sábado, 25 de mayo de 2013

Nuestro cuerpo y los campos de información



El cuerpo humano es un campo de información y energía.
Desde la física podemos definirlo como un campo de ondas estacionarias, escalares, que están organizadas en niveles. 
Las ondas escalares son un tipo de ondas electromagnéticas longitudinales, a diferencia de las ondas EM a las que estamos acostumbrados que son transversales, las escalares solo existen en el vacío. 
Estas ondas constituyen una especie de océano de energía infinita. De acuerdo al investigador T. Bearden: "En cualquier punto y en cualquier momento, uno puede extraer libremente y sin grandes costos, enormes cantidades de energía EM que fluirá directamente del vacío activo mismo."

Nuestro cuerpo es un campo dentro de otros campos y a su vez, está formado por campos subsidiarios más pequeños. Cada órgano posee su propio campo, al igual que cada tejido, cada célula, cada molécula; incluso cada partícula elemental tiene un campo de energía e información que la rodea. Infinitos campos interconectados, dispuestos en niveles de complejidad. Aunque en esencia todo es unidad, no hay separación, solo hay diferenciación momentánea.

Podemos decir que nuestro cuerpo es en realidad información estructurada en distintos niveles vibratorios, es decir, ondas que oscilan y vibran en una amplia gama de frecuencias, que van de lentas y densas hasta rápidas y sutiles. O sea, desde el plano físico 3D hasta el plano espiritual multidimensional.

La salud y el normal funcionamiento del cuerpo, incluso la capacidad de adaptarse, aprender y evolucionar, están relacionadas con la coherencia y el orden entre estos campos. Cuando las ondas vibran al unísono, se dice que son coherentes. Igual que un instrumento afinado. Esta coherencia es fundamental y el responsable de ella es en primer lugar el corazón.



El corazón manda

El corazón es el emperador que percibe, gestiona y envía información a cada punto del cuerpo. De hecho recibe estímulos del entorno antes que el cerebro.
Su latido aporta información que no solo es vital, también es esencial para que el cuerpo funcione coherentemente y pueda realizar sus procesos de manera eficaz.
Esta información no es únicamente mecánica, viajando a través de los vasos sanguíneos, el corazón también produce calor, sonidos y envía señales eléctricas al cerebro aportando orden al sistema nervioso, lo que produce la sincronía de las neuronas, y en un nivel más sutil su campo electromagnético rodea al cuerpo en una extensión de varios metros. Su actividad regula a todo el organismo y está definida por sus patrones de ritmo. Si este ritmo es coherente, armoniza la función de todos los sistemas del cuerpo.

Nuestro modelo actual del cuerpo humano es físico, particularizado, fragmentado. Separado del campo. El cuerpo y la mente divididos y las emociones son vistas como un subproducto de la mente.
La razón es que el llamado “conocimiento científico” proviene de una interpretación y descripción equivocada de la naturaleza y del cuerpo humano. Viejos modelos, puntos de vista arbitrarios, resistentes al cambio y a nuevas comprensiones.
Todos somos educados en este modelo “físico” y material de la vida, por eso nos cuesta tanto aceptar que en realidad somos cuerpos de energía, campos de información conectados con todo el universo. Literalmente nadamos en un mar de conciencia, de hecho, emergemos de este mar de infinitas posibilidades. Somos la conciencia universal, la mente del Creador, experimentándose a si misma.

Nuestro verdadero ser es no-localizado y entrelazado con todos las existencias.
El inconveniente es que para poder procesar esta información hace falta un cierto nivel de coherencia y energía y un hardware cerebral apropiado.
Esto es aportado por la calma mental, la observación ecuánime y la actividad normal del corazón, que es expansiva e iluminadora y organiza la información en el cerebro.

Se puede entender entonces, la importancia del ritmo, la armonía, las pausas y los silencios. Así puede brotar la música natural del corazón y expandir nuestra esfera de conocimiento y creatividad.
Digamos que necesitamos aprender a afinar el instrumento y a hacerlo sonar correctamente.

El instrumento eres tú

Es una cuestión de resonancia. Nuestras células vibran y resuenan según su estado, esta resonancia es la que crea la realidad de nuestra vida y nuestro estado interno.


