lunes, 18 de noviembre de 2013

Errores fundamentales de la ciencia 1


Las dos ilusiones fundamentales del ser humano son acerca del universo en el que vive y acerca de si mismo.

La ciencia se encuentra en un callejón sin salida. Esto no es nuevo, pero la crisis se viene agravando a la velocidad con la que avanza la tecnología y el consumo.

Este conflicto de la ciencia va a llevar, al igual que en el pasado, a un cambio de paradigma científico. De hecho esto ya viene ocurriendo, solo que se manifiesta en diferentes niveles y tiempos.

La diferencia con los tiempos pasados es que en la actualidad la ciencia y la tecnología, o sea ciencia y negocios, van de la mano, y aunque el peso de la evidencia en contra de un montón de modelos y puntos teóricos es abrumador, hay muchos intereses en juego y “dogmas” que la ciencia dominante se resiste a cambiar.


Esta afirmación parece increíble en esta era de nanotecnología y viajes al espacio, generada por la "realidad virtual" de los ordenadores y los “avances” de la ciencia aplicada a la tecnología.

Sin embargo, la ciencia se ha ido separando cada vez más del ser humano y de los principios fundamentales de la naturaleza.
Hoy en día, la estructura de la ciencia moderna se basa aún en teorías obsoletas y erróneas sobre la gravedad, el magnetismo, la estructura del átomo, y en las matemáticas de imaginarias partículas y energía descritas por la teoría cuántica, que nadie puede explicar y mucho menos demostrar.

En el mundo de las partículas subatómicas todo es borroso e impreciso. El Principio de indeterminación de Heisenberg  afirma que no se puede determinar, en términos de la física cuántica, simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertos pares de variables físicas como son, por ejemplo, la posición y el momento lineal (o sea la cantidad de movimiento) de un objeto dado.

En el nivel microscópico de la realidad,  cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimiento lineal y, por tanto, su velocidad. Este principio fue enunciado por Werner Heisenberg en 1925.
El principio de indeterminación no tiene un análogo en el mundo macroscópico y define una de las diferencias fundamentales entre la física clásica y la física cuántica.

En el macro nivel de los objetos visibles, de acuerdo a las leyes de la física todo está determinado, causa y efecto demostrados, independientemente del observador, ya sea una galaxia, una bala de cañón o un pedazo de cristal.

Pero en el mundo de las partículas subatómicas esto no es para nada así. De acuerdo a la mecánica cuántica las cosas no son algo concreto sino más bien representan posibilidades, según su nivel de energía y otras variables. El estado de una partícula depende de la mirada del observador. Las cosas desaparecen con la misma facilidad con las que aparecieron y además en otra parte.

Lo que es determinado y predecible en el nivel físico ordinario se vuelve caótico e impredecible en el nivel fundamental de la materia.

Esta discordancia antinatural entre ambos modelos, que finalmente no explica ni demuestra nada, es pasada por alto y parece conformar a una buena parte de la comunidad científica y a la mayoría de los espectadores.

"Lo que observamos no es la naturaleza en sí, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de investigación." 
De vez en cuando, los científicos más sinceros admiten que no entienden fenómenos tan elementales como la masa, la gravedad, el electromagnetismo, los rayos, los agujeros negros e incluso el Sol.
Así que no es sorprendente que los planetas, estrellas, galaxias y otros objetos del espacio profundo que se están descubriendo "no deberían existir", además, según la versión académica, la mayor parte del universo visible parece ser una vasta masa en expansión, controlada por unas fuerzas misteriosas que decidieron llamar "materia oscura y energía oscura", a falta de un mejor nombre y con la necesidad de que cierren sus cálculos.

Cada día descubren nuevas partículas subatómicas, cuya existencia es tan efímera que las llaman “partículas virtuales”. Cada vez hay más partículas que no explican nada y solo sirven para justificar millonarias inversiones y premios para sus descubridores. Aunque si a cada uno de ellos le preguntas de que están hechas las partículas y de donde salen, te responderán con palabras y fórmulas embrolladas.
Seguramente si le preguntas a un niño de que están hechas las cosas, su respuesta será más clara y verdadera.


La mayoría de las veces para que cierren sus inexactas ecuaciones, los físicos inventan constantes o matemáticas hipercomplejas, que solo pueden entender unos pocos.
Pero siguen sin comprender la dinámica del universo y mucho menos su esencia.

En su papel como sistema de creencias dominante que tiene la ciencia “académica” actual, ahora se enfrenta a contradicciones sorprendentes con más frecuencia de lo que pueden ser ajustados sus dogmas intocables.

Y debido a que aún hay misterios fundamentales sin resolver, los premios Nobel son otorgados por descubrimientos de la física puramente imaginarios, o por las investigaciones de una biología basada todavía en las obsoletas y tendenciosas ideas de Darwin, o de medicina por descubrimientos que favorecen a la industria farmacológica pero no a la salud y bienestar del ser humano, o el premio de la paz al presidente del país más guerrero y violento del planeta.


