Las antiguas escrituras y enseñanzas espirituales refieren a
menudo: “Dios es luz”.
El universo creado por Dios se funda en el amor y en el
equilibrio de todas las cosas y es creado con luz.
Podemos afirmar esto ya que el universo es una fuente de abundancia inagotable, rítmicamente balanceado, cuya esencia es la luz (y no la oscuridad), ya que la luz es información y energía y esto es la esencia de toda la Creación.
En nuestra vida moderna, solo le prestamos atención a la
luz, cuando es de noche o si hay un corte de electricidad o cuando deseamos solearnos, sin
comprender lo que la luz significa para nuestro ser.
La luz es todo lo que hay; es con lo único que tenemos que
tratar verdaderamente, pero todavía no sabemos lo que es
La ciencia misma comienza a comprender la relación entre la luz y la conciencia, entre la luz, la información y la energía.
En la actualidad la civilización ha avanzado mucho en saber
cómo vincularse con la materia, pero no sabemos en realidad lo qué es la materia ni
el por qué de ella. Tampoco sabemos verdaderamente lo que son la energía, la electricidad, el
magnetismo, la gravedad y la radiación, aunque los experimentamos y usualmente
nos servimos de ellos a diario. Y la prueba de esto es que los científicos continúan especulando acerca de su naturaleza.
Tampoco comprendemos lo que es el tiempo y su relación con
la conciencia y con la luz.
Nos hemos acostumbrado a relacionarnos con un universo de
partes separadas, sin Dios ni conciencia, frío y oscuro, que lentamente parece
apagarse. Este ha sido el mensaje de la ciencia en los últimos 2 siglos. Pero
lentamente este modelo mecánico va cambiando.
Y para comprender la esencia de este universo consciente y
luminoso debemos empezar por comprender lo que es el tiempo.
El
universo físico va dejando lugar al universo espiritual, y en este modelo, la
conciencia y la luz son la esencia
Así que eso nos lleva a nuestra pregunta principal...
¿Qué es el tiempo?
El tiempo es una magnitud física con la
que medimos la duración o la separación de los sucesos que estamos observando.
Esta es la definición clásica. Podemos decir que desde la perspectiva del
observador es el flujo sucesivo de microsucesos o momentos.
"Un colega de Einstein, el físico John Wheeler,
desarrolló una de las primeras ecuaciones de la gravedad cuántica en los
primeros días de la unificación de la Relatividad y la Teoría Cuántica ,
es decir los esfuerzos de la ciencia para unificar la física del universo
macroscópico, representada por la relatividad,
y la física de lo microscópico, dominio de la física cuántica, ambas hasta el momento inconciliables.
Y aunque estas ecuaciones funcionan, no incorporan el tiempo
como un parámetro físico, y esto resultó inquietante para muchos...
De acuerdo a sus cálculos, que eran matemáticamente correctos, el resultado predijo un estado estático del universo, sin cambios, es decir, atemporal
De acuerdo a sus cálculos, que eran matemáticamente correctos, el resultado predijo un estado estático del universo, sin cambios, es decir, atemporal
Esta solución particular para la cuantificación de la
relatividad general se conoce como la ecuación
de Wheeler-DeWitt. El resultado parece ser paradójico - porque ¿cómo
puede ser el universo estático e inmutable cuando nuestras experiencias en la
vida son todo lo contrario?
Es
interesante observar que las predicciones de las ecuaciones sugieren tanto que
el tiempo es una ilusión, como que el universo es, en realidad, estático
Obviamente, estas ideas fueron consideradas como defectuosas
porque no eran sostenibles con los hechos, es decir, lo que es claramente
observable en el universo. Vemos cambio todos los días, y podemos medir el
tiempo, por lo que asumimos debe ser real.
Pero, ¿y si no fuera así? ¿Y si fuera el observador, es
decir la conciencia, lo que se mueve sobre un fondo inmóvil y atemporal?
Para explorar esta idea, primero debemos tratar de descubrir
lo que es en realidad el movimiento.
¿Hay algo que realmente se mueva?
Lo que percibimos como movimiento es debido al hecho de que la realidad está
parpadeando dentro y fuera de la existencia en una altísima frecuencia, y que
la creación aparece, desaparece y reaparece, oscilando entre la forma y la
no-forma a nivel cuántico, innumerables veces por segundo, dando la apariencia
de movimiento.
Por lo tanto, esencialmente las cosas no se mueven en este
universo en absoluto, sino que aparecen y desaparecen siguiendo determinados patrones,
dando la apariencia de movimiento. Lo que parpadea no es el campo sino la
materia creada, es decir, partículas, núcleos y átomos: los componentes
fundamentales de nuestro mundo físico.
Fundamentalmente no hay desplazamiento, solo aparición y desaparición.
En
el nivel cuántico todo el cosmos es como una luz parpadeante
No hay estrellas o galaxias, sólo vibrantes campos de energía
No hay estrellas o galaxias, sólo vibrantes campos de energía
Como vemos, en el plano fundamental realmente no hay movimiento, sino un parpadeo de entrada y salida de la existencia de la creación, sin embargo, desde nuestro nivel aparece como movimiento fluido.
Al igual que las imágenes en la pantalla de TV no están
realmente en movimiento, sino que son pequeños pixeles que se encienden y apagan en coordinación con los otros
para que se vea como movimiento.
Es difícil entenderlo desde nuestro pensamiento consciente que depende de los sentidos físicos y que justamente es el que crea la noción de tiempo, Con la mente dualista ordinaria no se puede asimilar esta verdad.
Es difícil entenderlo desde nuestro pensamiento consciente que depende de los sentidos físicos y que justamente es el que crea la noción de tiempo, Con la mente dualista ordinaria no se puede asimilar esta verdad.
Sin embargo, todos hemos realizado en algún momento la
existencia fuera del tiempo y el espacio, es evidente porque es nuestro
verdadero ser.
Somos seres luminosos porque somos conciencia al igual que cada ser y cada cosa creada. No podría ser de otro modo ya que la Creación es en sí misma una extensión de la mente de su Creador.
Somos seres luminosos porque somos conciencia al igual que cada ser y cada cosa creada. No podría ser de otro modo ya que la Creación es en sí misma una extensión de la mente de su Creador.