jueves, 28 de enero de 2010

El principio de incertidumbre



El principio de la incertidumbre se basa en el desapego.

Es la sabiduría de la incertidumbre la que permite liberarnos del pasado, de lo conocido, de la prisión de todos los viejos condicionamientos.
Y en nuestro deseo de ir hacia lo desconocido, al campo de todas las posibilidades, podemos entregarnos con confianza a la mente creativa, a nuestra ser esencial, que desde siempre ejecuta la danza del universo.

¿Que significa el desapego?: Significa que para adquirir cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella. Esto no implica renunciar a la intención de cumplir nuestro deseo. No hace falta renunciar ni a la intención ni al deseo; renunciamos al interés por el resultado.
La energía que se desprende de este acto es enorme.

Podemos seguir concentrados en nuestra intención, pero libres del resultado, es la mejor forma de conseguir lo que deseamos.
Y la base de esto es la confianza incuestionable en el poder del verdadero yo.
El apego, en cambio, refleja temor e inseguridad, y la necesidad de sentir seguridad surge del desconocimiento del verdadero yo, de la verdadera esencia del ser.

Y en realidad no existe nada fuera de este "yo".

La fuente de la abundancia o de cualquier cosa en el mundo físico es el auténtico yo; es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad. Todo lo demás es un símbolo o fenómenos surgidos de esta conciencia: los objetos, el auto, mi casa, el dinero, la tarjeta de crédito, ropa, viajes, etc..
Los símbolos son transitorios, impermanentes; llegan y se van. Buscarlos y conformarnos con estos es como creer que teniendo el mapa ya llegamos a destino. Es algo que produce insatisfacción, confusión, ansiedad y acaba por hacernos sentir vacíos y huecos por dentro, porque cambiamos el yo por los símbolos del yo. Un proverbio Zen dice: "obtener la raíz no es atrapar las ramas".
El apego es producto de la ignorancia, del desconocimiento de sí mismo. Nos vuelve esclavos, mendigos. Quejándonos siempre de nuestra infelicidad, o nuestra falta de recursos, proyectando miedo y falta de confianza.

El desapego por el resultado es sinónimo de abundancia, porque con él viene la libertad para crear, para dar, para aprender, para recibir.
Sólo cuando nos desprendemos de lo que estamos “agarrados” podemos tener libertad y felicidad.
Entonces, todo lo que necesitamos aparece espontáneamente y sin esfuerzo.

Sin este sentimiento de desapego somos prisioneros de las falsas necesidades, de los intereses triviales, corriendo a izquierda y derecha detrás de cualquier cosa que consideramos fundamental, agitando el espíritu y llevándolo a una dimensión mundana, carenciada, características distintivas de una existencia mediocre y una mentalidad estrecha.

Pero no hay que confundirse con la terminología. No se trata de volverse indiferentes, sin emociones ni sentimientos ni ideales ni proyectos de vida. Eso es absurdo. Y además enferma. Es mas bien una mentalidad, una manera de ver la vida y los problemas y desafíos que esta nos presenta.

Despertar a la verdadera conciencia es saber, es comprender con la totalidad de nuestra existencia que podemos ser todo lo que deseamos cada vez que lo deseamos y podemos tener todo lo que necesitamos, con un mínimo de esfuerzo.

Para afianzarnos en esta experiencia es necesario realizar la sabiduría de la incertidumbre.

En la incertidumbre se encuentra la llave para la creatividad.

La mayoría busca constantemente seguridad, y con el tiempo muchos descubren que esa búsqueda es en realidad algo efímero. Hasta el apego al dinero es una señal de inseguridad. Algunos dicen, “Ah! Si tuviera mucho dinero, sería tan feliz, ya no tendría problemas” pero luego ves a la gente que tiene dinero y en el fondo tampoco son felices y además también tienen problemas.

Quienes buscan la seguridad la persiguen durante toda la vida sin encontrarla jamás. La seguridad es evasiva y efímera porque no puede depender exclusivamente del dinero, de una ilusión, de una pareja o de un arma. El apego al dinero siempre creará inseguridad, no importa cuánto dinero se tenga. De hecho, algunas de las personas que más dinero tienen son las más inseguras.

La búsqueda de la seguridad es una ilusión.

¿Cómo hacer entonces para sentirse seguro?

La respuesta la encontramos en la sabiduría contenida en el principio de la incertidumbre.
Esto significa que la búsqueda de seguridad y de certeza es en realidad un apego a lo conocido. ¿Y qué es lo conocido? Lo conocido es el pasado. Lo conocido no es otra cosa que la prisión del condicionamiento anterior. Allí no hay evolución ni cambio. Y cuando no hay cambio ni evolución, aparecen el estancamiento, el desorden, el caos y el sufrimiento.

La incertidumbre, por otra parte, es el suelo fértil de la creatividad pura y de la libertad.

