lunes, 24 de junio de 2013

Los dos mundos

El universo está compuesto de dos órdenes fundamentales: el orden de lo implícito, lo no manifestado, el vacío creador del cual surgen todas las manifestaciones en un flujo ilimitado e incesante, y el orden de lo explícito, que es la forma, el no vacío, son todos los fenómenos que percibimos por los sentidos, es la realidad de los objetos visibles y aparentemente concretos.


Tenemos de una parte el mundo invisible e inmaterial el cual, en general, no se percibe conscientemente ni por medio de los sentidos ordinarios ya que es el nivel de la no forma, de la no manifestación, son campos de energía e información. Se le llama vacío, obviamente porque lo describimos desde nuestra percepción corporal y particular, pero de hecho es un “pleno” repleto de energía. Es el mundo del espíritu. 
Y por otra parte percibimos un mundo visible, tangible, repleto de objetos, personas y situaciones concretas. Es el mundo físico de la materia. Nuestra realidad en este plano tridimensional de la existencia.

Ambos mundos no existen por separado y se crean y controlan mutuamente. 
Pero solo el vacío es real. 
Todas las creaciones que emanan de él son ilusorias e impermanentes. Son proyecciones.
Las formas y objetos presentes en nuestra realidad física son una ilusión de los sentidos, sombras y reflejos, patrones de interferencia que el cerebro decodifica e interpreta de acuerdo a su programación básica y a los programas instalados mediante el aprendizaje y la educación. Creemos que lo que podemos tocar o ver existe por si mismo, independientemente de nuestra observación, y lo que no podemos “objetivar”, ver o tocar,  no existe.
Esta es la razón por la cual tenemos un punto de vista material de la vida y esta falsa comprensión trae aparejada miedo, egoísmo, sufrimiento, soledad, aislamiento y la sensación de que vivimos en un universo frío y hostil, y que si no hacemos “algo” estamos perdidos.  
Tememos morir pero también vivir. Cuando te dicen que la vida es un sueño no lo crees verdaderamente, pero tampoco quieres despertar.

Este error de la percepción se ha incrementado con el conocimiento científico, que tiene el hábito de separar las partes y conceptualizarlas, para estudiar cada una en forma aislada y así comprender la totalidad del fenómeno y poder etiquetarlo.
Un sin sentido que ha contribuido a fragmentar al ser humano y a deshumanizarlo. Despues de todo, ¿Qué es lo que nos hace humanos?: el espíritu.

A partir de la actividad originada en una pequeña parte del cerebro, ubicada por lo general en la corteza del hemisferio cerebral izquierdo, proyectamos una realidad, como un holograma, le damos el status de “real” y verdadero y luego olvidamos que es una creación nuestra. Una proyección de nuestra conciencia.


Es como el que va el cine y cree que el film que está viendo es real y existe por si mismo, los actores son reales, los efectos son reales, la trama es real, pero en realidad no podría existir fuera del observador. Por otra parte es el espectador el que da calidad y “calidez” a las imágenes, de acuerdo a su percepción, sus emociones y su estado de espíritu.

La percepción de “solidez” y de que tocamos algo concreto es debida a la alta frecuencia en la que oscilan las partículas y a que algunas de ellas presentan un principio de asimetría que no les permite ocupar el lugar de otra. Estas partículas, como los electrones y también los constituyentes del núcleo atómico: protones y neutrones, son llamados fermiones.

La materia ordinaria está básicamente formada por fermiones y a ellos debe prácticamente toda su masa. De acuerdo a la descripción del modelo atómico estándar de la física, los átomos están básicamente formados por quarks que a su vez forman los protones y los neutrones del núcleo atómico y también de leptones, como los electrones que orbitan al núcleo.
El principio de exclusión de Pauli, el cual rige a los fermiones, es el responsable de la "impenetrabilidad" de la materia ordinaria, que hace que esta sea una sustancia extensa y aparentemente sólida. El principio de Pauli también es responsable de la estabilidad de los orbitales atómicos haciendo que la complejidad química sea posible.


El otro tipo básico de partícula elemental en la naturaleza son los bosones, como los fotones. Que no cumplen el principio de exclusión de Pauli y por lo tanto pueden presentar estados de superposición y coherencia, esto hace posible la luz del tipo láser. Los fotones son partículas portadoras de información, de orden y coherencia a nivel cuántico.

Los fotones pueden estar en un mismo estado cuántico de partícula, como en el láser, que es un haz de luz amplificada y coherente (no diverge como la luz blanca) ya que una multitud de ellos pueden estar en estado de superposición.

