jueves, 9 de junio de 2016

La célula inteligente





Parte 1

UNA NUEVA VISIÓN

La célula es la unidad morfológica y funcional de todo ser vivo. La biología clásica considera a las células como autómatas biológicos, es decir, material biológico genéticamente programado para una o varias funciones. Sin embargo cada célula tiene un grado fundamental de conciencia. Una célula es una unidad de conciencia. Con un grado de inteligencia que le permite adaptarse a las variaciones del medio y cambiar su programación e incluso improvisar para sobrevivir.

El diccionario define a la inteligencia (del latín intellegentĭa), como la "capacidad para entender o comprender" y también como la "capacidad de resolver problemas".

La célula entra dentro de esta definición.


Podemos considerar a la inteligencia como una propiedad fractal del universo: una naturaleza inteligente genera ecosistemas inteligentes, que contienen poblaciones inteligentes, compuestas por organismos inteligentes, formados por células inteligentes, que contienen orgánulos inteligentes, constituidos por moléculas y partículas inteligentes ... y así sucesivamente hasta la esencia misma.
Con lo cual podemos concluir que somos conscientes porque el universo es consciente y el universo es consciente porque nosotros lo somos también.

Somos el universo, no hay separación, no hay fragmentación. Solo hay una Conciencia y cada creación (incluyéndonos) es una manifestación de esta conciencia experimentándose a si misma subjetivamente.

La ciencia en la actualidad dedica sus esfuerzos a demostrar que son las interacciones moleculares específicas o la información genética las que determinan las funciones celulares tales como la división celular, el movimiento, la diferenciación, el diseño de la matriz extracelular, la comunicación entre células, etc.
Se considera convencionalmente de una manera determinante el rol de los genes y del sustrato físico (material) en la función celular. Como un mecanismo de relojería que se ajusta a leyes físicas y biológicas inmutables.
Sin embargo, es obvio, que alguien le da cuerda al reloj. Alguna inteligencia diseñó ese mecanismo.

El universo físico es una creación de la Mente

¿Pero, de donde saca los materiales la Mente o la Conciencia creadora, es decir Dios, para crear su universo?
Veamos.
Como no puede existir nada fuera de esa Mente creadora, que es la Conciencia única, la Fuente de donde surge toda la Creación, ni tampoco esta Conciencia puede crear ni importar materiales fuera de si misma, ya que “es” Todo y no puede existir nada fuera de ese “Todo”, podemos deducir que el universo está hecho de conciencia misma y que todas las manifestaciones, son expresiones y cristalizaciones momentáneas de esta única Conciencia.

Se ha demostrado claramente que las células son inteligentes y establecen comunicación entre ellas de variadas formas.

Actualmente gracias al aporte de nuevas investigaciones y a un cambio de mentalidad en una buena parte de la comunidad científica, se describe un nuevo panorama, en el que se considera a la conciencia como componente fundamental de la materia y directora de los cambios moleculares y genéticos.
Este nivel de conciencia no solo les permite a las células adaptarse y aprender, sino también comunicar e intercambiar información con el medio.

El campo y la célula forman una unidad de intercambio de energía e información que controla y modula la forma y la actividad.
  

Un diálogo de conciencias

Debemos comenzar aceptando el hecho de que los médicos no curan, en el sentido estricto del término, a ningún paciente. 
Únicamente las células del cuerpo pueden curar al cuerpo. 
Sólo las células saben cómo cerrar las heridas, curar infecciones o regenerar tejidos, solo ellas comprenden qué hacer adaptándose si cambian las condiciones del medio y conocen la forma de destruir patógenos y células mutantes. 

Podemos afirmar que son las células las que curan y no los médicos

Lo mejor que un médico puede hacer es ayudar: cerrando heridas, para evitar hemorragias e infecciones, reparando tejidos, moviendo los obstáculos del camino de las células, promoviendo la circulación de energía y sangre con acupuntura, dieta, ejercicios, masajes e incluso cirugía, suministrando materiales necesarios para las células (medicamentos y nutrientes) y sobretodo: abandonando los métodos invasivos y la lucha “armada” contra la enfermedad, o sea, respetando su naturaleza.
Para esto hay que estar dispuesto al diálogo y permitir que las células se expresen.
Muchas veces lo que se considera enfermedad es simplemente el resultado de una falta de comunicación y entendimiento de lo que sucede en el cuerpo.

