Cada célula sabe que hacer. Es la menor unidad de conciencia, puede dividirse, sentir, respirar, adaptarse, morir si es necesario.

Cuando este flujo vibrante de energía y materia se interrumpe, o se bloquea, aparece la enfermedad y la muerte.

Las células también cumplen su trabajo con tranquila eficiencia, sin esfuerzo y sin estrés, en un estado de armoniosa vigilancia.

A su vez, ya que son concientes, son sensibles a la intención y al deseo, que les permite organizarse y adaptarse a las necesidades del momento.
Hasta una intención simple como la de metabolizar una molécula de glucosa desencadena inmediatamente una sinfonía de sucesos en el cuerpo para secretar las cantidades exactas de hormonas en el momento preciso, a fin de convertir la molécula de azúcar en pura energía creativa.

Se sabe que la leche que la madre produce en el momento de la lactancia, contiene exactamente los nutrientes (vitaminas, aminoácidos, hidratos de carbono, inmunoglobulinas, etc,) que el recién nacido necesita en ese preciso momento.

Desde luego, cada célula conoce y expresa el principio del desapego. No se aferra al resultado de sus intenciones. No duda ni teme porque su comportamiento es función de una conciencia centrada en la vida y en el momento presente.
Y cuanto más libertad tiene la célula para expresarse y mostrar su naturaleza, su individualidad, y todo lo que “sabe” hacer, mejor funciona el organismo en su conjunto.

Todas las células se originan en el campo de la potencialidad pura, y por ende están conectadas a la conciencia, a la inteligencia del universo. Y como están directamente enlazadas con ese computador cósmico, pueden expresar sus talentos únicos con toda facilidad y conciencia atemporal. Sólo expresando sus habilidades únicas pueden mantener tanto su propia integridad como la de todo el cuerpo.


Observando el comportamiento de las células de nuestro cuerpo, podemos ver la expresión de la verdadera esencia del universo. Esa es la genialidad de la inteligencia de la naturaleza.

Son los pensamientos de Dios; lo demás son sólo detalles, decía Einstein.

Conociendo y respetando estos principios podemos alcanzar el dominio, la maestría de nosotros mismos.
Es importante no solo comprenderlo con el pensamiento, sino experimentarlo con la totalidad de nuestra existencia, por medio del silencio, de la meditación, de la observación y de la reflexión profunda, de la comunión con la naturaleza,

Podemos comprender que al igual que cada una de nuestras células son parte de una totalidad, de una unidad, mucho más grande, que resultamos nosotros. Cada uno es una célula más en el cuerpo del universo. Y de la misma forma somos parte de su conciencia, de su flujo ilimitado de energía y transformación.
Desde la perspectiva del universo, de Dios, dar no es una virtud, es simplemente parte de su naturaleza de abundancia y desinterés.
Y como somos parte de esta inteligencia y de este flujo universal podemos dar lo que mas buscamos y debemos soltar lo que mas tememos perder.

Somos responsables de nuestra vida, porque tenemos la capacidad de crearla, de moldearla, de conducirla, de convertirla en un paraiso o un campo de lágrimas. Así de simple, así de difícil.

Cuando despejemos las dudas, los obstáculos, los viejos condicionamientos, podremos entonces conocer el verdadero propósito de nuestra existencia. Y vivir una vida auténtica, creativa y feliz, participando concientemente del flujo ilimitado de energía y felicidad que nos rodea y nos anima. La vuelta al origen, a la condición normal y armoniosa. Home sweet home.

Nuestra vida es solo un pequeño paréntesis en la eternidad.

Un breve momento que nos es dado, y si aprendemos a considerarnos como parte de ese “todo” universal y podemos compartir con los demás, serenamente, con alegría y amor, con inteligencia, crearemos abundancia y felicidad para todos.
Entonces este breve momento habrá valido la pena.
Lo que se dice: “una vida que merece ser vivida”

jueves, 28 de enero de 2010

El principio de incertidumbre



El principio de la incertidumbre se basa en el desapego.

Es la sabiduría de la incertidumbre la que permite liberarnos del pasado, de lo conocido, de la prisión de todos los viejos condicionamientos.
Y en nuestro deseo de ir hacia lo desconocido, al campo de todas las posibilidades, podemos entregarnos con confianza a la mente creativa, a nuestra ser esencial, que desde siempre ejecuta la danza del universo.

¿Que significa el desapego?: Significa que para adquirir cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella. Esto no implica renunciar a la intención de cumplir nuestro deseo. No hace falta renunciar ni a la intención ni al deseo; renunciamos al interés por el resultado.
La energía que se desprende de este acto es enorme.

Podemos seguir concentrados en nuestra intención, pero libres del resultado, es la mejor forma de conseguir lo que deseamos.
Y la base de esto es la confianza incuestionable en el poder del verdadero yo.
El apego, en cambio, refleja temor e inseguridad, y la necesidad de sentir seguridad surge del desconocimiento del verdadero yo, de la verdadera esencia del ser.

Y en realidad no existe nada fuera de este "yo".

La fuente de la abundancia o de cualquier cosa en el mundo físico es el auténtico yo; es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad. Todo lo demás es un símbolo o fenómenos surgidos de esta conciencia: los objetos, el auto, mi casa, el dinero, la tarjeta de crédito, ropa, viajes, etc..
Los símbolos son transitorios, impermanentes; llegan y se van. Buscarlos y conformarnos con estos es como creer que teniendo el mapa ya llegamos a destino. Es algo que produce insatisfacción, confusión, ansiedad y acaba por hacernos sentir vacíos y huecos por dentro, porque cambiamos el yo por los símbolos del yo. Un proverbio Zen dice: "obtener la raíz no es atrapar las ramas".
El apego es producto de la ignorancia, del desconocimiento de sí mismo. Nos vuelve esclavos, mendigos. Quejándonos siempre de nuestra infelicidad, o nuestra falta de recursos, proyectando miedo y falta de confianza.

El desapego por el resultado es sinónimo de abundancia, porque con él viene la libertad para crear, para dar, para aprender, para recibir.
Sólo cuando nos desprendemos de lo que estamos “agarrados” podemos tener libertad y felicidad.
Entonces, todo lo que necesitamos aparece espontáneamente y sin esfuerzo.

Sin este sentimiento de desapego somos prisioneros de las falsas necesidades, de los intereses triviales, corriendo a izquierda y derecha detrás de cualquier cosa que consideramos fundamental, agitando el espíritu y llevándolo a una dimensión mundana, carenciada, características distintivas de una existencia mediocre y una mentalidad estrecha.

Pero no hay que confundirse con la terminología. No se trata de volverse indiferentes, sin emociones ni sentimientos ni ideales ni proyectos de vida. Eso es absurdo. Y además enferma. Es mas bien una mentalidad, una manera de ver la vida y los problemas y desafíos que esta nos presenta.

Despertar a la verdadera conciencia es saber, es comprender con la totalidad de nuestra existencia que podemos ser todo lo que deseamos cada vez que lo deseamos y podemos tener todo lo que necesitamos, con un mínimo de esfuerzo.

Para afianzarnos en esta experiencia es necesario realizar la sabiduría de la incertidumbre.

En la incertidumbre se encuentra la llave para la creatividad.

La mayoría busca constantemente seguridad, y con el tiempo muchos descubren que esa búsqueda es en realidad algo efímero. Hasta el apego al dinero es una señal de inseguridad. Algunos dicen, “Ah! Si tuviera mucho dinero, sería tan feliz, ya no tendría problemas” pero luego ves a la gente que tiene dinero y en el fondo tampoco son felices y además también tienen problemas.

Quienes buscan la seguridad la persiguen durante toda la vida sin encontrarla jamás. La seguridad es evasiva y efímera porque no puede depender exclusivamente del dinero, de una ilusión, de una pareja o de un arma. El apego al dinero siempre creará inseguridad, no importa cuánto dinero se tenga. De hecho, algunas de las personas que más dinero tienen son las más inseguras.

La búsqueda de la seguridad es una ilusión.

¿Cómo hacer entonces para sentirse seguro?

La respuesta la encontramos en la sabiduría contenida en el principio de la incertidumbre.
Esto significa que la búsqueda de seguridad y de certeza es en realidad un apego a lo conocido. ¿Y qué es lo conocido? Lo conocido es el pasado. Lo conocido no es otra cosa que la prisión del condicionamiento anterior. Allí no hay evolución ni cambio. Y cuando no hay cambio ni evolución, aparecen el estancamiento, el desorden, el caos y el sufrimiento.

La incertidumbre, por otra parte, es el suelo fértil de la creatividad pura y de la libertad.

La incertidumbre es penetrar en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre fresco, siempre nuevo, siempre abierto a la creación de nuevas manifestaciones.
Sin la incertidumbre y sin lo desconocido, la vida es sólo una mera repetición de recuerdos gastados. Nos convertimos en víctimas del pasado, proyectando siempre el mismo film. día tras día, año tras año, podrá cambiar un poco el decorado y quizás algunos actores pero la trama es siempre la misma, y el final previsible.

