La mente es el universo.
Es todo lo que es, lo que fue y lo que siempre será.
La
mente es una sustancia, una sustancia material, o más bien tiene la cualidad de
cristalizarse y volverse sólida en apariencia
El término mente o conciencia no es lo mismo que intelecto, pensamiento
o lo que se conoce usualmente como “mente”.
El intelecto, la actividad consciente, el pensamiento lógico
y secuencial, son la actividad del ego, el cual es una ilusión creada por la
actividad electroquímica del cerebro y actualizada por las creencias y el
entorno, pero hay que saber que en esencia son una extensión de la conciencia
universal, mente o espíritu (los nombres no son relevantes si comprendes la
esencia).
El pensamiento es actividad eléctrica, movimiento y
desequilibrio. La mente, para poder moverse y romper su estado de equilibrio, debe dividirse: dos polos con cargas opuestas que se separan en función del
deseo de la mente.
Sin embargo uno puede servirse de ella como una herramienta, o mejor, como un instrumento (que resuene en unidad con la mente universal).
El ser superior comprende esta naturaleza y la protege, la
cultiva, se nutre de ella y permite que se expanda para beneficio de todos.
Pensar es dominio del intelecto, del ego o de la mente dividida.
El conocimiento pertenece a la conciencia y al corazón, que es
la morada del espíritu o mente universal (diferentes nombres para una misma cosa).
El conocimiento es saber con el corazón,
mientras que el pensamiento o intelecto corresponde a la actividad del
neocórtex cerebral, sede del ego y fuente de dualidades y contradicciones.
Lo único real en tu vida existe en tu corazón.
La mente, como una sustancia o un éter, se extiende en todas las direcciones, más allá del tiempo-espacio (de hecho los crea).
La
sustancia de la mente es la base de toda la creación
Es la sustancia de la cual todo lo visible está compuesto.
Es la vida misma.
Por consiguiente, nuestros organismos físicos se componen de
este elemento sutil.
La
materia es la cristalización de la sustancia sutil de la mente
El medio físico de foco y control de esta sustancia tiene su
sede en la corteza cerebral, de la cual emana una radiación expansiva que vibra
en simpatía con todo.
Esta vibración simpática es lo que la Física describe como entrelazamiento cuántico, pero en realidad es el flujo de la mente, es decir el movimiento de
la única sustancia .
Esta sustancia consciente impregna con simpatía todas las
formas y condiciones de la materia y tiene como asistentes a la gravedad, la electricidad
y el magnetismo; estas tres fuerzas o condiciones nacen de la misma sustancia, es decir
comparten el mismo origen. De hecho, esta sustancia sutil es el alma de la
materia, el elemento a partir del cual todas las formas de movimiento reciben
su impulso original.
La mente es
la semilla del universo
En la semilla del universo existe la totalidad del universo.
De esta sustancia vibrante surgen todas las formas que la
ciencia va describiendo a medida que evoluciona y expande su conocimiento: Supercuerdas vibrantes, espuma cuántica, quarks y gluones, fotones, electrones y otras
partículas, átomos, moléculas, etc. El resto es una multiplicación y
combinación de estos elementos primordiales.
La sustancia de la
Mente universal, no tiene principio ni fin ni límites, pero
sus manifestaciones si lo tienen.
El universo físico tiene límites.
Estos límites son planos de curvatura cero que la luz no puede atravesar y en los cuales se refleja, creando en el interior patrones de interferencia y una infinidad de imágenes y formas en movimiento que aparentan solidez y vida propia.
El universo físico tiene límites.
Estos límites son planos de curvatura cero que la luz no puede atravesar y en los cuales se refleja, creando en el interior patrones de interferencia y una infinidad de imágenes y formas en movimiento que aparentan solidez y vida propia.
La
sustancia material de la Mente
es un éter omnipresente
Este éter sutil vibra en diferentes grados dinámicos.
