lunes, 11 de abril de 2011

Partículas inteligentes


Como se ve en el post anterior, el cerebro es capaz de producir sus propias sustancias alucinógenas, narcóticas o analgésicas con determinados propósitos, pero la variedad es enorme. El cerebro es una verdadera fábrica de químicos. En realidad es más bien como un sofisticado sistema biológico de comunicación.


Los neurotransmisores son mensajeros químicos que hacen mucho más fluida la interacción entre la mente y el cuerpo. Transportan información de una neurona a otra. Conectan los diferentes planos del ser: la mente y el cuerpo (y obviamente el sistema energético).


Las posibilidades de un neurotransmisor son muchas. Esta sustancia es capaz de estimular o inhibir rápida o lentamente (desde milésimas de segundo hasta horas o días), puede liberarse hacia la sangre (en lugar de hacia otra neurona, glándula o músculo) para actuar sobre varias células y a distancia del sitio de liberación (como una hormona), puede permitir, facilitar o antagonizar los efectos de otros neurotransmisores. O también puede activar otras sustancias del interior de la célula, (estos son los llamados segundos mensajeros), para producir efectos biológicos (por ejemplo:. activar enzimas como las fosforilasas o las cinasas).


Por esta amplitud de posibilidades también se utilizan términos como el de neuromodulador, neurorregulador, neurohormona o neuromediador.

Aunque el uso de términos diferentes puede ayudar a definir acciones y contextos de comunicación intercelular, aquí utilizaremos el de neurotransmisor, pues hablamos simplemente de intercambio de información, de transmisión de señales, de uniones funcionales entre células.


Esto está ampliamente investigado desde hace años por la ciencia. Lo que hasta ahora estaba faltando en la descripción, era un ingrediente fundamental: la inteligencia (o sea la conciencia). Detrás de cada molécula, de cada partícula hay información, conciencia. Esta mente, o inteligencia propia del cuerpo (visto que mente y cuerpo son la mismo), es la que mueve, coordina y dirige. Sabe que hacer, como y cuando, para adaptarse, sobrevivir y evolucionar., ¿y como lo sabe?

Si todas las células pueden funcionar como una gran orquesta, ¿Quién dirige la orquesta?.


Está claro que sin una estructura física, no es posible ni viable, queda en lo abstracto. El espíritu necesita materializarse para experimentar. El que dirige es el espíritu.

Y una orquesta, además de un director, necesita de músicos e instrumentos. Aquí es donde aparecen los neurotransmisores, materializando un efecto deseado o pensado previamente por la misma conciencia o inteligencia del cuerpo, de acuerdo a sus necesidades y requerimientos.


El sustrato de la materia es energía e información.

Pero incluso antes que esto está la conciencia misma del universo, la inteligencia fundamental que impregna y anima todo.


La mente, cualquiera sea su definición, es no material, sin embargo la unidad con estas moléculas es tan íntima, que no podría proyectarse ni manifestarse en el cuerpo sin utilizar estas sustancias químicas.

Pero estas sustancias químicas no son la mente, ¿o si?


Cuando observamos que mente y cuerpo no son diferentes, que comparten la misma esencia y el mismo origen, entonces, podemos asumir que los neurotransmisores son la mente. Cada partícula es inteligente. El pensamiento es la actividad de la mente. Como sabemos un pensamiento es energía e información. La energía y la materia son lo mismo. La energía se materializa y la materia se transforma en energía (E=MC²).


Los pensamientos se materializan


La materia, es decir el mundo físico que conocemos, esta hecho de pensamientos.

Un eminente neurólogo inglés y premio Nobel, sir John Eccles, lo resumía así: “Si uno quiere ser testigo de una verdadera experiencia de psicoquinesis, basta con admirar las hazañas de la mente sobre la materia en el interior del cerebro. No deja de ser sorprendente el que para cada pensamiento la mente consiga mover átomos de hidrógeno, oxígeno, carbono y otras partículas de las células cerebrales. Como la mente insustancial y la materia gris del cerebro, tan diferentes una de la otra, interactúan entre sí es un misterio”.


