Generalmente tenemos la tendencia a identificarnos con el cuerpo físico, con la realidad material, densa y concreta, creada por los sentidos.
Aunque podemos pasar el día absortos en las divagaciones del pensamiento y agitados por la inestabilidad de las emociones, aún así vivimos encerrados dentro de los límites y posibilidades del cuerpo físico.
Esto engaña nuestra percepción de las cosas (y de nosotros mismos) haciéndonos creer que la realidad que experimentamos tiene sustancia y es real. Nos percibimos como un cuerpo aislado en medio de un espacio vacío y enfrentando a un universo hostil y peligroso. De esta forma nos disociamos, el cuerpo y la mente se separan y la energía ya no puede fluir normalmente.
Pero el cuerpo físico, o el “saco de carne y huesos” con el que estamos completamente identificados, es en esencia vacuidad. No tiene sustancia propia. Cambia todo el tiempo. Energía e información producidas por el movimiento de la conciencia.
La esencia del mundo físico es insustancial.
La conciencia da vida a la materia.
Materia y energía son una misma cosa.
Por lo tanto somos un cuerpo físico, pero también un cuerpo de energía y un cuerpo espiritual, que es la conciencia misma.
Tenemos un cuerpo limitado, que es el cuerpo físico propiamente dicho, y cuerpos ilimitados, infinitos, que animan e impulsan a la materia e incluso los compartimos entre todos.
Se puede decir que el cuerpo físico es la proyección (o el reflejo) de cuerpos más sutiles. Diferentes tipos de vibración que expresan los distintos niveles de la existencia. Pero todos conectados y estructurados siguiendo una dinámica fractal.
Así que tenemos un lado visible, básico, limitado y denso, que sirve de soporte y vehículo al lado invisible, espiritual, sutil e ilimitado.
Incluso los cuerpos sutiles tienen diferentes planos de acuerdo a su vibración. Por ej: el plano emocional, es el menos sutil y el más cercano a la vibración física. Las emociones impactan directamente en los órganos y su funcionamiento (ver: la química de las emociones).
Hay una conciencia básica, instintiva, adaptativa que es menos sutil que la conciencia superior que genera ideales, proyectos, creatividad y conecta con las demás conciencias. Son diferentes aspectos o cualidades de la única conciencia. De la misma forma que hay una conciencia fundamental del universo o protoconciencia y conciencia individual, organismos concientes de si mismos, de su individualidad.
Pero en realidad hay una sola conciencia, un solo cuerpo.
La ilusión es percibir solo un aspecto de las cosas.
Entonces, ¿Cuáles son los límites reales de nuestro ser? ¿De donde viene esta respiración? ¿A dónde va? ¿Cuál es el origen de este pensamiento que modelará toda una realidad física? ¿Por que si con mi pensamiento puedo viajar en el tiempo y el espacio, con mi cuerpo físico no llego muy lejos?
La causa de buena parte de los sufrimientos en los seres humanos es la identificación con lo que muere, con la parte perecedera de la existencia y el desconocimiento del lado eterno e ilimitado.
Esto es debido a la ignorancia o no aceptación de su verdadera naturaleza.
De manera que solo interactuamos con los niveles físicos y materiales más básicos, y nuestros deseos y necesidades se corresponden con estos niveles elementales. La realidad que se experimenta es en consecuencia más limitada, estrecha y condicionada.
El puente que une el mundo material y visible con el mundo inmaterial e invisible, es la respiración.
La respiración es energía, es materia y es conciencia.
Cuando inspiras el universo entra en vos, cuando exhalas entras en el universo. Pero en esencia no hay límites, las diferencias corresponden a distintos grados de manifestación o de movimientos de la conciencia.
El universo es uno y cada uno es el universo viviendo una experiencia individual transitoria.
Conviene no olvidar esto. No hay manera de estar fuera del universo. Cada uno es su universo, comunicando con otros múltiples universos, dentro de otro universo. De manera que no estamos solos ni perdidos y mucho menos aislados.
Mediante la práctica de una respiración correcta podemos calmar la mente y armonizar las emociones.
La respiración modifica el medio interno fisiológico. Favorece la homeostasis y la purificación de los sistemas y tejidos del cuerpo.
Con la respiración nutrimos el cuerpo de energía.
Para la medicina china, la respiración es el chi (energía) del cielo. Los pulmones son los gobernadores de la energía, la absorben, la promueven, la hacen circular.
