Para comprender nuestra verdadera naturaleza, es necesario abandonar por completo toda idea preconcebida.
Se ha de empezar por descartar la idea de la existencia o de que todo es sustancial, es decir, con sustancia propia o una naturaleza permanente. La noción usual de la vida está basada firmemente en la idea de la existencia.
Para la mayoría, lo que se percibe es real y existe; se piensa que todo lo que se ve y se oye existe tal cual ahi afuera. Desde ya, el pájaro que vemos y oímos existe, pero lo que uno percibe en este instante puede no ser exactamente lo mismo que lo que otra persona percibe.
Para la mayoría, lo que se percibe es real y existe; se piensa que todo lo que se ve y se oye existe tal cual ahi afuera. Desde ya, el pájaro que vemos y oímos existe, pero lo que uno percibe en este instante puede no ser exactamente lo mismo que lo que otra persona percibe.
La comprensión profunda de la vida debe incluir a la vez la existencia y la no existencia. El pájaro existe y no existe al mismo tiempo.
Esta a su vez es una comprobación científica. Los electrones aparecen y desaparecen todo el tiempo. Más allá de los átomos que componen la materia aparentemente sólida, todo existe en una superposición infinita de posibilidades. La esencia de la materia es tan sólida como un pensamiento.
Esta a su vez es una comprobación científica. Los electrones aparecen y desaparecen todo el tiempo. Más allá de los átomos que componen la materia aparentemente sólida, todo existe en una superposición infinita de posibilidades. La esencia de la materia es tan sólida como un pensamiento.
Nosotros mismos aparecimos de la nada, o mejor dicho del “vacío” y un día desapareceremos en esa misma “nada”.
Para el budismo la noción de la vida basada exclusivamente en la existencia es falsa.
Tomar las cosas demasiado en serio, como si tuvieran sustancia propia o permanente, está considerado una ilusión y fuente de error.
La verdadera existencia viene de la vacuidad y vuelve nuevamente a la vacuidad. Lo que aparece a partir de la vacuidad es la verdadera existencia. Hay que atravesar la puerta de la vacuidad para comprender la verdadera existencia.
La existencia incluye a la no existencia.
Para el budismo la noción de la vida basada exclusivamente en la existencia es falsa.
Tomar las cosas demasiado en serio, como si tuvieran sustancia propia o permanente, está considerado una ilusión y fuente de error.
La verdadera existencia viene de la vacuidad y vuelve nuevamente a la vacuidad. Lo que aparece a partir de la vacuidad es la verdadera existencia. Hay que atravesar la puerta de la vacuidad para comprender la verdadera existencia.
La existencia incluye a la no existencia.
Existimos y al mismo tiempo no tenemos existencia sustancial.
Esta idea de la existencia es muy difícil de explicar y comprender intelectualmente.
Esta idea de la existencia es muy difícil de explicar y comprender intelectualmente.
En la actualidad se comienza ya a sentir, por lo menos intuitivamente, la vacuidad del mundo moderno, la contradicción manifiesta de su cultura. Los valores morales y espirituales, e incluso materiales, van cambiando.
Ya esta claro, por lo menos para muchos, que el “sueño americano” se parece más bien a una pesadilla. La ilusión de la realización material se termina, generalmente, pagando caro. Es evidente, la realidad material es densa, limitada, pesada y deja muchos residuos.
Ya esta claro, por lo menos para muchos, que el “sueño americano” se parece más bien a una pesadilla. La ilusión de la realización material se termina, generalmente, pagando caro. Es evidente, la realidad material es densa, limitada, pesada y deja muchos residuos.
Mientras mantengamos una idea definida del futuro o alguna esperanza respecto de éste, no es posible tomar totalmente en serio el momento presente. Se dirá "puedo hacerlo mañana o el año que viene", pensando que algo que existe hoy existirá mañana. Uno se esfuerza, se preocupa e incluso teme las posibles consecuencias de un futuro que ya se da por hecho. Se espera siempre que si se sigue cierto camino, fijado previamente, al final se alcanzará algo prometedor. Pero no hay camino fijo que exista permanentemente. No hay un camino establecido para nosotros. Tenemos que encontrar el propio camino en todo momento. Paso a paso, punto a punto. Y para cada uno es diferente.