No hay que tener miedo de adentrarse en lo desconocido, es la puerta que da acceso al campo infinito de todas las posibilidades.

La sabiduría de la incertidumbre, aporta el coraje y el desapego necesarios para cambiar nuestros viejos hábitos, la “programación” conocida.

Un recipiente que está siempre lleno nunca podrá llenarse de algo nuevo, y su contenido terminará por pudrirse. A menos que se vacíe con frecuencia y permita ser llenado de algo fresco nuevamente.
Esto aportará emoción, sorpresa, misterio en nuestra vida; experimentaremos la alegría de vivir: la magia, y el regocijo de nuestro propio espíritu.

Cada día podemos estar abiertos a lo que puede ocurrir en el campo de todas las posibilidades. Si nos sentimos inseguros, no es el camino correcto. No hay que darse por vencido. Un proverbio dice: 7 veces me caigo 8 me levanto.
Esta es una enseñanza de verdad.

El principio de la incertidumbre no implica dejar todo al azar, o “no me importa nada”, es mas bien una mentalidad, flexible y creativa, que se adapta siempre a lo nuevo sin rechazar ni juzgar de antemano.
En realidad no necesitamos tener una idea rígida y completa de lo que haremos en el futuro, porque si tenemos una idea establecida de lo que ha de suceder y nos aferramos rígidamente a ella, dejaremos afuera un enorme abanico de posibilidades.

Una de las características del campo de todas las posibilidades es la interdependencia infinita. Este campo puede orquestar una infinidad de sucesos espacio-temporales con el fin de producir el resultado esperado, inconcientemente.
Pero cuando hay inseguridad y apego, la intención queda atrapada en una forma de pensar rígida y se pierden la fluidez, la creatividad y la espontaneidad inherentes al campo de todas las posibilidades.

Cuando nos aferramos a algo, congelamos nuestro deseo, lo alejamos de esa fluidez y esa flexibilidad infinitas y lo encerramos dentro de un rígido marco que consideramos “seguro” pero que en realidad nos hace perder gran cantidad de oportunidades y además obstaculiza la creatividad.
Esto no implica no tener la intención de avanzar en una determinada dirección, es importante tener objetivos. Sin embargo, para llegar a un determinado punto puede haber muchos caminos y si nos cerramos en nuestras “certidumbres” quizás estemos yendo por el sendero más difícil y tal vez no lleguemos a destino nunca.

La incertidumbre nos permite cambiar de dirección, si es necesario, en cualquier momento; encontrar atajos, otros caminos, nuevos paisajes, nuevos ideales, nuevos puntos de vista.

En términos biológicos nos volvemos más aptos, mejor adaptados al medio y con mayores oportunidades de evolucionar.
Así los problemas de nuestra vida se vuelven desafíos, posibilidades. Se puede estar atento y relajado al mismo tiempo.

Podemos hacer lo que hacemos por el solo hecho de hacerlo bien, lo mejor posible, incluso por los demás, sin depender del resultado, porque sabemos, íntimamente, que actuando de esta manera nunca nos vamos a equivocar.
Lo que denominamos comúnmente "buena suerte" no es otra cosa que la oportunidad que cae en un terreno ya preparado.
Aunque cueste creerlo, somos una ola surgida del océano universal de infinitas posibilidades y no hay manera de estar fuera de él.

Así que mejor flotar, nadar, y disfrutar de la experiencia, que es única.

domingo, 24 de enero de 2010

El homúnculo sensorial y motor



El término homúnculo (del latín homunculus, ‘hombrecito’, a veces escrito homonculus) es el diminutivo de hombre (a menudo despectivo) y se usa frecuentemente para ilustrar el funcionamiento de un sistema.

Se usa también comúnmente para describir una figura humana distorsionada dibujada para reflejar el espacio sensorial relativo que nuestras partes corporales representan en la corteza cerebral.

El homúnculo sensitivo se puede definir como la proyección de las áreas sensoriales de la piel y articulaciones sobre una sección del cerebro, la corteza somatosensorial. Si registramos esta información mediante electrodos podemos hacer un mapa con el destino de las señales sensitivas. Se representa la mitad contralateral invertida del cuerpo, ya que las fibras nerviosas se entrecruzan a nivel del tronco encefálico.

Esta representación es flexible y se puede modificar con la experiencia.

Las áreas que más espacio ocupan son los labios, las manos y en líneas generales la cara. Esto es debido a la mayor sensibilidad de estas partes y a la complejidad de movimientos de los músculos faciales que mediante la mímica son capaces de expresar una gran cantidad de emociones.

Las manos son características de nuestra evolución. El hecho de “oponer “el pulgar, es decir, poder tocarse la punta de los dedos con el pulgar permite cerrar el puño y ejecutar movimientos delicados. Esto le permitió a nuestros antepasados como el homo habilis, evolucionar, y junto con la capacidad de hablar (mímica, expresión) crear una sociedad compleja, arte, culturas, obtener más recursos del entorno, etc.

Por eso nuestras manos y rostro (ojos, boca) están ligados a la evolución del pensamiento, reflejando el estado de la mente y lo que hacemos con estas partes influye en el cerebro, mucho más que por ejemplo, la información proveniente de los muslos o la espalda.

También hay un homúnculo motor; las partes del cuerpo se representan en la corteza motora primaria, ubicada en el lóbulo frontal.

Al igual que para la sensibilidad, en el área motora, la mano, la boca y los pies están representados con mayor tamaño que el resto, es evidente ya que sus movimientos son más complejos y requieren mayor precisión. Por ejemplo el pulgar, que se usa en miles de actividades complejas, aparece mucho más grande que el muslo o el antebrazo, que tienen un movimiento relativamente simple. La corteza motora primaria de un hemisferio controla el lado opuesto.
Otra zona relacionada es la corteza premotora que está relacionada con la elaboración de patrones de respuesta e interviene en movimientos complejos. Está situada delante de la corteza motora primaria (áreas 6 y 8 de Brodman). Recibe aferencias desde los ganglios basales.

Desde el punto de vista de la circulación de la energía vital (Chi), las manos y los pies son grandes conductores de energía, de hecho los principales canales por donde esta circula se inician o terminan en los dedos.

Esto es conocido desde la antigüedad. En el chi kung y en el taichi la forma en que se mueven y posicionan las manos y pies es muy importante, al igual que su conexión con la mente y la respiración.

En la postura de zazen la posición de las manos es fundamental. Se le llama hokai jojin. Se dice que en ellas se contiene el cosmos entero. En otras formas de meditación las manos adoptan diferentes posiciones (mudras). Esto genera una influencia directa y profunda en la conciencia.
También en el homúnculo se refleja la propiocepción cinestésica, es decir, cómo se siente el cuerpo al moverse. Esta representación cortical desempeña un papel principal en el fenómeno del miembro fantasma y su opuesto, o sea la desaparición de miembros corporales de la percepción consciente causada por ciertas lesiones cerebrales.

El homúnculo motor evoluciona con la edad y difiere de una persona a otra.

La mano en el cerebro de un recién nacido es diferente a la mano en el cerebro de un pianista. Este tipo de diferencias está presente también en otras condiciones. Probablemente puedas flexionar y extender sólo la punta de tu pulgar a voluntad. La mayoría de la gente puede hacer esto con bastante facilidad, pero relativamente poca gente puede hacer movimientos análogos con el resto de los dedos. Algunos pueden plegar o girar la lengua, otros mover en forma independiente cada oreja o arquear una sola ceja. La diferencia se debe a las variaciones en la organización funcional de las áreas del cerebro relacionadas, es decir presentan un mayor número de neuronas asociadas.

Hay que destacar la gran capacidad plástica del cerebro y la maleabilidad de su estructura funcional.

Esto significa que si utilizamos mas una parte del cuerpo, el cerebro generará un mayor número de conexiones (sinapsis) en el área correspondiente a esa parte, modificando y reestructurando la red neuronal y por lo tanto su fisiología.

viernes, 15 de enero de 2010

La intención y la atención


Otro principio fundamental del universo es la intención, que es inseparable de otro principio: el deseo.
En realidad el deseo precede a la intención. Somos hijos del deseo. La vida misma es deseo. Aparecimos en este mundo en virtud de un deseo previo. Pero el deseo puro, no es igual que la ilusión. Una ilusión es deseo que no se realiza, crea apego y sufrimiento y más ilusiones (y más sufrimiento). Estos conceptos no son nuevos, podemos encontrarlos en gran cantidad de libros de auto-ayuda. Realizarlos en la propia vida es otra cosa. Pero veamos con más detalles de que se trata.

La energía y la información son el verdadero sustrato de la naturaleza.

