domingo, 10 de julio de 2011

Los microtúbulos y la conciencia II


Procesamiento de la información en el esqueleto celular
Los microtúbulos (MT) del esqueleto celular o citoesqueleto, presentan características que los hacen adecuados para procesos cuánticos, por ejemplo: están conformados por una estructura enrejada o entrelazada parecida a un cristal, son huecos en el interior, se encargan de organizar la función celular y procesar la información.
El interior de los MT es un espacio aislado del exterior que permite al sistema mantenerse en un estado de coherencia cuántica y evitar así fenómenos de decoherencia o reducción aleatoria por la intervención del entorno.
Veamos esto con más detalles.

El citoesqueleto es una estructura dinámica ubicada en el interior de la célula que le permite a esta moverse, mediante cilios y flagelos y mantener la forma, además desempeña un importante papel tanto en el transporte intracelular de moléculas como en la división celular.
Este esqueleto celular es un entramado 3D de proteínas que provee el soporte interno para las células, fijando las estructuras internas de la misma. En las células eucariotas, consta de microfilamentos de actina, filamentos intermedios y microtúbulos.
El citoesqueleto es dinámico pero no pierde la capacidad de mantenimiento de la forma, la funcionalidad y la estructura de la red tridimensional que lo conforma.
Hasta ahora vimos la función de estas estructuras con respecto a la mecánica y a la fisiología celular. (más info)
Los MT están conformados por subunidades de una proteína llamada tubulina y están asociadas a eventos cuánticos internos, además interactúan en cooperación con otras tubulinas (procesos de computación cuántica).
El estado de coherencia cuántica en los MT se corresponde con el procesamiento subconciente de la información, que va aumentando hasta que el grado de diferencia entre la coherencia masa-energía conduce a una suficiente separación de la geometría del espacio-tiempo, entonces alcanza un umbral relacionado con la gravedad cuántica, el sistema debe elegir y de esta forma colapsa, se produce una reducción objetiva (RO) en una de las múltiples posibilidades. Un único universo se manifiesta.
Los estados en superposición tienen cada uno su propia geometría del espacio-tiempo.
De esta manera, una superposición transitoria de pequeñas diferencias en la geometría del espacio-tiempo persiste hasta que una abrupta reducción cuántica clásica se produce.
Estos grados de diferencia entre las geometrías de cada uno de los estados es información.
Los programas instalados en el subconsciente operan en este nivel. Luego solo hacen falta pequeños estímulos para que el sistema colapse en un estado programado y se genere un pensamiento ya condicionado.
El pensamiento consciente es un emergente de procesos subconscientes. El tiempo desde el momento en que se produce la reducción objetiva hasta que se es consciente es de 0,5 seg.
La repetición produce acumulación de información que luego condiciona al sistema para que colapse siempre en un mismo universo (una misma realidad).
Por eso es muy importante calmar la mente. Volver al punto cero, a la no conciencia, y desde ahí eliminar programas inútiles o nocivos e instalar buenos programas actualizados y un buen anti-virus, que nos permitan aprender y crear la realidad que deseamos, disfrutando de ella.
Para este propósito necesitamos energía e información.
Los programas se instalan mediante la repetición.

Reducción subjetiva y objetiva
En la reducción subjetiva (RS) de la teoría cuántica causada por la observación o el entrelazamiento con el medio ambiente, interviene el azar, el indeterminismo. El proceso tiene un componente aleatorio.
En cambio, la reducción objetiva (RO) en el interior de los MT, es debida a un auto-colapso y da lugar a patrones particulares en la conformación de las tubulinas que regulan actividades de la neurona, incluyendo funciones sinápticas (formación de nuevas redes neuronales).
La RO representa una autoorganización, un “autocolapso de la función de onda” a nivel cuántico, y está relacionado con la inestabilidad en los niveles más básicos de la geometría espacio-tiempo.


Científicos como Penrose y Hameroff la llaman: “reducción objetiva orquestada" (Orch OR).
El cómputo cuántico, que como vimos ocurre en los microtúbulos (MT) del citoesqueleto celular, dentro de las neuronas del cerebro, une la cognición con la experiencia protoconciente (memoria) y con la información integrada en la geometría del espacio-tiempo (conciencia alaya).
El término orquestada se debe a que se efectúa una verdadera reacción en cadena que genera el colapso y el consecuente paso del umbral hacia la experiencia consciente. También podemos llamarla reducción objetiva coordinada (ROC).
Luego de sufrir la reducción cuántica, los posibles estados que adopten las proteínas tubulinas, serán también influenciados por otros factores como las proteínas asociadas a los microtúbulos (PAMT) que actúan como "nexos" sintonizando y coordinando las oscilaciones cuánticas.
También la información contenida en la conciencia almacén (alaya) modifica la geometría del espacio tiempo e influye en la RO.

