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viernes, 20 de noviembre de 2009

conociendo nuestro cerebro




El Cerebro y la Corteza Cerebral

"Los hombres deberían saber que de ningún lado más que del cerebro provienen las alegrías, deleites, risas, bromas y pesares, tristezas, depresiones y lamentaciones. Y mediante esto, en un modo especial adquirimos la sabiduría y el conocimiento, y vemos y oímos y sabemos qué es lo malo y qué es lo bueno, qué es lo dulce y qué lo desagradable. Por el mismo órgano nos volvemos locos y delirantes, y nos asaltan miedos y terrores algunos por la noche y otros durante el día, y los sueños y los vagabundeos sin fin, y las preocupaciones que son nada adecuadas, y la ignorancia de las circunstancias del momento, la grosería y la falta de habilidades. Todas estas cosas le debemos al cerebro cuando no está sano…o cuando sufre cualquiera otra aflicción inusual o fuera de lo natural."
Hipócrates (De la Enfermedad Sagrada)

La corteza es la parte más nueva (evolutivamente) y la más grande del cerebro. Es por aquí donde emerge la percepción, la imaginación, el pensamiento, el juicio y la decisión.
Es ante todo una delgada capa de sustancia gris – normalmente de 6 neuronas de espesor – por encima de una amplia colección de vías (fibras) de sustancia blanca. La delgada capa está fuertemente plegada, si la extendieramos, ocuparía unos 2500 cm2. Esta capa incluye unos 10.000 millones de neuronas (algunos autores estiman el doble), con cerca de 50 trillones de sinapsis.
Las circunvoluciones (pliegues) tienen “crestas” que se llaman giros, y “valles” que se llaman surcos. Algunos surcos son bastante pronunciados y largos, y se usan como límites convenidos entre las cuatro áreas del cerebro llamados lóbulos.
La parte delantera más alejada se llama lóbulo frontal. Este ha sido fundamental en la evolución de nuestra especie: este lóbulo es el responsable de los movimientos voluntarios y la planificación, tiene un rol importante en la personalidad y la inteligencia.

En la parte posterior del lóbulo frontal, a lo largo del surco que lo separa del lóbulo parietal, existe un área llamada córtex motor. En estudios con pacientes que estaba recibiendo cirugía en el cerebro, la estimulación de áreas del córtex motor con pequeñas descargas eléctricas causaba movimientos. Ha sido posible para los investigadores realizar un mapa de la corteza motora bastante preciso. Las partes más bajas de la córtex motor, cercanas a las sienes, controlan los músculos de la boca y la cara. Las partes de la córtex motor cercanas a la parte superior de la cabeza controlan las piernas y los pies.

Por debajo y detrás de los lóbulos frontales está el lóbulo parietal (que en latín significa “pared”). Este incluye un área llamada córtex somato sensorial, justo debajo del surco que separa este lóbulo del lóbulo frontal. De nuevo, los médicos estimularon los puntos de esta área encontrando que sus pacientes describían sensaciones como si los tocaran en varias partes de su cuerpo. Al igual que con la córtex motor, se puede trazar un mapa de la córtex somato sensorial, con la boca y la cara cercana a las sienes y las piernas y pies en la parte superior de la cabeza.

En los costados, por debajo de los parietales, encontramos el lóbulo temporal (uno en cada hemisferio obviamente). El área especial del lóbulo temporal es la córtex auditivo. Como su nombre lo indica, esta área está íntimamente conectada con los oídos y especializada en la audición. Se localiza cerca de las conexiones de este lóbulo con los lóbulos parietal y frontal.
En la parte trasera de la cabeza está el lóbulo occipital. Donde está la corteza visual, la cual recibe información desde los ojos y se especializa, por supuesto, en la visión (integración y comprensión).

Las áreas de los lóbulos que no están especializadas se llaman córtex de asociación. Además de conectar las cortezas sensorial y motora, este es también el lugar donde los procesos de pensamiento ocurren y muchas de nuestras memorias son finalmente almacenadas.

Los Hemisferios
Al mirar al cerebro desde arriba, advertimos que está dividido en dos mitades separadas por una línea o cisura longitudinal. Hay, de hecho, dos hemisferios, como si tuviésemos dos cerebros en nuestras cabezas en lugar de solo uno. Por supuesto, esas dos mitades están íntimamente unidas por un arco de materia blanca, que son fibras de conexión llamado cuerpo calloso.

