domingo, 27 de diciembre de 2020
jueves, 17 de diciembre de 2020
viernes, 4 de septiembre de 2020
¿Cómo crear un espacio mental?
Dr. Mariano Giacobone
Como ya sabes, hay tres preguntas fundamentales que uno debe hacerse para aclarar la mente, enfocar el espíritu y dirigir nuestras acciones: Porqué?, Para qué? y Cómo?
Porqué? Es una pregunta que refiere al pasado, tratando de averiguar la causa de un efecto presente o de acontecimientos que tienden a repetirse.
Para qué? Aclara el futuro y permite corregir acciones, ¿para qué hago esto o aquello? Para qué me sirve…? Etc.
Cómo? Es la más fundamental, ya que nos remite al presente, permite que apliquemos la mente y la energía en algo preciso, da enfoque y calidad a lo que se hace ¿cómo usar la mente? ¿cómo hacer tal cosa? ¿cómo mejorar mi salud? ¿¿Cómo puedo obtener éxito? Etc, etc.
Volviendo al tema principal, ¿Cómo crear un espacio mental?
Un espacio mental es un lugar (o lugares) en tu mente que creas con tu imaginación y al cual puedes ir cada vez que quieras y lo necesites. Es un lugar de sosiego, de regeneración, de aprendizaje y también de protección. Por supuesto estos son ejemplos orientativos, cada uno le da la cualidad que desee.
Como no es un espacio físico es completamente maleable y creativo es un lugar que existe en otras dimensiones del espíritu.
No es un espacio físico y por lo tanto es atemporal, sin embargo afecta y modela el mundo físico y la realidad espacio-tiempo que uno experimenta.
Y esto es así, porque la mente (y la conciencia del observador) crea la realidad y define la existencia.
Así que este espacio mental pertenece más al mundo de los sueños que a la realidad sustancial que uno experimenta a diario, pero recuerda que incluso el mundo físico y la materia son creaciones de la conciencia y lo que hagas y experimentes con tu mente, es decir, la imagen que generes con tu mente, se reflejará creando una realidad física.
Obviamente intervienen las emociones, que junto con los pensamientos generan sentimientos, y todo esto motiva un movimiento de información y energía que impacta indefectiblemente en el mundo físico.
De manera que lo primero es imaginar. La imaginación es la clave por que el cerebro trabaja con imágenes. Su actividad es holográfica. De acuerdo a la intensidad, la frecuencia, la cantidad de información y al ángulo de la luz, creará una imagen 3D determinada que será el molde o patrón para crear la realidad física.
Se sabe que el ADN es un proyector holográfico. (ver más)
Sabemos que la conciencia es información y que la información se transporta por la luz (fotones), y la conciencia se mueve y de acuerdo a este movimiento genera energía. Por eso la luz es información y energía, La conciencia es luz. Los pensamientos son luz (ya que transportan información y energía)
Einstein ganó el premio Nobel en 1905 por la formulación teórica del efecto fotoeléctrico, que explica como la luz puede desprender electrones de un material, generando energía que puede ser transformada en un efecto físico. Por ejemplo, las puertas automáticas de los ascensores usan este efecto, los detectores de movimiento, el código de barras de los productos cuando se pasa el detector y marca el precio y muchos otros usos. Para más info (https://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_fotoel%C3%A9ctrico).
La idea no es llevar este relato al mundo científico, pero nos ayuda a comprender mejor el impacto de la conciencia sobre la materia.
Volviendo a nuestro espacio mental.
Escoge una imagen que te agrade, puede ser un lugar que hayas conocido, la naturaleza es muy abundante en imágenes agradables y creativas, puede ser un bosque, una playa o cualquier espacio donde te sientas a gusto. Incluso puedes partir de un recuerdo o una imagen en tu mente y regenerarla como mejor lo sientas.
Esta primera imagen servirá como molde sobre el cual irás agregando elementos a tu gusto, esto hará que la composición se vuelva más rica en información, más abundante y por lo tanto, más eficaz para nuestro propósito.
Lo siguiente es la memoria. Recuerda este espacio en tu mente, es necesaria la repetición, o sea, entrenarse, volver a este sitio cotidianamente hasta que se vuelva natural.
No es solo un espacio abstracto, está lleno de emociones, de sensaciones y percepciones, está construido con sentimiento. Puedes usar los sentidos, oler, tocar, oír, etc. Pero no olvides que es un lugar positivo y el cual debes mantener puro y protegido (de malas influencias, pensamientos negativos, etc.).
A este lugar en tu mente puede ir cuando quieras, incluso en sueños, a medida que te acostumbres lo harás inconscientemente. Los sueños son fuente de conocimiento y regeneración. La vida es un sueño. Un sueño dentro de otro sueño.
