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lunes, 24 de junio de 2013

Los dos mundos

El universo está compuesto de dos órdenes fundamentales: el orden de lo implícito, lo no manifestado, el vacío creador del cual surgen todas las manifestaciones en un flujo ilimitado e incesante, y el orden de lo explícito, que es la forma, el no vacío, son todos los fenómenos que percibimos por los sentidos, es la realidad de los objetos visibles y aparentemente concretos.


Tenemos de una parte el mundo invisible e inmaterial el cual, en general, no se percibe conscientemente ni por medio de los sentidos ordinarios ya que es el nivel de la no forma, de la no manifestación, son campos de energía e información. Se le llama vacío, obviamente porque lo describimos desde nuestra percepción corporal y particular, pero de hecho es un “pleno” repleto de energía. Es el mundo del espíritu. 
Y por otra parte percibimos un mundo visible, tangible, repleto de objetos, personas y situaciones concretas. Es el mundo físico de la materia. Nuestra realidad en este plano tridimensional de la existencia.

Ambos mundos no existen por separado y se crean y controlan mutuamente. 
Pero solo el vacío es real. 
Todas las creaciones que emanan de él son ilusorias e impermanentes. Son proyecciones.
Las formas y objetos presentes en nuestra realidad física son una ilusión de los sentidos, sombras y reflejos, patrones de interferencia que el cerebro decodifica e interpreta de acuerdo a su programación básica y a los programas instalados mediante el aprendizaje y la educación. Creemos que lo que podemos tocar o ver existe por si mismo, independientemente de nuestra observación, y lo que no podemos “objetivar”, ver o tocar,  no existe.
Esta es la razón por la cual tenemos un punto de vista material de la vida y esta falsa comprensión trae aparejada miedo, egoísmo, sufrimiento, soledad, aislamiento y la sensación de que vivimos en un universo frío y hostil, y que si no hacemos “algo” estamos perdidos.  
Tememos morir pero también vivir. Cuando te dicen que la vida es un sueño no lo crees verdaderamente, pero tampoco quieres despertar.

Este error de la percepción se ha incrementado con el conocimiento científico, que tiene el hábito de separar las partes y conceptualizarlas, para estudiar cada una en forma aislada y así comprender la totalidad del fenómeno y poder etiquetarlo.
Un sin sentido que ha contribuido a fragmentar al ser humano y a deshumanizarlo. Despues de todo, ¿Qué es lo que nos hace humanos?: el espíritu.

A partir de la actividad originada en una pequeña parte del cerebro, ubicada por lo general en la corteza del hemisferio cerebral izquierdo, proyectamos una realidad, como un holograma, le damos el status de “real” y verdadero y luego olvidamos que es una creación nuestra. Una proyección de nuestra conciencia.


Es como el que va el cine y cree que el film que está viendo es real y existe por si mismo, los actores son reales, los efectos son reales, la trama es real, pero en realidad no podría existir fuera del observador. Por otra parte es el espectador el que da calidad y “calidez” a las imágenes, de acuerdo a su percepción, sus emociones y su estado de espíritu.

La percepción de “solidez” y de que tocamos algo concreto es debida a la alta frecuencia en la que oscilan las partículas y a que algunas de ellas presentan un principio de asimetría que no les permite ocupar el lugar de otra. Estas partículas, como los electrones y también los constituyentes del núcleo atómico: protones y neutrones, son llamados fermiones.

La materia ordinaria está básicamente formada por fermiones y a ellos debe prácticamente toda su masa. De acuerdo a la descripción del modelo atómico estándar de la física, los átomos están básicamente formados por quarks que a su vez forman los protones y los neutrones del núcleo atómico y también de leptones, como los electrones que orbitan al núcleo.
El principio de exclusión de Pauli, el cual rige a los fermiones, es el responsable de la "impenetrabilidad" de la materia ordinaria, que hace que esta sea una sustancia extensa y aparentemente sólida. El principio de Pauli también es responsable de la estabilidad de los orbitales atómicos haciendo que la complejidad química sea posible.


El otro tipo básico de partícula elemental en la naturaleza son los bosones, como los fotones. Que no cumplen el principio de exclusión de Pauli y por lo tanto pueden presentar estados de superposición y coherencia, esto hace posible la luz del tipo láser. Los fotones son partículas portadoras de información, de orden y coherencia a nivel cuántico.

Los fotones pueden estar en un mismo estado cuántico de partícula, como en el láser, que es un haz de luz amplificada y coherente (no diverge como la luz blanca) ya que una multitud de ellos pueden estar en estado de superposición.

Los fotones pierden su individualidad pero no su información. 

El carácter de “proyección” que tiene la realidad que percibimos se puede ver por el entrelazamiento que existe entre todos los seres y cosas en este universo consciente y también por nuestro rol  como observadores.

Somos creadores y al mismo tiempo estamos siendo creados. La partícula informa al campo y el campo modela a la partícula. Hay una interacción permanente entre ambos, de hecho no hay separación.

Mundo invisible, mundo visible

Nuestro mundo visible es una emanación del mundo invisible.
Las creaciones materiales son creaciones del espíritu.
El pensamiento consciente es creado por el inconsciente, lo que aparece en la superficie de nuestra mente y creemos que lo estamos percibiendo “en tiempo real” ya fue procesado unos instantes antes en el subconsciente por programas instalados (generalmente por otros) en nuestra infancia e incluso algunos programas los recibimos como parte de la herencia genética ancestral.
Además lo que percibimos como un pensamiento dentro de la cabeza es otra ilusión ya que la mente es no local y no tiene una ubicación fija ni limitada a un espacio concreto.  Puede existir, y de hecho lo hace, fuera de nuestro cuerpo y además, es esta mente la que está creando (proyectando) la realidad que percibimos separada de nosotros y también a nuestro cuerpo físico.

interferencia de ondas
Por eso se dice que la mente existe y no existe al mismo tiempo. Se encuentra en un lado y a su vez en todos lados (o ninguno). Puede estar focalizada en un punto y también estar extendida en todas las direcciones del espacio-tiempo. Su naturaleza es infinita, entrelazada y no localizada.

