Examinemos mejor esta afirmación con un ejemplo de la naturaleza: un animal en
una situación de gran estrés relacionado con su supervivencia.
Imagina un lobo que hace tres días que no come. Se
encuentra en una condición de estrés físico ligado a su necesidad de
sobrevivir. Por fin atrapa una presa, un pequeño cordero. Cuando se apresta a
devorarlo, escucha el sonido tan temido, el de su depredador más peligroso: un
cazador. En ese momento nuestro lobo se
encuentra entre dos amenazas: O se escapa dejando a su presa y se arriesga a
morir de hambre o bien se queda saciando su hambre y se arriesga a morir con la
panza llena a manos del hombre. Gran dilema para el lobo.
Para salir de esta situación el lobo decide comerse una pata
casi entera del corderito y escaparse a toda velocidad.
Ahora un nuevo peligro acecha al animal: el de morir por una
oclusión intestinal, ya que el trozo de pata por su tamaño no puede ascender por
el estómago para ser eliminado ni continuar su camino por el tracto digestivo
para ser digerido.
El organismo del lobo se encuentra en un conflicto extremo
debido a la necesidad imperiosa de digerir algo. Para resolver esta situación
el cerebro encuentra la solución perfecta: activa un programa de desarrollo de supercélulas digestivas en la mucosa
estomacal. Su objetivo: digerir mucho más rápido y mejor la pata de cordero atravesada.
Hasta que no se cumpla este propósito (la digestión de la pata) el cerebro
seguirá enviando la orden de continuar produciendo supercélulas digestivas, que
tienen una performance muy superior a la de las células normales.
Una vez que la pata fue digerida, por un mecanismo de
retroalimentación, la información llega al cerebro que desactiva el programa y
cesa la producción de “mutantes” y las supercélulas son eliminadas, ya que
mantenerlas sería peligroso para el organismo, porque además de consumir muchos
recursos, pueden descontrolarse y generar un cáncer. De hecho, estás células
mutantes son una neoplasia, con las
mismas funciones que el tejido normal solo que multiplicadas y no llegan a
desarrollar una enfermedad porque son controladas y eliminadas por el propio
cuerpo.
Una célula de cáncer de estómago
digiere mucho más fuerte y más rápido que una célula
normal, una célula de cáncer de páncreas puede producir más insulina, en el cáncer de hígado hay un aumento de la actividad metabólica y enzimática del órgano, una célula de cáncer de riñón produce un
filtrado significativamente mayor, etc .
Entonces, ¿Por qué morimos de nuestras enfermedades?
Una nueva visión del cáncer
Si el cáncer es una mutación creada por el mismo cuerpo como
mecanismo de adaptación para evitar la extinción ¿Por qué produce la muerte?
Para responder a esta pregunta hay que comprender como el cerebro gestiona la información que le
llega.
Está comprobado que el cerebro no distingue entre una
información real, virtual o imaginaria.
Veamos como funciona:
Si por ejemplo de repente te enfrentas a un peligro real del cual debes escapar para
salvar tu vida, el cerebro activará todos los mecanismos neurovegetativos
correspondientes para asegurar la lucha o la huida aumentando fundamentalmente
la secreción de adrenalina y cortisol por las glándulas
suprarrenales, produciendo taquicardia, broncodilatación, disminución del flujo
sanguíneo en los órganos internos y aumenta en los músculos motores, dilatación
de las pupilas, disminución de reflejos viscerales, aumento de la glucosa en
sangre, etc.
Posteriormente, el recuerdo vívido de esta situación puede
desencadenar los mismos mecanismos neuroquímicos y las mismas reacciones. En
este caso el cerebro trata una información imaginaria como real y responde.
Otro ejemplo: estás mirando un
film y la escena reproduce el mismo peligro y lo vives desde el punto de vista
del protagonista. Si estás lo suficientemente compenetrado el cerebro no va a
distinguir la diferencia y reaccionará al peligro como si este existiera.