La información depositada en la conciencia alaya, es como semillas puestas en un suelo fértil, tarde o temprano brotaran y darán frutos. Hay semillas buenas y semillas malas. Semillas de buen karma y semillas de mal karma.
La energía se manifiesta cuando las condiciones son propicias.
He aquí la base de la retroalimentación y de porque siempre tendemos a pensar lo mismo y a recrear la misma realidad.
Desde el punto de vista del universo no hay diferencia entre el bien y el mal, pero en la vida humana, en el mundo de las diferencias, las buenas semillas darán buenos frutos que a su vez darán buenas semillas, lo mismo para las malas semillas (programas nocivos o inútiles).
Es fundamental plantar buenas semillas (buenos programas) que generarán pensamientos positivos y una realidad más feliz.
A veces un "karma no manifestado" encuentra las condiciones para manifestarse y colapsa en una realidad, independientemente del tiempo, es decir, puede manifestarse después de años o incluso de vidas.
Según como pensamos generamos pensamientos acordes, en una retroalimentación (feedback) continua. A esto se le llama “mentalidad”.
La ciencia en general considera a la conciencia como una propiedad emergente de las redes neuronales. Es decir, la conciencia emerge de la actividad del hardware cerebral, que produce la experiencia mental (cerebro = computadora). Esta propuesta obviamente es limitada y no alcanza para explicar fenómenos tales como la experiencia subjetiva, la vida interior, el libre albedrío, las premoniciones, la intuición, la voluntad, la creatividad, etc.
Pero podemos considerar que debe existir una “protoconciencia”, una conciencia fundamental del universo, a partir de la cual se manifiesta la conciencia y la experiencia individual.
¿Qué puede hacer la ciencia con la experiencia subjetiva?
Para algunos físicos, todo encaja dentro de la actividad neuronal, es decir, la conciencia es un producto de reacciones fisicoquímicas en el interior del cerebro. Argumentan que la conciencia se desarrolla en el individuo después del nacimiento, madura (junto con el sistema nervioso) y obviamente muere con el individuo. No se puede demostrar nada fuera de esto.

Actualmente otros científicos, menos convencionales y de mente más abierta, no creen que con la metodología convencional se pueda explicar la experiencia subjetiva.
Ya en la antigua Grecia, existían discusiones de este tipo. De un lado estaba Sócrates, que creía que es el cerebro el que crea la conciencia, y del otro lado había gente como Aristóteles, Demócrito y Thales, que argumentaban que las cualidades mentales pertenecían y emergían de la realidad fundamental.
Quizás ambos lados tenían razón.

La idea de la ciencia convencional es que la mente es una función computacional, un algoritmo de las redes neuronales en el cerebro.
Una teoría actual que considera al cerebro como una computadora y a la conciencia como una propiedad emergente, describe una actividad sincrónica oscilante que forma bucles de retroalimentación en las neuronas del tálamo y de la corteza cerebral.
Las altas frecuencias, por arriba de 40 Hz, llamadas “coherentes” han sido sugeridas como mediadoras de los vínculos temporales de la experiencia consciente. Es decir, para que aparezca algo a nivel consciente, debe traspasar cierto umbral, por debajo del cual todavía no hay separación (hay superposición) y por lo tanto no hay cosa u objeto de percepción.

Pero, ¿es suficiente con algunas descargas neuronales y transmisiones sinápticas para que se genere un pensamiento, la experiencia subjetiva o la libre voluntad? ¿Significa esto que nuestras emociones y pensamientos son el resultado de la actividad electroquímica en el interior de las células?
Evidentemente esto sería así si consideramos solo el lado objetivo y dejamos de lado la experiencia subjetiva. Esto es lo que convencionalmente hace el método científico: quedarse solo con lo que es comprobable, que como a estas alturas sabemos es relativo. Además se parte de una premisa falsa al no considerar que el universo es conciencia y que el ser humano, y su conciencia de si mismo, emerge de esta fuente de potencialidad infinita.

Sin sujeto no hay objeto. No existe el objeto fuera del sujeto. Sin observador no hay realidad. Sin la observación no hay objeto de percepción.
Así que incluso si la teoría parece muy sofisticada, la ciencia permanece limitada, se queda corta, se ve obligada a crear parámetros y constantes ilusorias para que cierren sus ecuaciones y teorías, porque le falta lo fundamental: la experiencia subjetiva, o sea el conocimiento directo.
Pero por otra parte es evidente que sin cerebro no hay conciencia. La parte física es fundamental. El hardware. Los procesos mentales, las emociones y sentimientos se corresponden exactamente con todo un universo físico y de reacciones químicas, que a su vez tienen una interrelación con los procesos orgánicos. Se puede comprobar desde otro lado por las lesiones cerebrales y su relación con la conciencia.
La antigua ciencia taoísta y la sabiduría del budismo han indagado esto, por otro camino: el de la experiencia subjetiva. Mediante la meditación, la concentración y profunda observación de su verdadera naturaleza. Conocimiento directo. El ser humano y su relación con el universo. Somos conscientes porque el universo es consciente. Y si es consciente también está vivo. Si la energía no puede ser creada ni destruida, ¿por qué la conciencia lo sería?
Energía y materia se transforman entre si.
El verdadero sustrato del universo es la conciencia

¿Y la mente?
Mente, energía y materia surgen de la misma fuente original, por eso pueden transformarse entre si, porque en esencia son lo mismo. Por eso se dice cuerpo y mente son uno. Solo que en la realidad física cotidiana, toman forma diferente, cumplen distintos roles, pero expresan la misma verdad.
De esta forma la conciencia influye en el mundo físico, de hecho lo crea y lo organiza. Por otra parte, sin materia no hay objeto de percepción ni experiencia subjetiva. En el caso de un organismo, sin el cuerpo físico no existiría.
Ese es el sentido de la realidad física: soporte y vehículo de experiencia espiritual. No hay separación.
Somos el universo experimentándose a si mismo.


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