Por esta causa, si intentas describir o tratar de comprender con el pensamiento consciente la “realidad” que te rodea, lo que haces es crear más realidad dándole forma y color a lo que antes no lo tenía, tu mente queda atrapada, literalmente “enganchada” a los objetos, situaciones y otros seres, y de esta forma eres tu quien termina siendo creado por la realidad y luego dependes de ella y eso hace que no tengas el control de tu vida y no puedas vivir otra realidad que la que conoces.

Nuestra realidad cotidiana está desfasada, viaja con retraso, el pensamiento ordinario, secuencial, lógico y contradictorio llega siempre tarde. Es el producto final de una serie de secuencias de procesamiento de la información, considerando además que muchos procesadores (cerebros) están desconfigurados y procesando muy por debajo de su capacidad. Es así que mucha gente vive sus vidas creando realidades incoherentes, arbitrarias, fragmentadas, sin un sentido verdadero. Y esto es así por que lo que brinda coherencia y sentido a la realidad que se crea, es la conciencia.
Esta condición normal de coherencia y equilibrio surge de la unidad entre la mente y el cuerpo.

A partir de la atención sutil y de la concentración mental podemos acceder inconscientemente a los planos más profundos de nuestro ser.
Expandir la conciencia más allá de sus límites ordinarios es nuestra naturaleza de seres humanos. En esa dirección vamos evolucionando, hacia una mayor conciencia, un mayor entendimiento y una mayor compasión.
Vinimos a aprender. Aparecimos en este plano físico para mejorar nuestra naturaleza y comprender errores pasados.
Somos unidades de experiencia participando en la evolución del universo, un universo que no está lejos, o afuera o separado de nosotros. Cada uno es una manifestación que contiene la información de la totalidad. Cada uno es en si mismo un universo, conectado a su vez con múltiples universos y dimensiones.

Si quieres aprender, el viaje es apasionante

No es necesario acumular bienes ni consumir lo que en verdad no necesitas, ni correr detrás de algunas cosas o personas y huir de otras, o parecerte a los demás.
Para de correr. Tomate el tiempo para meditar en silencio. Calma la mente. Vuelve a tu propia realidad, a tu esencia, a tu ser interior.
Deja que tu creatividad se exprese. Libre y desapegada. Sin miedo, con confianza en tu naturaleza.
Se dice que somos hijos de Dios, eso significa que por nuestras venas corre sangre divina y tenemos genética de creadores, además de contacto directo con nuestro creador.
Es así, estamos hechos con materiales cósmicos y dotados de conciencia infinita, lo que llamamos muerte y nacimiento son solo cambios de configuración y apariencia, pero en esencia somos seres luminosos y nuestra verdadera morada es el reino de la luz eterna.

El verdadero tesoro es el conocimiento de si mismo.

zazen, postura de autoconocimiento que favorece la expansión de la conciencia



miércoles, 18 de mayo de 2011

Tensegridad celular


La relación entre la estructura y la función en biología

Existe una relación de complementariedad entre la forma (estructura) y la función, esta es una característica de la naturaleza y se aplica a todas los objetos, cosas y organismos.

Los antiguos taoístas observaron esta interdependencia y desarrollaron la teoría del yin y yang, que es aplicable a todo lo que existe: 2 fuerzas opuestas que trabajan juntas formando un todo. El yin es sustancia, forma, sostiene, contiene y nutre, representa a la materia. El yang es función, movimiento, acción, protección, representa a la energía.

Pero estos no son conceptos absolutos, son relativos y están en constante intertransformación. La materia se transforma en energía. La energía se materializa. El yin se convierte en yang y el yang se transforma en yin.

En biología se define en términos de parénquima y estroma. Se denomina parénquima al tejido funcional del órgano (por ej.: secreciones glandulares, síntesis de proteínas, etc,); en contraposición, la estroma, son los tejidos de contención y sostén (generalmente, tejido conectivo).

La célula, los tejidos, los órganos y el organismo en su totalidad, presentan una parte funcional y otra de sostén.

Generalizando, podemos entender la tensegridad como un sistema dinámico formado por un campo continuo en tensión que se encuentra envolviendo “islas” o componentes discontinuos en compresión. Así, cambiando los nombres de compresión y tensión por los de atracción y repulsión, o contracción y expansión, una galaxia (estrellas-planetas) o un átomo (núcleo–electrones) pueden considerarse sistemas en tensegridad.

Así simplemente, definimos a la tensegridad, como la relación o mejor dicho, el balance entre dos fuerzas opuestas: tensión y compresión.

Todas las estructuras, desde un artefacto creado por la inteligencia humana o una forma de vida que evolucionó por selección natural durante millones de años, presentan un equilibrio entre 2 fuerzas opuestas y complementarias.

A medida que vamos comprendiendo la naturaleza y a nosotros, como parte de ella, observamos que en todas partes se repite el mismo modelo. En este modelo de un universo organizado en escalas o jerarquías, lo infinitamente grande (galaxias) y lo infinitamente pequeño (átomos) presentan la misma dinámica, el mismo equilibrio de fuerzas: expansión y contracción. Y en el medio de la escala (entre lo grande y lo pequeño) se encuentra la célula, que también puede considerarse un sistema con “integridad tensional”.