Cuanta gente hay que grita, se asusta o se emociona en el cine. En este caso el
cerebro trata la información virtual como
si fuera real.
Por una parte el cerebro no se
equivoca, reacciona a la información que le llega y por otra parte es él mismo
el que desencadena la enfermedad para garantizarle al individuo las mejores
oportunidades de sobrevida.
Si aprendemos esto podremos
realizar fácilmente que todo lo que pensamos, imaginamos o nos decimos es
tomado por el cerebro como información real y va a actuar en consecuencia como
lo que es: una super biocomputadora. Mientras continúe el estímulo (información) real, imaginario o virtual el
cerebro continuará manteniendo los mismos programas, preparando al cuerpo para
un peligro inexistente. Así funciona el estrés y el pánico en la sociedad
moderna. Esta es la clave, además, para comprender el origen del cáncer y de muchas
enfermedades crónicas y autoinmunes.
Además se ha comprobado que los
casos de cáncer debido a sustancias cancerígenas
representan un porcentaje mínimo (menos de 5%) de la totalidad.
La mayoría de las veces el conflicto tiene su raíz en los planos sutiles de la persona, que corresponde con niveles no conscientes.
Por esta razón los bloqueos afectivos y emocionales deben
ser convenientemente filtrados, digeridos y eliminados, porque aunque ya no
estén en la esfera consciente, igual continúan enviando información que el
cerebro toma como real y actúa para adaptarse a esta situación inexistente.
También puede haber mutaciones
celulares cuando las condiciones del medio interno se modifican a causa de malos hábitos como una inadecuada alimentación (alimentos procesados y transgénicos,
conservantes, pesticidas, etc.) el tabaquismo y el sedentarismo, aquí el cuerpo
va a tratar de adaptarse a condiciones físico-químicas diferentes: acidosis, estancamientos, cambios en el metabolismo de las células, aumento de radicales libres...
Crear un medio interno negativo predispone al cáncer.
Y mientras el cerebro siga
gestionando la misma información,
por más que se invada al cuerpo con quimioterapia, rayos o cirugía, si no se
desinstalan los programas nocivos, aparecerán las recidivas y las metástasis.
Es decir, el cerebro continuará produciendo células mutantes para garantizar la
supervivencia. Luego comenzarán los signos y síntomas tales como el dolor, disminución
de las capacidades, fatiga o sangrado, debido a la naturaleza invasora del
nuevo tejido (neoplasia).
El resultado final es la muerte
por debilidad (caquexia) y falla general del sistema, ya que las supercélulas mutantes
consumen todos los recursos energéticos y físicos. De ahí la imagen del cáncer
como algo que se “come” al individuo.
Además hay que agregar el duro
impacto emocional del diagnóstico fatal que hace el médico, que luego intentará de
extirpar o hacer desaparecer el tumor con los medios que dispone y esto termina
por sellar la suerte del condenado.
Pero si se cambia la manera de percibir
y comprender este proceso se puede cambiar en profundidad. Afectar el sustrato
mismo de la materia, reorganizarla. La creencia es lo primero, la fe. No se trata de creer en algo externo, por el contrario, es más bien un movimiento coherente de integración, del cuerpo y la mente en unidad. Esta creencia (o convencimiento) viene acompañada por el conocimiento y la reflexión.
Por supuesto se deben adoptar otras medidas y
procedimientos que faciliten la curación y mejoren la calidad de vida. Pero lo
esencial, es un cambio profundo, una verdadera revolución en el interior del
ser.
Otra actitud. Un
cambio de creencias y de hábitos.
La certeza, más allá de toda duda,
que uno puede curarse porque ya posee esa capacidad implícita.
Confianza significa: con fe. Este tipo de fe no es ciega, es un
movimiento sutil de energía e información que provoca cambios en lo más
profundo de la realidad física.
2 comentarios:
No se puede bajar el libro zen y tensegridad, al parecer estaba alojado en megaupload. ¿Donde podria conseguirlo?
Este es el tema de mi tesis, gracias trazar el sendero!
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