Salud y felicidad son expresiones inseparables y dependen directamente de esta resonancia
Un pensamiento de baja frecuencia, negativo o de miedo, se empareja y atrae ondas afines, creando una realidad negativa y más miedo. Esto no solo corta el flujo de energía e información sino que enferma y debilita, atrayendo incluso al peligro.
El estado opuesto corresponde a pensamientos y sentimientos de alta frecuencia, armónicos, asociados con el amor, el perdón, la comprensión y el no miedo.

En la actualidad a pesar de la abundancia de información y el aparente fácil acceso a ella, hay una enorme estimulación de los sentidos y muchísimas radiaciones y vibraciones de baja frecuencia, incoherentes y de mala calidad (ruidos, teléfonos celulares, TV, etc.)
El ser humano promedio está sometido a un bombardeo cotidiano de vibraciones y presiones, que provocan estrés, incoherencia, pérdida de la armonía y malas condiciones de vida.

En estas circunstancias resulta muy difícil (pero no imposible) comprender la verdadera naturaleza de la realidad y de nuestra vida. Este estado de confusión y aislamiento induce a problemas de adaptación y disminuye las posibilidades de la persona, lo que se denomina una retracción del campo.

La educación y la medicina convencional promueven y mantienen esta retracción o reducción del campo corporal.

Estos campos de información y energía son como hologramas, cada parte posee la información de la totalidad, es decir, se trata de información no localizada que produce una imagen proyectada. Una proyección que nuestro cerebro capta e interpreta como real y tangible.
El corazón, mediante sus patrones rítmicos y la riqueza de cargas,  es el encargado de imprimir información en el holograma corporal, lo que ayuda a crear una determinada realidad.

Esto es posible porque el cuerpo es un sistema abierto, interconectado con la fuente universal. Un campo de energía de naturaleza holográfica dentro del gran holograma universal.

Nuestro cuerpo físico cambia todo el tiempo, las células mueren y se recambian, los sistemas son dinámicos y adaptables, sin embargo hay algo que permanece y nos define, un patrón que hace que mantengamos más o menos la misma estructura y funcionamiento, capaz incluso de modelar la expresión de los genes.
Estos patrones son campos de información que controlan la forma y la dinámica del cuerpo. Estos campos se encuentran fuera del cuerpo, más allá de sus límites físicos. 
En realidad son una extensión de nuestro cuerpo, el cual a su vez es una manifestación del campo o matriz universal. 

No podemos considerarlos algo aparte o separado. He aquí el error que se comete en general y el porque del desconocimiento de nuestro verdadero ser. Hoy en día todavía hay científicos, médicos, profesores, maestros e investigadores que mantienen y transmiten esta falsa información.

Esto que llamamos información, no es otra cosa que el movimiento de la conciencia.
Los campos de información son campos de energía consciente y en este nivel no tiene sentido hablar de materia orgánica o inorgánica, de hecho, ni siquiera tiene sentido hablar de materia.

Es hora de que asumas tu naturaleza cósmica y comprendas de que estas hecho y de que están hechas las cosas. Así podrás tener acceso a la información y la energía ilimitada contenida en el campo.

Puedes conectar conscientemente con el campo. El espacio que te rodea no está vació. No estás separado de lo que percibes, todo lo que te circunda es una extensión de tu conciencia.
Si comprendes esto, además de incrementar tu vitalidad y equilibrar las emociones, podrás aumentar tu inteligencia, expandir tu cuerpo energético, o sea, aumentar tu luz, tu coherencia y tu apertura de mente.

Cada parte de tu cuerpo contiene la información de todo el universo. Cada parte del universo es tu cuerpo mismo.

El campo de información que te rodea y te contiene eres también tu mismo. Un cuerpo de energía. Un ser luminoso

Conciencia infinita.

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-http://budacuantico.blogspot.com.ar/2011/12/el-viaje-sin-tiempo-de-la-informacion.html

-http://budacuantico.blogspot.com.ar/2012/04/la-luz-del-autoconocimiento.html




viernes, 17 de mayo de 2013

¿Por qué enfermamos?