¿Podemos aprender a “comunicar” con las células?

Hay que dejar atrás la manera convencional de enfrentarnos a la enfermedad.
La lucha cuerpo a cuerpo contra los “patógenos”, tarde o temprano condena a las células. 
Una nueva comprensión del universo y de las leyes que lo describen trae aparejado cambios en la manera de interpretar no solo la salud y la enfermedad, sino también nuestro rol como seres humanos viviendo en un entorno inteligente.
El cuerpo, al igual que el universo, tiene su manera de hacer las cosas, pero esto no significa que se corresponda con mecanismos fijos y determinados ni que la enfermedad sea en verdad lo que pensamos. El cuerpo tiene su propio lenguaje y en general lo desconocemos.
Las células tienen su manera de adaptarse provocando cambios que en general son considerados como nocivos, sobretodo si provocan trastornos, imposibilidad o dolor.
Estos cambios son considerados como una enfermedad y los médicos, desconocedores de este lenguaje natural, atacan a los síntomas y luchan contra estos, sin considerarlos como un factor de equilibrio y un cartel indicador de lo que no está funcionando bien.
Así, sin darse cuenta, en la mayoría de los casos, esta supresión de signos y síntomas trae más desequilibrios y debilita al cuerpo, resultado: más enfermedad.

Todo está en perpetuo cambio y movimiento y nosotros, como parte de un universo vivo y consciente, participamos inevitablemente de estas transformaciones.
En los procesos curativos se debe tener paciencia y aceptar los mecanismos del cuerpo, después de todo representan el resultado de millones de años de evolución.
Más importante que anular los síntomas y llevar las cosas a una “normalidad” arbitraria, protocolar y alejada de lo real, es escuchar al cuerpo, sus mensajes y señales, acompañando inteligentemente los procesos.
Incluso si a veces las reacciones son exageradas o molestas.

Si las células están mal informadas, o reaccionan de forma exagerada como en el shock anafiláctico, o incluso atacando a su propio cuerpo en forma de alergias y enfermedades autoinmunes, somos absolutamente incapaces de cambiar su manera de hacer.



 Células cancerosas (neoplasia)

Del mismo modo, estamos bastante indefensos cuando el cuerpo fabrica células cancerosas e incluso cuando favorece la construcción de nuevos capilares con el fin de satisfacer la alta demanda de nutrientes y oxígeno de estas células "mutantes”.
 ¿No sería un verdadero salto cualitativo en la evolución de la medicina si aprendiéramos a pedirles a las células del cáncer que detengan su crecimiento y la invasión, o persuadir a las células del sistema de defensa para que se abstengan de hacer anticuerpos auto-destructivos, o convencer a las células para que reconstruyan tejidos y estructuras? 

Ya que los construyeron antes, cuando éramos embriones, ¿por qué no serían capaces de hacerlo de nuevo? Las células madre en nuestro cuerpo contienen esta información.

Células madre

En los niveles fundamentales, materia y energía se transforman sin cesar y la información viaja en todas las direcciones del espacio-tiempo.

Solo hay que aprender a comunicar.
Es una transferencia de información.
En estos niveles la creencia y la intención son fundamentales.
La conciencia tiene el poder de transformar la materia.
Lo interesante es que se trata de uno mismo. De su verdadera naturaleza.

Como individuos somos la suma de todas las conciencias celulares en una conciencia unificada y la suma de todas las conciencias individuales forman una conciencia mayor aún.
Nuestro organismo es parte de un organismo superior y este a su vez de otro. La conciencia se estructura en niveles de jerarquía al igual que los organismos en biología, pero esencialmente no hay fisuras ni separación: la conciencia es una, la misma conciencia que es el sustrato de todo.


Nuestro diálogo interno es escuchado por cada célula.

Continuará...