La incertidumbre es penetrar en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre fresco, siempre nuevo, siempre abierto a la creación de nuevas manifestaciones.
Sin la incertidumbre y sin lo desconocido, la vida es sólo una mera repetición de recuerdos gastados. Nos convertimos en víctimas del pasado, proyectando siempre el mismo film. día tras día, año tras año, podrá cambiar un poco el decorado y quizás algunos actores pero la trama es siempre la misma, y el final previsible.

No hay que tener miedo de adentrarse en lo desconocido, es la puerta que da acceso al campo infinito de todas las posibilidades.

La sabiduría de la incertidumbre, aporta el coraje y el desapego necesarios para cambiar nuestros viejos hábitos, la “programación” conocida.

Un recipiente que está siempre lleno nunca podrá llenarse de algo nuevo, y su contenido terminará por pudrirse. A menos que se vacíe con frecuencia y permita ser llenado de algo fresco nuevamente.
Esto aportará emoción, sorpresa, misterio en nuestra vida; experimentaremos la alegría de vivir: la magia, y el regocijo de nuestro propio espíritu.

Cada día podemos estar abiertos a lo que puede ocurrir en el campo de todas las posibilidades. Si nos sentimos inseguros, no es el camino correcto. No hay que darse por vencido. Un proverbio dice: 7 veces me caigo 8 me levanto.
Esta es una enseñanza de verdad.

El principio de la incertidumbre no implica dejar todo al azar, o “no me importa nada”, es mas bien una mentalidad, flexible y creativa, que se adapta siempre a lo nuevo sin rechazar ni juzgar de antemano.
En realidad no necesitamos tener una idea rígida y completa de lo que haremos en el futuro, porque si tenemos una idea establecida de lo que ha de suceder y nos aferramos rígidamente a ella, dejaremos afuera un enorme abanico de posibilidades.

Una de las características del campo de todas las posibilidades es la interdependencia infinita. Este campo puede orquestar una infinidad de sucesos espacio-temporales con el fin de producir el resultado esperado, inconcientemente.
Pero cuando hay inseguridad y apego, la intención queda atrapada en una forma de pensar rígida y se pierden la fluidez, la creatividad y la espontaneidad inherentes al campo de todas las posibilidades.

Cuando nos aferramos a algo, congelamos nuestro deseo, lo alejamos de esa fluidez y esa flexibilidad infinitas y lo encerramos dentro de un rígido marco que consideramos “seguro” pero que en realidad nos hace perder gran cantidad de oportunidades y además obstaculiza la creatividad.
Esto no implica no tener la intención de avanzar en una determinada dirección, es importante tener objetivos. Sin embargo, para llegar a un determinado punto puede haber muchos caminos y si nos cerramos en nuestras “certidumbres” quizás estemos yendo por el sendero más difícil y tal vez no lleguemos a destino nunca.

La incertidumbre nos permite cambiar de dirección, si es necesario, en cualquier momento; encontrar atajos, otros caminos, nuevos paisajes, nuevos ideales, nuevos puntos de vista.

En términos biológicos nos volvemos más aptos, mejor adaptados al medio y con mayores oportunidades de evolucionar.
Así los problemas de nuestra vida se vuelven desafíos, posibilidades. Se puede estar atento y relajado al mismo tiempo.

Podemos hacer lo que hacemos por el solo hecho de hacerlo bien, lo mejor posible, incluso por los demás, sin depender del resultado, porque sabemos, íntimamente, que actuando de esta manera nunca nos vamos a equivocar.
Lo que denominamos comúnmente "buena suerte" no es otra cosa que la oportunidad que cae en un terreno ya preparado.
Aunque cueste creerlo, somos una ola surgida del océano universal de infinitas posibilidades y no hay manera de estar fuera de él.

Así que mejor flotar, nadar, y disfrutar de la experiencia, que es única.

2 comentarios:

jose angel dijo...

Hola Mariano,

esta mañana al salir de mi casa rumbo a la oficina encontre mi auto golpeado por otro vehiculo, un golpe menor el cual me van a pagar...

sin embargo, esta vez a diferencia de otras ocasiones, no me resulto doloroso el incidente, como si ahora distinguiera entre lo valioso, -las personas- y lo efimero -los autos-, me asegure que nadie estuviera lastimado y se arreglo todo sencillamente,

analizando el incidente, me doy cuenta que mi auto ha recibido muchos golpes de personas distraidas, y quiero armarme una respuesta, que hay lecciones que tengo que aprender, el desapego, que yo mismo tal vez atraigo los accidentes, etc.

como sea, ahora enfrenté un evento de la vida observando la realidad, y no espero que me dejen de pasar cosas malas en la vida.

Este incidente lo encontre muy relacionado con tu actual post, el cual me parece muy claro y enriquecedor, te alabo por eso.

un abrazo

Seiki Giacobone dijo...

Mis deseos de salud y felicidad para ti Jose Angel
Mariano