En los niveles cuánticos, es decir, más allá del átomo, solamente hay energía e información. Este campo cuántico es sólo otra manera de denominar el campo de la conciencia pura o de la potencialidad pura. Y en este campo cuántico de pura energía influyen la intención y el deseo.

Si nos descomponemos hasta llegar a nuestros componentes fundamentales solo queda energía e información.

Nuestro nivel esencial es energía e información.

El universo, de hecho, es la manifestación del movimiento de la energía y la información.

Todo lo que existe comparte el mismo origen. La diferencia, por ejemplo, entre nosotros y una planta es el contenido de información y de energía de nuestros respectivos cuerpos.
En el plano material, tanto nosotros como la planta, al igual que el perro, un árbol o una mosca, estamos hechos del mismo reciclado de elementos: principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros elementos en mínimas cantidades.
Podemos conseguir estos elementos sin dificultad en un laboratorio. Por lo tanto, la diferencia entre nosotros y la planta no la encontraremos en estos elementos. De hecho, los seres humanos y las plantas intercambiamos todo el tiempo carbono (CO2) y oxígeno (O2).

La verdadera diferencia está en la energía y en la información.

Los seres humanos, somos privilegiados, ya que somos capaces de tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo particular que da origen a nuestro cuerpo físico. Podemos experimentar ese campo subjetivamente bajo la forma de pensamientos, emociones, deseos, recuerdos, instintos, impulsos y creencias. A su vez este campo de potencialidad, esa experiencia subjetiva se percibe objetivamente como el cuerpo físico - y por medio del cuerpo, y los órganos de los sentidos percibimos el mundo, subjetivamente. Sujeto y objeto entrelazados en una eterna danza.
Pero todo está hecho de lo mismo.

Nuestro cuerpo no es independiente del cuerpo del universo, porque más allá de nuestros átomos y partículas elementales, es decir al nivel de la mecánica cuántica, las fronteras no están bien definidas. Somos más bien una onda, una ola, una fluctuación, una perturbación localizada en un campo cuántico mucho más grande, una ola surgida en el mar de la potencialidad infinita. Ese campo cuántico más grande - el universo – es también nuestro cuerpo ampliado.

Como la conciencia humana es infinitamente flexible, tenemos la habilidad de poder cambiar concientemente el contenido de información que da origen a nuestro cuerpo físico.
Podemos cambiar concientemente el contenido de energía y de información de nuestro propio cuerpo a nivel cuántico y, por lo tanto, influir en el contenido de energía y de información de nuestro cuerpo ampliado -nuestro entorno, el mundo - y hacer que se manifieste lo que deseamos. Dicho de otra forma: materializar un deseo.

Para esto la conciencia posee dos cualidades: la atención y la intención.

La atención concentra energía, la focaliza, y la intención tiene el poder de transformar.
Si prestamos atención a algo le transferimos energía, ya que el pensamiento es una onda de energía y entonces el objeto de atención se manifestará con más fuerza en nuestra vida. Si dejamos de prestar atención, se marchitará, se desintegrará y desaparecerá.

Por otro lado, la intención estimula la transformación de la energía y de la información. La intención focaliza, potencia y organiza.

El acto de dirigir la intención sobre el objeto de la atención desencadenará una serie de sucesos en el espacio-tiempo que tarde o temprano materializaran lo deseado. Esto se debe a que, como vimos, todo esta interconectado y además la intención tiene un infinito poder organizador. El poder organizador significa la capacidad para organizar la información simultáneamente, o sea, una infinidad de sucesos espaciotemporales todos al mismo tiempo.

Si sembramos una intención en el suelo fértil de la potencialidad pura, del inconciente no manifestado, ponemos a trabajar para nosotros ese infinito poder organizador.

Este poder organizador es normal en la naturaleza, se expresa en cada hoja del árbol, en cada flor, en cada célula de nuestro cuerpo. Lo podemos ver en todo lo que vive.
En la naturaleza, todo está conectado y relacionado entre sí.

Lo asombroso de nuestro cerebro es que puede gobernar ese infinito poder organizador a través de la intención.

En el ser humano, la intención y la capacidad de transformación son ilimitadas, no están contenidas en una red rígida de energía e información. Poseen una flexibilidad infinita. Obviamente siguiendo las leyes del universo y de acuerdo a la propia naturaleza de cada ser.

La intención favorece el flujo natural y espontáneo de la pura potencialidad, que busca manifestarse, es decir, pasar del estado no manifestado (potencial) al estado real.

Cabe aclarar que estas cualidades de la conciencia, son de naturaleza benéfica y positiva. No pueden servir para dañar o ignorar a otro ser. Siempre hay que obrar en beneficio de la humanidad; de todas formas esto es algo que sucede espontáneamente cuando se está en la condición normal del cuerpo y el espíritu.

La intención es el verdadero poder detrás del deseo. La sola intención es muy poderosa, porque es deseo sin apego al resultado. El solo deseo es débil, porque en la mayoría de los casos es atención con apego y sin un verdadero propósito. Es apenas un débil estimulo incapaz de mover una partícula de polvo.

Sin embargo la conciencia es capaz de crear mundos.

Esto significa que podemos desear y obrar libremente, sin depender ni identificarnos con un resultado, con confianza en nuestra naturaleza y posibilidades, que son universales.

La intención se proyecta hacia el futuro, pero la atención está ubicada en el presente. Mientras la atención esté en el presente, la intención dirigida hacia el futuro se cumplirá porque el futuro se crea en el presente. El presente es la semilla del futuro. El futuro es el fruto del presente. Y este presente es la actualización de causas pasadas. Por eso con nuestros pensamientos y acciones, podemos influir en todas las direcciones del tiempo y del espacio.

Hay que saber aceptar, asumir el presente tal como es. De esta forma, con el deseo y la intención, podemos sembrar nuevas semillas, de cara al futuro. Instalar nuevos programas, un software útil y actualizado que nos permita realizar lo que queremos y vivir en plenitud. Sin arrepentimientos ni culpas, eliminando los programas parásitos y los softwares malintencionados.

El pasado, el presente y el futuro son propiedades de la conciencia.


El pasado es memoria; el futuro es posibilidad; el presente es atención.
El tiempo es el movimiento del pensamiento.
Tanto el pasado como el futuro nacen en la imaginación; solamente el presente, que es conciencia, es real y es eterno. Existimos en el presente.

Ahora y aquí encontramos el campo de infinitas posibilidades. El suelo fértil donde crecerá un futuro deseado.
Cuando la conciencia se libera de la carga del pasado, la acción en el presente se vuelve creativa y total, germen del futuro deseado,

La intención libre y desapegada, actúa como catalizador para la mezcla correcta de materia, energía y sucesos espacio-temporales para crear cualquier cosa que deseemos.

Si tenemos conciencia del momento presente, los obstáculos imaginarios – que representan la gran mayoría de los obstáculos percibidos - se desintegran y desaparecen. El resto de nuestras dificultades reales se transforman en oportunidades, gracias a otra de las cualidades de la conciencia: el foco.

La intención focalizada es la atención que no se aparta de su propósito. Lo que significa estar enfocados, o sea, manteniendo nuestra atención en el presente, con un propósito inflexible y eliminando cualquier obstáculo que consuma o disipe la concentración de nuestra atención y nos desvíe de nuestro propósito.
La atención y el propósito aportan serenidad y motivación. Y esta combinación se vuelve poderosa y muy eficaz.

Aprendamos a desear y a aprovechar el poder infinito de la intención, así podremos crear cualquier cosa que deseemos desde el fondo del corazón, para aumentar nuestro conocimiento y bienestar y el de los demás también.

miércoles, 13 de enero de 2010

El principio de dar



El universo funciona a través de un intercambio dinámico. Nada es estático. Nuestro cuerpo está en intercambio dinámico y constante con el cuerpo del universo; nuestra mente mantiene una interacción dinámica con la mente del cosmos; nuestra energía es una expresión de la energía del cosmos.
El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas que forman los diferentes niveles de la existencia. La conciencia, la energía, la materia. Esta armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida se manifiesta como un flujo, una corriente cósmica que va y viene.

En lenguaje humano podemos traducirlo por dar y recibir.

Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, comienza a coagularse y a estancarse, degenera y enferma. Por ello no debemos bloquear este flujo. Al contrario, hay permitir siempre que circule libremente.

“Este frágil recipiente lo has vaciado una y otra vez para llenarlo eternamente de vida nueva. Esta pequeña flauta de caña la has llevado por valles y montañas, soplando a través de ella melodías siempre nuevas...
Tus dones infinitos vienen a mí solamente en mis pequeñas manos. Pasan los siglos, y tú continúas vertiendo, y todavía hay espacio para llenar”.
RABINDRANATH TAGORE

Dar y recibir son dos caras de la misma moneda. Si damos, recibimos. Si recibimos, damos.

En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo de alguno de los dos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza, es decir, no permitimos que se exprese.

