lunes, 1 de junio de 2009

Metáfora sobre la conciencia


La conciencia universal es como el océano.
Una masa indiferenciada y fluida, llena de potencial creador, de donde surgen ondulaciones y olas.

Podemos considerar a la ola como una existencia individual, sin embargo es obvio que la ola es el océano y el océano es la ola. En esencia son lo mismo.
Incluso la ola al romper contra las rocas llena el espacio con múltiples gotitas de agua, que nos dan la apariencia de individualidad por un corto período de tiempo para luego ser tragadas por el océano de donde salieron, de hecho, son el océano mismo.

A su vez, el agua se evapora, cambia de estado y se transforma en nubes.

Se pierde aparentemente la unidad original, está escondida detrás de una verdadera transformación.

Con algunos conocimientos básicos de física sabemos que la nube es vapor de agua y luego de otra transformación, volverá a su estado original y ahora, como lluvia, retornará a la fuente de donde surgió.

¿Y cuando el agua se convierte en un copo de nieve? Entonces toma por un tiempo una forma sólida y particular, bella y única. Pero sigue siendo agua, solo que ahora, diferenciada, nos brinda la apariencia de una entidad estructurada sin conexión alguna con su fuente creadora.

Para reunirse con el océano, el copo de nieve deberá abandonar su efímera forma individual y toda su estructura se fundirá mostrando su naturaleza real. Sufrirá en cierta manera, una muerte de su individualidad para poder volver a su origen.

Las olas, las nubes y el copo de nieve son diferentes manifestaciones del mismo océano, y aunque hayan transformado su estado fundamental por un corto momento, nunca dejaron de ser agua y de estar conectadas con el océano.

Si solo consideramos la individualidad corremos el riesgo de quedar atrapados en sus límites y no ver el resto, incluso podemos llegar a creer que esta -individualidad-existe por sí misma, separada del resto.

Nuestra conciencia individual es como el copo de nieve.

Cuando unicamente observamos la forma, o el fenómeno; la esencia permanece oculta, oscurecida.

Pero si ampliamos la mirada y vemos "más allá" de la forma; la esencia, es decir, lo real, lo auténtico, lo verdadero, se manifiesta de forma natural y espontánea y ya no hay verdadera separación entre ambas.

Realizar esto profundamente, con la totalidad del ser; no solo cura y equilibra, sino que además es fuente de luz.

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