jueves, 23 de febrero de 2012

La química del pensamiento



Existe una vía química de comunicación entre conciencia y partículas, muy compleja y extremadamente eficaz, que no esta confinada únicamente al sistema nervioso, también el sistema inmunitario tiene una comunicación intima con la mente.
Un dato relevante: el incesante diálogo interno no pasa desapercibido para el cuerpo.

Cada célula lo escucha, y particularmente los linfocitos y otros componentes del sistema de defensa. Estas células especializadas en proteger al cuerpo se ven afectadas directamente por los pensamientos y las emociones. Esto tiene un rol fundamental en el origen de muchas enfermedades y por otra parte en la capacidad curativa y de regeneración del organismo.


Las creencias generan una determinada química que afecta directamente a cada célula del cuerpo. Lo que creemos impacta profundamente en la organización de la materia, es decir, en el cuerpo físico y por lo tanto en la realidad que se genera.

Cada evento consciente tiene su propia geometría espacio-temporal, es decir, su propia realidad. Cada pensamiento produce un impacto en la realidad física. 
La mente y la realidad material están íntimamente conectadas.

Por eso hay que estar atentos a lo que se piensa y saber apagar la “radio”. 
Desarrollar la atención y la no conciencia, es fundamental. 
La atención nos sirve de filtro, eliminando estímulos e información irrelevantes. 
La no conciencia, es el silencio interior, el espacio entre dos pensamientos. No se trata de un estado especial de la conciencia, aparece naturalmente cuando se interrumpe el flujo, la secuencia del pensamiento ordinario, personal. Lo que se denomina: la pequeña mente o mente individual.

Para esto la práctica de zazen es la clave.

Si vamos a mantener la radio interna prendida, reproduciendo su incesante y monótono diálogo, hay que saber que además de consumir recursos y generar “interferencias”,  la escucha el universo entero.
Cuando cesa el “parloteo” mental y se calma la mente, podemos ser sensibles al lenguaje del cuerpo. 
Las células se expresan de muchas formas incluso mediante el dolor y la incapacidad. Desde esta perspectiva, la enfermedad puede ser vista como un mecanismo del cuerpo para poder eliminar, purificar, regenerar y reestablecer las condiciones de equilibrio.

La salud y la enfermedad no son conceptos absolutos. Cada persona manifiesta un modelo de desequilibrio propio y una necesidad particular. No se puede generalizar, es un error.

Hay que aprender a observar y escuchar que es lo que pasa en  nuestro ser, con nuestro cuerpo, con las emociones, con los sentimientos...  Para esto debemos cambiar la dirección de la mirada hacia el interior. Un giro de 180º.

En el silencio y la inmovilidad de la meditación podemos comprender el lenguaje de cada célula, de cada órgano, de cada parte del cuerpo. Podemos poner el pensamiento en cualquier punto, y donde va el pensamiento, acude la energía, ya que la conciencia es energía e información, que naturalmente se condensan y cristalizan formando materia. La densidad de información y energía aumenta la masa, que curva y modifica la geometría del espacio-tiempo en sus niveles fundamentales y en consecuencia transforma la realidad física.



A cada pensamiento le corresponde una sustancia química específica que generará un efecto determinado. Cada célula tiene receptores en su membrana, los cuales captan y traducen toda esta información. De esta forma la célula interpreta lo que pasa.
Una forma negativa de pensar genera un medio interno y una química acorde.
Si nos identificamos con la enfermedad, con un defecto o una debilidad será muy difícil generar un cambio, porque el campo y las células reciben esta señal y mantienen siempre las causas que generan malestar e infelicidad, y así se perpetua la misma realidad.

Pero si modificamos nuestra percepción y comprendemos que estamos sumergidos en un océano vivo de energía e información, todo es posible.

Somos seres creadores por naturaleza. Usamos la palabra "crear", pero visto que la energía no se puede crear ni destruir, es más correcto hablar de transformación.
Tenemos este poder, solo hay que desarrollarlo, y el primer paso es la confianza en si mismo y el conocimiento de su verdadera naturaleza.





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