En el sistema de tensegridad celular está incluida también la matriz extracelular.

La matriz extracelular (MEC) es el medio que rodea a las células.

Es una sustancia viscosa formada por materiales extracelulares que junto a las células conforman los distintos tipos de tejidos (músculo, hueso, piel, tejido conectivo, etc). A su vez, los tejidos forman órganos y los órganos forman sistemas o aparatos (digestivo, genitourinario, respiratorio, cardiovascular) y el conjunto de estos conforman un organismo.

Diferentes niveles de complejidad, comunicados entre si y que expresan la misma dinámica de fuerzas.

La MEC es un medio de integración o comunicación fisiológico, de naturaleza bioquímica compleja, en el que están "sumergidas" las células.

La célula presenta receptores en su membrana, un tipo de proteínas especializadas llamadas integrinas, que además de ser transductoras de señales, anclan la célula a la MEC.

El mantenimiento de la forma celular y de la tensión intracelular, dependen también de la integridad, la composición química, la estructura de la MEC y las conexiones que tenga con la célula. De hecho la célula y la MEC son parte de un solo organismo.

Esta matriz es una sustancia continua, ramificada, presente en todas partes, que sostiene, envuelve y estructura todas las células y tejidos del cuerpo de una manera dinámica y funcional.

Las características mecánicas de la matriz extracelular como rigidez y deformabilidad, son factores importantes que influyen en la conducta y la dinámica de las células tales como la diferenciación, la multiplicación, la supervivencia y la movilidad (migración).

La transducción mecánica, que es la transformación de fuerzas físicas en reacciones químicas, es capaz de modificar la estructura molecular del citoesqueleto e incluso estimular la formación de tejido, como por ejemplo un epitelio.

Esto resulta un aspecto interesante de la dinámica de la reestructuración del citoesqueleto y la capacidad de regeneración celular.

Las células también tienen "tono", al igual que los músculos, debido a la atracción constante de los filamentos del citoesqueleto. Como la cuerda de una guitarra, su sonido depende de su “estiramiento” y del lugar donde se pulse, es decir, donde se ejerza la presión, (estiramiento y presión).

La tensión que presenta el citoesqueleto de una célula, en un momento dado, está influenciado por la dinámica celular y la forma de su núcleo. Cualquier cambio en las fuerzas intracelulares, derivado de su interacción con el exterior y que provoque cambios en el citoesqueleto, induce a que también se den cambios en la forma del núcleo de la célula.

Las características del núcleo celular, en particular su viscoelasticidad, tienen un papel determinante en las interacciones mecánicas que se dan entre el núcleo, el citoesqueleto y la matriz extracelular, ya que presenta propiedades distintas a las del citoplasma.

Las deformaciones del núcleo modifican no solo su composición química sino también influyen en la estructura y función del ADN (información genética).

Los núcleos celulares también tienen una dinámica propia debida a su composición; cuando una célula va de un lado a otro puede atravesar un diámetro menor al suyo y entonces la deformación del núcleo también está en relación a la deformación que presenta la célula completa. El tamaño y la forma de los núcleos celulares son variables y depende del tipo de célula.

Su dinámica y su composición química están íntimamente relacionadas con las del esqueleto celular (citoesqueleto). De hecho se ha observado que la plasticidad del núcleo de las células cancerosas favorece para que éstas se diseminen con más facilidad que otras.

La estructura molecular de las células presenta propiedades vibratorias con armónicos complejos. El ADN recibe y emite información como una antena (ver post: "El lenguaje del ADN")

Los sistemas de tensegridad desempeñan además el papel de osciladores armónicos acoplados.

Las interacciones vibracionales “atraviesan” un “tejido matricial de tensegridad”: matriz nuclear, matriz celular y matriz extracelular (en ambas direcciones), estos diferentes niveles funcionan como uno solo equilibrando las vibraciones propias de la célula con los estímulos y señales que esta gestiona, desde el exterior de la célula hasta el ADN en el núcleo y viceversa.

Este acoplamiento entre los diferentes niveles de organización permite los procesos de amplificación y de atenuación del estímulo o la señal.

El nivel de tensión celular actúa como un modulador mecánico que puede ampliar, modificar o suprimir las informaciones en un sentido o en el otro.

¿Podemos generalizar estos fenómenos a través de todas las escalas estructurales desde la célula hasta el cuerpo entero?

A través de las escalas de organización sucesivas (ver post sobre fractales), los estímulos o las fuerzas que recibe el organismo entero o una de sus partes, se transmiten al nivel celular.

Esta organización jerarquizada posee un papel protector (amortiguador), las fuerzas (expresadas en newton), recibidas a la escala del cuerpo (macronivel), son atenuadas para llegar al orden de los milinewtons (y menos), “comprensibles” para la célula (micronivel). De esta manera, la piel y los tejidos normalmente resisten el estiramiento, y el cuerpo tiene la capacidad de asimilar impactos o choques a veces violentos.

El cuerpo humano forma un sistema automodelado de tensegridad: los huesos, elementos discretos (discontinuos) comprimidos, elevados (contra la fuerza de gravedad) y en equilibrio con la red músculo-fascial tensada que interconecta y sostiene la estructura.

Podemos describir a las fascias como un tejido corporal contínuo, que cumple el papel de “red tensional”: contiene, comunica, vehiculiza información, protege y “tensa” la estructura.

La columna vertebral y la cabeza son una unidad funcional. Este sistema, de partes blandas en tensión y puntales de sostén: como son los huesos, generando compresión, posee todas las características de una estructura de tensegridad.

La columna vertebral con sus ligamentos, fascias y músculos (interespinosos, trapecio, dorsales, lumbares, etc.) funciona como un sistema de tensegridad, en el que las clavículas, las vértebras y las articulaciones sacroilíaca, la escápulohumeral e incluso el hueso hioides en el cuello, están relacionados.