Nuestros cerebros son dobles, y cada mitad tiene su propia forma de conocimiento, su propia manera de percibir la realidad externa. Cada hemisferio cerebral tiene un estilo de procesamiento de la información que recibe.
«El hemisferio izquierdo analiza en el tiempo, mientras que el derecho sintetiza en el espacio.» Por esto el pensamiento conciente, asociado a la palabra, al tiempo y a la individualidad en la actualidad emerge mayormente del lado izquierdo.
Hemisferio Izquierdo
El hemisferio izquierdo procesa la información analítica y secuencialmente, paso a paso, de forma lógica y lineal. El hemisferio izquierdo analiza, abstrae, cuenta, mide el tiempo, planea procedimientos paso a paso, verbaliza, Piensa en palabras y en números, es decir contiene la capacidad para las matemáticas, para leer y escribir.
La percepción y la generación verbales dependen del conocimiento del orden o secuencia en el que se producen los sonidos. Conoce el tiempo y su transcurso. Se guía por la lógica lineal y binaria (si-no, arriba-abajo, antes-después, más-menos, 1, 2, 3, 4 etc.).
Este hemisferio emplea un estilo de pensamiento convergente, obteniendo nueva información al usar datos ya disponibles, formando nuevas ideas o datos convencionalmente aceptables.
Aprende de la parte al todo y absorbe rápidamente los detalles, hechos y reglas.
Analiza la información paso a paso.
Quiere entender los componentes uno por uno.

Hemisferio Derecho
El hemisferio derecho, por otra parte, parece especializado en la percepción global, sintetizando la información que le llega. Con él vemos las cosas en el espacio, y cómo se combinan las partes para formar el todo. Gracias al hemisferio derecho, entendemos las metáforas, soñamos y creamos nuevas combinaciones de ideas.
Es el experto en el proceso simultáneo o de proceso en paralelo; es decir, no pasa de una característica a otra, sino que busca pautas y gestaltes. Procesa la información de manera global, partiendo del todo para entender las distintas partes que componen ese todo. El hemisferio holístico es intuitivo en vez de lógico, piensa en imágenes, símbolos y sentimientos. Tiene capacidad imaginativa y fantástica, espacial y perceptiva.
Este hemisferio se interesa por las relaciones. Este método de procesar tiene plena eficiencia para la mayoría de las tareas visuales y espaciales y para reconocer melodías musicales, puesto que estas tareas requieren que la mente construya una sensación del todo al percibir una pauta en estímulos visuales y auditivos.
Con el modo de procesar la información usado por el hemisferio derecho, se producen llamaradas de intuición, momentos en los que «todo parece encajar» sin tener que explicar las cosas en un orden lógico. Cuando esto ocurre, uno suele exclamar espontáneamente «¡Ya lo tengo!» o «¡Ah, sí, ahora lo veo claro!» El ejemplo clásico de este tipo de exclamación es el ¡Eureka! (¡lo encontré!) atribuido a Arquímedes. Según la historia, Arquímedes experimentó una súbita iluminación mientras se bañaba, que le permitió formular su principio de usar el peso del agua desplazada para deducir el peso (específico) de un objeto sólido sumergido.
Este hemisferio emplea un estilo de pensamiento divergente, creando una variedad y cantidad de ideas nuevas, más allá de los patrones convencionales.
Aprende del todo a la parte. Para entender las partes necesita partir de la imagen global.
No analiza la información, la sintetiza. Es holístico y relacional, no le preocupan las partes en sí, sino saber como encajan y se relacionan unas partes con otras.

"Mucho debo a la tierra en que crecí. Más aún a las Vidas que me nutrieron. Pero sobre todo a Allah, que me dio dos lados distintos en mi cabeza. Mucho reflexiono sobre el bien y la Verdad, en las fes que hay bajo el sol. Pero sobre todo pienso en Allah, que me dio dos lados en mi cabeza, no uno. Antes me quedaría sin camisa ni zapatos, sin amigos, tabaco o pan, que perder por un minuto los dos lados distintos de mi cabeza." Rudyard Kipling


El hemisferio izquierdo está relacionado con la parte derecha del cuerpo (normalmente), y el hemisferio derecho está relacionado con la parte izquierda del cuerpo. Esto es porque a nivel del tallo cerebral las fibras nerviosas se entrecruzan. Como vimos, es el hemisferio izquierdo el que normalmente se ocupa del lenguaje, y parece ser más apto para las matemáticas y la lógica. El hemisferio derecho tiene más que ver con cosas como la orientación espacial, el reconocimiento de caras, y la imagen corporal. También gobierna nuestra capacidad de apreciar el arte y la música.