Primeramente debemos comprender que es la salud.
Se puede decir que la salud es el estado de bienestar de una persona, en la que todos sus niveles se encuentran en armonía: espíritu, emociones y cuerpo físico, la sangre y la energía fluyendo en forma libre y abundante y la mente calma.
O sea, es  la condición normal de todo ser vivo.

La enfermedad representa una alteración de esta normalidad, lo que conduce también a una pérdida del equilibrio del organismo, de sus medios de regulación y también con su entorno.




En este punto hay que aclarar que lo que conocemos como enfermedad no es tal. Es más conveniente hablar de “modelos de desequilibrio”, donde cada persona presenta una particularidad, que es la de su organismo reaccionando y adaptándose a condiciones cambiantes de su medio externo o interno. Más adelante veremos esto en detalle.

“No hay enfermedades sino enfermos”. Hipócrates

Ante cualquier duda “no” consulte a su médico

El concepto de un “enemigo” que pone en peligro nuestra vida proviene de nuestra herencia cultural, originada hace siglos, donde la enfermedad era atribuida al demonio y al haber “perdido” la gracia de Dios, entonces se curaba con pócimas, exorcismos, sangrados, supersticiones y algunos terminaban en la hoguera.



Luego, con el advenimiento del microscopio, ya el enemigo tomo forma de microbio y la tecnología fue reemplazando a la religión. Comenzó la era de las disecciones, las vacunas y otros métodos novedosos para erradicar cualquier agente maligno e indeseable. El conocimiento de la anatomía aumentó. La cirugía se fue perfeccionando durante las guerras (reparaciones, amputaciones, etc…) y las autopsias.


Esa misma mentalidad acompaña a muchos cirujanos hoy en día.
El cáncer comenzó a fagocitar a la sociedad.
Las enfermedades como el SIDA, esclerosis múltiple, diabetes, Alzheimer, trastornos de la personalidad, etc, pasaron a ser maldiciones de la sociedad moderna. Y para cada una de ellas, pese a los supuestos avances científicos, solo hay paliativos químicos, tóxicos o quirúrgicos, que en realidad tienen tantos efectos adversos que empeoran cada vez más el estado psicofísico y la calidad de vida de la mayoría de la población.


En la actualidad la industria Farmacéutica tomó el control de la situación. Ya no importa comprender la causa, solo el síntoma cuenta (y obviamente, vender medicamentos y tratamientos).
La medicina se volvió sintomática y los médicos simples administradores de medicamentos, o sea, en su mayor parte: empleados de los laboratorios y de las grandes empresas farmacéuticas. 
Los antibióticos, analgésicos y tranquilizantes pasaron a formar parte del arsenal médico y de la vida cotidiana de las personas. 
Las vacunas se convirtieron en las “protectoras” de la especie humana.
Y así de a poco se ha ido perdiendo el “arte” de curar y la noción de medicina preventiva, es decir, el fomento de la salud y la vitalidad para no enfermar.

Los métodos de diagnóstico se han ido incrementando exponencialmente y como consecuencia los médicos fueron perdiendo capacidad para diagnosticar y saber en profundidad que es lo que le pasa al paciente. El "ojo" clínico ya es casi una antigüedad.
O quizás es al revés, y hay tantos exámenes "complementarios" porque los médicos son incapaces o tiene miedo de diagnosticar con certeza.
Como sea, en la actualidad, el médico dispone por una parte, de técnicos que le dicen que tiene su paciente (en base a datos de laboratorio o imágenes) y por la otra, de laboratorios farmacéuticos que le indican que debe tomar el paciente.




Tampoco es culpa del profesional. Las universidades entrenan médicos para que sirvan al sistema de salud, un sistema regido por intereses egoístas e ignorancia.
Lo que si es responsabilidad del médico, es abrir su mente a nuevas ideas, nuevos conocimientos. Abrir su corazón al sufrimiento de los demás y mejorar sus capacidades para entender lo que sucede en el cuerpo y en la mente. Y no solo lucrar con la enfermedad y con el miedo de los demás.