Así que utiliza este poder de tu espíritu. La luz de tu conciencia necesita un molde para plasmarse en el mundo físico. Cuando no haces nada, ella usa el molde predeterminado que se le impone. Esta es la razón por la que la mayoría de las personas vive el sueño de otros (s).
El espacio mental que creas es un sitio de poder. Desde aquí puedes recargarte de energía, sanar, conocer y proyectar información clara y precisa para crear la realidad que necesitas y obtener lo que quieras, para vos y por supuesto, para los que te rodean.
El último punto, y no menos importante, este espacio mental lo construyes con la energía del corazón y con las herramientas de la sabiduría y el conocimiento.
Voilá!, muy simple, A imaginar! Buen viaje!
domingo, 23 de agosto de 2020
Energía plus y minus
Todas las existencias, todas las cosas y todos los fenómenos del universo pueden ser considerados de acuerdo a su naturaleza fundamental. Reflexiona sobre esto: el mundo físico que percibimos con nuestros sentidos es la materialización momentánea de una fuerza invisible y sutil.
Como lo hemos visto antes, esta energía es la manifestación de otra fuerza que la genera y la controla. Esta fuerza espiritual, es la esencia del universo mismo y es la conciencia creadora, la inteligencia que está detrás de cada creación. Algunos la llaman dios, otros, conciencia o mente creadora. Por razones de comodidad la llamamos espíritu.
Cada creación contiene estos tres niveles básicos: materia, energía y espíritu, en diferentes proporciones de acuerdo a su naturaleza. En los seres animados es más fácil comprenderlo, pero en los inanimados nos cuesta considerar que contengan espíritu y energía. Sin embargo, incluso una simple roca es parte de la Tierra, que es un organismo vivo y consciente, que da vida y sustenta a todo lo que vive en ella.
La conciencia es información. El movimiento de la información genera energía. La energía es en esencia movimiento y transformación, que se materializa momentáneamente.
Y así como el espíritu (conciencia) llena todo el espacio y existe en todas partes, la energía es equivalente.
La información se mueve en el espacio como una onda y se materializa como partícula. Es una manera de describir el fenómeno, pero se trata de lo mismo. Es la famosa dualidad onda-partícula. Ondas de posibilidades y partículas de experiencia.
La interacción con la conciencia del observador provoca el colapso de las múltiples posibilidades en una determinada, es decir, particulariza la experiencia.
Te recuerdo que la energía del corazón genera un campo electromagnético que puede ser medido a varios metros de la persona, obviamente estas ondas van a interactuar con los campos de otras personas, generando interferencias, que de acuerdo a la calidad de las emociones, serán constructivas (positivas) o destructivas (negativas).
A esto le llamamos, energía plus (+) o energía minus (-).
La energía plus provoca que las ondas con las que interactúa se amplifiquen, se potencien. Generan un efecto armonizador (se suman las fases), traduciendo esto en una sensación de empatía, bienestar, alegría, calma, etc.
La energía minus produce el efecto contrario. Genera un desfase negativo o destructivo, que se traduce en desarmonía, malestar, incomodidad, negatividad, tristeza, depresión, etc.
Por ejemplo, en un grupo de personas se puede sentir la llegada de una energía plus, porque aumenta la alegría y la comunicación entre ellas, manifestando un sentimiento de empatía y tranquilidad. Hay relaciones humanas que generan un efecto positivo y otras que generan lo contrario.
Este es el caso de la energía minus. Personas con emociones negativas que proyectan (incluso inconscientemente) sus miedos, ira, frustración, celos, dudas y demás. Esto provoca un desfase y desarmonía en los que las rodean, provocando un mal sentimiento e incluso confusión y pérdida de energía (efecto anulador).
Este efecto, ya sea plus o minus, también se proyecta a la propia persona. Las emociones positivas, como el amor, la empatía, la alegría, entusiasmo, generosidad, coraje, sinceridad, etc., van a provocar un efecto estimulador, armonizador e incluso regenerador en el propio cuerpo y esta energía, obviamente, se proyectará en el espacio afectando a otros y determinando la realidad que se vive.
Lo mismo es válido para las emociones negativas. El miedo es contagioso, al igual que las dudas. La ira desarmoniza. La codicia vacía. La mentira confunde. Esta energía minus determina también la realidad que se vive.
En términos de salud es evidente el efecto de una y otra calidad de energía.
El cuerpo físico, al igual que todo cuerpo, es vibración. De manera que de acuerdo al tipo de energía que se genera vibrará en consonancia. Cada célula hace esa lectura y por ende cada sistema del cuerpo (inmunitario, nervioso, endocrino, reproductivo, etc).
Otro punto. Creamos la realidad y la realidad nos crea. Las ondas de energía e información se reflejan y retornan al foco emisor, como un eco. Las emociones y pensamientos positivos generan más emociones y pensamientos positivos (efecto Plus).