Cualquier idea o camino establecidos por otra persona, por muy perfectos que parezcan, no son el verdadero camino para nosotros.
Cada uno debe trazarse su verdadero camino y, una vez trazado, él expresará el camino universal. Éste es el secreto.
Cualquier idea o camino establecidos por otra persona, por muy perfectos que parezcan, no son el verdadero camino para nosotros.
Cada uno debe trazarse su verdadero camino y, una vez trazado, él expresará el camino universal. Éste es el secreto.
No hay un mapa de ruta. Podemos cambiar de dirección cuando sea necesario. Cada punto contiene a la eternidad. Cada momento es único. Esta es la verdadera comprensión.
Cuando se comprende totalmente una cosa, se comprende todo.
Cuando uno trata de comprender todo, acaba por no comprender nada. Lo mejor es entenderse, conocerse a si mismo y así se comprende todo.
Cuando miramos a los demás buscando alguna certificación, o alguien que nos diga que hacer, terminamos perdidos, generalmente subiendo al autobús equivocado.
Pero si uno se esfuerza en trazar su propio camino y deja de lado las apariencias, ayuda a los demás y estos lo ayudarán a uno. Si no conocemos nuestro propio camino, no podemos ayudar a nadie, y nadie puede ayudarnos.
Para ser independientes en el verdadero sentido, hay que descartar todo lo que se tiene en la mente, las ideas preconcebidas, los prejuicios, los hábitos, los miedos y descubrir algo enteramente nuevo y diferente, momento tras momento. Así es como se vive en este mundo.
Por eso la verdadera comprensión proviene de la vacuidad.
Por eso la verdadera comprensión proviene de la vacuidad.
Lo importante es hacer regularmente "una limpieza general de la casa". En términos informáticos: desfragmentar la información y eliminar los programas y archivos que no sirven.
Hay que sacar todo lo que se tiene en la mente y limpiarlo bien; si es necesario, puede volverse a poner en su lugar y si no nos sirve más, lo descartamos. También se hace un orden, algunas cosas se pueden reubicar y así tener más espacio para nuevas cosas (ideas, programas, nueva información).
Muchos piensan solo en obtener, en acumular y guardar. Con este tipo de actitud se termina agotado, bloqueado, no queda lugar para nada nuevo y si uno debe buscar algo, en todo ese tumulto de pensamientos, emociones y vieja información, es muy difícil encontrarlo.
Para conocer la verdadera libertad hay que aprender a renunciar. La libertad, es renuncia.
La mayor parte del tiempo se tienen varios pensamientos en la mente, uno tras otro en un flujo incesante. Pero si uno quiere detener el pensar, puede hacerlo, porque no hay nadie sobre nosotros que nos impulse a pensar de una manera. No hay muchas mentes, solo hay una mente, la mayoría del tiempo fragmentada en múltiples actividades, como un mar agitado y lleno de olas. Pero el mar se puede calmar, la agitación puede cesar y las olas desaparecer. Parece difícil, pero con la práctica se vuelve natural.
Por lo tanto, cuando se es capaz de detener la agitación de la mente, se aprecia la sensación del propio esfuerzo. Pero mientras tenemos una idea fija o nos aferramos a alguna manera habitual de hacer las cosas, no podemos apreciar las cosas en su verdadero sentido. Nos falta dimensión.
Cuando se busca la libertad, no se la puede encontrar. La libertad absoluta ya existe antes de que uno pueda obtenerla. Ésa es la esencia de la práctica del Zen.
Nuestro camino no va siempre en la misma dirección. Algunas veces vamos a la izquierda, otras a la derecha. Es como ir remando en un bote. Podemos tomar en una dirección o en otra, depende adonde uno quiera ir. A veces, incluso, podemos dejar de remar y permitir que la corriente nos lleve, soltamos los remos y relajados, disfrutamos del viaje.
Esto es libertad. Sin esta libertad, no es posible concentrarse en lo que se hace.
Por lo tanto, cuando se es capaz de detener la agitación de la mente, se aprecia la sensación del propio esfuerzo. Pero mientras tenemos una idea fija o nos aferramos a alguna manera habitual de hacer las cosas, no podemos apreciar las cosas en su verdadero sentido. Nos falta dimensión.