Las partes blandas sostienen, tensan y alinean a la columna. Si la tensión es excesiva el flujo de fuerzas se bloquea y el sistema se vuelve rígido y se desequilibra. Si la tensión es poca o nula, el sistema colapsa, se cae y si los tensores tiran de manera desigual, aparecen deformaciones, torsiones, desbalances, etc.

La correcta posición de la columna vertebral (derecha, estirada, flexible) y la cabeza (en equilibrio sobre los hombros) depende de una “tensión justa o correcta”.

Una de las principales propiedades de la tensegridad es, "la capacidad de disipar las fuerzas y distribuirlas entre todas las partes que componen el sistema, en vez de concentrarlas en aquella que las recibe directamente". Este es un principio fundamental de la “reflexología”.

Otro punto importante es que los sistemas que se autoequilibran consumen menos energía.

En la naturaleza la evolución tiende a la optimización, mayor funcionabilidad (equilibrio dinámico) con un menor gasto de energía.

Las fascias son un camino de acceso directo a las células

El concepto de tejido matricial de tensegridad, desarrollado a propósito de la célula, se encuentra también en la escala macroscópica con la red de fascias.

Por medio de la red fascial se puede acceder a los procesos celulares que relacionan las señales mecánicas recibidas por las membranas a los fenómenos bioquímicos, es decir la transducción mecánica, mediante presiones, manipulaciones y estiramientos como en el caso del shiatsu o la osteopatía.

El citoesqueleto verdadera “fascia intracelular”, funciona como una continuidad de la gran red extracelular de fascias.

El nivel microscópico de la célula con su estructura molecular y el nivel macroscópico de los músculos, fascias y tendones están conectados, son una continuidad, proyecciones de lo mismo pero en diferentes escalas. Es igual para cada parte del cuerpo.

El estado de las partes blandas (músculos, tendones, ligamentos), que representan el sistema de tensión, depende también del estado de los órganos internos, en particular hígado y bazo.

Los huesos, el sistema en compresión, dependen de la energía de los riñones.

La tensión justa y equilibrada del sistema músculo-tendinoso fortalece y protege a los órganos internos. La información viaja en todas las direcciones.

La conciencia mueve la energía y afecta a la materia. Energía y materia se intertransforman sin cesar (E=MC2). La información se desplaza en forma de ondas (en este caso mecánicas) que se propagan y son leídas e interpretadas por las células que a su vez devuelven la señal generando un efecto físicoquímico, el cual reenvía información al medio (retroalimentación o biofeedback).

En la tensegridad, la estructura se considera como una unidad integrada completa, con capacidad para distribuir las fuerzas en todas las direcciones y reequilibrarse. Se puede entender así, como los estímulos o cambios aplicados en una zona ejercen también efectos a distancia.

Sin una cierta “tensión” y sin una cierta “presión” no es posible la vida.

La célula depende de su forma y estructura para desarrollarse y vivir. La forma, a su vez, es mantenida y generada por la función.

Estructura y función, 2 aspectos de una única realidad.

Entonces, la mejor manera de mantener la salud y prevenir enfermedades (y en muchos casos curarlas), es con presiones y estiramientos. La práctica regular de chi kung, yoga, masajes y otras disciplinas afines favorecen este propósito.

Simplemente energía e información aplicadas en la dirección correcta.


domingo, 12 de septiembre de 2010

La forma y la conciencia del universo

Los campos de energía en el universo, y en el ser humano como extensión de él, se estructuran en formas geométricas definidas, la geometría sagrada, (post del 4/9/10).

El universo tiene diferentes niveles de organización, y como vimos, la dinámica de esta organización son los fractales.
De manera que la diferencia entre un átomo y una galaxia es que corresponden a diferentes niveles o escalas dentro de esta organización. Desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande.
La física actual trata de unificar estos dos dominios o niveles, mediante una "teoría del todo”, un puente de unión entre la mecánica cuántica y la física relativista. Y hasta ahora no lo consigue, las matemáticas de una no describen a la otra. Para la ciencia actual la fuerza de gravedad y la fuerza electromagnética no son todavía conciliables.

Pero si observamos con mayor amplitud esto, nos daremos cuenta que el error consiste en no tomar en cuenta la dinámica fractal del universo.

Obviamente, la física siguiendo el método “científico”, no considera al universo como un “todo”, si no que analiza sus partes por separado. Un universo sin conciencia ni inteligencia y el ser humano ocupando un lugar aparte, como un observador privilegiado.

Evidentemente, cambiar esta mentalidad lleva tiempo y generaciones, sobretodo porque la ciencia mayormente trabaja para la tecnología y esta representa siempre fuertes intereses que se resisten al cambio y a la transformación.

Diferentes niveles de organización

Cuando morimos, ni uno solo de los átomos que componen nuestras células se pierde, simplemente pasan a otro nivel de organización. Serán reutilizados, formarán nuevas moléculas, se transformarán en materia, células, probablemente otro organismo vivo, o quedarán disponibles para un nuevo ensamblado. Un verdadero reciclado cósmico.

Nuestros átomos son miniagujeros negros.

Los agujeros negros fueron primero postulados teóricamente y luego descubiertos como fenómenos cosmológicos, a partir de estrellas que colapsan.

Una estrella corriente, como nuestro sol, conserva su tamaño normal gracias al equilibrio entre una altísima temperatura central, que tiende a expandir la sustancia estelar, y la gigantesca atracción gravitatoria, que tiende a contraerla y colapsarla.

