jueves, 18 de febrero de 2010

Nuestro cuerpo inteligente


El cuerpo humano ha evolucionado a lo largo de millones de años desarrollando una inteligencia extraordinaria.

No solamente evolucionó individualmente, lo ha hecho en armonía y equilibrio con el entorno. Un ejemplo lo constituye el mundo vegetal, las plantas y los humanos evolucionamos en forma paralela (no podría ser de otra forma).

Actualmente muchas personas en distintas áreas de la ciencia hablan de la Biosfera, que considera a la Tierra como un organismo vivo; obviamente, si está vivo tiene conciencia y respira.
Volviendo al cuerpo humano, esta inteligencia refleja la sabiduría del universo.

Cada célula contiene la información resultante de la evolución misma del universo. Por eso su vibración y su funcionamiento no están separados de los ciclos, los cambios y de la conciencia misma de la naturaleza.

La ciencia, y la medicina moderna, como expresión del pensamiento científico, siguiendo el método y la concepción experimental y “objetiva”. podriamos decir: material, ha separado para su mejor estudio y clasificación, a las especies entre sí, a los seres humanos de su entorno, aisló sus células, sus órganos, los repartió en especialidades y la conciencia, como no puede ser seccionada ni observada en un microscopio o fotografiada en un tomógrafo, fue descartada.

De esta manera se desarrollaron especialidades, y especialistas, que solo contemplan una parte (aislada) de ese “todo” viviente y conciente que se encuentra interconectado con todo lo demás. Así por ejemplo surgió la farmacología química, que a su vez dio nacimiento a farmacias, laboratorios y empresas que producen y comercializan lo que la naturaleza realiza desde hace millones de años.
Nuestro cuerpo es una farmacia natural asombrosa, un laboratorio que trabaja sin descanso y desinteresadamente con sustancias recicladas y tecnología universal.

Es capaz de fabricar medicamentos tales como tranquilizantes, analgésicos, somníferos, antibióticos, inmunomoduladores, antihipertensivos, hormonas, etc. De una manera eficaz, exquisita, sin efectos adversos y en las dosis exactas según la necesidad.

Ahora estamos empezando a comprender el verdadero potencial de la fisiología humana, no solo en la medicina preventiva, la cual incluye hábitos de vida, alimentación y toda una serie de actitudes físicas y mentales que previenen la aparición de la enfermedad, sino también en el enorme poder curativo que posee el cuerpo.

Comenzamos a conocer el impacto de los pensamientos y las emociones en el cuerpo físico. Un cambio de mentalidad que considera que el cuerpo y la conciencia no están separados sino que son diferentes aspectos de una única realidad y que, obviamente, se influyen y se generan mutuamente.
El gran error de muchos médicos, es no tener en cuenta la inteligencia del cuerpo. Olvidan que ese organismo que representa el fruto de millones de años de exitosa evolución, sabe exactamente que hacer, si lo dejan y lo ayudan y permiten, no con técnicas invasivas, experimentales o cruentas, sino con respeto y conocimiento de su naturaleza, que pueda expresar todo su potencial curativo.

Al olvidar esto, creen, por vanidad o ignorancia, que es su “ciencia” la que cura. Y como se ve hoy en día, en la mayoría de los casos, apenas alcanza para mejorar un síntoma. Incluso en una cirugía, cuando se remueve el tumor, o la causa del trastorno, es el cuerpo el que cicatriza y el que restablece su normal funcionamiento.

Desde hace mucho tiempo se registran casos de curaciones “milagrosas” que la ciencia no puede explicar (de ahí lo de milagrosas). Personas con cáncer o con enfermedades degenerativas que un día se curan, y lo que tienen en común es que la mayoría dejaron sus tratamientos “convencionales”, ya sea químicos o quirúrgicos, y adoptaron un cambio de mentalidad y de hábitos, lo que favoreció precisamente para que el cuerpo pueda poner en marcha su capacidad de auto-curación.

Este conocimiento de nuestra verdadera naturaleza y de sus enormes posibilidades, nos conduce a un cambio de mentalidad y de actitud, dónde ya no nos podemos considerar aislados del resto, ni creer que lo que pensamos no influye en nuestro cuerpo ni en el entorno. Por el contrario, nos volvemos creadores y responsables de lo que pensamos, de lo que decimos y de lo que hacemos. Manteniendo la confianza en nuestra propia naturaleza, que no es diferente ni está aislada del resto del universo.

Universo puede parecernos una palabra muy grande, inalcanzable, relacionada con las estrellas, los planetas y el espacio exterior, pero nuestro cuerpo es un espejo del cuerpo del universo y nuestra conciencia es un espejo de la conciencia del universo.

Es muy bello, muy acogedor, somos en verdad afortunados.

La dificultad aparece cuando vivimos esta vida humana separada de todo lo demás, buscando en el exterior lo que siempre llevamos puesto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué cierto! Gracias por este maravilloso texto, he disfrutado mucho leyéndolo.