Cultiva tus emociones positivas. Desarrolla una manera de pensar amplia y clara. Fortalece y relaja tu cuerpo y alegra siempre a tu corazón. Esto en si mismo incrementará tu energía vital, generando un efecto plus.
Podemos llamarlo “poder personal”, ya que también es un logro de tu confianza, claridad y disciplina.
Protégete de energías adversas, no solo de personas con energía minus si no de otras formas negativas, incluso ambientales. Teniendo en cuenta que el miedo, la ira y la mentira nunca protegen, solo aumentan la confusión, la tensión y te hacen vulnerable y débil.
Tu espíritu es tu verdadero escudo. Cuanto más se expanda de manera positiva, más energía plus tendrás, tu vida se llenará de posibilidades y tu entorno se vera afectado positivamente.
domingo, 19 de julio de 2020
Las vacunas son peligrosas. Vaccines are dangerous
Dr. Mariano Giacobone
Las vacunas no son seguras Está
demostrada y documentada su elevada toxicidad y la gran cantidad de efectos
adversos que tienen, algunos muy graves e irreversibles, sobre todo en los
niños. Además, y no es un dato menor, ni siquiera está demostrada su eficacia.
Hay mucha controversia al respecto y demasiada desinformación. Muchos utilizan el argumento de que los efectos adversos, algunos muy graves e incluso letales, son mínimos con respecto al beneficio que aportan. Sin embargo este es un juego de palabras que esconde una falacia, ninguna sustancia tóxica con capacidad para enfermar puede fortalecer al organismo ni mucho menos curar, así no funciona la naturaleza, esto se trata solo de negocios y control.
Y como bien sabemos, las estadísticas son generalmente manipuladas y falseadas según conveniencia.
Vacunas que no están aprobadas, otras que son criticadas. La OMS y La Agencia Europea de Salud, tras la cantidad de casos reportados en todo el mundo, advierten de los peligros de la vacuna Johnson & Johnson contra el coronavirus. Guerra entre laboratorios, intereses comerciales, política ... ¿y la salud y el bienestar de las personas?
Que las difundan y las vendan y
luego sean obligatorias no es de extrañar, generan enormes ganancias a las
grandes Farmacéuticas, que son las que financian a los gobiernos e
instituciones (como la OMS), que las vuelven legales y se ocupan de inocularlas
a la población. Los medios y las redes sociales participan en este negocio, con
su mensaje repetitivo, tendencioso y falso.
Sepan que las vacunas son herramientas de control masivo y no puedes tener ninguna certeza de lo que inoculan en tu cuerpo. Ni del efecto que pueden hacer sobre tu salud, sobre tu ADN, sobre tu sistema inmunitario. El riesgo es demasiado grande como para entregar mansamente tu cuerpo a la mal llamada ciencia. ¿Y con los niños que pasa? Con su sistema tan vulnerable y en pleno desarrollo, pensamos que es inocuo inyectarles sustancias tóxicas, que en realidad los debilitan y algunos enferman gravemente.
Hay mejores maneras y más naturales de prevenir enfermedades y evitar contagios.
La salud se protege de manera
natural, porque es tu cuerpo el que elabora las defensas y te mantiene en vida.
Y para esto es suficiente con
alimentarse correctamente, hacer ejercicios adecuados para cada persona, tener emociones y pensamientos positivos, practicar
la solidaridad y estimular las ganas de vivir y progresar.
Está claro que una buena higiene de vida es fundamental.
Como médico estoy obligado a
informar para mejorar la salud.
Cuídense, pero no se abstengan
de vivir, hay que liberarse del miedo y de los mensajes confusos y fatalistas. No se dejen engañar ni abusar.
Arriba la vida. Salud Para
todos!
Vaccines are dangerous
domingo, 5 de julio de 2020
Como dirigir tu espíritu
Dr. Mariano Giacobone
En el post precedente vimos la importancia de tomar posesión del propio espíritu y aprender a dirigirlo para cualquier meta o propósito en la vida.
Pero, ¿Cómo realizarlo?
Lo primero que debes hacer es olvidar los conceptos y las ideas que tienes sobre las cosas y sobre ti mismo.
Desde el nacimiento somos condicionados a percibir y creer en el mundo físico, hecho de objetos materiales, de seres que funcionan por separado y de sucesos aislados. Nos cuesta comprender el principio de causa y efecto y de que todo lo que existe está conectado entre si.
Sin embargo, las evidencias científicas son abrumadoras: las cosas no son cosas y la materia es energía e información cristalizada por un cierto tiempo. En otras palabras, la esencia de nuestro mundo físico tan “particular”, rígido y determinado, es vibración.
Ondas de información y energía que por interacción con la conciencia del observador le dan forma y sustancia a la miríada de seres y cosas que aparecen en la realidad física.