Los fotones pierden su individualidad pero no su información. 

El carácter de “proyección” que tiene la realidad que percibimos se puede ver por el entrelazamiento que existe entre todos los seres y cosas en este universo consciente y también por nuestro rol  como observadores.

Somos creadores y al mismo tiempo estamos siendo creados. La partícula informa al campo y el campo modela a la partícula. Hay una interacción permanente entre ambos, de hecho no hay separación.

Mundo invisible, mundo visible

Nuestro mundo visible es una emanación del mundo invisible.
Las creaciones materiales son creaciones del espíritu.
El pensamiento consciente es creado por el inconsciente, lo que aparece en la superficie de nuestra mente y creemos que lo estamos percibiendo “en tiempo real” ya fue procesado unos instantes antes en el subconsciente por programas instalados (generalmente por otros) en nuestra infancia e incluso algunos programas los recibimos como parte de la herencia genética ancestral.
Además lo que percibimos como un pensamiento dentro de la cabeza es otra ilusión ya que la mente es no local y no tiene una ubicación fija ni limitada a un espacio concreto.  Puede existir, y de hecho lo hace, fuera de nuestro cuerpo y además, es esta mente la que está creando (proyectando) la realidad que percibimos separada de nosotros y también a nuestro cuerpo físico.

interferencia de ondas
Por eso se dice que la mente existe y no existe al mismo tiempo. Se encuentra en un lado y a su vez en todos lados (o ninguno). Puede estar focalizada en un punto y también estar extendida en todas las direcciones del espacio-tiempo. Su naturaleza es infinita, entrelazada y no localizada.

Por esta causa, si intentas describir o tratar de comprender con el pensamiento consciente la “realidad” que te rodea, lo que haces es crear más realidad dándole forma y color a lo que antes no lo tenía, tu mente queda atrapada, literalmente “enganchada” a los objetos, situaciones y otros seres, y de esta forma eres tu quien termina siendo creado por la realidad y luego dependes de ella y eso hace que no tengas el control de tu vida y no puedas vivir otra realidad que la que conoces.

Nuestra realidad cotidiana está desfasada, viaja con retraso, el pensamiento ordinario, secuencial, lógico y contradictorio llega siempre tarde. Es el producto final de una serie de secuencias de procesamiento de la información, considerando además que muchos procesadores (cerebros) están desconfigurados y procesando muy por debajo de su capacidad. Es así que mucha gente vive sus vidas creando realidades incoherentes, arbitrarias, fragmentadas, sin un sentido verdadero. Y esto es así por que lo que brinda coherencia y sentido a la realidad que se crea, es la conciencia.
Esta condición normal de coherencia y equilibrio surge de la unidad entre la mente y el cuerpo.

A partir de la atención sutil y de la concentración mental podemos acceder inconscientemente a los planos más profundos de nuestro ser.
Expandir la conciencia más allá de sus límites ordinarios es nuestra naturaleza de seres humanos. En esa dirección vamos evolucionando, hacia una mayor conciencia, un mayor entendimiento y una mayor compasión.
Vinimos a aprender. Aparecimos en este plano físico para mejorar nuestra naturaleza y comprender errores pasados.
Somos unidades de experiencia participando en la evolución del universo, un universo que no está lejos, o afuera o separado de nosotros. Cada uno es una manifestación que contiene la información de la totalidad. Cada uno es en si mismo un universo, conectado a su vez con múltiples universos y dimensiones.

Si quieres aprender, el viaje es apasionante

No es necesario acumular bienes ni consumir lo que en verdad no necesitas, ni correr detrás de algunas cosas o personas y huir de otras, o parecerte a los demás.
Para de correr. Tomate el tiempo para meditar en silencio. Calma la mente. Vuelve a tu propia realidad, a tu esencia, a tu ser interior.
Deja que tu creatividad se exprese. Libre y desapegada. Sin miedo, con confianza en tu naturaleza.
Se dice que somos hijos de Dios, eso significa que por nuestras venas corre sangre divina y tenemos genética de creadores, además de contacto directo con nuestro creador.
Es así, estamos hechos con materiales cósmicos y dotados de conciencia infinita, lo que llamamos muerte y nacimiento son solo cambios de configuración y apariencia, pero en esencia somos seres luminosos y nuestra verdadera morada es el reino de la luz eterna.

El verdadero tesoro es el conocimiento de si mismo.

zazen, postura de autoconocimiento que favorece la expansión de la conciencia