Si todo el cerebro cuenta con unas 100.000 millones de neuronas y vemos la cantidad de conexiones o sinapsis que puede establecer una sola neurona, el promedio de sinapsis existente en un cerebro humano es un número tan grande que deja de tener significado en la escala humana.
Las neuronas son un tipo de células del sistema nervioso cuya principal característica es la excitabilidad de su membrana plasmática. Están especializadas en la recepción de estímulos y la conducción del impulso nervioso en forma de potencial de acción, que es un tipo de descarga eléctrica que viaja a través de la membrana celular, lo que hace que sea una vía de transmisión de información entre las células, en este caso entre neuronas o con otros tipos celulares, como por ejemplo fibras musculares, glándulas, etc.
Básicamente, un potencial de acción es un cambio muy rápido en la polaridad de la membrana de negativo a positivo y vuelta a negativo, en un ciclo que dura unos milisegundos. Altamente diferenciadas, la mayoría de las neuronas una vez alcanzada su madurez no se dividen; aunque una minoría si pueden hacerlo. Las neuronas tienen una forma característica adecuada a su función: un soma o cuerpo celular, también llamado pericarion ; una o varias prolongaciones cortas que generalmente transmiten impulsos hacia el cuerpo celular, denominadas dendritas; y una prolongación larga, denominada axón o «cilindroeje», que conduce los impulsos desde el soma o cuerpo hacia otra neurona o hacia otro órgano o un músculo.
Las funciones complejas del sistema nervioso son consecuencia de la interacción entre redes de neuronas, y no el resultado de las características específicas de cada neurona individual.
La neuroplasticidad es la posibilidad que tiene el cerebro para adaptarse a los cambios y funcionar de otro modo modificando las conexiones entre las neuronas. Esto genera cambios en la estructura y en el funcionamiento del cerebro.
La neuroplasticidad positiva crea y amplia las redes, la negativa elimina aquellas que no se utilizan.
Por el mismo principio que gobierna la electricidad estática que existe entre un bolígrafo de plástico y un trozo de papel, si el bolígrafo no repone su carga estática en un tiempo adecuado, el papel tenderá a alejarse del bolígrafo por la propia dinámica del medio. La proximidad entre dendritas y axones depende de la frecuencia con la que la sinapsis se realice. Mayor cantidad de veces se activa la sinapsis mas fuerte y duradera es la conexión.
Las sinapsis que forman las dendritas y los axones no tienen una programación genética predeterminada, de hecho, el nivel de expresión de un gen dado puede estar determinado por las particularidades de la experiencia. La disposición genética predispone ciertas tendencias a la interconexión. Se puede decir que la genética nos predispone para adaptarnos a la dinámica determinista del medio.
Lo innato y lo adquirido
Los genes son responsables del 10 % de las redes, pero el 90% se forma por las experiencias y los conocimientos adquiridos. Los lóbulos frontales son lo último que se forma en el cerebro y completan su maduración a los 21 años, con la mayoría de edad. La forma de ver y actuar en el mundo, los planes y proyectos, el desarrollo personal, dependen de su funcionamiento.
Los lóbulos frontales son los pilares de la neuromodelación consciente, nos dan la posibilidad de planear el destino, como una vía de escape al condicionamiento que imponen los genes. Permiten seguir o cambiar lo que ya no se desea o remodelar la configuración de las conexiones creando nuevas redes que generan una nueva actividad para que los proyectos puedan concretarse exitosamente. Esto es único en la naturaleza, hasta donde sabemos un perro no lo puede hacer, tampoco un ave ni siquiera nuestro primo genético, el chimpancé, con el cual compartimos mas del 99% de los genes. Solo los seres humanos tenemos esta capacidad.
Reformatear el cerebro
El cerebro se modela de acuerdo a la actividad que se realice y a los requerimientos e incluso a la forma de pensar.
