jueves, 28 de julio de 2011

Hacia una medicina del espíritu

La conciencia puede elegir una determinada geometría del espacio-tiempo. Moviéndose de a saltos cuánticos, de fenómeno en fenómeno. Cada punto de la experiencia, cada momento, tiene su propia geometría y una conformación material particular. Cada punto es independiente del otro, pero están conectados.

La conciencia modela el mundo físico. Los pensamientos generan una corriente electro-química de información que impacta en cada célula del cuerpo.

Con la suficiente energía e información la célula puede regenerar incluso su ADN.

Es posible transformar cualquier condición. El poder curativo del cuerpo es enorme. La conciencia condensa a la materia y mueve a la energía, da forma y función.

La conciencia es el sustrato mismo del universo.

De manera que podemos utilizar esta capacidad de la conciencia para afectar la materia en sus niveles fundamentales. De ahí el nombre de sanación cuántica. Es una curación espiritual, pero no solo mental, también participan el cuerpo y la respiración (energía).

La conciencia es energía e información.

La realidad que vivimos depende de la información que procesa el cerebro.

Esta capacidad está ligada a la creencia de la persona. Si no lo crees profundamente, es decir, con todo tu ser, entonces no es eficaz. Pero si crees en algo, esto, tarde o temprano se realiza.

Cada célula del cuerpo participa de nuestro diálogo interno.

La fe es una cualidad superior de la conciencia. No se trata de creer en algo "externo", como estamos habituados desde siempre. Aquí el movimiento es hacia adentro, al interior de uno mismo, a la propia naturaleza, que es la naturaleza misma del universo.

Este tipo de fe o creencia no es ciega. Emerge del inconciente y gestiona información que no accede al conciente. Por eso la fe no es algo que se pueda probar concientemente. Pero su impacto en el mundo cuántico, en los niveles más fundamentales de la materia es profundo.

Creer que se puede, es lo primero. La fe inicia el movimiento. Para la medicina china este es un tipo de conciencia superior, llamada Hun.

La conciencia Hun, se relaciona con el cielo, genera los proyectos y gobierna el inconsciente. Está vinculada al hígado-vesícula biliar. Representa la percepción de los hechos, los proyectos, la intuición y la imaginación. Desencadena los impulsos necesarios para emprender una acción. Se halla en relación con el atavismo, el instinto hereditario, la fuerza de la palabra, las pulsiones y las pasiones. Controla la imaginación y desempeña un papel esencial en todo acto de creación.

Cuando se altera Hun, se afecta fácilmente la personalidad y el entorno, además produce sueño agitado, pesadillas, proyectos excesivos e incoherentes y problemas de adaptación.

Como su naturaleza es movediza y penetrante, su alteración (estancamiento, bloqueos, frustración) provoca ira y descontento. Pero en su aspecto virtuoso representa la fe y las aspiraciones superiores. Cuando Hun puede expresarse y fluir genera un medio ambiente armonioso y creativo, donde la flexibilidad y el equilibrio es la norma. Es el elemento madera, que crece libre hacia el cielo y penetra la tierra con sus raíces.

Es una fuerza expansiva que llega a todas partes y aporta información fundamental al sistema, que luego lo transforma en movimiento, acción y estimulación. La madera nutre al fuego del corazón y este activara todos los mecanismos para la curación: memoria celular, respiración, purificación, regeneración, etc.

Para la Medicina china, cuerpo y mente son de una misma naturaleza: la curación del cuerpo incluye la de la mente y viceversa.


La diferencia cuerpo-conciencia establecida por la filosofía occidental resulta incomprensible para el pensamiento chino. La importancia que se le concede a la mente y a las emociones es tal que el Neijing señala: “Si no se logra la mejoría espiritual y no se cura el mal mental, es imposible curar la enfermedad".

La única manera de curar en profundidad es encontrar la unión del cuerpo y la mente.

Cuanto más reconozcamos nuestra naturaleza espiritual nos volveremos más hábiles en nuestra relación con la materia y el mundo físico. Todo depende de como nos consideremos a nosotros mismos y que tanta autoconfianza tengamos.

La buena medicina cultiva y protege estas cualidades sutiles, considerando al cuerpo-mente como una misma cosa. La buena medicina debe educar y ayudar a liberar a las personas de sus malos hábitos y del sufrimiento.

La buena medicina es la medicina del espíritu.



1 comentario:

Antonio dijo...

Ahora entiendo lo de "primero pienso luego existo"