Si en un momento dado la temperatura interna desciende, la gravitación se hará dueña de la situación. La estrella comienza a contraerse y a lo largo de ese proceso la estructura atómica del interior se desintegra. En lugar de átomos habrá ahora electrones, protones y neutrones sueltos. La estrella sigue contrayéndose hasta el momento en que la repulsión mutua de los electrones contrarresta cualquier contracción ulterior.

La estrella es ahora una «enana blanca». Si una estrella como el Sol sufriera este colapso que conduce al estado de enana blanca, toda su masa quedaría reducida a una esfera de unos 16.000 kilómetros de diámetro (su diámetro actual es de 1.390.000 km), y su gravedad superficial (con la misma masa pero a una distancia mucho menor del centro) sería 210.000 veces superior a la de la Tierra.

En determinadas condiciones la atracción gravitatoria se hace demasiado fuerte para ser contrarrestada por la expansión electromagnética. La estrella se contrae de nuevo, obligando a los electrones y protones a combinarse para formar neutrones y forzando también a estos últimos a apelotonarse en estrecho contacto. Esta estructura neutrónica forma una «estrella de neutrones», que podría albergar toda la masa de nuestro sol en una esfera de sólo 16 km de diámetro. La gravedad superficial sería 210.000.000.000 veces superior a la de la Tierra.

Continuando este proceso, la gravitación puede superar incluso la resistencia de la estructura neutrónica. En ese caso ya no hay nada que pueda oponerse al colapso. La estrella puede contraerse hasta un volumen cero y la gravedad superficial aumentar hacia el infinito.

La luz emitida por una estrella ordinaria como el Sol pierde muy poca energía. La emitida por una enana blanca, algo más; y la emitida por una estrella de neutrones aún más. A lo largo del proceso de colapso de la estrella de neutrones llega un momento en que la luz que emana de la superficie pierde toda su energía y no puede escapar.

Un objeto sometido a una compresión mayor que la de las estrellas de neutrones tendría un campo gravitatorio tan intenso, que cualquier cosa que se aproximara a él quedaría atrapada y no podría volver a salir. Es como si el objeto atrapado hubiera caído en un agujero infinitamente hondo y no cesase nunca de caer. Y como ni siquiera la luz puede escapar, el objeto comprimido será negro. Literalmente, un «agujero negro».

Teniendo en cuenta las polaridades del universo, si existen agujeros negros, entonces deben existir agujeros blancos (sus opuestos), en los que la materia (y la luz) no puede permanecer en su interior indefinidamente y es arrojada al exterior violentamente (al exterior del horizonte de eventos).

Por otro lado, un agujero negro y uno blanco trabajando en conjunto formaría un agujero de gusano, uno entraría por el negro y saldría expulsado por el blanco.

Actualmente los científicos tratan con grandes aceleradores de partículas de recrear los agujeros negros a nivel subatómico, buscando siempre una teoría que unifique todo.

Incluso Stephen Hawking describe a las partículas subatómicas como diminutos agujeros negros. Pero evidentemente con la misma metodología “científica” , y de esa forma siempre va a faltar algún elemento de esta dinámica, como por ejemplo los fractales. Que son los que nos permiten comprender la forma en que el universo se organiza…

...simplemente en escalas de distinto tamaño.

Por ejemplo, las células que componen nuestro cuerpo, están rodeadas por una membrana plasmática de lipoproteínas, que es como el horizonte de sucesos.
Lo interesante es que esta membrana vibra, la oscilación es de 10 elevado a la 11 Hercios. Esta es una frecuencia elevadísima, que genera una cantidad enorme de energía y cumple todos los requisitos para formar un agujero negro (Schwarzschild).

Teniendo en cuenta la frecuencia y el radio de la célula, si la colocamos en un gráfico que vaya desde una partícula subatómica hasta la estrella más grande, la célula biológica se ubicará en el medio de esta gráfica.
Es interesante. Somos el trazo de unión entre estos extremos, entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño. Lo que unifica el todo.

La distancia entre estos diferentes niveles sigue una proporción definida por el número áureo, y esta mísma proporción se encuentra en todas partes en la naturaleza.
Es la misma proporción que utilizó Kepler para la ley de escalas del sistema solar y lo hizo utilizando figuras geométricas.

Estas proporciones y geometrías eran conocidas por sabios y alquimistas en la antigüedad y hay pruebas de esto en la arqueología y otros testimonios de las civilizaciones antiguas.

La geometría del vacío genera todos los niveles de la escala.

Cada límite es una resolución de la estructura fractal, desde la más pequeña partícula hasta una galaxia.
Y en el cuerpo humano las células se multiplican de este modo también y se autoorganizan siguiendo la geometría específica de la estructura del vacío. Y en un principio estas células, todavía indiferenciadas, llamadas células madre totipotenciales, ya que cada una contiene toda la información para crear a un ser humano, se irán diferenciando en las sucesivas divisiones, formando así células epiteliales, músculares, óseas, neuronas, etc., y estas se irán organizando en diferentes niveles: tejidos, órganos, sistemas y aparatos.

Estamos hechos de material cósmico y a la manera exacta del universo.

Somos una extensión del espacio, una forma surgida del vacío. El universo que se observa a si mismo en una experiencia humana. Y esta retroalimentación, este flujo de información y energía de ida y vuelta que permanentemente crea la realidad, es en esencia el universo aprendiendo sobre si mismo.
Y como vimos en el post anterior, podemos resumir todo en la dinámica conjunta de 2 fuerzas, una hacia adentro que contrae, y la otra hacia fuera que expande. Gravitación-electromagnetismo y la retroalimentación entre ambas.
Comprender esto con la totalidad del ser significa realizar que fundamentalmente nuestro cuerpo físico es solo uno de los tantos niveles de organización, pero también somos energía y luz. Un cuerpo espiritual que nos conecta con todo. El cuerpo mismo del universo.