Es el espíritu el creador de todo. Vivimos en un universo espiritual que crea una realidad física para experimentar y guardar memoria.
El universo está vivo y consciente, debes aceptarlo. No hay nada vacío, todo está interconectado, todo surge de la misma fuente. Podemos llamarlo “el mar de la potencialidad infinita”. Que no lo veas ni comprendas, es otra cosa.
Así que lo segundo, es abrirse a una realidad espiritual más amplia, flexible y creativa. Cambiar la manera de pensar y empezar a ver a las cosas y sucesos más bien como posibilidades y a las personas como parte de nuestro espíritu (y viceversa).
Percibir el movimiento y la trasformación aumenta la dimensión de tu conciencia y al mismo tiempo tu mente, como una función de la conciencia, incrementará su nivel de energía y sus capacidades. O sea, vibrará más y mejor.
A partir de aquí, puedes pasar al tercer paso que es conectar tu mente con lo que quieras, enviando y recibiendo información y por lo tanto energía, para cualquier propósito.
¿Cómo funciona esto?
El pensamiento es una onda de energía que transporta información. Es electricidad, y por lo tanto se comporta como tal. Podemos medir su voltaje, su intensidad, su campo electromagnético. Veamos ejemplos: El impulso nervioso es un fenómeno bioeléctrico. El EEG (electroencefalograma), con su diferente trazado de ondas, mide la actividad eléctrica del cerebro. La actividad del corazón y la de los músculos también se mide eléctricamente. Inclusos la respiración es un intercambio de cargas eléctricas.
La actividad del universo es electricidad. El movimiento es electricidad, y magnetismo, ya que la corriente eléctrica produce campos magnéticos, y los campos magnéticos variables en el tiempo generan corriente eléctrica.
La electricidad genera y el magnetismo controla.
Sin control no hay movimiento (sería caótico) y a su vez el movimiento genera espontáneamente su control. Movimiento y no movimiento. Como una rueda que se mueve alrededor de su centro inmóvil.
En sentido inverso, la electricidad, como energía que es, se transforma: en luz, en movimiento y actividad, en calor, en materia, en posibilidades!
Volviendo al pensamiento. Al ser una onda de información y energía presenta características tales como: ritmo y armonía, frecuencia y amplitud, intensidad, etc.
Los pensamientos pueden ser caóticos y desordenados, recurrentes e incluso negativos, en un sentido psíquico y físico. O todo lo contrario, dependiendo de su calidad.
Y como son de naturaleza eléctrica, conectan un polo con el otro y circulan por diferencia de potencial.
Por eso es necesario controlar la actividad mental, porque los pensamientos buscan conectarse con lo que sea y es así que se crea constantemente una realidad determinada. Luego te identificas con ella, le das una valoración y crees que eso es algo en si mismo, sin considerar que en realidad fue tu espíritu el que lo creo.
Por lo tanto, para dirigir tu mente (espíritu) debes saber a que conectarla y reforzar esta conexión según tu voluntad, luego puedes desconectar y conectar con otra fuente o reconectar, etc.
Los dispositivos que usamos cotidianamente son un buen ejemplo.
Por eso hay formas de pensar que te descargan de energía, es decir, te vacían. Hay pensamientos parásitos, recurrentes, etc. que están permanentemente creando una realidad que se ajusta a ese estado mental.
Hay vibraciones que te desconfiguran y fragmentan y otras que generan calma y orden.
Cuanto más clara sea la imagen de lo que deseas, cuanto más ordenada esté la información y cuanto más intenso sea ese deseo en tu espíritu, más probabilidades de éxito tendrás.
Cuanto más pienses en algo, más reforzarás la imagen, eso genera densidad de carga eléctrica que indefectiblemente actúa modificando la gravedad y por ende el mundo físico.
Puedes conectar tu mente y dirigir tu espíritu a lo que quieras y necesites. El espíritu manda, la energía y la materia lo siguen y eso es un hecho.
Debes tener confianza y entrenarte todos los días con disciplina, aprender a poner el espíritu en todo lo que haces, incluso en las acciones más simples y cotidianas.
Debes aprender a pensar y a controlar tu mente.
La clave está ahí: cuerpo y mente en unidad. La capacidad de foco y la atención son fundamentales. Ejercitarte en respirar correctamente también.
Pero sobre todo debes evitar los pensamientos negativos y controlar las emociones tales como el miedo, la angustia y la preocupación, ya que fragmentan tu mente y dispersan tu energía.
Adelante!, con confianza y determinación, la verdadera felicidad surge del conocimiento de uno mismo y la fortaleza de espíritu emerge de nuestras debilidades.
miércoles, 24 de junio de 2020
Aprende a dirigir tu espíritu
Dr. Mariano Giacobone
Todos nacemos dotados de una fuerza espiritual.