Se dice que en cada semilla está la promesa de miles de bosques. Pero la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar todo su potencial, su inteligencia, al suelo fértil. A través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material.

Cuanto más demos más recibiremos, de esta forma la abundancia del universo se mantendrá circulando en nuestra vida.

Si damos a disgusto o con un interés egoísta, no hay energía detrás de esta acción.

Al dar y al recibir, lo más importante es la intención.
La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por lo tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. De esa manera, la energía de esta acción se potencia.

Este principio que es enseñado por los maestros espirituales desde la antigüedad, es comprobado hoy en día por la ciencia. El pensamiento, la palabra y las acciones son formas de energía. La materia es una forma de energía. El universo entero es energía en permanente transformación. Querer solo recibir es desconocer este principio fundamental y por lo tanto fuente de error y sufrimiento.

Esto es igual para las personas, las empresas, las sociedades y las naciones. Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida, aprendamos a desearle en silencio a todo el mundo lo mejor.
Incluso la sola idea de dar, el simple deseo, o una sencilla oración que proyecte salud y felicidad a los demás, tienen el poder de afectarlos.

Esto se debe a que nuestro cuerpo en esencia, es un haz individual de energía e información en medio de un universo de energía e información. Estamos conectados y en un nivel fundamental no hay separación, sino unidad.
Somos conciencias individuales en medio de un universo conciente.

La palabra "conciencia" implica mucho más que energía e información: implica una energía y una información que se manifiestan como pensamiento. Por lo tanto, somos pensamiento en medio de un universo pensante. Y el pensamiento tiene el poder de crear y transformar.

La vida es la danza eterna de la conciencia, que se manifiesta como un intercambio dinámico de impulsos de inteligencia entre el microcosmos y el macrocosmos, entre el cuerpo humano y el cuerpo universal, entre la mente humana y la mente cósmica.

Hay que aprender a dar aquello que más buscamos. Y ser capaces de abandonar lo que más tememos perder. De esta manera activamos esta danza y su alegre movimiento sutil, enérgico y vital, que constituye el palpitar eterno de la vida.

Nuestra verdadera naturaleza es de prosperidad y abundancia. Vivimos en un universo de abundancia. La escasez y la miseria son problemas del espíritu. Si el “pobre” está satisfecho y feliz y el “rico” está siempre insatisfecho, alimentando su egoísmo, ¿quien es el pobre y quien es el rico? ¿Quién es mas sabio y quién más ignorante?


La sociedad moderna ha exacerbado el consumo y los deseos materiales al punto que muchos dejan su vida, su tiempo, su vitalidad y su felicidad, corriendo todo el día detrás de objetos y falsas obligaciones. Como el burro que va detrás de la zanahoria y que nunca va a alcanzar, solo para hacer mover una gran rueda. Otros engañan y llegan incluso a matar para saciar su avidez.

Somos naturalmente prósperos porque la naturaleza nos provee de todo lo que necesitamos. No nos falta nada porque nuestra naturaleza esencial es la potencialidad pura, las posibilidades infinitas. Cada célula de nuestro cuerpo está conectada con este flujo ilimitado. Por consiguiente, debemos saber que ya somos intrínsecamente ricos, independientemente de cuánto dinero tengamos, porque la fuente de toda riqueza es el campo de la potencialidad pura - es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad, incluyendo la alegría, el amor, la risa, la calma, la armonía y el conocimiento. Si vamos en pos de estas cosas primero – no solamente para nosotros mismos, sino para los demás - todo lo que necesitemos llegará de forma natural y espontáneamente.

Todo el universo se brinda desinteresadamente. El sol sale cada día sin pedir nada a cambio. Igualmente la tierra, que nos nutre y sustenta. Nacimos con forma humana, y para nosotros es normal, pero desde un punto de vista universal es un regalo, un don.

Estamos en el top de la evolución y no hicimos nada al respecto. Ni siquiera controlamos los aspectos fundamentales de nuestra vida, como la respiración, el latido del corazón, la temperatura corporal, el metabolismo, la química celular, ni el momento de nacer ni el de morir. Y todo se hace igual, sin nuestra aparente intervención. ¿Por qué tener miedo entonces?

La mejor manera de devolver, de agradecer esta energía, esta vida, es haciendo de nuestra existencia una fuente de conocimiento y felicidad, que irradie en todas las direcciones.

Nadie ni nada lo impide. El único obstáculo es la pequeña mente, estrecha e ignorante.

Cuando se abren las manos todo puede pasar a través de ellas.

domingo, 3 de enero de 2010

El pensamiento cósmico


La mayoría de los sufrimientos son creaciones de nuestro propio espíritu.
El miedo, la ansiedad, la frustración, la preocupación y la insatisfacción están ligados al pensamiento.

Hoy en día se ha vuelto un problema, la mayoría no puede parar de pensar. El cerebro se vuelve complicado. Nuestra visión de la vida se vuelve complicada, contradictoria, sin sentido y sin salida aparente.
Creamos la realidad a partir de lo que percibimos a través de nuestros sentidos, pero estos ya sabemos que tienen sus limitaciones y en mucha gente se encuentran, además, obstruidos, fatigados, atiborrados de información y exceso de estímulos.

No solo la realidad “exterior”, sino la imagen que tenemos de nosotros, la autoimagen, depende también de cómo nos percibimos.
El pensamiento crea categorías. Es en cierta forma normal, nuestro cerebro izquierdo emite ondas generalmente desordenadas y de alta frecuencia (tipo Beta), de una manera secuencial y bipolar. Inevitablemente establece categorías: lejos-cerca, alto-bajo, bueno-malo, gano-pierdo, mío-tuyo, lindo-feo, etc., en un flujo interminable de ideas, encadenadas unas con otras.

Este es un mecanismo evolutivo de adaptación al medio. Se relaciona con el lenguaje y la necesidad de expresión, con la individualidad, con el pensamiento abstracto que nos permite ir del pasado al futuro y proyectarnos como personas.
Curiosamente corresponde mayormente al área más moderna a nivel evolutivo, el lóbulo frontal, quizás por eso la menos madura.
El problema aparece cuando esta actividad fisiológica del neocórtex, no es convenientemente filtrada ni equilibrada por otras partes del cerebro.

Este es el mecanismo básico y el origen de las ilusiones. Pensamiento abstracto, sin sustancia, que es tomado como real sin haber sido previamente purificado. Desconociendo su verdadera naturaleza. Como el que cree que el reflejo de la luna en el agua es la luna, o aquel que toma la imagen que devuelve el espejo como real.
Este error de percepción crea separación y bloqueos, que al cabo de un tiempo se transforman en sufrimiento y fuente de más ilusiones y más sufrimiento.

Es una cuestión de educación, o más bien de reeducación.

Si creemos que somos lo que pensamos, entonces limitamos la conciencia a una realidad estrecha y contradictoria.
A menos que aprendamos a pensar.

¿Como hacer para no pensar? Querer dejar de pensar es en sí otro pensamiento. Más nos empeñamos en esta dirección, más combustible echamos al fuego. Es inútil. Fatiga y nos aleja aún más de nuestro ser. Genera ruido y contaminación.

La música del universo

El secreto está en aprender a pensar. Pensar sin pensar. Equilibrar la actividad cerebral. Conectar sus diferentes partes para que funcionen en unidad y armonía.
Al igual que una orquesta.
Como la música, no solo están los sonidos también están los silencios, los espacios vacíos (no-sonido) entre cada sonido.

Los sonidos y los silencios hacen que la música tenga armonía, melodía y ritmo. Sino, es puro ruido y no transmite nada o poca cosa.
El instrumento es el cerebro pero el director de la orquesta es el espíritu, la conciencia. Cuando están en unidad, la ejecución es bella y tiene swing.

El secreto está en el inconciente

Pensar sin pensar. Pensar a partir del no-pensamiento, al igual que el sonido que surge del silencio es claro y puro, el pensamiento que nace de una mente vacía y silenciosa, es verdadera pureza y fuente de creatividad.

Podríamos llamar a esto, pensamiento cósmico, absoluto, universal, más allá de las contradicciones y dualidades. Un tipo de pensamiento que engloba los opuestos.
Cuando la mente esta calma y el cerebro equilibrado, este tipo de pensamiento surge espontáneamente y naturalmente. Es la condición normal.

La esencia del ser que se manifiesta sin ilusiones ni mentiras.

Existen muchas formas de meditación y prácticas para desarrollar este aspecto del ser. Algunas son más eficaces y profundas que otras. La postura del cuerpo es importante al igual que la respiración. Para esto lo mejor es la práctica regular de zazen, es el método directo y eficaz, que permite trascender con más facilidad la pequeña mente (dualista) y expandir la conciencia, inconcientemente y naturalmente.
También disciplinas como el chi kung (qi gong) y el tai chi, fortalecen la respiración y calman la mente.
Cuando la mente, a partir del silencio y la quietud, afina con el inconciente, la vibración del cosmos se manifiesta espontáneamente en el pensamiento, la palabra y las acciones.