Alguno de los trabajos más interesantes que se han hecho relacionados con los dos hemisferios lo realizó Roger Sperry. El trabajó con gente que habían sufrido una operación quirúrgica para controlar su epilepsia. Según la opinión de algunos neurocirujanos, en casos graves, la epilepsia severa podría ser casi eliminada seccionando el cuerpo calloso. El resultado: estos pacientes realmente tenían dos cerebros (o cortezas, para ser más exactos).
Por ejemplo, Sperry encontró que si ponía algo en la mano derecha de una de estas personas después de su operación, ellos podían decir lo que era. Pero si lo ponía en su mano izquierda, no podían hacerlo. Esto es fácil de comprender: La sensación de un objeto en la mano derecha va hasta el hemisferio izquierdo y, puesto que esta es la zona del lenguaje, la persona podía decir lo que era. La sensación de una cosa en la mano izquierda, sin embargo, iba hacia el hemisferio derecho, el cual no puede hablar mucho.

Los ojos están conectados a los hemisferios de una forma un poco complicada. La parte derecha de cada retina (la cual ve las cosas a la izquierda del punto de fijación) va hacia el hemisferio izquierdo. Lo que esto significa es que, si tienes a alguien con la mirada fija en un punto de fijación y le muestras brevemente algo a la izquierda, es el hemisferio derecho el que recibe la información. Si les muestras algo a la derecha, es el hemisferio izquierdo el que recibe la información.
Sperry proyectaba cosas en una pantalla y pedía a los pacientes bien que dijesen lo que habían visto o bien que cogiesen lo que habían visto con una mano u otra de una caja llena de cosas. Así, si el mostraba una pelota en la parte izquierda de la pantalla y un lápiz en la derecha, la persona podría decir “lápiz” (usando los centros del lenguaje del hemisferio izquierdo) pero coger una pelota de la caja con su mano izquierda (usando el hemisferio derecho).
Hay muchas anécdotas interesantes que vienen de su investigación. Por ejemplo, resulta que, aunque el hemisferio izquierdo tiene el lenguaje, es bastante malo para el dibujo. El hemisferio derecho, que controla la mano izquierda, podría dibujar bastante bien.
El hacía que los pacientes realizaran pequeños puzzles. Un hombre, intentando hacer el puzzle con su mano derecha, no podía evitar que su mano izquierda intentara ayudarle.
La mayoría de nosotros, por supuesto, tenemos un cuerpo calloso intacto, y las dos mitades de nuestros cerebros están en constante comunicación.

Uno de los hallazgos recientes más sorprendentes es el que las reacciones emocionales que se siguen de las lesiones de los lados derecho e izquierdo del cerebro, son diferentes. Las lesiones en la mayoría de las áreas del lado izquierdo van acompañadas de los sentimientos de pérdida que serían de esperar a resultas de un daño muy grave. El paciente está afectado por su incapacidad y a menudo se siente deprimido.
Pero la lesión en un área extensa del hemisferio derecho suele dejar al paciente sin preocupación alguna respecto a su estado. La emoción y el “estado de ánimo” se asocian frecuentemente a las estructuras del sistema límbico situadas más profundamente, pero en los últimos años se ha reconocido que la corteza cerebral, sobre todo el córtex del hemisferio derecho, contribuye también de un modo importante. Las lesiones producidas en el hemisferio derecho no sólo dan origen a reacciones emocionales impropias del estado del paciente, sino que dificultan también el reconocimiento de la emoción en los demás. Un paciente cuyo lado izquierdo del cerebro está dañado, tal vez no sea capaz de comprender una frase, pero en muchos casos aún puede reconocer el tono emocional con que se pronuncia. El paciente que tiene lesión en el hemisferio derecho, suele entender el significado de lo que se dice, pero a menudo es incapaz de reconocer si se dice con enojo o con buen humor.