Muchos no son conscientes del poder de la palabra y con un diagnóstico (generalmente erróneo), con un pronóstico (también erróneo) y con un tratamiento agresivo o invasivo (y erróneo) terminan enfermando aún más a las personas, sin respetar la capacidad curativa del organismo. En muchos casos, además, finaliza con el abandono o la muerte del paciente.

El cáncer es un ejemplo de esto, pero también hay otros, como las llamadas "enfermedades autoinmunes", o la diabetes, que son etiquetadas de incurables y por lo tanto el paciente ya tiene su sentencia y su tratamiento de por vida.

Incluso el embarazo y el parto se han convertido en un acto (y una especialidad) de la medicina, y en muchos casos algo que es normal y natural en los seres humanos, desde hace miles de generaciones, se convierte en una enfermedad o en un embarazo de "riesgo", y si bien es verdad que hay ocasiones en las que la intervención del médico es necesaria, muchísimas otras se complica por la intervención de este.
Por otra parte las mujeres son las únicas hembras en la naturaleza que tienen sus crías en posición acostada y en un ambiente ajeno. Y esto es únicamente para comodidad del profesional. Esta claro que esta posición antinatural, lejos de ayudar a la madre, favorece la aparición de complicaciones y la innecesariamente alta tasa de cesáreas. 
Otro "logro" de la medicina.




Esta manera errónea de pensar, es “vieja” y dogmática. Es un paradigma que afortunadamente va cambiando, aunque muy lentamente. Pero las nuevas generaciones comienzan a pensar e intuir de otra forma, más amplia, más inteligente, más compasiva y por supuesto más natural.

"Los cambios de paradigma en la Ciencia se dan, no porque los que detentan un modelo cambien de opinión o se convenzan de una nueva idea, si no porque gradualmente estos van muriendo y las nuevas generaciones acogen esta nueva forma de pensar y tienen confianza en ella". Max Planck

Está claro que ante una emergencia, un accidente o una eventualidad donde se impone la presencia del médico, no hay que dudar ni perder el tiempo o improvisar. De lo que estamos hablando es de la mayoría de los trastornos o desequilibrios que padecemos comúnmente en la vida cotidiana.

Ese mito llamado enfermedad

Veamos con más detalles eso que llamamos “enfermedad”.
Nuestro cuerpo posee un sistema de defensa o protección organizado en varios niveles, desde campos sutiles de energía e información hasta complejos y sofisticados mecanismos inmunológicos mediados por células, anticuerpos, proteínas y otras sustancias. Estos mecanismos de regulación son muy eficaces y permiten al organismo adaptarse a los cambios y protegerse de cualquier "patógeno". Cuando por alguna de las causas citadas a continuación se pierde el equilibrio, el organismo reacciona de acuerdo a la naturaleza del fenómeno.

En el ser humano hay tres tipos de factores que causan enfermedades, o más bien desequilibrios, estos son:
-Factores internos
-Factores externos
-Forma de vida y hábitos

Existen otro tipo de eventualidades que pueden alterar la salud como son los accidentes, las intoxicaciones o las picaduras o mordeduras de animales (inoculación de venenos o tóxicos).

Los factores internos son principalmente las emociones como la ira, la tristeza, la preocupación, el miedo o la manía. Hay excesos como el pánico o la depresión que dependen también del estado energético de la persona. 
También se incluye la actividad mental del individuo. Por supuesto estas son condiciones que deben prolongarse en el tiempo para afectar la salud, o quizás un shock emocional fuerte: pérdida de un ser querido, del trabajo, un diagnóstico médico fatal, mal ambiente laboral o de estudio, etc.
La mente y las emociones impactan directamente en el cuerpo físico y también son un reflejo del estado de este.

Los factores externos, son los agentes climáticos que en exceso invaden el cuerpo, como el frío, la humedad, el viento, la sequedad o el calor.
También la exposición constante a radiaciones electromagnéticas anómalas y perjudiciales: teléfonos celulares y otros dispositivos, WiFi, etc.

