Dr. Mariano Giacobone
En el post precedente vimos la importancia de tomar posesión
del propio espíritu y aprender a dirigirlo para cualquier meta o propósito en
la vida.
Pero, ¿Cómo realizarlo?
Lo primero que debes hacer es olvidar los conceptos y las ideas
que tienes sobre las cosas y sobre ti mismo.
Desde el nacimiento somos condicionados a percibir y creer
en el mundo físico, hecho de objetos materiales, de seres que funcionan por
separado y de sucesos aislados. Nos cuesta comprender el principio de causa y
efecto y de que todo lo que existe está conectado entre si.
Sin embargo, las evidencias científicas son abrumadoras: las
cosas no son cosas y la materia es energía e información cristalizada por un
cierto tiempo. En otras palabras, la esencia de nuestro mundo físico tan
“particular”, rígido y determinado, es vibración.
Ondas de información y energía que por interacción con la
conciencia del observador le dan forma y sustancia a la miríada de seres y
cosas que aparecen en la realidad física.
Es el espíritu el creador de todo. Vivimos en un universo
espiritual que crea una realidad física para experimentar y guardar memoria.
El universo está vivo y consciente, debes aceptarlo. No hay
nada vacío, todo está interconectado, todo surge de la misma fuente. Podemos
llamarlo “el mar de la potencialidad infinita”. Que no lo veas ni comprendas,
es otra cosa.
Así que lo segundo, es abrirse a una realidad espiritual más
amplia, flexible y creativa. Cambiar la manera de pensar y empezar a ver a las
cosas y sucesos más bien como posibilidades y a las personas como parte de
nuestro espíritu (y viceversa).
Percibir el movimiento y la trasformación aumenta la
dimensión de tu conciencia y al mismo tiempo tu mente, como una función de la
conciencia, incrementará su nivel de energía y sus capacidades. O sea, vibrará
más y mejor.
A partir de aquí, puedes pasar al tercer paso que es
conectar tu mente con lo que quieras, enviando y recibiendo información y por
lo tanto energía, para cualquier propósito.
¿Cómo funciona esto?
El pensamiento es una onda de energía que transporta
información. Es electricidad, y por lo tanto se comporta como tal. Podemos
medir su voltaje, su intensidad, su campo electromagnético. Veamos ejemplos: El
impulso nervioso es un fenómeno bioeléctrico. El EEG (electroencefalograma),
con su diferente trazado de ondas, mide la actividad eléctrica del cerebro. La
actividad del corazón y la de los músculos también se mide eléctricamente.
Inclusos la respiración es un intercambio de cargas eléctricas.
La actividad del universo es electricidad. El movimiento es
electricidad, y magnetismo, ya que la corriente eléctrica produce campos
magnéticos, y los campos magnéticos variables en el tiempo generan corriente
eléctrica.
La electricidad genera y el magnetismo controla.
Sin control no hay movimiento (sería caótico) y a su vez el
movimiento genera espontáneamente su control. Movimiento y no movimiento. Como
una rueda que se mueve alrededor de su centro inmóvil.
En sentido inverso, la electricidad, como energía que es, se
transforma: en luz, en movimiento y actividad, en calor, en materia, en
posibilidades!
Volviendo al pensamiento. Al ser una onda de información y
energía presenta características tales como: ritmo y armonía, frecuencia y
amplitud, intensidad, etc.
Los pensamientos pueden ser caóticos y desordenados,
recurrentes e incluso negativos, en un sentido psíquico y físico. O todo lo
contrario, dependiendo de su calidad.
Y como son de naturaleza eléctrica, conectan un polo con el
otro y circulan por diferencia de potencial.
Por eso es necesario controlar la actividad mental, porque
los pensamientos buscan conectarse con lo que sea y es así que se crea
constantemente una realidad determinada. Luego te identificas con ella, le das
una valoración y crees que eso es algo en si mismo, sin considerar que en
realidad fue tu espíritu el que lo creo.
Por lo tanto, para dirigir tu mente (espíritu) debes saber a
que conectarla y reforzar esta conexión según tu voluntad, luego puedes
desconectar y conectar con otra fuente o reconectar, etc.
Los dispositivos que usamos cotidianamente son un buen
ejemplo.
Por eso hay formas de pensar que te descargan de energía, es
decir, te vacían. Hay pensamientos parásitos, recurrentes, etc. que están
permanentemente creando una realidad que se ajusta a ese estado mental.
Hay vibraciones que te desconfiguran y fragmentan y otras
que generan calma y orden.
Cuanto más clara sea la imagen de lo que deseas, cuanto más
ordenada esté la información y cuanto más intenso sea ese deseo en tu espíritu,
más probabilidades de éxito tendrás.
Cuanto más pienses en algo, más reforzarás la imagen, eso
genera densidad de carga eléctrica que indefectiblemente actúa modificando la
gravedad y por ende el mundo físico.
Puedes conectar tu mente y dirigir tu espíritu a lo que
quieras y necesites. El espíritu manda, la energía y la materia lo siguen y eso
es un hecho.
Debes tener confianza y entrenarte todos los días con
disciplina, aprender a poner el espíritu en todo lo que haces, incluso en las
acciones más simples y cotidianas.
Debes aprender a pensar y a controlar tu mente.
La clave está ahí: cuerpo y mente en unidad. La capacidad de
foco y la atención son fundamentales. Ejercitarte en respirar correctamente
también.
Pero sobre todo debes evitar los pensamientos negativos y
controlar las emociones tales como el miedo, la angustia y la preocupación, ya
que fragmentan tu mente y dispersan tu energía.
Adelante!, con confianza y determinación, la verdadera
felicidad surge del conocimiento de uno mismo y la fortaleza de espíritu emerge
de nuestras debilidades.