El Lenguaje
Por lo tanto, el lenguaje es predominantemente una función del hemisferio izquierdo, aunque el hemisferio derecho tiene un poco de lenguaje también: tiene una buena comprensión de insultos y malas palabras. Por otra parte, si el hemisferio izquierdo esta dañado suficientemente temprano en la infancia, el hemisferio derecho se apodera de la función del lenguaje. Y parece que hay algunas personas que tienen el lenguaje en el lado derecho o incluso en ambos lados.
Es interesante considerar que los monos y gorilas parecen ser sensibles a llamadas de su propia especie en el hemisferio izquierdo: vuelven sus orejas derechas hacia el sonido. Incluso algunos pájaros cantores, como los canarios, tienen especialización hemisférica.
Una de las cosas que se descubrieron más tempranamente sobre el cerebro fueron los centros del lenguaje. Uno de ellos es llamado el área de Broca, por el médico que hizo el descubrimiento. Está localizada en la parte inferior del lóbulo frontal izquierdo. Un paciente que haya tenido un daño en esa área pierde la capacidad de hablar, lo que se llama afasia de expresión.
Otra área es el área de Wernicke, la cual está cercana al área de Broca pero en el lóbulo temporal, justo al lado del córtex auditivo. Aquí es donde entendemos el significado del lenguaje, y un daño en esta área te llevaría a una afasia de recepción, lo que significa que no serías capaz de entender lo que se te esté diciendo.
Ocasionalmente, alguien tiene un daño en las conexiones entre las áreas de Wernicke y Broca. Esto lleva a una afasia de conducción. Algunas personas con este problema pueden entender el lenguaje bastante bien, y pueden producirlo igualmente bien. Pero no pueden repetir algo que acaban de oir.
Otro área importante es el giro angular, justo por encima y debajo del área de Wernicke. Sirve como conexión entre los centros del lenguaje y el córtex visual. Si este área es dañada, la persona sufrirá de alexia (incapacidad para leer) y agrafia (incapacidad para escribir).

Como hemos visto en otras entradas del blog, el funcionamiento del cerebro es verdaderamente complejo, y a pesar de que podemos diferenciar distintas estructuras y zonas con funciones aparentemente opuestas, es un órgano que funciona como una unidad, y por supuesto interconectado con el resto del organismo.

Lo que antes se creía oculto y desconocido , tanto en su estructura como en su funcionamiento, como el papel del inconciente y de partes evolutivamente muy antiguas, hoy comenzamos a comprender que lo que consideramos como un pensamiento conciente, libre e independiente, es en general el resultado de procesos inconcientes profundos, previamente elaborados e integrados, algunos en regiones del cerebro que compartimos incluso con los reptiles.
El secreto está en el inconciente.
Este será el próximo tema.

domingo, 21 de diciembre de 2008

hablamos como pensamos


El ser humano es la única criatura sobre la tierra que tiene dos tipos de lenguaje: uno es el lenguaje no verbal, que nos permite la comunicación de las emociones no sólo con nuestros semejantes sino incluso con otros animales; el otro es el lenguaje verbal, propio de los humanos, que nos permite mediante palabras comunicar lo que pensamos.

"Hablamos con el hemisferio izquierdo"... Este fue el hallazgo que a mediados del siglo XIX hizo el médico francés Paul Broca. El centro del habla se encuentra en el lóbulo frontal izquierdo más precisamente en la tercera circunvolución frontal (área de Broca).
Hacia fines del mismo siglo, un neurólogo alemán de 26 años, Karl Wernicke, hacía otro descubrimiento trascendental: las palabras se interpretan no en el área de Broca sino en la primera circunvolución temporal izquierda (área de Wernicke), muy cerca del área de la audición de ese hemisferio.
Treinta años después del hallazgo de Broca, un neurólogo francés, Jules Dejerine, hizo un nuevo descubrimiento.
Una lesión en el lóbulo parietal izquierdo puede producir pérdida del lenguaje, pero limitada a la escritura y la lectura, mientras que se preserva la comunicación oral (habla). Todos estos hallazgos demostraron que el hemisferio izquierdo es, por así decirlo, el dueño del lenguaje verbal, ya sea hablado, leído o escrito.


En la actualidad, más de cien años después de estos descubrimientos, las neuroimágenes muestran que con sólo pensar o nombrar un objeto, el metabolismo cerebral se activa en la región temporal izquierda.
Si pensamos en un verbo o una acción, el metabolismo se desplaza hacia el lóbulo frontal. Se identifican hoy las estructuras encargadas de la lectura, la articulación del lenguaje, o la comprensión del lenguaje hablado.


