Apoptosis |
En los procesos metabólicos, las células intercambian moléculas con el medio, obteniendo información de este.
Son señales fisicoquímicas. A estas señales, se las denomina Señales de pervivencia, y son las responsables de mantener a la unidad biológica en un estado óptimo.
En las comunicaciones celulares, estas señales están encaminadas a informar a la población celular cuando el medio es propicio o cuando no lo es.
Son señales fisicoquímicas. A estas señales, se las denomina Señales de pervivencia, y son las responsables de mantener a la unidad biológica en un estado óptimo.
En las comunicaciones celulares, estas señales están encaminadas a informar a la población celular cuando el medio es propicio o cuando no lo es.
En la imagen se observa una célula apoptósica en un hígado sano.
Entonces este conjunto de estímulos bioquímicos y eléctricos que una célula organizada recibe en el transcurso de su vida, le permitirán cooperar en la dinámica del organismo al que pertenece.
En el proceso natural de vida de una célula, una de las múltiples causas por las cuales se deteriora son los procesos de metabolización del oxígeno, siendo la mitocondria el orgánulo celular afectado en dicho proceso por ser el responsable del metabolismo celular.
Cuando suceden errores dentro de ese proceso, la mitocondria debe de iniciar el trabajo desde el principio, con la desventaja de que ha de realizarlo dentro del mismo ciclo metabólico. Cuando los errores superan la capacidad de la propia célula para asumir esos fallos, comienza a producir tóxicos, eliminándolos por las vías secretoras.
Ciertas células del sistema inmunitario, los linfocitos B y linfocitos T, son sofisticados agentes de la respuesta defensiva del organismo frente a infecciones así como células propias que hayan adquirido o desarrollado algún tipo de malignidad.
Para llevar a cabo su trabajo, estos glóbulos blancos deben tener la habilidad de discriminar lo propio de lo extraño y lo sano de lo enfermo, gracias a la especialidad de sus receptores. De hecho, los linfocitos T pueden ser activados por fragmentos de proteínas expresadas inapropiadamente (derivadas, por ejemplo, de una mutación maligna) o por antígenos extraños producidos como consecuencia de una infección intracelular.
Después de activarse estos linfocitos tienen la capacidad de migrar, proliferar y reconocer las células afectadas, induciendo una respuesta de muerte celular programada, pues la célula ya no está en linea ni sincronizada con el resto de sus compañeras, siendo un peligro potencial para las vecinas.
Cuando una célula se halla dañada y no tiene posibilidades de ser reparada, cuando ha sido infectada por un virus, o cuando las condiciones del medio no son favorables, se produce la muerte celular programada, denominada "apoptosis".
Este programa genético produce la muerte de la célula de manera controlada.
La "decisión" de iniciar la apoptosis puede provenir de la célula misma, del tejido circundante o de una reacción proveniente del sistema inmune, como ya vimos.
Entonces este conjunto de estímulos bioquímicos y eléctricos que una célula organizada recibe en el transcurso de su vida, le permitirán cooperar en la dinámica del organismo al que pertenece.
En el proceso natural de vida de una célula, una de las múltiples causas por las cuales se deteriora son los procesos de metabolización del oxígeno, siendo la mitocondria el orgánulo celular afectado en dicho proceso por ser el responsable del metabolismo celular.
Cuando suceden errores dentro de ese proceso, la mitocondria debe de iniciar el trabajo desde el principio, con la desventaja de que ha de realizarlo dentro del mismo ciclo metabólico. Cuando los errores superan la capacidad de la propia célula para asumir esos fallos, comienza a producir tóxicos, eliminándolos por las vías secretoras.
Ciertas células del sistema inmunitario, los linfocitos B y linfocitos T, son sofisticados agentes de la respuesta defensiva del organismo frente a infecciones así como células propias que hayan adquirido o desarrollado algún tipo de malignidad.
Para llevar a cabo su trabajo, estos glóbulos blancos deben tener la habilidad de discriminar lo propio de lo extraño y lo sano de lo enfermo, gracias a la especialidad de sus receptores. De hecho, los linfocitos T pueden ser activados por fragmentos de proteínas expresadas inapropiadamente (derivadas, por ejemplo, de una mutación maligna) o por antígenos extraños producidos como consecuencia de una infección intracelular.