El misterio del poder de la mente sobre la materia no tiene explicación para muchos científicos porque parten de modelos equivocados. Hay quienes prefieren seguir indagando en estructuras químicas más y más complejas, operando en niveles de fisiología cada vez más sutiles, o como los físicos de partículas, que construyen aceleradores cada vez mas gigantes para fragmentar la materia en pedacitos cada vez mas pequeños tratando de encontrar la última verdad y resumirla en una ecuación.

Pero la verdad es escurridiza e inatrapable, porque para encontrar la esencia de la materia no hay que buscar en la materia si no en el espíritu.


Otra cosa que podemos asumir es que nuestro cuerpo físico fue diseñado con inteligencia como un elemento constitutivo, ya viene así de fábrica.

La inteligencia a la que hago referencia es una actividad emergente del mar de potencialidad infinita. Es algo implícito en la creación, en la naturaleza.


Se dice que la célula es la menor unidad biológica con conciencia, ya que sabe nutrirse, protegerse, reproducirse, sabe lo que necesita y lo que le hace mal y sobretodo: sabe lo que tiene que hacer.

Pero, ¿Cómo aprendió? ¿Es que hay una inteligencia detrás de la inteligencia?

La respuesta es que el espíritu, la conciencia, lo impregna todo.


Hay una sola conciencia


En esencia somos uno con todo, somos diferentes manifestaciones de la misma conciencia. En el nivel esencial solo existe la no separación, es decir, la no diferenciación.


Ya vimos que la mente utiliza el lenguaje químico para que el cuerpo ejecute sus órdenes, y el maestro de la química en el cuerpo es el ADN.

Incluso la molécula de ADN esta compuesto por partículas más pequeñas unidas químicamente. Podemos también aceptar que el ADN, con sus miles de millones de bytes de información, y un complejo código genético, es una molécula inteligente, por lo menos más inteligente que la sencilla molécula del azúcar, por ejemplo.

Es difícil de imaginar que en el azúcar haya algún tipo de inteligencia. Pero al fin y al cabo el ADN esta compuesto por cadenas de azucares (desoxirribosa), bases nitrogenadas, (simplemente nitrógeno e hidrógeno) y otros componentes sencillos. Si estos no son inteligentes, ¿Cómo hace el ADN para volverse listo solo con unir unos con otros?


Siguiendo este razonamiento ¿porque no serían inteligentes los átomos de nitrógeno o de carbono que forman el azúcar, o el hidrógeno, que esta en todas partes?

Quizás lo sean.


Si nuestro cuerpo tiene una conciencia, una inteligencia fundamental, ¿porque no sus componentes?, y los componentes de los componentes y así hasta el infinito.


Empezamos a intuir y comprender el verdadero poder de la mente y a comprobar por medios científicos, antiguas enseñanzas espirituales: "La mente organiza la materia, le da forma, a su vez, la materia contiene a la mente y le permite expresarse".

Pero en esencia son lo mismo: vacuidad.


Veremos que esta vía química de comunicación, altamente sofisticada y eficaz, no solo esta limitada al sistema nervioso, también el sistema inmunitario tiene una comunicación intima con la mente.

Otro dato: el incesante diálogo interno no pasa desapercibido. Cada célula del cuerpo lo escucha, en especial, los linfocitos y otros componentes del sistema de defensa se ven afectados.

Las creencias generan una determinada química que afecta directamente a cada célula del cuerpo. Lo que creemos impacta profundamente en la organización de la materia, es decir, en el cuerpo físico y por lo tanto en la realidad que se genera.


Por eso hay que estar atentos a lo que se piensa y saber parar el motor. Desarrollar la atención es fundamental. Para esto la práctica de la meditación –zazen-, es la clave.

Si vamos a mantener la radio interna prendida, hay que saber que además de consumir recursos, la escucha todo el universo.



2 comentarios:

Julián dijo...

muy bueno, creo también que el psicoanálisis ayuda a poner afuera de nuestra cabeza la radio repetitiva y ayuda a generar nuevos discursos...

una pregunta aparte: qué opinás de la lectura de carta astral y afines?

Seiki Giacobone dijo...

Depende quien haga la carta y la interprete.
Conozco personas muy buenas y de alta dimensión que hacen excelentes trabajos. Asi que depende, y también depende del que realiza la consulta.
Es una cuestión de conocimientos y estado de conciencia.
Saludos
Mariano