Evidentemente el hemisferio izquierdo está programado para poder hablar con gramática aunque él no sepa qué es la gramática. Por eso los niños están capacitados para aprender cualquier idioma, ya sea español, polaco o chino. Más interesante aún, lo aprenden siempre en la misma secuencia: primero los sustantivos, luego los verbos hasta formar frases y hacia los cinco años inician la lectoescritura, una forma de lenguaje mucho más compleja, a la cual hasta hace medio siglo solo llegaban algunos privilegiados.
Este tipo de aprendizaje ocurre en un tejido cerebral genéticamente programado para hacerlo.


La habilidad verbal del hemisferio izquierdo es debida a un proceso adaptativo que ha madurado en el curso de mucho miles de años. Se piensa que los prehomínidos sólo tenían un lenguaje no verbal, basado en gritos, mímica y posturas especiales.
Según los antropólogos la aparición del lenguaje verbal es reciente, y podría haber ocurrido hace unos 500,000 años (homo erectus). Según los lingüistas, que analizan las diferencias entre los idiomas y calculan así cuándo pudo existir esa lengua primigenia, hace tan sólo unos 100,000 años el primer grupo de Homo sapiens empezó a comunicarse con palabras. La lectoescritura se inventó hace menos de 10,000 años pero sólo se masificó con el descubrimiento de la imprenta hacia 1473.
En la actualidad el proceso de aprendizaje se ha acelerado exponencialmente, con el desarrollo de los medios de comunicación y en especial Internet que en manos de niños de cinco años les permiten el acceso en instantes a todo el conocimiento que la humanidad ha acumulado en miles de años.
Si a todas las habilidades verbales les adicionamos la destreza motora (mano derecha) que también es controlada por el hemisferio izquierdo, por lo menos en el 90% de los seres humanos, encontramos la explicación de por qué el hemisferio izquierdo se lo ha considerado el hemisferio mayor o hemisferio dominante. Se han propuesto varias hipótesis para explicar estas asimetrías cerebrales.


El ser humano nace con su sistema nervioso todavía muy inmaduro, los niños necesitan ser alzados por sus madres durante más de un año, lo que no sucede con nuestros parientes primates que desde el nacimiento se pueden colgar o cabalgar sobre sus madres y ellas pueden entonces continuar trepando a los árboles, lo que no podría hacer una mujer.
Este fenómeno – afirman algunos – obligó a esos seres humanos primitivos a bajar de los árboles y defenderse con ingenio en la sabana, incluso con el control del fuego para ahuyentar a los predadores. Se cree que las madres de entonces, como las de ahora, preferían alzar sus crías con el brazo izquierdo para adormecerlas con la música del corazón. Así el brazo derecho puede quedar libre para adquirir habilidades de movimientos complejos en lugar de las funciones más simples de agarre con el brazo izquierdo. La idea de una dominancia del hemisferio izquierdo se ha mantenido, con toda razón, en las ciencias neurológicas durante más de cien años. Sólo en las últimas cuatro décadas se han comenzado a descubrir las habilidades del hemisferio derecho, que por no saber hablar ha quedado oculto en las penumbras de los terrenos ajenos a la conciencia.
Freud sostenía que las fuerzas inconscientes de la personalidad - que tienen su origen en estructuras profundas y más antiguas del cerebro (subcorticales) - son de una importancia similar a las estructuras concientes o neocorticales.



Los hemisferios cerebrales separados pueden funcionar en forma tan independiente como dos personalidades diferentes y tener incluso en ocasiones comportamientos antagónicos. Algunos investigadores llegaron a catalogar las diferencias, que son bastantes.



Se cree que por un proceso adaptativo ante las dos grandes realidades que no podemos modificar como son el tiempo y el espacio, el hemisferio derecho se ha especializado en el espacio, mientras que el izquierdo se apoya más en el análisis temporal del sonido que configura las secuencias simbólicas que conocemos como lenguaje, ya sea oral o escrito. Por este mismo motivo el hemisferio izquierdo es focal, una idea tras otra, en tanto que el derecho es global, todo al mismo tiempo.
El derecho es no verbal porque requiere analizar a un tiempo, gesto, mímica, postura, mirada y entonación.