El mismo espíritu que nos anima y vive en cada uno, es el que crea todo lo que existe.
Todo lo que el espíritu puede imaginar o concebir, el espíritu lo puede realizar.
Este poder profundo es el poder del espíritu creador de todas las cosas y es un don que no es conferido al nacer. Venimos al mundo físico dotados de una conciencia con capacidades ilimitadas, con una potencialidad infinita.
Esta potencialidad, es decir, este poder inherente del espíritu, requiere de ciertas condiciones para materializarse. Es una cuestión de conocimiento y de energía.
El deseo es esencial, pero solo con desear algo no es suficiente, un método es necesario.
Primero debes tomar posesión de tu espíritu, reconocer que tu mente te pertenece y que poder controlarla y dirigirla para cualquier objetivo en la vida, es tu derecho y tu responsabilidad.
Debes aprender a dirigir tu espíritu, y reconocer los principios fundamentales para que este poder se cristalice.
Hablé del deseo, esto es esencial, se trata de la imaginación, de la necesidad, de las ganas profundas de realizar y experimentar. Necesitas de la energía de tu corazón.
Debes saber que existe la “ley de la atracción”. La información que envías al medio, al espacio o al éter, como prefieras, ya sea con tus pensamientos, palabras o acciones, genera una reverberación que te vuelve, como un eco.
Porque es cierto que todo lo que tu mente alimenta, tu mente lo atrae.
Si piensas en centavos, tendrás centavos. Si piensas en enfermedad, tendrás enfermedad. Si crees que no te mereces nada, no tendrás nada.
Es una cuestión de resonancia. Todo en el universo vibra. Tus pensamientos, tus palabras, tus células, los átomos de tu cuerpo. Esa vibración entra en resonancia con otras vibraciones de igual frecuencia. En otras palabras, de acuerdo a tu nivel de energía y a la calidad de esta, entrarás en resonancia con frecuencias similares y, en definitiva, atraerás eso en tu vida.
La calidad se refiere a la manera en que vibra. Su ritmo y armonía, su intensidad y su fuerza, y obviamente, su dirección.
Aclarando que lo que vibra y se mueve es la mente y la conciencia que anima a toda la creación (que son lo mismo).
El desorden mental es fruto de la actividad descontrolada del córtex cerebral. La calma y la claridad son esenciales para crear imágenes que puedan materializarse.
Entonces debes comprender que cualquier éxito depende de un objetivo preciso, de un deseo claro y enfocado.
Si la imagen es confusa o borrosa no podrá materializarse. Hay que tener en el espíritu una imagen clara y definida de lo que quieres de la vida.
El asunto es simple.
Si tomas posesión de tu espíritu y lo diriges hacia el objetivo deseado, ten la seguridad que se realizará. Pero si eres negligente, débil o incrédulo se revierte el sentido y tendrás penalidades que pagar.
En el primer caso la realización será: una buena salud, tranquilidad de espíritu, generosidad, motivación y alegría en tus acciones, prosperidad, libertad frente al miedo y las dificultades, una actitud mental positiva.
En el segundo caso, hay diferentes precios a pagar para aquellos que no toman posesión de su espíritu: una mala salud, el miedo, la duda y la inquietud, falta de alegría y egoísmo, escasez y dificultades, frustración y desánimo frente a la vida, una mentalidad pobre y negativa y otra serie de venenos como la envidia, los celos, la ira y la codicia.
Cuando digo creer, no me refiero a una creencia religiosa o en algo exterior a uno. No reconocer ni percibir que la naturaleza es obra de una inteligencia superior, de una conciencia creadora de la cual surge todo lo que existe y por ende nosotros también, es la peor ignorancia.
En otras palabras, cuando aceptes tu verdadera naturaleza y aprendas a controlar tu mente y a dirigirla, te abrirás a nuevas dimensiones de tu ser y realizarás la salud y la felicidad plena en esta vida.
martes, 23 de junio de 2020
El campo vibratorio de los seres humanos
¿De qué estamos hechos?
De acuerdo con las descripciones de la física clásica, existen diferencias
entre una onda y una partícula. La partícula ocupa un lugar en
el espacio y tiene masa, o
sea, materia. Mientras que una onda se extiende en el espacio, perturbándolo,
caracterizándose por tener una velocidad definida y masa nula, es inmaterial.
El término “partícula” se encuentra ampliamente en nuestra lenguaje: partículas
de polvo, partículas elementales, partículas gramaticales,
particularmente…
Se define a la partícula como la menor porción de materia de un
cuerpo que conserva sus propiedades
químicas. Pueden ser átomos, iones,
moléculas o partículas subatómicas (protón, neutrón, electrón, etc).