Somos la forma y la conciencia del universo.

Estamos hechos a partir del vacío y nuestro cuerpo refleja esta forma.

Las posturas que adopte el cuerpo físico nos permitirán experimentar las diferentes dimensiones del ser, distintos niveles vibracionales de esta organización universal, tetraedros y esferas.

La geometría del vacío infinito de la que surgen todas las formas es la postura zazen.

martes, 7 de septiembre de 2010

Las 2 fuerzas


El universo se expande, esto no solo lo demuestra la teoría y los cálculos matemáticos (constante de Hubble), si no también la observación directa de las galaxias.
Por otra parte, como veíamos en el post anterior, todo tiende hacia el infinito en el interior de cada átomo, en el centro de cada punto del espacio.
De manera que el universo no solo se expande, si no que también se contrae. No solamente es una afirmación basada en la intuición, es lógica y fundamentada por las leyes de la física: principio de acción y reacción (3ª ley de Newton): si una cosa se expande, otra se contrae. Si inflamos un globo, nuestros pulmones se contraen.

La teoria del yin y del yang, describe este fenómeno: dos fuerzas opuestas y complementarias (imagen). El yin es contracción, el yang es expansión. El yin es lo interior y el Yang lo exterior. La parte que contrae es la que crea, la que genera, y la que expande o irradia es la que destruye y limita. El principio femenino y el masculino en una eterna danza que se equilibra a si misma.

Toda la ciencia, toda la tecnología, incluso todo nuestro conocimiento moderno están basados en la parte que irradia, la parte yang o masculina. Incluso las religiones convencionales se basan en este principio, el catolicismo, el islam, el judaísmo, desde siempre invadiendo, evangelizando, imponiendo, guerreando, destruyendo, matándose unos a otros en nombre de Dios, Alá, Jehová, o el que sea. Basta con ver la historia hasta nuestros días.

La ciencia funciona de esta manera. Trata de descubrir una nueva y teórica partícula que brinde una nueva luz sobre la estructura del universo y permita construir nuevas tecnologías, y además que algún científico gane el premio Nobel y le pongan su nombre a la dichosa partícula, que dicho sea de paso dura apenas una millonésima de segundo, y ¿como lo hace?: Construyendo aceleradores cada vez más grandes y costosos para hacer estallar a las partículas entre sí y fotografiar este momento fugaz, en lugar de ocuparse en estudiar, observar y tratar de comprender la dinámica del universo, basada en este equilibrio de fuerzas, de tendencias.
La medicina moderna es otro ejemplo, en lugar de tratar de comprender lo que ocurre en el interior de la persona y el proceso de su enfermedad o el desequilibrio y confiar además en la capacidad curativa natural del cuerpo, ataca el síntoma o el signo visible, bombardeándolo con química pesada y muchas veces con cirugía innecesaria.

Entonces, esta dinámica continúa de expansión y contracción, genera una retroalimentación o feedback.

Veamos algo interesante. Si todo en el universo irradia, ¿dentro de que, o hacia que irradia?, evidentemente en el espacio, en el vacío. Entonces, ¡el vacío no puede considerarse vacío!. El vacío en realidad está lleno de energía.
Por otra parte ni se pierde ni se gana energía (ley de conservación de la energía).

Si consideramos el movimiento universal de expansión y contracción, entonces el vacío es el lado en contracción en la estructura de la realidad. Es la parte que no vemos. Es la parte que se aleja hacia el infinito. Lo percibimos como vacío, pero está pleno de energía y potencialidad e incluso, como vimos anteriormente, estructurado geométricamente, con formas y una dinámica definida.
En realidad cada punto del espacio es infinitamente denso, no lo percibimos porque todos sus vectores, todas las infinitas líneas de fuerza que convergen, están en equilibrio y se cancelan. No obstante algunos científicos trataron de calcular (renormalizar) la densidad de este vacío y estimaron que es del orden de 10 elevado a la 93 g/cm3 (masa de planck ).

Cada punto en el vacío tiene energía infinita convergiendo en un solo punto. Al deducir que cada punto de energía tiene energía infinita que está convergiendo hacia este punto desde todas las direcciones y debido a que esta energía infinita está proviniendo simultáneamente de todas direcciones, entonces hay un momento de cancelación, las fuerzas se cancelan mutuamente y es por eso que esta cantidad de energía en el espacio es invisible. Es una energía universal que se cancela a sí misma omnidireccionalmente. Este proceso de cancelación omnidireccional es tan perfecto que incluso una cantidad infinita de energía parece oculta en el espacio vacío.

Que el espacio esté infinitamente lleno de energía, tiene inmensas implicaciones en cuanto a nuestra manera de percibir el universo. En cada punto del espacio (vacío) la energía se está cancelando de manera perfecta. Pero si en cualquier punto el proceso de cancelación omnidireccional no se completa, si hay un pequeño desequilibrio en el proceso de balance energético (un vector sale un poco más), entonces ahí hay una distorsión en este punto, esta distorsión en la cancelación se manifiesta como materia. Desde este punto de vista, toda la materia, todo el universo manifiesto no es más que una temporal asimetría en el vacío que se cancela, aunque en el balance total siempre hay un equilibrio.

Las implicaciones de estas perspectivas son enormes porque en lugar de considerar al vacío como una” nada ”, totalmente vacía, resulta que es un campo infinito, pletórico de abundancia y potencial y nosotros mismos y nuestros cuerpos somos parte de una continuidad de esa abundancia infinita. Un océano de potencialidad infinita.

Toda le realidad emerge del feedback, de la retroalimentación entre contracción y expansión.