El sonido, el calor, la luz, la electricidad y la materia,
son los efectos de la única sustancia en grados específicos y diferentes
niveles de energía, de presión y densidad, pero esencialmente no hay diferencia
entre cualquier cosa, como la electricidad y por ejemplo el hierro, salvo en
sus diferentes efectos y formas de vibrar y manifestarse.
Este
universo visible de materia vibrante no es más que el registro eléctrico de la
mente en movimiento
La aparente diferencia entre las cosas se debe únicamente a
la diferencia en el movimiento y no a la sustancia.
Son posibles muchos estados de movimiento, pero solo hay una
sustancia en el universo.
El
universo está hecho de la misma y única sustancia
Como todos los estados de movimiento son mensurables y están
bajo el control absoluto de la mente, y como el ser humano es mente, puede, con
profundo conocimiento de la naturaleza y la energía suficiente, cambiar un
estado de movimiento en cualquier otro estado de movimiento y al hacerlo,
transmutar una sustancia en cualquier otra.
Esta habilidad y potencial para transformar la materia es
nuestra herencia divina, y nos da la posibilidad no solo de aprender a
transmutar elementos sino también a curar enfermedades y a crear una realidad
física deseada.
La única sustancia del universo es la Conciencia creadora, la
mente del Creador. Nuestra conciencia es una extensión de esta Conciencia, sin
fisuras ni costuras.
Es nuestra verdadera naturaleza. Somos pura conciencia
experimentando una realidad física transitoria.
No hay forma de estar separados de la única sustancia ya que
somos ella misma.
Comprender esta verdad y aceptarla, es realizar nuestra
verdadera naturaleza. Aunque en realidad no hay tal cosa como verdadero o
falso. La única cosa real en este universo es la conciencia, pura e
indivisible, que impregna y da vida a todos los seres y cosas sin diferencias.
Las diferencias son todo lo que percibimos con nuestros
sentidos e interpretamos como “real”, incluyendo nuestra individualidad, sin
embargo es una ilusión. Simplemente “figuritas” y colores en movimiento, pero
lo esencial no mueve, no se desplaza, no nace, no crece ni muere, no gana ni
pierde. Es equilibrio. Es “todo” lo que hay.
No hay individualidad en este universo consciente. La
individualidad no es más que un aspecto de la mente.
El
universo es una única cosa
Esta única cosa es la mente.
La sustancia en acción de la mente pensante es la luz.
No hay más que una sola sustancia y esta no se puede dividir
en muchas sustancias o muchas partes, solo se puede modificar su movimiento y
su nivel de vibración cambiando así su manifestación.
La
individualidad no es más que una apariencia, es un efecto potencial y pasajero de
la mente en movimiento
Lo que interpretamos como individualidad no es más que el
registro momentáneo de una forma fugaz. Como una fotografía. Percibimos,
registramos, congelamos la imagen (mediante la memoria), nos identificamos con
esta imagen y le damos forma y existencia fija. Luego creemos que eso que creamos tiene existencia propia y real separada de lo demás.
Este error es debido a un procesamiento incompleto de la
información, gestionado por una pequeña zona del cerebro, que en muchas
personas en la actualidad está mal configurada y desconectada del resto, lo que
lleva a un estado de confusión generalizada.
Esta ignorancia u olvido acerca de tu naturaleza no solo
genera miedo y te hace dudar sino que te mantiene en una prisión repleta de
conceptos erróneos y percepciones confusas.
Una vez que giras la mirada a tu interior y aceptas quien
eres en verdad, todo se ilumina.
La conciencia se reconoce a si misma y cesa el movimiento.
La individualidad y el todo se vuelven unidad. Naturalmente.
La materia nutre de información y energía al espacio.
Esta información se registra.
El espacio genera y modela a la materia con esta misma
información, ahora modificada o adaptada en virtud del entrelazamiento con la
totalidad.
Es muy fácil aunque misterioso, lo difícil es despertar y
abandonar los programas inútiles y nocivos que nos impiden vernos y aceptarnos
tal como somos.
Somos
conciencia viva, infinita y luminosa realizándose a si misma mediante una
experiencia humana