La forma de vida se refiere al estrés laboral, la vida nocturna, el sedentarismo y la falta de ejercicios, la manera de alimentarse y de respirar.
Los hábitos perjudiciales son todas las adicciones físicas, químicas y emocionales: tabaco, drogas, alcohol (en exceso), estimulantes, medicamentos y relaciones tóxicas (pareja, familia).

Cuando el organismo se expone a cualquiera de estos factores o condiciones adversas, reacciona. El encargado de gestionar esta respuesta es el sistema nervioso autónomo o neurovegetativo, que está dividido en dos ramas, de naturaleza opuesta: la rama simpática, encargada de la acción y la rama parasimpática, encargada de la reacción.

Las dos fases

La fase activa

La rama simpática utiliza a la adrenalina y otros mediadores químicos para generar efectos orgánicos que ayuden al cuerpo a adaptarse a la situación: lucha o huída. Estos efectos son: taquicardia, broncodilatación, excitación psíquica, midriasis, disminución de la sensibilidad al dolor, cierre de esfínteres y disminución de la actividad visceral, aumento de la irrigación muscular y la actividad de las suprarrenales. Favorece la actividad física y la vigilia.

La fase reactiva

Pasada la fase de agresión, el cuerpo reacciona mediante la otra rama del sistema autónomo: la rama parasimpática, que es la que se encarga de mantener al organismo en situaciones normales y se ocupa de los procesos de regeneración, nutrición y reproducción. Utiliza la acetilcolina como mediador químico. Promueve la digestión y la secreción de enzimas y hormonas, disminuye la actividad del corazón y del aparato respiratorio, provoca miosis, incrementa la actividad de los riñones y disminuye la de las glándulas suprarrenales. Favorece la reparación y el sueño. Es por esto que luego de comer bien, nos da ganas de echar una “siestita”.

La mayoría de los signos y síntomas aparecen en la etapa de regeneración, que tiene una fase exudativa, donde pueden aparecer tumores, quistes, acumulaciones de tejido (hiperplasias e hipertrofias), fenómenos de cicatrización y reparación. 
En este período puede haber un incremento de la actividad de ciertas gérmenes (bacterias y hongos) cuyo rol no es comprendido por la medicina moderna y se lo considera como infecciones que hay que erradicar, pero en realidad esta hiperactividad es reactiva y pasajera y su papel sería mas bien el de limpieza y fagocitosis del tejido que no sirve. 
Es evidente que el cuerpo tiene sus propios mecanismos de adaptación, producto de su evolución a lo largo de millones de años.

Es en esta fase donde ocurren diversos fenómenos como el dolor, inflamaciones, reacciones “alérgicas”, fatiga, hinchazones e incluso disfunciones en ciertos órganos (ya que la energía se está utilizando con fines de reparación). Puede haber fenómenos como vómitos, diarrea, tos con expectoraciones, fiebre, etc., que muchas veces son mal interpretados y tratados como enfermedades, cuando en realidad son mecanismos de depuración del cuerpo.
Aquí es cuando la mayoría de las personas acuden al médico y este, en general, solo toma en cuenta lo que ve (o lo que le dicen que hay) y en base a este juicio parcial, trata de meter estos síntomas en un cuadro etiquetado como enfermedad con nombre y apellido.
Un protocolo basado en el miedo y el desconocimiento.

Luego solo falta el acuerdo y la creencia del paciente, y el trabajo está hecho. Ya eres el flamante poseedor de una enfermedad que debe ser tratada según las normas establecidas, o sea, ataque al enemigo!! Por favor,sáqueme esta enfermedad!!! Lo más rápido posible porque debo seguir trabajando y además no quiero sufrir!!
Y el proceso natural que estaba realizando tu cuerpo para adaptarse y curarse, según su diseño y la información ancestral contenida en sus células, se va al tacho, y en muchos casos se vuelve crónico…genial, gracias Doc!

Y hay otro punto fundamental, nuestro cuerpo es inteligente, dotado de conciencia y memoria, conectado con la fuente universal de energía e información, sabe y aprende como sanar y adaptarse a los cambios. A veces estos pueden ser drásticos o fuertes y no le dan tiempo o exceden su capacidad, o tal vez la reacción es exagerada, y es aquí donde entra en juego la verdadera medicina, que debe armonizarse con los procesos naturales, no es necesario acudir a métodos agresivos o tóxicos, porque estos tarde o temprano, deterioran la vitalidad y la capacidad curativa y como consecuencia la calidad de vida.

