martes, 18 de mayo de 2010

La conciencia y la vida


Según la enciclopedia, conciencia (o consciencia) es el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno.

Podríamos definirla también como el rasgo esencial que integra a un organismo en una totalidad y le permite funcionar como un individuo. Esto es común a todas las formas de vida, pero en los seres humanos evolucionó incluyendo a la mente y a las emociones.

La conciencia actúa uniendo diferentes elementos para que formen una totalidad unificada.

Esto es válido desde un organismo unicelular como la Ameba hasta organismos multicelulares complejos como el Homo sapiens.

En nuestro caso, cada célula del cuerpo tiene conciencia, es una unidad fisiológica con respiración y conciencia, pero hay algo que nos define como individuos y es la sumatoria de todas las conciencias de nuestras células en una sola conciencia.

Lo interesante es que si queremos rastrear el origen de esta conciencia es muy difícil, los científicos especulan, pero no pueden demostralo cientificamente. Cuando y donde se origina esta conciencia individual, es un misterio.

Si observamos con más detalles nos daremos cuenta de que esta conciencia individual es en realidad parte de una conciencia más grande, que une ya no células si no individuos. Esto es lo que algunos llaman “conciencias conectadas” o "cerebros conectados". Jung, a su manera, lo definió como “inconciente colectivo”. En fin, son categorías y conceptos que tratan de definir algo indefinible e intangible.

Si seguimos alejándonos (como observadores), veremos que a su vez esta conciencia colectiva es parte de una conciencia todavía más grande, que une a todos los seres vivos de esta tierra, podríamos decir "la conciencia misma de la Tierra". La Tierra considerada como un organismo.

Y si continuamos nuestro viaje, ya notaremos que esta conciencia a su vez es parte de otra aún mayor, que une planetas y galaxias, es la conciencia misma del universo, que no es diferente de las demás conciencias, de hecho es la misma. Una sola conciencia. Solo que con diferentes funciones.

La conciencia humana, nos permite diferenciarnos, conocer, aprender, experimentar y crear. Esa esa su función.
La conciencia crea una distinción clara entre el ser y el no-ser. Es el centro que reúne a todos los componentes. Sin conciencia no hay existencia.

La vida apareció en la naturaleza, como un aspecto de esta, un desequilibrio, producto del incesante movimiento de fuerzas cósmicas, alternando vida y muerte, aparición y desaparición, existencia y no-existencia, etc.
La vida se fue desarrollando y evolucionando, y esta conciencia que cada organismo tiene de si mismo, también lo fue haciendo. Así fueron apareciendo sobre la tierra organismos capaces de adaptarse a los cambios gracias a la modificación de sus conductas.

Esta es una diferencia grande con el instinto, ya que este, si bien corresponde a un rasgo innato y unificador de la conciencia, solo funciona para asegurar la supervivencia de la especie como totalidad en un entorno dado y bajo condiciones específicas. Esto se ve en muchos animales e insectos, que cuando se introduce algún cambio inesperado en su medio, pierden el instinto y la capacidad de adaptación.

En los seres humanos, el desarrollo de la mente conciente llegó a tal punto que prevaleció sobre la conciencia instintiva.
De esta forma, fue posible trasformar el entorno y crear cosas que nunca habían existido antes. Con el lenguaje, la socialización y le especialización en el trabajo, surgió la cultura, con sus diferentes manifestaciones y la civilización.
Sin embargo, la mente a medida que se fue desarrollando se alejó proporcionalmente de la esencia de la vida.

Las creaciones del hombre: la ciencia, la tecnología, los objetos, la excesiva especialización, lo fueron alejando de sí mismo y de su fuente natural.
De manera que lo que en un principio era una función de la conciencia, que permitía a ese organismo poder ir más allá de sus límites, experimentar y conocerse, se volvió un límite en si mismo, una especie de trampa.
El ser humano moderno quedó aprisionado en esta mente conciente, separado del resto, aislado, olvidando su origen e incluso su verdadera naturaleza.

Pero el significado de una parte separada solo cobra relevancia cuando se percibe como una parte de la totalidad. Nuestra individualidad solo es interesante en función de la totalidad, como parte de algo más grande, de algo que la incluye.
Percibiendo esto, la individualidad, lo que conocemos como “ego” o personalidad, o como se quiera llamar, se vuelve flexible, sus límites se expanden, se funden con el entorno con más facilidad y con la misma facilidad puede reconocerse e integrarse de nuevo.

Desde un punto de vista neurofisiológico, el lenguaje, el pensamiento lógico y conceptual, la forma de percibir la realidad por partes y de forma abstracta, es atributo del hemisferio cerebral izquierdo.

Debido a esta especialización, a esta forma de pensar, en la civilización moderna se ha desarrollado en exceso en detrimento del hemisferio derecho, que es silencioso e intuitivo y percibe con más facilidad la totalidad y el espacio.

Así se ha ido estableciendo una condición de desequilibrio.

Por esto para poder trascender los límites y contradicciones de la mente individual, hay que favorecer el equilibrio entre ambos hemisferios cerebrales, dejar reposar la actividad del neocórtex y permitir con el silencio y la calma mental el acceso a zonas profundas del cerebro, ligadas a la vida inconciente y primitiva.

Es la vuelta a la fuente, a las raíces, a la auténtica naturaleza.

No se trata de acumular objetos o conocimientos ni salir a buscar afuera lo que uno cree que es. Ni tampoco retroceder en la escala evolutiva,
Con la energía suficiente y la información precisa podemos llegar muy lejos.

Somos el trazo de unión entre la realidad cuántica del mundo subatómico y la enormidad infinita del cosmos, y lo que conecta esta realidad visible con la invisible y microscópica, el puente entre estos dos mundos, es la respiración.
Para armonizar la actividad cerebral lo mejor es la respiración.
Los pensamientos y la respiración están íntimamente ligados, y estos a su vez con la postura del cuerpo.

Cuando la mente está en calma, la respiración baja su frecuencia y se hace más profunda.

Cuando la respiración es tranquila, el flujo de pensamientos disminuye, el córtex reposa y se activan otras áreas más antiguas del cerebro relacionadas con el inconciente.

Las ondas cerebrales se hacen mas ordenadas y de menor frecuencia, pasando de Beta, desordenadas, de mayor frecuencia y menor amplitud (13 a 28 hz) a Alfa (7,5 a 13 Hz) y durante la meditación, cuando los hemisferios se equilibran, ondas Theta (3,5 a 7,5 Hz) o mas raramente (sueño profundo o meditadores experimentados) ondas Delta (0,2 a 3,5 Hz). Hz=Herzio (oscilaciones/segundo)

Por eso zazen es el método directo y seguro, para trascender la pequeña individualidad y armonizarnos con nuestra esencia universal. De manera natural e inconciente.

La conciencia individual se funde con la conciencia del universo.

Más allá del pensamiento ordinario, pensamiento absoluto, verdadera pureza.

Es la vuelta a la condición normal del cuerpo y del espíritu.

El retorno al origen, al mar de potencialidad infinita que nos nutre de energía e información.

4 comentarios:

jose angel dijo...

Muy bella explicación Mariano,simple y profunda. Gracias.

Seiki Giacobone dijo...

A ti
un abrazo

José Ramón dijo...

Mariano excelente Blog.

Un Cordial Saludo desde Creatividad e imaginación fotos de José Ramón

Seiki Giacobone dijo...

Gracias Jose Ramón
Un abrazo