jueves, 13 de septiembre de 2012

No somos todos iguales


Aunque suene raro, incluso en estos tiempos donde todo se globaliza, tendiendo a etiquetar y a uniformar a las personas, la verdad es que no eres los demás.

Un maestro zen decía: “yo no soy los otros”.

Actualmente Internet y los medios de comunicación promueven que la gente se conozca, forme grupos, redes sociales o “comunidades virtuales”, y compartan información, imágenes retocadas, comentarios superficiales y otras banalidades. Es obvio que es más fácil manipular la mente, el gusto y las tendencias de la masa de gente si todos piensan igual y se mueven como un rebaño
“Iguálate a los demás” “Haz causa común” “Se uno más de la inmensa comunidad virtual de usuarios y consumidores”…etc… 

Un estudio reciente acerca de la comunidad virtual de adolescentes llamada Habbo, revela que los jóvenes que pertenecen a una comunidad on-line se identifican con los miembros de esa comunidad casi tanto como con sus propias familias.
Los investigadores llegaron a la conclusión que estos grupos virtuales están reemplazando a los grupos tradicionales de compañeros o a los amigos del barrio, que tienden a ser cada vez más raros en algunas sociedades modernas. Los amigos reales de carne y hueso son reemplazados por imágenes virtuales, y cada vez más jóvenes se identifican con esa realidad.


En un mundo cada vez más globalizado, dominado por el poder financiero, los bancos y las empresas; la educación, la ciencia y la cultura se van transformando para servir a estos intereses.

No importa cuan marginados seas ni que tan mal te vaya, igual puedes ser parte de la “comunidad virtual” y acceder a todos los “beneficios” que obtienen los que siguen las instrucciones al pié de la letra y compran todo (no solo objetos) lo que se les ofrece y pueden. 


El mito de la cultura dice que somos todos iguales. La iglesia dice: “Todos somos iguales a los ojos de Dios” “Dios nos creo a todos iguales”, bla, bla, bla. Curiosamente no es Dios el que dice esto, además ya conocemos el tratamiento que las religiones mayoritarias, como el cristianismo o el islamismo, han dado (y dan) a los que no piensan igual, llámense herejes o infieles.

En la actualidad, bajo una fachada de felicidad y oportunidades compartidas se esconde (no demasiado) la mentira y la exclusión social. Debajo de esta aparente conexión global y comunicación entre las personas, existe una gran indiferencia y aislamiento por parte de la mayoría. 

En solo unos minutos, puedes enterarte de lo que pasa en el mundo, chatear con tus “amigos” virtuales, navegar un mar de información tendenciosa, acumular datos inútiles y formatear tu mente para que se ajuste a una realidad artificial, ajena a ti y a tus necesidades reales
Quizás al final termines comprando algo nuevo, o consumas algo de espiritualidad virtual, como lo hacen los otros. 

¿Acaso no somos todos iguales? ¿No es verdad?

Pues no.

Lo cierto es que no eres igual ni siquiera a ti mismo a través de los días. No eres igual al de ayer, ni al de la semana pasada y mucho menos al de hace unos años, y mañana tampoco serás como el de hoy. 
No eres igual a nadie
Tu vida es única e irrepetible. 
Esto es una verdad.

Tu cuerpo cambia, se transforma, tu ser biológico sigue los ritmos cósmicos, al sol, la luna, las estaciones.

Es natural, estamos hechos de la misma sustancia que el universo, con los mismos materiales, la misma esencia, la misma energía e información, la misma conciencia.

Sin embargo, la cultura y la educación, las adicciones, las presiones del medio y la necesidad de triunfar (o por lo menos no fracasar), hacen que la enorme mayoría concentre sus energías y afanes en conseguir lo que en realidad no necesitan y olvidan buscar en su interior.

De esta manera, la referencia son siempre los demás, los acontecimientos externos o el brillo de los objetos, y por eso nos perdemos en el reflejo de las cosas.

El ser social se ve fortalecido y el ser interior, es decir, el verdadero ser, la esencia de nuestra existencia, nuestro ser biológico y cósmico, permanece dormido, anestesiado, apretujado y finalmente atrofiado y aunque pugne por emerger y expresarse, rápidamente es reprimido, generalmente de forma inconsciente. 

Es obvio, todo lo que sea propio y original, debe ser descartado o acondicionado para que encaje en la “realidad cotidiana”. 


Está cada vez más claro que esta forma de vida artificial genera individuos adictos, ansiosos e inseguros con tendencia al estrés, trastornos nerviosos y de personalidad, ataques de pánico, diabetes, obesidad, cardiopatías, hipertensión arterial, colon irritable, anorexia y bulimia, baja resistencia a las enfermedades, etc. (la lista es cada vez más larga). 