Cuando se busca la libertad, no se la puede encontrar. La libertad absoluta ya existe antes de que uno pueda obtenerla. Ésa es la esencia de la práctica del Zen.
Nuestro camino no va siempre en la misma dirección. Algunas veces vamos a la izquierda, otras a la derecha. Es como ir remando en un bote. Podemos tomar en una dirección o en otra, depende adonde uno quiera ir. A veces, incluso, podemos dejar de remar y permitir que la corriente nos lleve, soltamos los remos y relajados, disfrutamos del viaje.
Esto es libertad. Sin esta libertad, no es posible concentrarse en lo que se hace.
A veces se siente cierto malestar en lo que se está haciendo. Como uno generalmente está sujeto a alguna idea prefabricada de ir a la izquierda o a la derecha, la actividad enfrenta una dualidad. Aparecen la contradicción y la duda a cada momento.
Mientras se está sujeto a esta dualidad, no se puede ser libre y uno no puede concentrarse en lo que debe hacer, ni disfrutar del momento.
La verdadera libertad, es absoluta, ya existe, no se trata de huir o de luchar como un esclavo.
La libertad no es una aspirina.
El espíritu es libre e infinito por naturaleza, no tiene límites.
La concentración no consiste en esforzarse por observar algo de forma rígida. Por ejemplo, durante la meditación (zazen), si uno trata de mirar un punto fijo, se cansa después algunos minutos. Eso no es concentración. Concentración significa libertad. Por eso el esfuerzo no ha de estar dirigido hacia algo. En todo caso es el tipo de esfuerzo que se olvida, que no deja huellas. Uno debe concentrarse en la nada.
Obviamente cuando tenemos que hacer algo, no hay que dudar, hay que hacerlo y punto, sin dejar huellas ni residuos.
En la práctica de zazen, se suele decir que la mente debe concentrarse en la respiración, pero para mantener la mente en la respiración, lo mejor es olvidarse completamente de uno mismo, simplemente sentarse y sentir la respiración.
Si se concentra en la respiración, uno se olvida de sí mismo; al hacerlo, la mente se concentra en la respiración. Así, pues, en realidad no hay necesidad de esforzarse demasiado por concentrarse en la resplración. De la misma manera que ser libre no es un producto del esfuerzo, es más bién un sentimiento y no un concepto o una idea.
Lo práctico es hacer lo que esté al alcance de uno. Ser natural.
La esencia del ser no es algo que se encuentre fuera de cada uno.
La concentración no consiste en esforzarse por observar algo de forma rígida. Por ejemplo, durante la meditación (zazen), si uno trata de mirar un punto fijo, se cansa después algunos minutos. Eso no es concentración. Concentración significa libertad. Por eso el esfuerzo no ha de estar dirigido hacia algo. En todo caso es el tipo de esfuerzo que se olvida, que no deja huellas. Uno debe concentrarse en la nada.
Obviamente cuando tenemos que hacer algo, no hay que dudar, hay que hacerlo y punto, sin dejar huellas ni residuos.
En la práctica de zazen, se suele decir que la mente debe concentrarse en la respiración, pero para mantener la mente en la respiración, lo mejor es olvidarse completamente de uno mismo, simplemente sentarse y sentir la respiración.
Si se concentra en la respiración, uno se olvida de sí mismo; al hacerlo, la mente se concentra en la respiración. Así, pues, en realidad no hay necesidad de esforzarse demasiado por concentrarse en la resplración. De la misma manera que ser libre no es un producto del esfuerzo, es más bién un sentimiento y no un concepto o una idea.
Lo práctico es hacer lo que esté al alcance de uno. Ser natural.
La esencia del ser no es algo que se encuentre fuera de cada uno.
La gran mente lo incluye todo.
Todas las existencias son parte de nuestro espíritu.
Cuando se practica así, finalmente se experimenta la verdadera existencia proveniente de la vacuidad.
Cuando se practica así, finalmente se experimenta la verdadera existencia proveniente de la vacuidad.
El verdadero ser existe más allá de las apariencias.