La partícula nos trae referencia a algo material, concreto o
corpóreo, una entidad con límites definidos: es decir, algo “particular”.
De acuerdo a la definición, una onda consiste en la propagación de una
perturbación de alguna propiedad de un medio (densidad, presión, campo
electromagnético), a través del mismo medio. Esto implica el transporte de
información y energía pero no de materia. El medio perturbado puede ser de
naturaleza diversa como el aire (sonido), el agua (olas), la tierra (ondas
sísmicas) e incluso inmaterial como el vacío (luz).
La información se extiende en el espacio como una onda y se manifiesta como
partícula.
Podemos diferenciar sin dificultad una partícula de una onda.
Si observamos el oleaje en un estanque no tiene nada que ver con una piedra (a
menos que la piedra sea la causa de la ondulación). Nos resulta muy difícil,
por no decir imposible, en términos convencionales y ordinarios, considerar que
en realidad se trata del mismo fenómeno. La diferencia reside en que solo
podemos detectar uno de los dos aspectos. Si percibimos la partícula no podemos
ver su naturaleza ondulatoria y si observamos una onda, su naturaleza
corpuscular se esconde.
Solo podemos ver el lado material (particular) y no el campo vibratorio.
Es más, la idea lógica que tenemos de ambas cosas es mutuamente excluyente: un
cuerpo no es una onda insustancial y una onda que se propaga no es material.
He aquí la fuente de muchos errores de percepción y el motivo de porque tenemos
la tendencia a considerar solo la realidad “material”.
No tenemos problema en reconocernos como cuerpos físicos. Incluso asumimos las
limitaciones impuestas, dando por sentado que cada uno y todo lo demás, existen
por separado. Al no percibir nuestra naturaleza ondulatoria, entrelazada y
conectada con todo, la realidad que proyectamos es mas densa, estrecha y con
menos posibilidades.
La cuestión es la siguiente: cuando llamamos a algo “partícula” u “onda” no
estamos definiendo lo que es, sino como se comporta ante una situación
determinada.
La verdadera naturaleza de las cosas no es algo que podamos
experimentar directamente al interactuar con ellas, ya que nuestros sentidos
tienden a “particularizar” y a limitar la percepción porque así están
diseñados.
El pensamiento, que es una onda (vibración) que transporta
energía e información, se expresa en el nivel consciente de forma particular y
secuencial. La onda indeterminada de múltiples posibilidades de los niveles
subconscientes, se transforma (colapsa) y se manifiesta en el nivel
consciente como partícula de conocimiento, es decir, como una experiencia
determinada.
No es correcto decir que las cosas son “ondas que a veces se convierten en
partículas” o “partículas que a veces se comportan como ondas”, aunque parece
más acertado, es una percepción errónea de las cosas.
¿Qué son las cosas,
partículas materiales u ondas de posibilidades?
Las dos al mismo tiempo, pero solo puede manifestarse una a la vez.
La influencia de la conciencia es determinante
Si decidimos observar partículas no veremos su naturaleza ondulatoria y
viceversa.
Y esto sucede porque hay algo más profundo en la naturaleza de las
cosas que aún no percibimos.
Nuestro cerebro está condicionado para detectar y proyectar una
realidad material, seguramente por esta causa consideramos casi exclusivamente
el aspecto corpóreo y “particular” más que la interconexión, la
interdependencia y por consiguiente las posibilidades de lo que percibimos.
La materia es vibración
Sabemos que la materia es en realidad energía condensada o cristalizada, y que
los pensamientos son energía e información y por lo tanto pueden
materializarse.
Energía y materia son equivalente, esto ya ha sido demostrado por Einstein hace 1 siglo y por los chinos
hace más de 20 siglos.
Cuerpo y mente no son de naturaleza diferente y no existen por separado
Los pensamientos son ondas de información y energía que perturban
el campo, transformándose en partículas materiales, generando y modelando
al cuerpo físico.
Por cierto, no hay que confundirse, cuando decimos que la materia vibra, no
significa que las partículas, como los electrones, están
vibrando alrededor de un punto de equilibrio. Las partículas no oscilan: las
partículas son en si mismas la oscilación. Ambas son lo mismo, no es una cosa
(la partícula) efectuando una acción (la oscilación).
La vibración es la masa
Nuestra manera ordinaria de percibir la realidad es dualista, y esto es debido
a que los procesos algorítmicos conscientes en el neocórtex. son binarios y
secuenciales: 0/1, apagado/encendido, acierto/error. O uno o lo otro. No puede
ser 0 y 1 al mismo tiempo, como sucede en el procesamiento en paralelo de la
información en los niveles preconscientes, donde la onda de posibilidades se
encuentra en estado de superposición cuántica, presentando simultaneidad y
coherencia (puede ser 00, 01,10 ó 11)
Solo podemos tomar una decisión a la vez. En el nivel consciente de la realidad
cotidiana, los objetos y sucesos, se manifiestan mostrando un solo aspecto, que
es precisamente el que pueden captar nuestros sentidos.