La respiración aporta oxígeno y elimina dióxido de carbono, influye en el pH de la sangre y de los tejidos. Si la ventilación pulmonar es insuficiente el medio interno se vuelve más ácido, se capta menos O2, se acumula CO2 y se modifica la química cerebral.
Todo lo que respira tiene conciencia. La célula es el ejemplo más fundamental. Es la menor unidad biológica con conciencia.
Es un cuerpo de energía, porque se trata de energía viva, consciente, por eso es "vital"
Somos energía
Esta energía en el cuerpo físico circula de manera ordenada, siguiendo canales virtuales interconectados entre si y con todos los órganos y tejidos del cuerpo.
sistema de canales y puntos de energía |
La energía vital (chi o ki), que en nuestro ser toma forma individual, es la misma energía que existe en todo el universo y nos conecta con todo.
Esta energía se puede cultivar, desarrollar, armonizar, podes aprender a moverla y a acumularla en los órganos y centros de energía. Esto no solo es fuente de salud y longevidad, sino también de despertar y de expansión de la conciencia.
Es evidente que hace falta una práctica regular. Una disciplina. Entrenarse. No es como hacer aerobic, pero el aprendizaje y la repetición son indispensables.
El chi kung (o qi gong), el taichichuan, el yoga y las artes marciales favorecen el cultivo de la energía.
La práctica de zazen equilibra y expande el cuerpo de energía. Cuando la postura sentada es estable e inmóvil, la energía puede circular libremente y optimiza su consumo, o sea, se reduce.
Cuando el chi es fuerte y circula libremente mejora la capacidad de adaptación al medio y a las circunstancias.
Energía y materia se transforman entre si. Representan dos aspectos de una única realidad. A más energía más sustancia, mayor nutrición y generación. Los órganos internos se fortalecen. Los procesos fisiológicos se revitalizan. Aumenta la resistencia a las enfermedades.
“En el cultivo de la energía vital se debe eliminar todo aquello que consuma energía inútilmente en nuestra vida”
Por ejemplo: Emociones parásitas (miedo, tristeza, preocupación, ira), relaciones tóxicas, exceso de pensamientos, de ambiciones, de trabajo, de deudas…
Para poder ir más allá de los condicionamientos que tenemos instalados, hace falta un plus de energía que nos permita romper la inercia de los hábitos y la forma de pensar instalada.
A priori es difícil ya que las redes neuronales se encuentran fortalecidas por la repetición cotidiana (pensamientos, acciones) y sus conexiones ya están establecidas. Entonces siempre se genera la misma realidad.
Pero la conexión es dinámica. El cerebro se puede reconfigurar, a esta capacidad se le llama neuroplasticidad.
Cuando se crean otras conexiones neuronales (sinapsis), la realidad cambia. Para reconfigurar la red de neuronas hay que modificar la información que se procesa. Esto que se logra cambiando los hábitos, la manera de pensar, aprendiendo, estudiando y experimentando, es decir aportando nueva y mejor información. Practicando meditación en silencio.
El conocimiento de si mismo no tiene nada que ver con una moda, o con un fenómeno cultural o social, no es algo que te de fama, prestigio o riquezas, o garantía de una vida larga, etc. Es el único movimiento que vale para comenzar a ser reales y dejar de vagar como fantasmas.
Para penetrar en nuestra verdadera naturaleza necesitamos energía. La salud y la felicidad dependen de esta energía. Incluso nuestra actitud ante la vida.
Cultivar la energía significa: permitir que circule y se exprese naturalmente en el cuerpo físico y en nuestras acciones y pensamientos.
El pensamiento mueve la energía, la energía condensa la materia, la materia se vuelve energía, además nutre y sirve de vehículo al espíritu. Los tres son una misma cosa.
El cultivo de la energía (que es acción y movimiento), implica también desarrollar la no acción (en chino: wu wei).
La no acción es el no pensamiento, es el silencio, es la inmovilidad.
El secreto consiste en encontrar el no movimiento en el seno del movimiento y la calma en medio de la agitación. La calma así obtenida permitirá que el chi fluya libremente y se expanda el cuerpo de energía.
Cultivar tu energía significa volverte íntimo contigo mismo, clarificar tu mente, abrir tu corazón y no maltratar tu cuerpo. Encontrar el equilibrio en tu vida.
Es simple, el primer paso es la fe y la confianza en ti mismo.
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