Percibimos lo que se expande, lo que irradia, la radiación. Lo que se expande desde un punto central, de manera radial, en todas las direcciones, crea la geometría de una esfera. La figura geométrica que corresponde a este movimiento es la esfera. Eso es lo que vemos: el sol, los planetas, una célula o un átomo.
Pero la parte que se contrae, que colapsa, el vacío (lo llamamos así para diferenciarlo de la forma, pero ya vimos que en realidad es un “lleno”), posee la geometría de un tetraedro, que es la figura geométrica con el menor volumen posible. Lo opuesto de la esfera que tiene el mayor volumen posible (ya que se expande).

El tetraedro tiene una relación matemática especial con la esfera. Cuando uno de sus vértices se ubica en uno de los polos de la esfera, la recta que corresponde a la base intersecta a la esfera exactamente a los 19º 47´ de latitud, tanto en el norte como en el sur (ver imagen). Curiosamente sobre esta latitud en nuestro planeta, se encuentran los mayores volcanes en actividad (Hawai), o Teotihuacán (México), el volcán más grande de nuestro sistema solar está en Marte, el Monte Olimpo, ubicado aproximadamente en esta latitud, al igual que la gran mancha roja de Júpiter.

Comenzamos a comprender que no es casualidad que los mayores monumentos que han dejado las civilizaciones antiguas de todo el mundo, tengan la forma de pirámide (egipcios, mayas, toltecas, incluso se han encontrado pirámides en China).
Probablemente ya hace muchos miles de años, los pueblos de la antigüedad tenían de alguna forma conocimiento de la estructura fundamental del vacío, del cual todo emerge. Quizás las pirámides estén involucradas en esto.

La postura sentada de meditación: zazen, tiene forma piramidal, se corresponde con el vacío, la no conciencia, la no acción, todo fluyendo hacia el punto cero, como un agujero negro. La fuerza es centrípeta, es decir, hacia el interior.
Por otra parte en las disciplinas como el taichi, chi kung y las artes marciales, como el aikido, predominan las formas circulares, la expansión, el movimiento, la conexión con lo exterior. La fuerza es centrífuga, hacia afuera, generando un campo de energía que se expande.
He aquí una relación interesante entre estas dos fuerzas.

Si se tiene una bola unida a una cuerda y se hace girar a toda velocidad (a la manera de una boleadora), sentirás una fuerza que tira de la mano hacia fuera. Es la fuerza centrífuga. Esta fuerza no es real, ya que si se suelta la cuerda la bola sale expulsada en un movimiento rectilíneo, el único motivo por el que esta fuerza se produce es porque está sujetada a tu mano por una cuerda. La fuerza centrípeta es la que sujeta la bola al centro y hace que esta gire en círculos. Sin esta fuerza primaria, que es la que mantiene unidas las cosas, la fuerza centrífuga no se produciría. La fuerza que sujeta hacia el centro es la fuerza principal. La fuerza que irradia es ilusoria.
Cuanto mayor es la fuerza que va hacia el centro, mayor es la fuerza de expansión.

Las implicaciones de esto son enormes, ya que podemos comprender que cuanto más vamos hacia nuestro centro, mayor será lo que irradiemos.
Hay una relación de retroalimentación (feed-back) entre el colapso gravitatorio interno y la expansión del campo de radiación electromagnética hacia el exterior.
Esta relación obviamente representa un equilibrio de fuerzas y de formas geométricas.
Opuestos que se complementan formando un todo. Contracción y expansión. tetraedros y esfera. El vacío y la forma.
La geometría de la creación.
Dos fuerzas en equilibrio y armonia.
continúa...

lunes, 1 de junio de 2009

Metáfora sobre la conciencia


La conciencia universal es como el océano.
Una masa indiferenciada y fluida, llena de potencial creador, de donde surgen ondulaciones y olas.

Podemos considerar a la ola como una existencia individual, sin embargo es obvio que la ola es el océano y el océano es la ola. En esencia son lo mismo.
Incluso la ola al romper contra las rocas llena el espacio con múltiples gotitas de agua, que nos dan la apariencia de individualidad por un corto período de tiempo para luego ser tragadas por el océano de donde salieron, de hecho, son el océano mismo.

A su vez, el agua se evapora, cambia de estado y se transforma en nubes.

Se pierde aparentemente la unidad original, está escondida detrás de una verdadera transformación.

Con algunos conocimientos básicos de física sabemos que la nube es vapor de agua y luego de otra transformación, volverá a su estado original y ahora, como lluvia, retornará a la fuente de donde surgió.

¿Y cuando el agua se convierte en un copo de nieve? Entonces toma por un tiempo una forma sólida y particular, bella y única. Pero sigue siendo agua, solo que ahora, diferenciada, nos brinda la apariencia de una entidad estructurada sin conexión alguna con su fuente creadora.

Para reunirse con el océano, el copo de nieve deberá abandonar su efímera forma individual y toda su estructura se fundirá mostrando su naturaleza real. Sufrirá en cierta manera, una muerte de su individualidad para poder volver a su origen.

Las olas, las nubes y el copo de nieve son diferentes manifestaciones del mismo océano, y aunque hayan transformado su estado fundamental por un corto momento, nunca dejaron de ser agua y de estar conectadas con el océano.

Si solo consideramos la individualidad corremos el riesgo de quedar atrapados en sus límites y no ver el resto, incluso podemos llegar a creer que esta -individualidad-existe por sí misma, separada del resto.

Nuestra conciencia individual es como el copo de nieve.

Cuando unicamente observamos la forma, o el fenómeno; la esencia permanece oculta, oscurecida.