Una bella manera de crear una vida armoniosa escuchando la música del universo.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

El cerebro y la música


El universo vibra.
Sus componentes fundamentales vibran y de acuerdo a como lo hagan, este movimiento se transformará en conciencia, sonido, color, forma y cualquier objeto que podamos percibir.

La vibración es la causa de generación de todo tipo de ondas, como las sonoras.

Lo que percibimos e interpretamos como realidad no es otra cosa que la vibración registrada por los órganos sensoriales, traducida en lenguaje biológico e integrada en el cerebro, el cual elaborará una respuesta más o menos compleja.

El sonido humanamente audible consiste en ondas sonoras producidas por oscilaciones de la presión del aire, que son convertidas en ondas mecánicas en el oído humano y percibidas por el cerebro, como impulso nervioso (bioeléctrico).

La música es vibración y afecta al sistema nervioso de una forma profunda (y armoniosa).

La estructura física del cerebro produce patrones específicos de descargas eléctricas que crean el lenguaje común entre las neuronas. Se descubrió que esos patrones corresponden a los mismos patrones encontrados en la música. (Proceedings of the National Academy of Sciences, USA [1985] ).

En 1989, experimentos en los que algunos músicos realizaron pruebas mentales con música, indican que la música y otras destrezas creativas, como las matemáticas y el ajedrez, involucran patrones precisos de descargas eléctricas de millones de neuronas cerebrales (Leslie Brothers y Gordon Shaw, Models of Brain Function publicado por R. Cotteril, Cambridge: Cambridge University Press, 1989).

In 1991, Xiaodan Leng y Gordon Shaw propusieron que la música debía ser considerada como un “pre-lenguaje” y que el entrenamiento musical a una temprana edad podía ser útil para “ejercitar” el cerebro para adquirir funciones cognitivas superiores. (Concepts in Neurosciencie, Vol. 2, No. 2 [1991]).

Aquí reproduzco un artículo escrito por Sergio Giacobone, que es músico, practicante de zazen y chi kung y especializado en informática, el cual realiza un interesante trabajo con la musicoterapia.
Practicar música de forma habitual mejora las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacial
La música es un creciente campo de investigación en la manera de entender los procesos mentales implicados en el comportamiento.
Una investigación reciente asegura que la práctica musical se asocia con la plasticidad estructural y funcional del cerebro que, a su vez, confirma que éste puede ser modelado a través de la experiencia. Por este motivo, cada vez más especialistas recomiendan una formación musical para mejorar las habilidades lectoras y de escritura, sobre todo, en niños con dislexia.
Durante la última década se ha generalizado la investigación con músicos profesionales para el estudio de la plasticidad del cerebro. El motivo parece claro: para lograr una gran velocidad en los dedos, un músico necesita un gran entrenamiento mental. Un estudio realizado hace varios años ya concluía que un buen pianista o violinista pueden llegar a practicar 7.500 horas antes de cumplir 18 años. Los trabajos elaborados con este grupo parecen verificar los beneficios que experimenta la fisiología cerebral cuando se aprende a tocar un instrumento.
Lutz Jäncke, profesor del Instituto Tecnológico de Zúrich (Suiza), ha recogido la mayor parte de los estudios realizados en la página web “Faculty of 1000″, donde más de 2.000 científicos relevantes opinan sobre la investigación científica principal.Mejorar la inteligenciaJäncke propone la música como terapia neuropsicológica, ya que mejora, sin duda, las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacial (capacidad para percibir de forma detallada el mundo y formar imágenes mentales de los objetos).
Esta última es fundamental para los pensamientos de la vida cotidiana, desde solucionar problemas matemáticos complejos hasta envolver el almuerzo diario.Un estudio llevado a cabo con niños de seis años, a quienes se enseñó a tocar un instrumento durante 15 meses seguidos, demostró que, al final del entrenamiento musical, todos los menores experimentaron cambios en su anatomía cerebral.
Las áreas usadas para procesar la música resultaron ser mayores y más activas.
Publicado recientemente en la revista “Journal of Neuroscience”, es el primer estudio que se realiza sobre esta temática.
Las regiones afectadas empiezan a cambiar, incluso, a los pocos meses de iniciar el entrenamiento musical.
Otra investigación canadiense de la Universidad McMaster, elaborada en 2006, señalaba que los cambios se comienzan a detectar a partir de los cuatro meses de enseñanza.

Terapia musical
Las regiones del cerebro implicadas en el procesamiento de la música también son necesarias para otras tareas, como la memoria o habilidades del lenguaje. Por tanto, “si la música tiene una fuerte influencia en la plasticidad del cerebro, es posible que este mismo efecto pueda utilizarse para mejorar el rendimiento cognitivo”, asegura Jäncke. Por este motivo, propone aprender a tocar un instrumento como terapia neurocognitiva.
Uno de los estudios más importantes en este sentido lo realizó Teppo Sarkamo, neurólogo de la universidad de Helsinki, en 2008. En él, intentó examinar si escuchar música a diario aumentaba las probabilidades de recuperar las funciones neurocognitivas y del estado de ánimo tras un accidente cerebrovascular (ictus). Los resultados mostraron una mejora significativa en la recuperación de la memoria verbal y de la capacidad de atención. También hubo una mejora sustancial del estado de ánimo.
Según Jäncke, la música puede utilizarse como una herramienta no invasiva para terapias neurológicas. La formación musical, además, podría mejorar las habilidades lectoras y de escritura, más si se utiliza con niños disléxicos.

Puras ventajas
Además de los beneficios fisiológicos citados, la práctica de tocar mejora el estado anímico de los niños y su relación con los demás. Carolyn Phillips, directora ejecutiva de la Joven Sinfónica de Norwalk es autora de “Twelve Benefits of Music Education”, donde enumera las ventajas globales de la música.
En el terreno individual, tocar un instrumento convierte a quien lo hace en una persona metódica que cuida los detalles (de lo contrario, no suena bien), planifica bien las tareas y tiene mucha capacidad de atención. Esta conducta puede trasladarse a la labor propia del estudiante, a quien se exige calidad y resultados.
La música es un medio de expresión, y una consecuencia de ello es una buena autoestima. Enseña a los jóvenes a vencer el miedo y asumir riesgos, aporta seguridad y autoconfianza. Si se forma parte de una orquesta o grupo, la práctica mejora el trabajo en equipo (para lograr un objetivo único) y la disciplina: para que una orquesta suene bien, el conjunto debe trabajar en armonía.
Favorece el compromiso para aprender, asistir a los ensayos y practicar en casa.

Que dice la ciencia al respecto
Un reciente estudio ha comprobado que el ritmo musical, las melodías y la armonía musical estimulan varias áreas particulares del cerebro, lo cual sugiere que la música puede ser utilizada para ayudar en casos de problemas del habla y en varios tipos de problemas intelectuales vinculados a la vez con el cerebro y con los sonidos. Desde hace bastante tiempo los científicos están investigando de qué manera afectan la música y la armonía al desarrollo cerebral, especialmente en aquellas personas que estudian música y en las que se evidenciaron mayores interconexiones neuronales que en aquellas personas que son indiferentes a la música o que no estudian ningún instrumento musical.“Definitivamente existe una biología de la música”, expreso recientemente el Dr. Mark Tramo de la Escuela de Medicina de la universidad de Harvard. “La música es biológicamente una parte de la vida humana tanto como lo artístico en si mismo es parte de la pasión humana.”, agrego.
El Dr. Gottfried Schlaug del Centro medico Israelí de la ciudad de Boston ha reportado que el cerebelo es mas grande de lo normal en estudiantes masculinos de música clásica que en hombres que no estudian música.
El Dr. Schlaug ha utilizado equipos de resonancia magnética nuclear para comparar los cerebros de 32 instrumentistas clásicos diestros con los de otros 24 hombres también diestros que no tocaban ningún instrumento musical. El ha encontrado una diferencia del 5% en el volumen de sus cerebelos. “Encontrar evidencia como esta es muy importante. La estructura del cerebro parece adaptarse y predisponerse a la música. … Debe dejarse en claro que los músicos mencionados no han nacido con estas diferencias en comparación con las otras personas comparadas.”, aclaro en científico.

Una investigadora en neuropsiquiatría del Instituto de neurología McGill de Montreal, en Canadá, ha estudiado las respuestas emocionales a la música entre gente que ni estudia ni escucha habitualmente música. Los mapeos cerebrales mostraron que algunas partes definidas del cerebro responden especialmente a la música armónica pero no a los sonidos más brutos, vinculados a los ruidos fuertes e inarmónicos. Cuando, en el estudio mencionado, se pasaba de música placentera y armoniosa a música menos placentera y más ruidosa, las áreas mencionadas dejaban de mostrar actividad para pasar a mostrar actividad una área específica del cerebro llamada “parahipocampal Gyrus”; que es una región cerebral fuertemente asociada a la memoria, en la que, por ejemplo, se pueden observar grandes asimetrías en casos de esquizofrenia aguda.
En resumen, no caben dudas que la música puede ayudar a moldear adecuadamente nuestros cerebros.
Solo es cuestión de practicarla y disfrutarla.
http://musicoscuanticos.blogspot.com/

Si ponemos música en nuestra vida (y nuestros cerebros) cambiará la realidad que percibimos.