Aprender de la naturaleza es fundamental, porque nosotros somos ella misma.

Opta siempre por formas de sanación naturales y tradicionales.
Mantén tu mente calma, Cultiva la alegría y el amor incondicional.
La confianza en si mismo es la base. No hay que tener miedo.

DI NO A LA VACUNACIÓN.



Cuida tu mente y tu cuerpo, con buena información, ejercicios y alimentación natural.
Practica meditación.


Y entonces no tendrás necesidad de visitar al médico ni vestirte de enfermo ni de víctima y tu vida ganará en calidad y felicidad.

Es un hecho.

Recuerda: "La salud depende de la alegría de vivir"

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-10 principios para la sanación
-La inteligencia de las células madre



domingo, 5 de mayo de 2013

Nada personal


Tomarse las cosas personalmente es la puerta de entrada para conflictos y equivocaciones y la base sobre la cual hacemos siempre suposiciones acerca de los demás.
Según la Academia, personal significa referente a la persona, a su vez, persona proviene del latín: persōna: máscara de actor, personaje teatral.

Ese conjunto de rasgos y características individuales que forman la personalidad, no son otra cosa que un personaje. Nuestro personaje en el sueño de la vida.

Cualquier cosa que te digan o que te ocurra, no te lo tomes personalmente. Por ejemplo, si alguien te insulta o te menosprecia, si lo tomas en forma personal, te identificas con lo que te dicen y quizás te lo creas y en ese momento el virus entra en tu sistema.
Si te identificas con algo te vuelves eso mismo. Terminas creyendo que eres el personaje.

Debes considerar que aquel que te agravia con la palabra o que te miente se lo está haciendo a si mismo. Esto no es pura teoría. La realidad que creamos es una proyección de nuestra conciencia. Lo que vemos, lo que escuchamos, lo que decimos, lo que sentimos y lo que hacemos, son reflejos de nuestro estado de espíritu.

Si le mientes al otro, te estás mintiendo a ti mismo.
Si insultas al otro, te estás insultando a ti mismo.
Si agredís al otro, te agredís a ti mismo.

Solo cuando consideras que vives en un universo de partes separadas te permites decir o hacer cualquier cosa.

Así que cuando creemos lo que nos dicen, inmediatamente quedamos atrapados en el sueño del otro. El motivo por el cual quedas atrapado es por la “importancia personal”. 

La importancia personal es tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor y también es una manifestación de nuestra ignorancia ya que tomamos como real algo que no lo es (nuestro ego o personaje, por ejemplo).
Esto evidentemente nos lleva a posiciones de defensa y ataque para salvaguardar nuestra integridad personal, o lo que conocemos como personalidad y esto refuerza aún más la separación y el individualismo y mantiene el estado de ilusión.
Creemos que ese sueño somos en verdad nosotros.

Cuando te tomas las cosas personalmente y te identificas con las malas opiniones o las críticas del otro, de hecho te comes toda su basura emocional y la conviertes en tu propia basura. Pero si aprendes a pasar de eso, serás inmune a cualquier veneno que te envíen, aunque te encuentres en medio del infierno. Esa inmunidad es un don, que además actúa como un espejo que ayuda al otro a verse a si mismo, a reconocer su personaje y a confrontarse a sus propios errores.

Desde niños aprendemos a tomarnos las cosas personalmente. Es parte del proceso de domesticación. Somos entrenados para considerar en serio cosas que no lo son y dejar de lado lo que es verdaderamente serio (y real).
Nos ocupamos de las ramas y descuidamos la raíz.
En otras palabras, cultivamos el personaje y olvidamos nuestra verdadero ser.

De esta forma se va formando nuestra personalidad reactiva y en consecuencia reaccionamos ante cualquier ofensa y ante cualquier halago, y cada vez que lo hacemos nos alejamos de nuestra esencia y fragmentamos aún más nuestro ser.
Esto nos deja vulnerables e inestables porque perdemos nuestra raíz.

