La conciencia
y el citoesqueleto
En el nivel
fundamental de la realidad física, los componentes de la materia no son
materiales en absoluto. Son más bien ondas de
posibilidades en estado de superposición, que colapsarán o se reducirán
en un determinado cuerpo o geometría espacio-temporal al interaccionar con la
consciencia del observador.
La información y la energía existen como campos de ondas fluctuando en
equilibrio hasta que irrumpe la observación
consciente y entonces se particulariza en una determinada realidad con
su propia geometría y coordenadas espaciotemporales.
En los niveles fundamentales, que es el mundo que trata de
describir la física cuántica, la energía y la
materia se transforman sin cesar y se
comportan de manera opuesta a lo que estamos habituados a percibir como
“real”.
Las partículas aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer,
pero en otro lado (con lo cual no se puede estar seguro que sean las mismas, a
esta propiedad se la llama principio de
incertidumbre).
Otra característica del nivel cuántico es la dualidad onda-partícula de los átomos y sus
componentes. Mientras que un sistema cuántico como un átomo
o una partícula subatómica como el electrón, permanezca aislado
de su entorno, se comportará como una "onda
de posibilidades" y existirá en un estado de superposición de muchos estados posibles.
Hay algunas peculiaridades en el comportamiento de los
sistemas a nivel cuántico, como ser la coherencia
cuántica, relacionada con los estados en superposición, y el colapso
de la información o reducción de la
función de onda, que son esenciales para la manifestación de la experiencia consciente.
Todo indica que estos procesos se producen en el citoesqueleto de las células
nerviosas en el cerebro, más precisamente en los microtúbulos.
Si bien no es posible “objetivar” o dar una demostración
“cientifica” sobre la experiencia consciente,
la percepción interior, la voluntad, la intuición y otras habilidades
cognitivas superiores, etc., podemos tratar de comprender los mecanismos que
permiten que seamos conscientes y
las estructuras involucradas en el proceso.
Este es el objetivo del presente trabajo.
Partimos de la premisa que cada
célula es una unidad de conciencia,
es decir, la célula tiene un nivel fundamental de conciencia que le
permite interactuar dinámicamente con su entorno: nutrirse, multiplicarse,
cumplir sus funciones, adaptarse a los cambios y defenderse.
Cada célula “sabe” lo que debe hacer, lo que necesita y lo
que no…
Nuestro cuerpo es especialista en supervivencia y
adaptación al medio
…y esto solo es posible si hay una conciencia
fundamental que se mueve y lo anima. Es el fundamento de la capacidad curativa del cuerpo y del desarrollo del poder personal.
El universo y
toda la Creación ,
cada cosa que existe, cada partícula, tu cuerpo mismo, es la misma conciencia, vibrando y manifestándose de infinitas
maneras. El Espíritu es unidad y no hay nada
más que esto, lo impregna todo, variando sus grados de manifestación, desde la
tenuidad más sutil hasta la materia más densa.
La experiencia consciente es una propiedad básica de la
realidad física
Cualquier forma de vida, desde un simple unicelular hasta un
organismo complejo, incluye un grado fundamental de conciencia. Incluso las partículas elementales, como
el fotón o el electrón, tienen su nivel de conciencia y por lo tanto reaccionan
a los movimientos de la mente.
El universo es
conciencia viva
La conciencia no está limitada al cerebro, pero es en el cerebro donde emergen los procesos mentales y se integra toda la información recibida para
elaborar una respuesta. El cerebro es el proyector de la realidad. Toma la
información, la clasifica, la integra y listo: ¡luz, cámara…acción!
Captamos un estímulo, ya sea mecánico, por los receptores en la piel, o lumínico por la vista o una onda sonora captada por el oído, Los receptores
de la membrana celular traducen la información en impulsos
eléctricos que son conducidos por los nervios correspondientes hasta
áreas determinadas del cerebro, ya sea la corteza visual (occipital), la auditiva
(temporal) o la somatosensorial (parietal). Estas
a su vez están interconectadas con otras zonas y núcleos cerebrales que
integran y modulan la respuesta, como el tálamo,
el cerebro medio y el tronco encefálico.
