La mayoría de las personas tienen miedo a la muerte. Es
natural, crecemos y vivimos con ese temor. Creemos en la muerte porque se nos
ha dicho que nos vamos a morir. Desde siempre vemos que la gente se muere,
los animales se mueren, todo lo que está vivo se muere. Los seres que más
queremos se van y no vuelven y así asumimos que un día moriremos y será el
final.
Como
estamos apegados e identificados con el cuerpo físico y sabemos que los cuerpos
mueren, entonces creemos en la muerte
Pero, ¿y si no fuera así? ¿Y si al abandonar el cuerpo
físico en lugar de morir despertamos?
La física actual transita caminos que se entremezclan con la
antigua espiritualidad y el conocimiento de los sabios. Por distintos caminos
llegan a la misma conclusión: la materia no existe, solo se trata de vibración,
de energía condensada, de la materialización momentánea de energía e información,
movidos y ensamblados por la conciencia!
También, los científicos saben, al igual que los sabios del
pasado, que la energía (y la información)
no se destruye ni se crea, solo se transforma.
Entonces, podemos asumir que hay algo que no comprendemos de
nuestra naturaleza esencial, ¿si estamos hechos de información y energía, que
no pueden morir ni desaparecer, qué es lo que muere en nosotros?
Aclarando que decimos energía e información, para referirnos
en realidad a la actividad de la conciencia fundamental, que crea e impregna a
toda la Creación.
En otras palabras, somos conciencia y la conciencia no puede
morir.
Hay otros puntos interesantes. Sabemos también ahora por la
física cuántica, que la realidad de los niveles fundamentales, más allá del
átomo, es un universo (o múltiples) incierto de posibilidades e interconexión,
donde el tiempo no existe y el espacio es hiperdimensional, en el que las
partículas aparecen, desaparecen y se transforman constantemente.
Y nosotros estamos hechos de eso.
Hay un número infinito de universos, y todo lo que
posiblemente podría suceder ocurre en algún universo. La muerte no existe en
ningún sentido real en estos escenarios. Existen todos los universos
posibles simultáneamente, independientemente de lo que ocurre en cualquiera de
ellos.
Aunque los cuerpos individuales están destinados a la
autodestrucción, su esencia es indestructible.
En realidad, el sentimiento de estar vivos, el "¿Quién
soy yo? “, es sólo una fuente de 20w de energía gestionada en el cerebro
y la realidad física cotidiana a la cual estamos apegados, corresponde apenas a
unos 2000 bits/seg de información, aportados por los sentidos y procesados también
en el cerebro. (Aclarando que el cerebro procesa varios miles de millones
de bits por segundo, de los cuales obviamente ni nos enteramos y que la cantidad de energía contenida en uno solo de nuestros átomos es increíblemente enorme).
Sin embargo esta energía y esta información no desaparecen
con la muerte.
Uno
de los axiomas más seguros de la ciencia es que la energía y la información nunca
mueren; no se crean ni se destruyen
Entonces, ¿pueden esta energía e información trascender de
un mundo a otro?
Hace un tiempo fue publicado en la revista Science un experimento en el cual
los científicos pudieron cambiar retroactivamente algo que había sucedido en el
pasado.
La prueba consistía en que las partículas tenían que decidir
cómo comportarse cuando llegaran a un divisor de luz. Más tarde, el
experimentador podía apagar o encender un segundo interruptor. Resulta que
lo que el observador decidió en ese momento, determinó lo que la partícula hizo
en el pasado.
Esto muestra que en el nivel fundamental el tiempo no existe
como lo conocemos. El presente puede también determinar el pasado.
Independientemente de la opción que ustedes, como observadores
hagan, son ustedes los que experimentarán los resultados que de ella se
deriven.
Piensa en esos 20w de energía y en esos bits de
información simplemente como un holograma de uno u otro resultado que se
proyecta en una pantalla. La energía no varía, la información ya está ahí,
lo que cambia y modifica la imagen es el punto de vista del observador, es
decir, su elección, o más bien, el nivel de su conciencia (si esto es consciente o no, esa es otra cuestión).
También es un hecho comprobado que la materia puede
comportarse como una onda o como partícula. O sea, campos de energía vibrante e
insustancial que ante la mirada del observador se particulariza y forman un
cuerpo físico.
Los científicos una vez pensaron que los resultados
experimentales de la teoría cuántica, tales como la
materia existiendo simultáneamente en diferentes estados
(
dualidad onda-partícula) se limitaba solo a los objetos subatómicos.
Esto nos salvó de tener que aceptar la conclusión lógica de
que los seres vivos, como vos o yo y todos los que conocemos, incluido el gato
de Schrödinger, podrían estar tanto
vivos como muertos al mismo tiempo.
Ellos estudiaron
gigantescas moléculas orgánicas compuestas de más de 400 átomos, comprobando
que esta extraña dualidad cuántica (la materia existiendo como partículas y
ondas de probabilidad) se extiende a la escala humana del mundo en el que
vivimos.