Muchos son tratados así desde la más tierna infancia por el medio social, la escuela, la familia, la religión, los grupos de pertenencia. “Pertenece a nuestra comunidad” “Parécete a los demás, es más seguro”, este es el slogan que domina la vida moderna

Es el momento de aclarar que la información no es mala ni buena. Cualquier señal puede marcarnos un camino o mostrarnos otras posibilidades, es uno mismo el que decide que hacer con ella. 

Aprender. Conocerse a si mismo. esto es algo de verdadero valor y que influye de manera positiva en el medio. Los campos morfogenéticos se nutren de esta información y responden dándole forma a tu realidad.
Si vemos a la información como un alimento, que en definitiva es así, entonces hay que saber nutrirse, masticar, digerir y luego eliminar lo que no nos sirve (que es más del 80 %), conservando lo esencial, lo que nos nutre, que entonces pasa a ser propio, parte de tu ser. Ya ha sido convenientemente filtrado y purificado y luego será reciclado siguiendo el movimiento eterno y la transformación de todas las cosas. 
Este cúmulo de experiencias alimenta la conciencia universal.


La cultura de la imagen

Otro punto importante para triunfar hoy en día es lucir bien. Más te asemejes al modelo estándar, más posibilidades de éxito social tendrás y mantendrás lejos el tan temido “rechazo” o el fracaso y también la no aceptación de los demás. 



La cultura globalizada uniforma y simplifica
Promueve la cultura de la imagen porque así es más fácil mantener el estado de ilusión
Todo el mundo tiene que parecerse y ajustarse al modelo y muchos acceden aunque a costo de su propia salud y felicidad.

El maestro zen Tosan escribió en el año 800:
“Cuando te miras en un espejo, 
forma y reflejo están frente a frente,
tu no eres el reflejo, pero el reflejo es tu” 


Es como decir: “Eso que se ve es mi reflejo pero yo no soy solo eso. 


Cuando solo observas el reflejo de las cosas o de las personas, lo esencial te pasa de lado. No te das cuenta. Es como seguir un espejismo o una ilusión.
Además nuestra imagen también es modelada por la observación de los otros. 


Como un holograma, te da la sensación de algo real, pero es ilusorio.

Pero, ¿por qué parecerse a los demás sería mejor que ser uno mismo?

Date cuenta que si te identificas con cualquier grupo o “comunidad”, estás traicionando todo aquello que te hace interesante y único.

La cultura tiende a igualar y a homogeneizar, pero tienes que saber que si te alineas con esto pierdes inevitablemente tu sagrada individualidad y tu singular punto de vista. 

Por otra parte la ciencia y la espiritualidad de consumo te llenan de conceptos abstractos y la religión hace su parte con categorías estrechas, dogmáticas y tendenciosas.

Lo que tienes que hacer es volver a la realidad de tu cuerpo, de tu mente, de tu propia vida y tirar a la basura todo lo que no te sirve en tu camino. 
Despierta a tu verdadera dimensión.
Te estás transformando, aunque quizás no lo percibas.

Tu experiencia es única
No es necesario esforzarse por parecerse a nadie o pertenecer a ningún grupo, ya pertenecemos a la gran familia de seres vivos y somos conciencia infinita. Estamos conectados con todo lo que nos rodea, incluso sin que seamos conscientes.

Nuestro cuerpo es el cuerpo del universo. Nuestra mente es la mente de dios, de buda.


Somos esencialmente libres y este es nuestro auténtico tesoro, no es necesario ni ocultarlo ni mostrarlo, brilla por si solo.

Cuando comprendemos esto, nuestra individualidad no choca más con la de los otros, al contrario, nuestras experiencias enriquecen el medio y el medio a su vez nos sustenta, nos nutre y así la vida se vuelve más expansiva y creativa.

Si percibes la esencia de tu existencia, el egoísmo se cancela y el miedo desaparece.

Cuando realizas tu propio y verdadero ser, brillas natural y espontáneamente y puedes reflejar todas las formas sin quedarte con ninguna.

Es lo que se llama: “Asumir sin identificarse” y también “brillar con luz propia”.

El espíritu libre es expansivo y fluye sin trabas ni restricciones, adaptándose a las circunstancias, transformándose y transformando todo a su paso. Esta es nuestra verdadera naturaleza y nuestro auténtico poder.

El genio y la creatividad nacen del individuo, no del grupo. Es el grupo el que se beneficia de la genialidad y de la generosidad del individuo.

De esta forma puedes comunicar con todas las existencias libremente, de manera "real" y la influencia de tus pensamientos y acciones seguramente será una gran ayuda para todos.

Naturalmente.



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