Con estas mismas bases, el izquierdo es racional, lógico y objetivo, el derecho es emocional, intuitivo y subjetivo.

El izquierdo analiza, propone y piensa de manera lineal, mientras que el derecho sintetiza, imagina y piensa de forma simultánea. El izquierdo es lógico, convergente y simbólico, el derecho es analógico, divergente y concreto.
Si queremos simplificar esta larga lista, podríamos resumir diciendo que el izquierdo razona y el derecho motiva; el izquierdo analiza y el derecho impulsa; el izquierdo reflexiona y el derecho intuye.



Nuestro sistema educativo, y en general la ciencia, tienden a olvidar la forma no verbal del intelecto y esto ha traído como consecuencia, particularmente en occidente, que el hemisferio derecho haya sido relegado (olvidado), es más, se puede decir que la sociedad moderna está construida por el cerebro izquierdo.
En los últimos 25 años, más de cien años después del descubrimiento de Broca, se han empezado a descubrir habilidades no verbales del lenguaje en las cuales el hemisferio derecho es francamente dominante.
En base a investigaciones médicas se sabe que este tipo de lenguaje ocupa exactamente las mismas áreas que ocupa el lenguaje verbal en el hemisferio izquierdo. Cuando falla la arteria carótida del lado derecho se producen cuadros clínicos también copiados en espejo de lo que sucede con los diversos tipos de afasias (en el lado izquierdo), pero que han recibido el nombre de disprosodias, debido a que es la musicalidad de la voz la que se altera. Hay disprosodia motora si se altera la 3a. circunvolución frontal derecha o disprosodia sensitiva si el paciente no comprende la musicalidad de la voz ajena.
Y no solo se pierde la musicalidad del lenguaje, también se pierde la gracia que motiva la entonación emocional de la voz. También pierden la vivacidad mímica que acompaña a la prosodia.



Pero la participación del hemisferio derecho va más allá de la simple musicalidad y se extiende hasta el lenguaje poético que emplea un sentido ambiguo que no respeta la lógica como ocurre con las metáforas.

Un dato interesante: muchos zurdos, que se supone tienen bien desarrollado su hemisferio derecho y por lo tanto poseen una concepción mejor estructurada del espacio y la musicalidad, se les facilita la pintura y el dibujo como lo demuestra el gran genio zurdo del renacimiento, Leonardo Da Vinci., y la música, como por ejemplo: Paul Maccartney.



Otra habilidad del hemisferio derecho es la de reconocer caras; para eso es un experto. La expresión emocional de las caras es sutil y compleja pero la interpretamos de manera holística e intuitiva para descubrir el mensaje o la intención y también el trasfondo de la personalidad del otro.


Darwin, gran observador de la evolución y de las especies, profundizó en el estudio del lenguaje de las emociones. Este lenguaje de la mímica facial es muy precoz y desde los primeros meses se percibe en los niños, que copian la expresión de las caras y elaboran las emociones correspondientes, en un lenguaje que es fundamental para la maduración de su sistema límbico.



El lenguaje no verbal del hemisferio derecho está motivado por la emoción y es de valor comparable al lenguaje verbal y lógico del hemisferio izquierdo, que más bien está motivado por la reflexión.

Lo cierto es que gracias al hemisferio derecho que la realidad puede transformarse en algo bello y creativo como puede serlo la música, la poesía, la pintura y el arte en general.



La inteligencia emocional es el manejo inteligente de las emociones.



El cuerpo calloso con sus 200 millones de fibras se encarga de unir los dos hemisferios y de hacer que nuestra personalidad no sea dual sino una sola, aunque llena de paradojas y contradicciones entre lo racional y lo emocional, lo material y lo espiritual, lo bueno y lo malo, etc. Los dos hemisferios son diferentes, a tal punto que si se lesiona la conexión entre ambos la personalidad se divide, como si hubiera 2 personas en una.


Cada hemisferio procesa un tipo de información. Son opuestos pero están unidos y son complementarios, es decir, trabajan juntos, y cuando es así, el pensamiento que surge es equilibrado y creativo, aumentando su dimensión y profundidad ya que contiene mucha más información asociada.