Lo mismo pasa con los estímulos dolorosos, antes de ser percibidos como tales en la corteza sensorial pasan por un filtro de conexiones cerebrales en el tálamo, el cual a su vez está conectado con el sistema límbico, que presenta estructuras como el hipotálamo, hipocampo y la amígdala cerebral que se encuentran relacionadas con la memoria y la respuesta emocional (miedo, placer), también hay conexiones con el sistema neurovegetativo (respuesta visceral: sudoración, secreción, taquicardia, vasodilatación, temperatura, etc.).
La mente y la materia cambian incesantemente, aunque el cuerpo físico lo hace a una velocidad más lenta.
Todo lo que percibimos existe en
relación de interdependencia con todo lo demás.
Nada existe por si mismo o por separado.
Al observar con claridad que estos componentes de la "realidad", son impermanentes y sin sustancia, disminuye el apego al mundo físico y a las emociones, y nos permite controlar y equilibrar las ilusiones y el sufrimiento.
Se dice sin sustancia, para resaltar el hecho que no poseen
una naturaleza fija o inmutable. La sustancia
verdadera del universo es la mente. En otras palabras:
Lo único que genera materia en el universo es la
conciencia
El pensamiento puede manifestarse porque a nivel cuántico se produce
una reducción de los estados en
superposición, o sea, todas las posibles realidades no manifestadas, colapsan
en un único estado, lo que da como resultado la manifestación de un evento o experiencia consciente.
Colapsa (se reduce) la función de onda y aparece (se
particulariza) el fenómeno a nivel consciente.
Esta reducción o
colapso permite traspasar un umbral,
por debajo del cual no se es consciente y luego si, aunque de solo una de las
tantas posibilidades.
La transición entre el subconsciente y el consciente es muy
sutil y depende de muchos factores.
La conciencia individual es limitada y
condicionada. El inconsciente, que es parte
de la conciencia universal en si misma, representa el océano de
potencialidad infinita, todas las posibilidades superpuestas y no manifestadas.
Es interesante, porque esta descripción de los procesos
mentales nos permite comprender que el pensamiento es simplemente una actividad
de células especializadas en el cerebro. No es “real”. Es un efecto repetido. Es incompleto. Son cargas eléctricas
moviéndose en busca del equilibrio perdido.
La naturaleza del pensamiento es vacuidad
El pensamiento es
el resultado de la reducción, en los niveles fundamentales, de
múltiples posibilidades en una sola. Esta actividad electroquímica es
expansiva, genera ondas y reverberaciones que activan otras zonas del cerebro y
la memoria, creando una corriente de
pensamientos o flujo de conocimiento.
El pensamiento que emerge en el consciente, es decir en el
plano físico de la realidad, ya fue modelado y condicionado en los niveles más
profundos por los programas instalados previamente. En este punto cabe
preguntarse ¿Quién soy en realidad? ¿Soy en verdad esto que pienso? ¿Soy la
causa o el efecto?
Para que el pensamiento no sea condicionado y tendencioso
debe ser negado, filtrado y clarificado mediante el no
pensamiento, la no conciencia.
El no
pensamiento interrumpe la secuencia incesante de la actividad consciente.
Permite que los sistemas recuperen el estado
de coherencia cuántica, disminuyendo las reducciones (eventos conscientes)
y por lo tanto la actividad mental.
Si comprendes el principio
de polaridad de todas las cosas, verás con más claridad que la actividad debe ser neutralizada o equilibrada con la no actividad, el silencio, cero.
El pensamiento que surge de esta no actividad, de este punto cero, es claro y puro y puede
volver a desaparecer sin dejar huellas, es decir no forma parte de una
secuencia o encadenamiento de pensamientos. No es reactivo ni es un efecto
repetido o la reverberación de una onda pasada.
A este nivel de conciencia se lo llama pensamiento absoluto,
conciencia cósmica, el pensamiento de Buda,
mente unificada, etc. En el Zen se lo llama hishiryo:
más allá del pensamiento.
El silencio interior
es el punto de partida y llegada, es el punto cero.
¿Como ser consciente de la no conciencia? ¿Cómo pensar sin
pensar? ¿Cómo puedo trascender mi pensamiento ordinario?
Zazen es la respuesta.
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