Pero si ampliamos la mirada y vemos "más allá" de la forma; la esencia, es decir, lo real, lo auténtico, lo verdadero, se manifiesta de forma natural y espontánea y ya no hay verdadera separación entre ambas.

Realizar esto profundamente, con la totalidad del ser; no solo cura y equilibra, sino que además es fuente de luz.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Los 5 agregados


La experiencia de la realidad que percibimos es el producto de la combinación de 5 agregados o procesos interdependientes, llamados en sánscrito skandhas.

Son los cinco constituyentes físicos y mentales de la entidad denominada «persona» o «individuo».

Esta es una de las enseñanzas milenarias del budismo que explica lo insustancial de la realidad y del ego.


La física lo demuestra por otro camino: en su nivel mas fundamental la materia y la energía son lo mismo, lo que percibimos fijo y con sustancia propia, no es más que la actualización momentánea de estados cuánticos, son solo diferentes niveles de organización. Otra característica del mundo subatómico es que a este nivel las partículas constituyentes de la materia estan entrelazadas, es decir, interconectadas.

Así que la realidad cotidiana que percibimos (incluida la percepción de uno mismo) resulta de la combinación de estos 5 factores, que a su vez son variables y dependientes entre sí.
La palabra agregados significa colección, ya que cada agregado es una colección de muchos componentes.
Comenzando por la llegada del estímulo hasta la toma de conciencia y la respuesta intervienen 5 factores o agregados:

1) La forma y el cuerpo: No solo se refiere a los órganos de los sentidos (vista, oido, olfato, gusto, tacto) y al cuerpo físico como tal, sino también a la imagen que tenemos de este.


2) Las sensaciones y emociones: Corresponden a los datos o a la información pura registrada por los 5 sentidos y por la mente. Estas sensaciones primarias, pueden ser agradables, desagradables o dolorosas y neutras. Pero también puede corresponder a intuiciones o emociones que se tienen antes de elaborar conceptos con el pensamiento.


3) Las percepciones y la memoria: Es cuando estos estímulos sensoriales son registrados y reconocidos como objetos distinguibles. Esto forma parte del conocimiento mental o sensorial de cualquier cosa y este reconocimiento implica el haberlo experimentado antes, y aqui es donde interviene la memoria. En este nivel se producen los conceptos (bueno, feo, amigo)


4) Formaciones mentales: También llamados “impulsos de la voluntad”. Cualquier cosa hecha de otro elemento es una formación. Una flor es una formación hecha de luz solar, aire, semillas, tierra, minerales, agua... Así por ejemplo el miedo o los celos son formaciónes mentales. Podría decirse que son las construcciones de la experiencia subjetiva del objeto percibido, es la "idea que tenemos del fenómeno".


5) Conciencia: Es un acto de atención o respuesta de la mente en el que el conocimiento del objeto se hace conciente en nosotros. La conciencia desaparece y resurge cambiada de un instante a otro y actúa de manera discriminatoria y parcial ya que existe un apego a lo percibido como deseable, un rechazo en contra de lo que no se desea e indiferencia a lo que consideramos neutro. Este constante movimiento genera insatisfacción o sufrimiento al no poder controlar como aparecerán esos objetos percibidos. En este nivel opera la respuesta de varias maneras: como pensamientos (conversación o discurso interior), palabras y acciones. Estas 2 últimas incluyen además la interacción con el entorno.


Captamos un estímulo, ya sea mecánico, por los receptores en la piel, o lumínico por la vista o una onda sonora captada por el oído, Los receptores de la membrana traducen la información en impulsos eléctricos que son conducidos por los nervios correspondientes hasta áreas determinadas del cerebro, ya sea la corteza visual, o la auditiva o la somatosensorial en el lóbulo parietal. Estas a su vez están interconectadas con otras zonas y núcleos cerebrales que integran y modulan la respuesta. Así que lo que vemos no es lo que ven los ojos, sino la imagen que se forma en el lóbulo occipital y luego esta imagen es interpretada, clasificada y de acuerdo a la naturaleza del estímulo se elabora una respuesta (motora, glandular, emocional, mental, etc.)


Lo mismo pasa con los estímulos dolorosos, antes de ser percibidos como tales en la corteza sensorial pasan por un filtro de conexiones en el tálamo, este a su vez está conectado con el sistema límbico que se encuentra relacionado con la memoria, la respuesta emocional y el sistema neurovegetativo (respuesta visceral: sudoración, taquicardia, vasodilatación, etc.). Y luego está la toma de conciencia y la valoración que hacemos del fenómeno, y entonces aparece la reacción, la respuesta, que guarda estrecha relación con el aprendizaje, el condicionamiento, las experiencias previas y las características de cada individuo.
La mente cambia incesantemente, al igual que el cuerpo físico cambia de un momento a otro aunque a una velocidad más lenta.

Al observar con claridad que estos componentes de la "realidad", son impermanentes y sin sustancia, disminuye el apego y el rechazo, y esto nos permite controlar y equilibrar los excesos y los sufrimientos.

Modificando esta percepción es posible percibir lo “real” mediante una nueva forma de pensar, de comprender las experiencias y de percibir el mundo que nos rodea. Ampliando la visión, cambiando el punto de vista, observándose con distancia.

El pensamiento, al igual que el cuerpo y la emociones, pueden ser purificados, filtrados, reciclados, sino, se producen bloqueos y estancamientos que a la larga limitan y enferman y la realidad que se genera en consecuencia se vuelve complicada y poco feliz.


La naturaleza -y nosotros como parte de ella- cambia y se renueva todo el tiempo. Las cosas no son lo que parecen. Si observamos esta característica podremos ampliar la percepción adaptándonos más facilmente a los cambios creando una realidad mas armoniosa, saludable y feliz.