El tema es muy interesante y por supuesto dá para más, así que continuará.

domingo, 20 de diciembre de 2009

La conciencia original



La conciencia original es nuestra esencia espiritual.

Nuestro ser esencial, es conciencia pura.

La conciencia pura es potencialidad pura; es el campo de todas las posibilidades y de la creatividad infinita. Como es infinita e ilimitada, va más allá de los límites de nuestro pensamiento conciente, de nuestro ser ordinario, trascendiendo el tiempo y el espacio, abrazando todas las contradicciones, por lo tanto es felicidad pura.

La felicidad, el conocimiento, el amor y el silencio, son atributos de nuestro ser esencial. Lo que significa que cualquier búsqueda exterior de los mismos nos aleja y nos confunde. No puede haber intermediarios entre nosotros y nuestro ser esencial. Ni personas, ni dogmas, ni siquiera dioses. Ya que esta conciencia pura es en sí misma Dios o Buda, es el Espíritu Santo, es nuestra esencia universal.

Esto es lo que nos hace “hijos de dios”, que en esencia somos lo mismo que él, o sea, poseemos de manera innata la naturaleza divina. Curiosamente las religiones, los cultos, los “ismos”, se apoderan y manipulan desde siempre el espíritu en nombre de Dios, malinterpretando y deformando esta esencia, volviéndola estrecha y limitada, atada a reglas y supersticiones.

Estamos hechos de material cósmico, los componentes que forman nuestro cuerpo son de origen universal, los mismos que forman las estrellas, las galaxias y la Tierra misma.

Nuestra conciencia “individual” emerge de la conciencia universal. De ese mar inconciente de "potencialidad" infinita. Cuando somos concientes de este hecho, el universo se vuelve conciente de sí mismo, y en ese momento nos volvemos espejos que reflejamos esta verdad universal y el ser esencial se manifiesta, puro, libre de los condicionamientos impuestos por la genética, la educación, las costumbres o los propios límites, ya sean miedos o conformismos.

Cuando descubrimos nuestra naturaleza esencial y sabemos quién somos realmente, este solo conocimiento contiene la capacidad de transformar nuestra vida.

Es la auténtica alquimia espiritual, que convierte la ignorancia en sabiduría, el miedo en seguridad y coraje y el egoísmo en amor incondicional.

Cuanto más desarrollemos nuestra propia naturaleza, es decir, cuanto mas estemos en unidad con nuestro ser interior, con nuestra esencia, más cerca estaremos de ese campo de potencialidad pura y la vida se volverá mucho más creativa y positiva, para nosotros y los demás.

Nos hemos habituado a funcionar con la aprobación y la aceptación de los otros, a creer más en lo que nos dicen que en lo que sentimos profundamente, a tener más confianza en lo exterior que en lo interior. Y esto en la mayoría ha originado miedo, inseguridad, frustración e infelicidad. Buscando todo el tiempo un “tesoro” imaginario fuera de nosotros, pero el verdadero tesoro, la auténtica “joya” se encuentra desde siempre en el interior de cada uno, es el ser esencial del cual me refiero. Solo es cuestión de adoptar posturas y actitudes que permitan que nuestra esencia se manifieste, que podamos ser concientes de ese “inconciente”, cuidándola, desarrollándola, dejando que madure y se exprese, barriendo con los obstáculos y las ilusiones.

Para eso hay que trascender el pensamiento ordinario, dualista y contradictorio, y volver la mirada a nuestro ser, a la respiración, al silencio interior.

Como una puerta giratoria que nos permite cambiar de dimensión en un instante, inconcientemente y naturalmente.

jueves, 10 de diciembre de 2009

La resonancia mórfica, un nuevo enfoque en la biología


La “Resonancia Mórfica”, es una teoría muy interesante del biólogo Rupert Sheldrake y postula que cada especie tiene un «campo» de memoria propio.

Este campo estaría constituido por las formas y actitudes de todos los individuos pasados de dicha especie, y su influencia moldearía a todos sus individuos futuros:
«Cada especie animal, vegetal o mineral posee una memoria colectiva a la que contribuyen todos los miembros de la especie y a la cual conforman. Si un animal aprende un nuevo truco en un lugar (por ejemplo, una rata en Londres), les es más fácil aprender a las ratas en Madrid el mismo truco. A cuantas más ratas londinenses se les enseñe ese truco, canto más fácil y rápido les resultará a las ratas de Madrid aprenderlo.»

Ello permitiría explicar cómo adquieren los animales sus instintos, incluidas las complejísimas habilidades que muestran algunos animales desde pequeños.
También explicaría cómo se reproduce la forma de un organismo de generación en generación.

El código genético, es decir el ADN, sólo describe los aspectos menos sutiles de la herencia, pero no puede explicar por qué determinadas células de nuestro embrión se han diferenciado dando lugar a una oreja, un ojo, el dedo gordo del pie izquierdo, determinado tejido intestinal, etc. Según Sheldrake, adquiriríamos la forma que reconocemos como humana porque las formas de todos los miembros pasados de nuestra especie «resuenan» en nosotros, como ondas en un estanque, organizando la vía de nuestro crecimiento. A la vez, nosotros incorporamos nuestra forma a la memoria colectiva de la especie, engrosándola e incrementando así su influencia. Y al igual que las formas «resonarían» todo tipo de instintos y actitudes.
Estos hábitos de organización serían inherentes a toda la naturaleza. Por ejemplo, si elaboramos un nuevo compuesto químico, debería ser más fácil obtenerlo en otros laboratorios a medida que transcurre el tiempo, porque cuantas más veces haya cristalizado, mayor será su campo de resonancia mórfica. En realidad, hace décadas que los químicos reconocen este hecho.

La revista inglesa New Scientíst convocó en 1982 un concurso de experimentos para probar la hipótesis. El ganador fue un científico de Nottingham, que envió un poema tradicional turco junto con una versión desbaratada del mismo poema que seguía rimando —la resonancia mórfica tendría que hacer mucho más fácil, para quienes no sepan turco, aprender el poema verdadero—. La idea se puso en práctica con tres poemas enviados por un poeta japonés: uno era un poema conocido por miles de niños, los otros dos fueron especialmente compuestos con una estructura parecida al primero. En los experimentos, realizados en Gran Bretaña y Norteamérica, el 62% de los voluntarios encontraron más fácil de aprender el poema original (que no sabían cuál era). Si no existe la resonancia mórfica, la dificultad de aprender los poemas habría de ser la misma para los tres.
En 1986, el Tarrytown Group de Nueva York concedió los premios de otro concurso. El primer premio, de 10.000 dólares, se repartió entre dos pruebas similares. Un psicólogo de Yale enseñó a estudiantes que no sabían hebreo palabras hebreas de tres letras, la mitad reales y la otra mitad falsas. Los estudiantes, que no sabían de qué iba el experimento, encontraron más familiares las palabras verdaderas. Por su parte un psicólogo inglés escogió palabras persas verdaderas y otras con letras mezcladas, y pidió a ochenta estudiantes que las dibujaran tras observarlas unos segundos. Ni ellos ni los jueces conocían el propósito del experimento, pero el 75% de los jueces consideraron mejor reproducidas las palabras verdaderas que las mezcladas.
Se han realizado también detallados experimentos por televisión, que muestran que cuando millones de personas son informadas en un país, por ejemplo Inglaterra, de cuáles son las imágenes ocultas en un dibujo, a los grupos de control que hay en países lejanos se les hace mucho más fácil descubrirlas. Pese a lo sorprendente de estos resultados, Sheldrake todavía considera que para que la "comunidad científica" acepte una hipótesis tan radical, hacen falta pruebas más contundentes, y pasará todavía un tiempo.

Por otra parte, si la naturaleza evoluciona, ¿porqué no habrían de evolucionar también las leves de la naturaleza? ¿Por qué las leves que gobiernan el crecimiento de los naranjos tendrían que estar ahí antes de que existiesen los naranjos? En vez de leyes eternas e inmutables, las regularidades de la naturaleza podrían parecerse más a hábitos, que van modificándose lentamente con el tiempo. Digamos que el universo, considerado como un "organismo" tiene una "forma" de hacer las cosas, hábitos, que los puede ir modificando y adaptando a medida que evoluciona.

EL MISTERIO DE LA MENTE

Todos nosotros hemos crecido con la idea de que los recuerdos están almacenados en el cerebro. Usamos la palabra “cerebro” de manera intercambiable con “mente” o “memoria”. Aunque, como se está comprobando, el cerebro es más un sistema de sintonización que un dispositivo de almacenamiento de memoria.

