El poder de la
intención
La intención es el pensamiento enfocado con un propósito
determinado.
Los pensamientos dirigidos con un objetivo pueden afectar a
la materia y a los seres vivos, desde una simple célula hasta los organismos
complejos, como los seres humanos.
La emisión de partículas de luz (biofotones) es el mecanismo
mediante el cual una intención produce sus efectos.
Donde hay vida hay luz y donde hay luz hay vida.
Esta frase parece una obviedad, sin embargo conviene
reflexionar profundamente sobre esto y asimilarlo.
La luz comunica, integra, organiza y regenera, aportando
información y energía.
La luz es el vehículo de la conciencia
Cuando la luz interactúa con la conciencia del observador se
particulariza, toma forma de fotón.
Todos los seres vivos emiten naturalmente un flujo constante
de fotones por medio de los cuales dirigen señales instantáneas no locales de
una parte del cuerpo a otra y a otros seres.
Esta bioluminiscencia natural no es el resultado de
reacciones químicas celulares.
Esta radiación lumínica espontánea que los seres vivos
emiten, es una corriente constante de biofotones
cuyo número depende de la posición del organismo en la escala evolutiva;
mientras más complejo sea, el número de fotones emitidos es menor. Los organismos
rudimentarios o las plantas emiten alrededor de 100 fotones por cm2 cada segundo, con una longitud de onda de 300 a 800 nanómetros,
correspondiente al rango visible, mientras que los seres humanos sólo emiten aprox.
10 fotones por cm2 por segundo, esta
emisión sigue además los ritmos biológicos.
Los biofotones son emitidos y almacenados por el ADN en el interior de la célula.
El ADN está íntimamente relacionado con la luz y por lo
tanto con la conciencia, por eso, el ADN es fuente de conocimiento e iluminación
El ADN es el maestro iluminador.
Cuando el organismo está enfermo se producen cambios en la
emisión de estos biofotones.
La intención, o sea, el
pensamiento focalizado y dirigido se manifiesta como una corriente de energía e
información, produciendo un flujo ordenado de fotones, al igual que un láser,
con capacidad para alterar la realidad física.
Nuestras intenciones actúan como frecuencias altamente
coherentes y ordenadas capaces de modificar la estructura molecular de la
materia.
La intención es
luz focalizada
La intención de curación se manifiesta como una radiación de
luz ordenada y coherente, al igual que un láser.
Los seres humanos son receptores y emisores de señales
cuánticas.
La intención dirigida se presenta como una radiación
electromagnética que produce un flujo ordenado de fotones visibles y mesurables
mediante equipos sensibles.
Nuestras intenciones operan como frecuencias altamente
coherentes capaces de cambiar la estructura molecular de la materia. Como
cualquier forma de coherencia en el mundo subatómico, un pensamiento bien
enfocado puede actuar como un rayo láser, transmitiendo energía e información
sin alteración, incluso a distancia.
Existen evidencias de un flujo bidireccional constante de
información entre todos los seres vivientes, como si éstos estuvieran en una
comunicación cuántica constante que explicaría el mecanismo mediante el cual
los pensamientos tienen un efecto físico.
La ciencia ha demostrado que las plantas son sensibles a la
intención, esto no es nuevo para las culturas ancestrales y los chamanes que
basan su saber en la enseñanza que les brindan las plantas.
Podemos tratar de explicar esta conexión entre los seres
vivos, mediante los biofotones, es decir la luz, pero lo cierto es que debemos
comprender que en esencia todo es una misma conciencia, manifestada en
diferentes niveles y organizada en campos de energía e información propios para
cada especie y cada individuo, pero todos interconectados.
Incluso la intención sanadora puede afectar no solamente al
individuo objeto de la sanación sino a todos los seres vivos situados a su
alrededor.
La energía del pensamiento puede afectar el medio ambiente.
El proceso de la intención parece continuar perpetuando y aún intensificando su
“carga”; de allí la importancia de establecer una habitación o espacio
particular para enviar una intención determinada. Este parece ser el sentido de
muchas construcciones megalíticas de la antigüedad, como las pirámides y templos
o de ciertos lugares considerados sagrados. Pero incluso podemos registrarlo en
un consultorio médico, o en un hospital, donde los campos de energía de los
médicos y los pacientes están perturbando la red de energía sutil colectiva de
esos espacios.
Para que la intención sea efectiva también es necesario
escoger el momento apropiado. Esto no solo se relaciona con ciertas épocas del
año, días y momentos relacionados con el biorritmo y los ciclos de la
naturaleza, sino también con el estado de espíritu del sanador o aquel que
emite la intención.
Desde tiempos remotos la intención ha sido utilizada con
fines terapéuticos, ya que las culturas ancestrales conocían el hecho que la
materia física puede ser influenciada y alterada por el pensamiento.
Podemos aceptar que todo es vibración y que la mente y la
materia en esencia son la misma cosa (en diferente presentación y nivel de
vibración).
La ciencia desconoce el mecanismo
mediante el cual un pensamiento puede afectar la realidad física porque niega o
ignora que la esencia de todo lo manifestado es la conciencia, y lo que vibra
es el movimiento de la misma.
Pero existen múltiples planos de correspondencia y de
manifestación del espíritu y cada plano tiene su nivel de conciencia. El plano
físico y el mundo material es solo uno de ellos.
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