¿Qué somos entonces? ¿Ondulaciones insustanciales o cuerpos sólidos?
Nuestros conceptos de cuerpo y vibración se basan en la información que
obtenemos a través de los sentidos. Son términos con una gran antigüedad y bien
enraizados en nuestra cultura, y determinan la manera que tenemos de percibir
las cosas.
A pesar de que todo el mundo tiene claro lo que es la materia y lo que es una onda: nadie confunde un ladrillo con un rayo de luz. La primera idea que tenemos de ambas cosas es mutuamente excluyente: si es sólido no puede ser no sólido. Decir que algo es partícula y onda nos parece similar a decir que algo es azul y no es azul a la vez. Y ahí está el primer obstáculo a superar.
Llamamos a las cosas ondas o partículas porque, cuando interaccionamos con
ellas, lo hacemos de modos específicos. Estamos dando nombres a la manera en la
que esas entidades reaccionan, no a lo que son en realidad.
Podríamos también decir: “El universo está formado por ondículas que
en determinadas circunstancias se comportan de cierta manera, a la que hemos
llamado tradicionalmente “onda”, y en otras se comportan de una manera
diferente, a la que llamamos “partícula”. Pero las cosas no son ondas ni
partículas: son ondículas (o partondas, como prefieras).
La cuestión es que algunas ondículas son muy ondas y hacen falta experimentos
muy específicos para revelar su comportamiento corpuscular y otras
ondículas (o partondas) son muy particulares y no muestran fácilmente su
naturaleza ondulatoria.
Nuestro cuerpo físico tiene solidez aparente porque está hecho de una
infinitud de átomos que vibran a una altísima frecuencia.
Esencialmente son oscilaciones de la misma cosa. Esta “cosa” o entidad
(para darle un nombre) es la conciencia.
El sustrato de todo lo que existe es la conciencia.
La conciencia provoca el movimiento de la información y
la energía, y a causa de esto la masa se condensa creando el
mundo físico.
La diferencia la hacen las categorías humanas y la necesidad de describir con
palabras y fórmulas el universo en el que vivimos.
Son nuestros órganos sensoriales los que captan la información de una
determinada manera, y como los sentidos, por su diseño y por educación,
perciben una realidad “particular”, interpretamos y creamos siempre una
realidad física (generalmente la misma), aparentemente sólida y duradera.
El problema con el que se topa la ciencia es que no siempre las descripciones
se ajustan a lo “real”. El universo es lo que es y nuestras
descripciones y conceptos nunca podrán explicarlo con exactitud en su
totalidad.
Bohr formuló en la interpretación
de Copenhague lo que se conoce como el principio de
complementariedad, el cual establece que ambas descripciones,
la ondulatoria y la corpuscular, son necesarias para comprender
el mundo cuántico.
Bohr había señalado
el hecho que mientras en la física clásica un sistema de partículas en dirección
funciona como un aparato de relojería, independientemente de que sean
observadas o no, en física cuántica el observador (la conciencia)
interactua con el sistema de tal forma que el sistema no puede considerarse
como una existencia independiente.
El sujeto y el objeto son uno
En los niveles fundamentales de la realidad, la observación altera de
forma incontrolada la evolución del sistema.
Es erróneo pensar, en el mundo de las partículas, que medir es revelar
propiedades que estaban en el sistema con anterioridad. Y esto sucede porque
los fotones de luz del observador impactan e interfieren con
los electrones, intercambiando energía e información y cambiando el estado
del sistema.
Esta pérdida de coherencia
cuántica es lo que se llama: reducción o colapso
de la función de onda.
El universo no manifestado, de infinitas posibilidades superpuestas y entrelazadas,
se manifiesta al reducirse o colapsar en una sola (de las tantas)
experiencia “particular”.
Promediando los años 20, en los principios de la física
cuántica, Heisenberg (junto a Max Born y otros) demostró
con su mecánica
matricial que no se puede saber con exactitud la posición y
el momento de una partícula. Cuanto más sabemos sobre la posición de
un electrón, por ejemplo, menos datos disponemos sobre su velocidad. Cuanto más
averiguamos sobre su movimiento más borrosa se vuelve su ubicación.
La relación de
incertidumbre de Heisenberg refleja una vez más
esta dualidad de la naturaleza, aunque en este caso referida a otras
propiedades físicas de la materia, como la posición y el momento. Si diseñas un
experimento que muestre una cosa, la complementaria está “oculta”. Al menos, en
el caso de la relación de indeterminación, no se trata de una elección binaria sí/no,
más bien tiene que ver con el grado de manifestación: cuanto más te fijas en
una cosa, más borrosa se vuelve su complementaria.