Uno de los argumentos principales para la localización de la memoria en el cerebro es el hecho de que ciertos tipos de daño cerebral pueden conducir a una pérdida de memoria. Si el cerebro es dañado en un accidente de coche y alguien pierde la memoria, entonces la suposición obvia es que el tejido de la memoria ha debido ser destruido. Pero esto no es necesariamente así.

Si dañara tu aparato de TV para que fueras incapaz de recibir ciertos canales, o si hiciera enmudecer al aparato de TV mediante la destrucción de la parte relacionada con la producción de sonido a fin de que todavía pudieras recibir imágenes pero no sonido, esto no probaría que el sonido o las imágenes estaban almacenadas dentro del aparato de TV. Meramente demostraría que yo había afectado el sistema de sintonización para que tú no pudieras ya recibir la señal correcta. La pérdida de memoria por daño cerebral no prueba ya que la memoria esté almacenada dentro del cerebro. De hecho, la mayor parte de la memoria perdida es temporal: la amnesia que sigue a una conmoción, por ejemplo, es a menudo temporal. Esta recuperación de memoria es muy difícil de explicar en términos de teorías convencionales: si los recuerdos han sido destruidos porque el tejido de memoria ha sido destruido, no deberían regresar de nuevo; y sin embargo a menudo lo hacen.

Los experimentos sobre estimulación eléctrica del cerebro por Wilder Penfield y otros sugieren otro argumento a favor de la localización de la memoria en el interior del cerebro. Penfield estimuló los lóbulos temporales de los cerebros de pacientes epilépticos y encontró que algunos de estos estímulos podían provocar respuestas vívidas que los pacientes interpretaban como recuerdos de cosas que habían hecho en el pasado. Penfield supuso que, de hecho, estaba estimulando recuerdos que estaban almacenados en el córtex. Volviendo de nuevo a la analogía de la TV, si estimulara el circuito de sintonización de tu aparato de TV y saltara a otro canal, esto no probaría que la información estaba almacenada dentro del circuito de sintonización. Es interesante que, en su último libro, The Mistery of the Mind [El Misterio de la Mente], el propio Penfield abandonaba la idea de que los experimentos probaban que la memoria estaba dentro del cerebro. Y llegaba a la conclusión de que la memoria no estaba almacenada en absoluto en el córtex.

Ha habido muchos intentos de localizar trazas de memoria en el interior del cerebro, el más conocido de los cuales fue realizado por Kart Lashley, el gran neurofisiólogo americano. Entrenó ratas para que aprendieran trucos, después cortó pedazos de sus cerebros para determinar si las ratas todavía podían hacer trucos. Para su asombro, encontró que podía retirar más del cincuenta por ciento del cerebro –cualquier 50%– y no había virtualmente ningún efecto en la retención de este aprendizaje. Cuando retiró todo el cerebro, las ratas no podían realizar ya los trucos, así que concluyó que el cerebro era necesario de algún modo a la ejecución de la tarea, lo cual no es precisamente una conclusión muy sorprendente. Lo que fue sorprendente fue cuánto del cerebro podía suprimir sin afectar a la memoria.

Otros investigadores han encontrado resultados similares incluso con invertebrados como el pulpo. Esto condujo a un experimentador a especular con que la memoria estaba tanto en cualquier sitio como en ninguno en particular. El mismo Lashley concluyó que los recuerdos están almacenados de una manera distribuida por todo el cerebro, ya que no pudo encontrar las trazas de memoria que requería la teoría clásica. Su estudiante, Karl Pribram, extendió esta idea con la teoría holográfica del almacenamiento de memoria: la memoria es como una imagen holográfica, almacenada como un patrón de interferencia por todo el cerebro.

Lo que Lashley y Pribram (al menos en alguno de sus escritos) no parecen haber considerado es la posibilidad de que los recuerdos pueden no estar almacenados en el cerebro en absoluto. La idea de que no están almacenados en el interior del cerebro es más consistente con los datos disponibles que con las teorías convencionales o la teoría holográfica.

Han surgido muchas dificultades al tratar de localizar el almacenamiento de memoria en el cerebro; en parte porque el cerebro es mucho más dinámico de lo que previamente se pensaba. Si el cerebro está para servir como almacén de memoria, entonces el sistema de almacenamiento tendría que permanecer estable; sin embargo ahora se sabe que las células nerviosas funcionan mucho más rápidamente de lo que se pensaba previamente. Todas las sustancias químicas en las sinápsis y las estructuras nerviosas y moleculares están funcionando y cambiando todo el tiempo. Con un cerebro muy dinámico, es difícil ver como se almacenan los recuerdos.

Hay también un problema lógico, que varios filósofos han señalado, con las teorías convencionales de almacenamiento de memoria. Todas las teorías convencionales asumen que los recuerdos están de alguna forma codificados y localizados en una memoria almacenada en el cerebro. Cuando son necesarias son recuperadas por un sistema de recuperación. A esto se le llama modelo de codificación, almacenaje y recuperación.

No obstante, para que un sistema de recuperación recupere algo, debe saber lo que quiere recuperar; un sistema de recuperación de memoria debe saber lo que la memoria está buscando. Así debe ser posible reconocer el recuerdo que está intentando recuperar. A fin de reconocerlo, el propio sistema de recuperación debe tener algún tipo de memoria. Por lo tanto, el sistema de recuperación debe tener un sistema de sub-recuperación para recuperar sus recuerdos de su almacén. Esto conduce a una regresión infinita. Varios filósofos argumentan que éste es un fallo lógico fatal en cualquier teoría convencional sobre el almacenamiento de memoria. Sin embargo, en general, los teóricos de la memoria no están demasiado interesados en lo que dicen los filósofos, así que no se molestan en replicar a este argumento. Sin embargo, como argumento, es en verdad bastante poderoso.

Al considerar la teoría de la resonancia mórfica de la memoria, podríamos preguntar: si sintonizamos con nuestros propios recuerdos, entonces ¿por qué no sintonizamos también con los de otras personas? Probablemente lo hacemos, debido a que hay una memoria colectiva con la que todos nosotros estamos sintonizados, la cual conforma un trasfondo contra el cual se desarrolla nuestra experiencia y contra el cual se desarrollan nuestros recuerdos individuales. Este concepto es muy similar a la noción de memoria colectiva.

Jung pensaba en la memoria inconsciente como una memoria colectiva: la memoria colectiva de la humanidad. Pensaba que la gente estaría más sintonizada con miembros de su propia familia y raza y grupo social y cultural, pero que no obstante habría una resonancia de fondo de toda la humanidad: una experiencia común o promediada de cosas básicas que toda la gente experimenta (por ej: la conducta materna y varios patrones sociales y estructuras de experiencia y pensamiento). No sería tanto una memoria de personas particulares del pasado como un promedio de las formas básicas de las estructuras de memoria; estos son los arquetipos. La noción de Jung de inconsciente colectivo tiene extremadamente buen sentido en el contexto del enfoque general de esta nueva manera de ver la biología. La teoría de la resonancia mórfica conduce a una reafirmación radical del concepto junguiano de inconsciente colectivo.

Esto necesita ser reafirmado porque el contexto mecanicista corriente de la biología, la medicina y la psicología convencional niega que pueda haber una cosa tal como el inconsciente colectivo.

El concepto de una memoria colectiva de una raza o una especie ha sido excluido en general, incluso como posibilidad teórica. De acuerdo a la teoría convencional, no puedes tener ninguna herencia de características adquiridas; sólo puedes tener una herencia de mutaciones genéticas. Según las premisas de la biología convencional, no habría modo de que las experiencias y mitos de, por ejemplo, las tribus africanas, tuvieran alguna influencia en los sueños de alguien de descendencia no africana en Suiza; lo cual era el tipo de cosa que Jung pensaba que de hecho ocurría. Desde el punto de vista convencional, esto es bastante imposible, y es la razón por la que la mayoría de biólogos y otros expertos dentro de la corriente dominante de la ciencia no toman en serio la idea de inconsciente colectivo. Se la considera una idea rara y alternativa que puede tener algún valor poético como una especie de metáfora, pero que no tiene ninguna relevancia para la ciencia propiamente dicha, ya que es un concepto completamente insostenible desde el punto de vista de la biología normal.

El concepto de memoria colectiva de la teoria de la resonancia mórfica es muy similar a la idea junguiana de inconsciente colectivo. La diferencia principal es que la idea de Jung se aplicaba principalmente a la experiencia humana y a la memoria colectiva humana. Sin embargo hay un principio muy similar que opera en todo el universo, no sólo en los seres humanos. Si el tipo de cambio radical de paradigma sigue adelante dentro de la biología –si la hipótesis de resonancia mórfica es siquiera aproximadamente correcta– entonces la idea de Jung de inconsciente colectivo se convertiría en una idea dominante: los campos morfogenéticos y el concepto de inconsciente colectivo cambiarían completamente el contexto de la moderna psicología y de la ciencia en general.