Parece que las mujeres tienen un mayor número de fibras de conexión en el cuerpo calloso que los hombres, eso explicaría su facilidad para el lenguaje verbal, y también el hecho de que en general tengan más puestos los pies sobre la tierra gracias a su habilidad para percibir el detalle y a su intuición infalible.



Es importante realizar actividades relacionadas con el cerebro derecho, como la música, dibujo y pintura y también otras expresiones artísticas. La práctica regular de disciplinas como la meditación zen (zazen) o el taichichuan estimula además zonas profundas del cerebro que generalmente están en desuso, favoreciendo el equilibrio y optimizando las funciones de ambos hemisferios.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Neuroplasticidad

Una sola neurona puede integrar entre 10.000 y 15.000 conexiones, todas procedentes de otras neuronas y de células gliales, estas últimas forman parte del tejido no neuronal del cerebro, ocupándose de funciones defensivas, de sostén, nutrición, etc.
Si todo el cerebro cuenta con unas 100.000 millones de neuronas y vemos la cantidad de conexiones o sinapsis que puede establecer una sola neurona, el promedio de sinapsis existente en un cerebro humano es un número tan grande que deja de tener significado en la escala humana.

Las neuronas son un tipo de células del sistema nervioso cuya principal característica es la excitabilidad de su membrana plasmática. Están especializadas en la recepción de estímulos y la conducción del impulso nervioso en forma de potencial de acción, que es un tipo de descarga eléctrica que viaja a través de la membrana celular, lo que hace que sea una vía de transmisión de información entre las células, en este caso entre neuronas o con otros tipos celulares, como por ejemplo fibras musculares, glándulas, etc.
Básicamente, un potencial de acción es un cambio muy rápido en la polaridad de la membrana de negativo a positivo y vuelta a negativo, en un ciclo que dura unos milisegundos. Altamente diferenciadas, la mayoría de las neuronas una vez alcanzada su madurez no se dividen; aunque una minoría si pueden hacerlo. Las neuronas tienen una forma característica adecuada a su función: un soma o cuerpo celular, también llamado pericarion ; una o varias prolongaciones cortas que generalmente transmiten impulsos hacia el cuerpo celular, denominadas dendritas; y una prolongación larga, denominada axón o «cilindroeje», que conduce los impulsos desde el soma o cuerpo hacia otra neurona o hacia otro órgano o un músculo.

Las funciones complejas del sistema nervioso son consecuencia de la interacción entre redes de neuronas, y no el resultado de las características específicas de cada neurona individual.

La neuroplasticidad es la posibilidad que tiene el cerebro para adaptarse a los cambios y funcionar de otro modo modificando las conexiones entre las neuronas. Esto genera cambios en la estructura y en el funcionamiento del cerebro.

La neuroplasticidad positiva crea y amplia las redes, la negativa elimina aquellas que no se utilizan.
Por el mismo principio que gobierna la electricidad estática que existe entre un bolígrafo de plástico y un trozo de papel, si el bolígrafo no repone su carga estática en un tiempo adecuado, el papel tenderá a alejarse del bolígrafo por la propia dinámica del medio. La proximidad entre dendritas y axones depende de la frecuencia con la que la sinapsis se realice. Mayor cantidad de veces se activa la sinapsis mas fuerte y duradera es la conexión.

Las sinapsis que forman las dendritas y los axones no tienen una programación genética predeterminada, de hecho, el nivel de expresión de un gen dado puede estar determinado por las particularidades de la experiencia. La disposición genética predispone ciertas tendencias a la interconexión. Se puede decir que la genética nos predispone para adaptarnos a la dinámica determinista del medio.


Lo innato y lo adquirido

Los genes son responsables del 10 % de las redes, pero el 90% se forma por las experiencias y los conocimientos adquiridos. Los lóbulos frontales son lo último que se forma en el cerebro y completan su maduración a los 21 años, con la mayoría de edad. La forma de ver y actuar en el mundo, los planes y proyectos, el desarrollo personal, dependen de su funcionamiento.

Los lóbulos frontales son los pilares de la neuromodelación consciente, nos dan la posibilidad de planear el destino, como una vía de escape al condicionamiento que imponen los genes. Permiten seguir o cambiar lo que ya no se desea o remodelar la configuración de las conexiones creando nuevas redes que generan una nueva actividad para que los proyectos puedan concretarse exitosamente. Esto es único en la naturaleza, hasta donde sabemos un perro no lo puede hacer, tampoco un ave ni siquiera nuestro primo genético, el chimpancé, con el cual compartimos mas del 99% de los genes. Solo los seres humanos tenemos esta capacidad.