Los vínculos entre estas diversas historias y universos
trascienden nuestras ideas clásicas ordinarias del espacio y del tiempo.
Hay
que aceptar que el espacio, el tiempo y la materia no son los objetos duros y
objetivos que creemos
Después de todo, ¿Dónde se crea nuestra realidad, en el
exterior o en el interior de nuestro cerebro? ¿El pájaro que vemos por la
ventana y oímos cantar, es en realidad tal como lo percibimos, o es un cúmulo
de energía e información que el cerebro decodifica e integra dándole forma,
sonido y todas las características que reconocemos en el ave?
Sin embargo el cerebro es un sitio oscuro. No se puede ver
nada a través del hueso que rodea el cerebro. Lo que vemos no es lo que
ven los ojos, y la imagen que se forma en la corteza occipital está modelada
por una cantidad variada de interconexiones nerviosas, que es
interpretada por
nuestra mente.
Todo
lo que vemos y experimentamos en este momento es un torbellino de información
que ocurre en la mente
El espacio y el tiempo son simplemente las herramientas para
poner todo junto de manera coherente y eficaz, de manera que podamos
experimentar nuestra realidad física.
La muerte no existe en un mundo sin espacio ni tiempo, estos
son simplemente el lenguaje de la conciencia.
Al final, incluso Einstein admitió: "Ahora Besso
(un viejo amigo) se ha apartado de este extraño mundo un poco por delante de
mí. Eso no significa nada. La gente como nosotros sabemos que la
distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión obstinadamente
persistente.”
La inmortalidad no significa una existencia perpetua en el
tiempo sin fin, sino que reside por completo fuera del tiempo.
La
mente tiene la capacidad de crear realidades espacio-temporales de carne y
hueso como la que estás experimentando ahora mismo
Y esto me lleva de nuevo al punto central de este artículo: que todos los
hechos experimentales apuntan a la conclusión de que la realidad
espacio-temporal es un fenómeno determinado por el observador.
Como John Wheeler, el gran físico que acuñó el término
"agujero negro" y "agujero de gusano", dijo una vez: "Ningún
fenómeno es un fenómeno hasta que es un fenómeno observado."
Es aquí por fin, donde nos acercamos a la frontera
imaginaria de nosotros mismos, la frontera difusa entre el sueño y la vigilia,
entre la ilusión y la realidad.
Al morir, todos sabemos, hay una ruptura en la conciencia, y
así también, una ruptura en la continuidad de la conexión de los tiempos y
lugares.
Es obvio ya que nuestra conciencia ordinaria depende de los
sentidos físicos y por eso está atada al cuerpo. Pero esta autoconciencia, es
solo una pequeñísima parte, apenas una ola que emerge de una mar de conciencia
infinita, de energía e información entrelazada con todo el universo.
Sin espacio ni tiempo, las concepciones seguras, lógicas y
lineales de nuestro mundo físico cotidiano, no tienen ningún
significado. En realidad se puede tomar cualquier momento, pasado o
futuro, como un nuevo marco de referencia, y estimar todos los otros eventos
relativos al mismo.
Sin la traba ni los límites del cuerpo físico, como en los
sueños, la conciencia experimenta otros mundos, otras dimensiones, más allá del
tiempo y el espacio ordinarios.
¿Dónde, pues, te encontrarás a ti mismo cuando mueras?
Seguramente en alguna parte de la ola cósmica, continuando
eternamente el ciclo de la vida, emergiendo, desapareciendo y apareciendo una
vez más, con otra forma pero con la misma esencia.
Nada de lo que hayas pensado o vivido, se pierde. Si algo es
seguro, lo único que te llevas cuando mueres es tu conciencia, y cuanto más
coherente y ordenada esté esta información en tu cuerpo, más memoria tendrás en
el siguiente ciclo.
La memoria es la clave. El miedo y el desorden mental, hacen que pierdas memoria, que no puedas acceder a información fundamental contenida en tu ser y a causa de esto te separas de la verdad de la vida y del conocimiento de tu verdadero ser.
Somos seres luminosos, hijos del Sol y de la Tierra, estamos hechos con la misma luz y el mismo espíritu, experimentamos la vida física por un corto tiempo.
Nos acostumbramos a pensar que el pasado es pasado y el
futuro, es futuro, que la vida es dura y la muerte es el final. Pero es importante también asumir tu naturaleza universal e infinita y que después de todo la vida es un sueño, y los sueños, sueños son..
Amamos y sufrimos, no comprendemos el significado del dolor, hemos sido condicionados para apegarnos a la materia y al mundo físico. Nos aferramos al envase y olvidamos el contenido. Sin embargo vivimos separados de nuestro cuerpo, sin experimentar la mente universal ni controlar nuestros instintos. Como sea, no te preocupes...
Cuando mueras, te despertarás en el presente, al igual que lo hiciste esta
mañana...