Si elegimos medir con precisión la posición de una partícula la forzamos a
presentar mayor indeterminación en su momento, y
viceversa. De la misma forma, si elegimos un experimento para medir propiedades
ondulatorias se eliminan peculiaridades corpusculares. Ningún experimento puede
mostrar ambos aspectos, el ondulatorio y el corpuscular,
simultáneamente.
Debido a esta “particularidad” de la observación y de la percepción, captamos
solo el lado material de la realidad. Como un iceberg, del que solo vemos la
menor parte (solo la que muestra).
Nuestra mirada particulariza al universo, lo vuelve físico y corpóreo.
La ilusión de los sentidos lo vuelve material.
“Lo esencial es invisible a los ojos” (Saint Exupery)
¿Qué tiene en común el
observador y la partícula?
Ambos son en esencia lo mismo: movimiento de la conciencia.
Esta es la razón por la cual nos referimos a las fases ondulatorias de las
partículas no como ondas materiales, sino como ondas de probabilidades.
Esta capacidad de las partículas
elementales para existir en más de un lugar al mismo tiempo nos revela
algunas cuestiones profundas de la naturaleza de nuestro mundo físico.
¿Cuál es el rol que desempeña la conciencia o el observador, en todo esto?
Si lo relacionamos con el Principio de Incertidumbre (por el cual no
tiene sentido hablar de la trayectoria de una partícula en el espacio, y la
capacidad de la misma de estar en más de un sitio al mismo tiempo) resulta
carente de sentido pensar que dicha partícula sea algo real si no existe un
observador humano.
Antes de que el electrón del experimento haya dejado su marca en la
pantalla (cuando hacemos la observación), no podemos determinar con precisión
sus características, es más bien una onda de probabilidades que se aparece y desaparece
y parece existir al mismo tiempo en todos sus trayectos posibles.
Por esto Heisenberg expresó: “no podemos conocer el presente en todos
sus detalles”.
Hay una cierta probabilidad de que la partícula se encuentre en un lugar
determinado, pero en principio podría estar en cualquier parte. La interacción
con el observador modifica su comportamiento.
Si los microscópicos bloques de construcción de los objetos materiales no
poseen las características de los objetos materiales. Si en
esencia la materia es más una nube de probabilidades que algo
fijo y concreto ¿qué tan sólido es el mundo en el qué vivimos? ¿y nuestro
cuerpo, de que estamos hechos en realidad?
Cuando nos hacemos este tipo de preguntas inevitablemente nuestra percepción de
las cosas y de nosotros mismos cambia, se expande, gana
en profundidad e información.
Esto más que una comprobación científica es un hecho espiritual.
El cuerpo está completamente descentralizado. No hay una central, sino que
hay varias centrales gestionando la información en diferentes niveles, incluso
extracorporales.
¿Pero qué son entonces las cosas?
Posibilidades. Sucesos que se transforman en una realidad material provisoria.
¿Y cómo podemos percibir la interconexión y las posibilidades, en lugar de
colapsar siempre en la misma realidad material predeterminada?
Trascendiendo la percepción ordinaria de los sentidos y la mente
individual.
La conciencia se materializa con facilidad, dependiendo del nivel de
energía e información que contenga.
Reprogramar la actividad cerebral desde la mente consciente es muy difícil, ya
que por su nivel de energía y configuración, tiene la tendencia a colapsar
siempre en una realidad material determinada.
Formatear el disco eliminando la información falsa y tendenciosa es
fundamental. Actualizarse es muy importante.
A este proceso se le llama
purificación. El cuerpo lo hace todo el tiempo. Significa volver algo a su
condición original. Mente y cuerpo deben purificarse.
El cerebro se reconfigura gracias a su capacidad plástica y
a la flexibilidad de sus conexiones. Esto incrementa la potencia para
procesar información y optimiza su funcionamiento.
Para esto debe volver a cero, equilibrar su actividad mediante la calma mental
y el reposo sensorial. Las posturas que adopta el cuerpo son
fundamentales.
No hay separación entre la mente y el cuerpo. Son diferentes
expresiones de una misma verdad.
Cuerpo y espíritu en unidad manifiestan nuestra verdadera naturaleza,
naturalmente y de forma inconsciente.
Cuando la conciencia se libera de los límites de la percepción
ordinaria, se expande y cambia su dimensión, afectando indefectiblemente al
sustrato físico.
Al mismo tiempo, la realidad física se vuelve un espejo que refleja el cambio de dimensión espiritual.
Todo cobra sentido, incluso nuestros sufrimientos y errores del pasado se vuelven fuente de felicidad y conocimiento si aprendemos a transformarlos.
Estamos llenos de posibilidades.
Estamos hechos del mismo material que el cielo, la tierra...y los sueños.
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