Reformatear el cerebro

El cerebro se modela de acuerdo a la actividad que se realice y a los requerimientos e incluso a la forma de pensar.
La Universidad de Londres efectuó unos estudios en el año 2000 comprobando que los taxistas londinenses tenían el hipocampo, la región del cerebro que regula la memoria espacial, más desarrollado que el resto de la población.
En 2002 comprobaron en Alemania que los músicos tenían más desarrollada la circunvolución de Heschl, pequeña área ubicada en el lóbulo temporal relacionada con la proyección auditiva primaria. En el año 2004, en la Universidad de Chicago se verificó lo mismo en personas bilingües.

La conclusión es que la actividad crea neuronas. Los ejercicios físicos preservan la salud corporal, los cognitivos preservan la salud mental.

El proceso de aprendizaje equilibra las funciones cerebrales ya que hay muchas estructuras y zonas del cerebro involucradas: los órganos de los sentidos (vista, oído, tacto, etc.), la memoria, las emociones y el sistema límbico, la actividad motora del cuerpo, consciente e inconsciente, todas son reguladas por el sistema nervioso central y sus múltiples conexiones -vía médula espinal- con el sistema musculoesquelético (locomotor).

También está la actividad de los hemisferios cerebrales. Cada uno juega un rol diferente y complementario en la percepción e integración de la información. El que aprende lo nuevo es el derecho y lo delega en el izquierdo que así adquiere la capacidad para reconocer, expresarse, elaborar conceptos, etc.
Usamos más el hemisferio izquierdo que automatiza las respuestas adquiridas y genera una realidad secuencial 3D y un tiempo lineal, como un film, mediante una actividad mental limitada por la lógica, los conceptos y la palabra, es lo que llamamos realidad ordinaria.

Si por rutina o comodidad dejamos de investigar y aprender el cerebro comienza a perder conexiones que no se utilizan y envejece, es decir, se detiene la marcha de la neuroplasticidad.
La edad no es un impedimento, el progreso es cotidiano.

Desarrollo no es lo que tenemos sino que hacemos con lo que tenemos.

Si decidimos parar, el cerebro se estanca y a la larga sus células comienzan a degenerar.
Hay que aprender a pensar. Al igual que el cuerpo necesita alimentos, el cerebro necesita alimentarse además con nuevos programas, nueva información, nuevas conexiones.
Una conexión (sinapsis) representa una zona de actividad metabólica, así que cuanto mayor sea su número, mayor actividad habrá, mayor consumo de oxígeno y nutrientes con lo cual aumentará la irrigación sanguínea de esa zona (+ sangre, + células, + energía) y por lo tanto aumentará la regeneración celular.

La gimnasia mental crea neuroplasticidad si relaciona conocimiento, imaginación y actividad.

“En épocas de crisis la imaginación es más importante que el conocimiento” (A. Einstein)

Para lograr optimizar el funcionamiento cerebral hay que mantener y desarrollar sus capacidades: memoria, inteligencia, imaginación, concentración y observación, la expresión artística (música, pintura, artes marciales, idiomas).

El cerebro busca aprender y descubrir, necesita programas, su naturaleza es la percepción, la conducción, el procesamiento y la integración de la información recibida, (esto lo podemos constatar viendo el tipo de tejido que lo constituye y de que forma esta diseñado).
La neurona es una célula altamente especializada en conducir y almacenar información, estableciendo conexiones o suprimiéndolas según su necesidad.

Como ya se ve, podemos participar del proceso de programación aprovechando la capacidad de neuroplasticidad, instalando mediante el aprendizaje y la repetición programas útiles para nuestra vida y eliminando los que ya no nos sirven más (viejos reflejos, adicciones físicas y mentales, puntos de vista erróneos, emociones parásitas, mal funcionamiento celular)
Los programas pueden ser referidos a la salud física, mental, a la conducta y a la personalidad, vida emocional, proyectos, aprendizaje de nuevas técnicas y habilidades, etc. Lo que uno necesite para funcionar mejor y mantenerse en buena salud.

Es lo que se dice: “reprogramarse”. Una actividad fundamental,  sobretodo tratándose de uno mismo.