Esto indica que también podríamos sintonizar con el inconsciente de otras personas, y ello nos acerca al inconsciente colectivo postulado. La sintonización por resonancia con la memoria reciente de otras personas puede igualmente dar explicación de fenómenos como la telepatía. Otro hecho curioso es que, si la resonancia mórfica facilita el aprendizaje, «en el presente siglo cada vez debería resultar más tácil aprender a ir en bicicleta, a conducir un automóvil, a tocar el piano o a utilizar una máquina de escribir, a causa de la resonancia mórfica acumulada de la gran cantidad de gente que ya ha adquirido estas habilidades».

La resonancia mórfica también tiene poderosas implicaciones: «De acuerdo a esta teoría nuestras ideas y actitudes pueden influir a distancia sobre otras personas, sin que ni ellas ni nosotros lo sepamos...

Verdaderamente la única solución a los problemas sociales (e individuales) es un cambio en nuestra manera de pensar y sentir... Si consideramos que nada podemos hacer y que no importan nuestros sentimientos y acciones, esta actitud puede extenderse e influir sobre otras personas... Pero si creemos en la posibilidad de una nueva manera de pensar, de sentir y experimentar la vida, nuestras acciones serán más positivas y creativas, y tendrán sentido completamente, y esta actitud se transmitirá inevitablemente a los demás».
Inconciente y naturalmente

lunes, 7 de diciembre de 2009

Contrato tácito de la gente que duerme


Este texto fue enviado por un anónimo a la radio “Ici et Maintenant” ("Aquí y ahora") de Francia, en relación con el “tristemente” conocido múltiple atentado del 11/9/01 en USA.

“Queridos amigos:
El 11 de setiembre se cumple un triste aniversario de una catástrofe altamente simbólica para toda la humanidad.
Sin importar nuestras creencias o nuestras ideas políticas, el sistema establecido en nuestro mundo libre se basa en la aprobación tácita de una especie de contrato con cada uno de nosotros. Aquí se detalla en líneas generales su contenido:

1) Acepto la competencia como la base de nuestro sistema, aunque soy consciente de que esta operación crea frustración e ira en la gran mayoría de los perdedores.

2) Estoy de acuerdo en ser humillado o explotado, siempre y cuando no se modifique la vida a la que estoy acostumbrado, aunque incluso eso signifique humillar o explotar a alguien que ocupa un lugar más bajo en la pirámide social.

3) Acepto la exclusión de los inadaptados, marginales y de los menores, porque creo que la gestión de la sociedad tiene sus límites.

4) Estoy de acuerdo en pagar a los bancos de mi salario para que ellos inviertan los ingresos obtenidos a su conveniencia, y además no deberán reintegrarme nada de sus enormes beneficios (que usarán para robar a otros países pobres, y a este mismo, lo que se acepta implícitamente). También acepto que me cobren una alta comisión por prestarme dinero que es, además, de otras personas.

5) Acepto que se congelen y se tiren toneladas de alimentos para mantener los precios del mercado o manipular la economía, en lugar de ofrecerlos a millones de personas que sufren y mueren de hambre cada día.

6) Estoy de acuerdo en que esté prohibido poner fin a su vida rápidamente, sin embargo, puedo tolerar que se haga lentamente, con la ingestión o inhalación de sustancias tóxicas permitidas por los gobiernos.

7) Acepto que se haga la guerra para mantener la paz…

8) Estoy de acuerdo en que se divida a la opinión pública mediante la creación de partidos políticos de izquierda y derecha que pasarán su tiempo peleándose, ya que esto me da la impresión de que hay “gobernabilidad”, y se están ocupando de mí. Acepto también toda clase de divisiones posibles, siempre que me permitan localizar un “enemigo” designado y focalizar mi enojo y frustración en él.

9) Estoy de acuerdo en que el poder de moldear la opinión pública esté en manos de especuladores no elegidos democráticamente y completamente libres de controlar a los gobiernos, porque estoy convencido de la buena utilización que ellos hacen de esto, además si sale en los “medios” debe ser verdad.

10) Acepto la idea de que la felicidad se reduce a la comodidad, el consumo, el sexo, y la libertad de poder satisfacer todos los deseos, porque eso es lo que la publicidad repite todo el día. Cuanto más infeliz me siento, más consumo: Así puedo cumplir mi papel en el sistema contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía.

11) Estoy de acuerdo en que el valor de una persona se mida por el tamaño de su cuenta bancaria, y que se aprecie su utilidad en función de su productividad más bien que por su calidad y creatividad, y que se la excluya del sistema si no es productiva.

12) Estoy de acuerdo en que se pague generosamente a los jugadores de fútbol y a “gente del espectáculo”, y mucho menos a los maestros y a los médicos, encargados de la educación y la salud de las generaciones futuras.

13) Acepto que excluyamos (depositemos) a los “mayores” en lugar de beneficiarnos de sus experiencias y sabiduría, que como sabemos, en nuestra sociedad moderna y altamente evolucionada, eso no sirve de mucho.

14) Acepto que me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, así puedo apreciar lo normal de mi situación y la suerte que tengo de que a mi eso no me suceda. Sé que mantener el miedo en nuestra mente no sólo es normal sino que además puede ser beneficioso para nosotros.

15) Estoy de acuerdo en consumir alimentos tratados con hormonas, sustancias “químicas” y pesticidas sin que explícitamente me lo aclaren. Estoy de acuerdo en que los cultivos transgénicos se propaguen, permitiendo que los grandes monopolios (como el “pool” de siembra) se beneficien con patentes, jugosos dividendos y privilegios, manteniendo bajo su yugo a la agricultura mundial, y obviamente al pequeño y mediano productor.

16) Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países desfavorecidos (como Argentina) y que al no poder pagar los intereses usureros, no solo les de el derecho a intervenir en la política “interior” del país, sino además a quedarse con sus recursos.

17) Estoy de acuerdo en que las multinacionales no apliquen los avances sociales de los países “más desarrollados” en los países más pobres (como Argentina). Considerando que ya es “un regalo” que las personas puedan trabajar, aunque sea como esclavos, incluso está bien que se sirvan de las leyes existentes en estos países para que niños y mujeres trabajen en condiciones inhumanas y precarias. En nombre de los derechos del hombre y del ciudadano, no tenemos porque intervenir.

18) Estoy de acuerdo en que los políticos puedan ser gente de dudosa honradez e incluso corruptos. Que gocen de inmunidad, buena paga y de otros privilegios. Para el resto, está bien que no haya tolerancia ni privilegios.

19) Estoy de acuerdo en que las empresas farmacéuticas experimenten, especulen y vendan medicamentos, incluso si esto representa negociar con la salud de la población, y también que los fabricantes de alimentos vendan sus productos obsoletos o que usen sustancias cancerígenas que deberían estar prohibidas.

20) Acepto la búsqueda, a toda costa, del beneficio económico como el objetivo supremo de la humanidad, y la acumulación de riquezas como la realización de la vida humana.

21) Acepto la destrucción de los bosques, la virtual desaparición de los peces de los ríos y océanos. Acepto el aumento de la contaminación industrial y la propagación de venenos químicos y elementos radioactivos en la naturaleza. Acepto el uso de todo tipo de aditivos químicos en mi dieta porque estoy convencido de que si los ponen es por que son útiles y seguros, por otra parte, es lo que hacen “todos”.

22) Acepto esta situación, y admito que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.

23) Acepto ser tratado como ganado, porque de todas formas, creo que no valgo más que eso.

24) Estoy de acuerdo en no hacer preguntas, ignorar todo esto y no crear una oposición real, porque estoy muy ocupado con mi vida y mis preocupaciones. Acepto, incluso si no me lo piden, defender a muerte este contrato.

25) Por lo tanto, acepto, de plena conciencia, y por último, la triste matriz que ponen delante de mí, aunque esta me impida ver la realidad de las cosas. Sé que lo hacen por mi causa y la de todos, gracias.

Si estás en contra, todavía puedes poner en práctica los recursos de la amistad y el amor, la fraternidad y la responsabilidad compartida, pensar, diseñar, construir y ser atrevidos, sin miedo y sin dejarse abusar. Todo retraso nos acerca más a la nada”.

Escrito por la amistad en la Tierra el 11 de setiembre de 2003

Decidí publicar estas palabras en el blog como una forma de ayudar a despertarnos del sueño y la apatía en que se encuentra sumida la sociedad en general. Este no es un espacio político, no es necesario identificarse con esto, lo que es importante es despertar y contribuir a que los demás también lo hagan, ya que de una forma u otra estamos todos conectados.
De vez en cuando un “sacudón” no está mal.
Aquí va el link de un sitio interesante: http://www.zeitgeistmovie.com/

Saludos