Después de activarse estos linfocitos tienen la capacidad de migrar, proliferar y reconocer las células afectadas, induciendo una respuesta de muerte celular programada, pues la célula ya no está en linea ni sincronizada con el resto de sus compañeras, siendo un peligro potencial para las vecinas.
Cuando una célula se halla dañada y no tiene posibilidades de ser reparada, cuando ha sido infectada por un virus, o cuando las condiciones del medio no son favorables, se produce la muerte celular programada, denominada "apoptosis".
Este programa genético produce la muerte de la célula de manera controlada.
La "decisión" de iniciar la apoptosis puede provenir de la célula misma, del tejido circundante o de una reacción proveniente del sistema inmune, como ya vimos.
La apoptosis es un fenómeno biológico fundamental, permanente, dinámico e interactivo.
Existen mecanismos a favor y contra la apoptosis que están regulados genéticamente.
Como función necesaria para evitar la sobreproducción celular se sospechaba de su existencia, pero es un proceso ordenado y "silencioso" que no produce reacción inflamatoria por parte de los tejidos y por ello es difícil de captar.
Cuando la capacidad de una célula para realizar la apoptosis se encuentra dañada (por ejemplo, debido a una mutación), o si el inicio de la apoptosis ha sido bloqueado (por un virus), la célula dañada puede continuar dividiéndose sin mayor restricción, resultando en un tumor que puede ser de tipo canceroso si por su naturaleza sale de control.
Las células más viejas cuentan con mitocondrias más dañadas, por lo que la capacidad de aportar energía se ve disminuida, si a eso le agregamos las condiciones del medio, el resultado es evidente: Las más viejas son las que menos se alimentan en un medio pobre o deficiente. A su vez, la ralentización de los ciclos metabólicos descompensa otras funciones celulares, por lo que para mantener la función (y obviamente la vida) la célula es reemplazada y su contenido reciclado.
El cuerpo físico elimina lo que ya no le sirve y se queda con lo que necesita para preservar sus funciones y por supuesto la vida. Lo interesante es que esta capacidad de "autoequilibrio" se extiende también a los planos más sutiles de la existencia, es decir al plano de las emociones y los pensamientos. En este nivel espiritual, cada emoción, cada pensamiento, pueden considerarse como células y por lo tanto ser removidos, reemplazados y reciclados cuando salen de control y provocan sufrimiento y confusión, o sea, cuando ya no son más necesarios. Tenemos esa capacidad. Es cuestión de confiar en nuestro cuerpo, en nuestras células, la naturaleza las dotó de mecanismos sofisticados durante millones de años para poder adaptarnos a los cambios y evolucionar.
Cuando la capacidad de una célula para realizar la apoptosis se encuentra dañada (por ejemplo, debido a una mutación), o si el inicio de la apoptosis ha sido bloqueado (por un virus), la célula dañada puede continuar dividiéndose sin mayor restricción, resultando en un tumor que puede ser de tipo canceroso si por su naturaleza sale de control.
Las células más viejas cuentan con mitocondrias más dañadas, por lo que la capacidad de aportar energía se ve disminuida, si a eso le agregamos las condiciones del medio, el resultado es evidente: Las más viejas son las que menos se alimentan en un medio pobre o deficiente. A su vez, la ralentización de los ciclos metabólicos descompensa otras funciones celulares, por lo que para mantener la función (y obviamente la vida) la célula es reemplazada y su contenido reciclado.
El cuerpo físico elimina lo que ya no le sirve y se queda con lo que necesita para preservar sus funciones y por supuesto la vida. Lo interesante es que esta capacidad de "autoequilibrio" se extiende también a los planos más sutiles de la existencia, es decir al plano de las emociones y los pensamientos. En este nivel espiritual, cada emoción, cada pensamiento, pueden considerarse como células y por lo tanto ser removidos, reemplazados y reciclados cuando salen de control y provocan sufrimiento y confusión, o sea, cuando ya no son más necesarios. Tenemos esa capacidad. Es cuestión de confiar en nuestro cuerpo, en nuestras células, la naturaleza las dotó de mecanismos sofisticados durante millones de años para poder adaptarnos a los cambios y evolucionar.
La vida y la muerte en términos biológicos son dos aspectos inseparables y complementarios. La muerte y el cambio existen para favorecer la vida y dar paso a lo nuevo, sino...se imaginan?!
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