La Universidad de Londres efectuó unos estudios en el año 2000 comprobando que los taxistas londinenses tenían el hipocampo, la región del cerebro que regula la memoria espacial, más desarrollado que el resto de la población.
En 2002 comprobaron en Alemania que los músicos tenían más desarrollada la circunvolución de Heschl, pequeña área ubicada en el lóbulo temporal relacionada con la proyección auditiva primaria. En el año 2004, en la Universidad de Chicago se verificó lo mismo en personas bilingües.
La conclusión es que la actividad crea neuronas. Los ejercicios físicos preservan la salud corporal, los cognitivos preservan la salud mental.
El proceso de aprendizaje equilibra las funciones cerebrales ya que hay muchas estructuras y zonas del cerebro involucradas: los órganos de los sentidos (vista, oído, tacto, etc.), la memoria, las emociones y el sistema límbico, la actividad motora del cuerpo, consciente e inconsciente, todas son reguladas por el sistema nervioso central y sus múltiples conexiones -vía médula espinal- con el sistema musculoesquelético (locomotor).
También está la actividad de los hemisferios cerebrales. Cada uno juega un rol diferente y complementario en la percepción e integración de la información. El que aprende lo nuevo es el derecho y lo delega en el izquierdo que así adquiere la capacidad para reconocer, expresarse, elaborar conceptos, etc.
Usamos más el hemisferio izquierdo que automatiza las respuestas adquiridas y genera una realidad secuencial 3D y un tiempo lineal, como un film, mediante una actividad mental limitada por la lógica, los conceptos y la palabra, es lo que llamamos realidad ordinaria.
Si por rutina o comodidad dejamos de investigar y aprender el cerebro comienza a perder conexiones que no se utilizan y envejece, es decir, se detiene la marcha de la neuroplasticidad.
La edad no es un impedimento, el progreso es cotidiano.
Desarrollo no es lo que tenemos sino que hacemos con lo que tenemos.
Si decidimos parar, el cerebro se estanca y a la larga sus células comienzan a degenerar.
Hay que aprender a pensar. Al igual que el cuerpo necesita alimentos, el cerebro necesita alimentarse además con nuevos programas, nueva información, nuevas conexiones.
Una conexión (sinapsis) representa una zona de actividad metabólica, así que cuanto mayor sea su número, mayor actividad habrá, mayor consumo de oxígeno y nutrientes con lo cual aumentará la irrigación sanguínea de esa zona (+ sangre, + células, + energía) y por lo tanto aumentará la regeneración celular.
La gimnasia mental crea neuroplasticidad si relaciona conocimiento, imaginación y actividad.
“En épocas de crisis la imaginación es más importante que el conocimiento” (A. Einstein)
Para lograr optimizar el funcionamiento cerebral hay que mantener y desarrollar sus capacidades: memoria, inteligencia, imaginación, concentración y observación, la expresión artística (música, pintura, artes marciales, idiomas).
El cerebro busca aprender y descubrir, necesita programas, su naturaleza es la percepción, la conducción, el procesamiento y la integración de la información recibida, (esto lo podemos constatar viendo el tipo de tejido que lo constituye y de que forma esta diseñado).
La neurona es una célula altamente especializada en conducir y almacenar información, estableciendo conexiones o suprimiéndolas según su necesidad.
Como ya se ve, podemos participar del proceso de programación aprovechando la capacidad de neuroplasticidad, instalando mediante el aprendizaje y la repetición programas útiles para nuestra vida y eliminando los que ya no nos sirven más (viejos reflejos, adicciones físicas y mentales, puntos de vista erróneos, emociones parásitas, mal funcionamiento celular)
Los programas pueden ser referidos a la salud física, mental, a la conducta y a la personalidad, vida emocional, proyectos, aprendizaje de nuevas técnicas y habilidades, etc. Lo que uno necesite para funcionar mejor y mantenerse en buena salud.
Es lo que se dice: “reprogramarse”. Una actividad fundamental, sobretodo tratándose de uno mismo.
1 comentario:
Excelente!!!
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