Parece una burla o una maniobra a gran escala para mantener a la gente sometida en la ignorancia y el sufrimiento.



El carácter extraño, agresivo y contaminante de esta forma de ciencia antinatural, es el indicador de que estamos en un punto de inflexión nunca antes visto.

He aquí una breve descripción sobre los errores y malentendidos de la ciencia.


Acerca del Creador




El error principal de la ciencia consiste en excluir al Creador de su creación, ya que a partir de aquí han surgido todos los demás conceptos erróneos acerca de la luz, la energía, la gravedad, el electromagnetismo, la estructura del átomo y la materia.

"El primer sorbo de la copa de las ciencias naturales te convertirá en un ateo, pero en el fondo del vaso, Dios está esperando por ti".
Si los científicos supieran y aceptaran lo que es la luz en realidad, una nueva civilización surgiría solo de este simple hecho.

El error se basa en considerar a la luz como una partícula o una onda que viaja a la velocidad constante de 300.000 km/seg.
Cuando tiene forma de corpúsculo le llaman fotón, una partícula que no tiene masa y transmite información y energía. A pesar de esta evidencia, jamás la consideran transportadora de conciencia e inteligencia.

Para la ciencia la luz es un fenómeno físico y no una expresión de la conciencia.

La luz no viaja, de hecho, ni se mueve.  En esencia es unidad, una sola cosa, indivisa. Lo que se registra es simplemente el movimiento de su reflejo. Determinadas frecuencias que puede gestionar el cerebro, solo una ínfima parte, pero aún con esto, nos alcanza para crear un universo muy complejo de sonidos, colores y formas en movimiento y además tratamos de describirlo.

A medida que el ser humano evoluciona esta descripción va cambiando, pero sigue siendo lenguaje conceptual y por lo tanto limitado y condicionado. 

La ciencia experimental se basa en la información aportada por los órganos de los sentidos, y estos solo pueden captar lo que se mueve en un estrecho rango. Además, está la interpretación que hace el observadorla cual depende de múltiples factores entrelazados (educación, grado de comprensión, experiencias, el estado psicofísico, el medio, etc).

Todo muy relativo y tendencioso.


Únicamente consideran el aspecto visible o comprobable de la luz, su manifestación, es decir, su reflejo en movimiento, dejando de lado a su opuesto complementario, su compañera indispensable: la oscuridad.

La luz incandescente de los soles y la fría oscuridad del espacio son las dos contrapartes de la misma cosa. Ambas intercambian sus condiciones alternativamente. Una se convierte en la otra. A causa de esto hay movimiento y percepción, y se puede crear una realidad. Pero en esencia no tiene solidez, es solo movimiento, luz polarizada buscando su equilibrio.
Y si bien la luz es la luz y la oscuridad es la oscuridad, no podemos considerar la una sin la otra.



La ciencia excluye de sus descripciones al Creador debido a la creencia que ni dios ni la conciencia pueden ser demostrados en un laboratorio mediante la metodología científica.
Sin comprender que no existe la realidad objetiva, sin sujeto no hay realidad, sin conciencia no hay percepción. Cada experiencia consciente es la conciencia experimentándose a si misma.

La luz inmóvil que comúnmente llamamos magnetismo, es de hecho la luz invisible y viva con la cual el Creador controla su universo holográfico de reflejos en movimiento. No se trata de una fuerza separada, no existe nada separado en el universo. Solo hay una conciencia, solo una luz. 

El magnetismo representa el deseo de volver al reposo y a la unidad, luego de haber roto el equilibrio y separado las cargas o polos para producir movimiento y expresar así una idea. Solo la electricidad efectúa el trabajo. El magnetismo es  como el timón de un barco, no interviene en el movimiento pero si en la dirección de este. Es un control pasivo.

Esta luz quieta es equilibrio, es el espíritu, es la mente del Creador. El movimiento de la mente genera el movimiento de la luz, el movimiento luego buscará naturalmente el reposo y así en un ciclo sin fin.

Solo si aceptamos que somos parte de algo superior y que vivimos en un universo que es consciente y por lo tanto viviente, podremos abrirnos a esta verdad fundamental, que es nuestra verdadera naturaleza.

Se gastan cifras astronómicas en tratar de descubrir vida en otras partes del universo y no comprenden que el universo mismo es un ser vivo, sino, como se justifica nuestra presencia en él, a menos que consideremos que aparecimos por casualidad o por azar (triste destino el nuestro entonces…y el del Creador también).

Para la mayoría de las personas es difícil asimilar un hecho tan simple y tan natural, a causa de estar condicionados a percibir un universo material, de partes separadas, inhóspito y hostil, que se mueve en una sola dirección, como un mecanismo de relojería, regido por leyes inmutables, ¿y Dios?, anda por ahí.


Continúa...

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