Podemos escuchar las opiniones de los demás libremente, considerando que son solo puntos de vista y que cada uno ocupa un lugar diferente y ve las cosas desde su perspectiva, nada más. Es pura relatividad.
Lo que pasa es que como todos nos movemos más o menos a la misma velocidad, pensamos que los demás ven necesariamente lo mismo. Esta ilusión de los sentidos conduce a peleas y sufrimientos.


La causa de porque hay guerras, disputas y separaciones es debido a las opiniones personales. Tendemos a creer que nuestras opiniones reflejan la verdad. He aquí otra ilusión.

Pero dos personas pueden tener razón o estar equivocadas al mismo tiempo.

Cada uno vive su propio sueño. El problema es que nunca aprendimos a considerar y a respetar el sueño de los otros.

Lo cierto es que cada uno se monta su propia película, la película de su vida, en la que es director, guionista y protagonista y los demás son actores secundarios.

Por eso hay que dejar a cada uno en su película. Es lo mejor, y entonces así también los demás no te molestarán en la tuya.

Esta manera de percibir las cosas y a los otros no tiene nada que ver con una indiferencia afectiva. Más bien es una claridad que te permite comprender el sueño de la vida y a cada personaje.

La realidad conjunta entre los seres humanos es otra cosa, se pasa en otro plano.
En esencia estamos todos unidos.
Por eso si te enojas conmigo, también lo haces contigo y si me engañas también te engañas. Pero en el nivel de la vida ordinaria; que es el nivel de los acontecimientos, las personas y los objetos, cada uno debe realizar su propia experiencia, incluso si a los ojos de los demás es errónea.

De manera que sea lo que sea que los otros hagan o digan no te lo tomes personalmente.
Si dicen que eres genial, no lo dicen por ti. Tú sabes que eres genial. No es necesario que otras personas te certifiquen. No te lo tomes personalmente. Porque además corres el riesgo de crear un sentimiento especial, que refuerce tu ego ilusorio y a la larga será fuente de decepción y separación. Por otra parte todo el mundo tiene la capacidad de ser genial, si puedes ver al genio en ti, puedes verlo en el otro.

Si alguien te agrede físicamente te puedes defender o huir, pero sin tomártelo personalmente.
Ni siquiera las opiniones que tengas sobre ti mismo son necesariamente verdad; por lo tanto, no tienes la obligación ni la necesidad de tomarte cualquier cosa que oigas en tu propia mente personalmente.
La mente tiene la capacidad de hablarse a sí misma, pero también tiene la capacidad de escuchar la información que está disponible en otros planos.

El cerebro es receptor y emisor, capta y envía todo tipo de señales. Por eso, cuidado también con lo que piensas, porque quizás aunque no lo sepan, otros te están percibiendo.
El universo entero te escucha.

Nuestra mente vive en múltiples dimensiones. En general, solo somos conscientes de una, que es lo que conocemos como la realidad cotidiana, o sea, nuestro sueño externo. Pero la mente también existe en niveles superiores e incluso en realidades paralelas, solo que no sabemos de que se trata o directamente ni las percibimos conscientemente.

Todas estas voces y esta actividad desordenada, producen una mente fragmentada, que además es alimentada por nuestra atención y nuestra creencia.
Creemos que la actividad de la mente es real y lo que nos dice nuestro dialogo interno es la verdad y como la actividad eléctrica del cerebro genera polaridad (polos opuestos), esto lleva inevitablemente a contradicciones y sin sentidos. Es como si en un salón hubiera muchas personas hablando de distintas cosas al mismo tiempo, con intereses y comprensiones diferentes. Puro ruido y desorden. Imposible llegar a un acuerdo.

Y es generalmente a partir de este ruido y este desorden que construimos la realidad y juzgamos a los otros, es más, es así como nos percibimos. Luego nos tomamos en serio y alimentamos la importancia personal. Creamos un personaje y una máscara social con retazos de información, miedo y sobre valoración.
Además, todo personaje necesita de público, así que reclama la atención de los otros y espera el aplauso y la aceptación.


Esta forma de ilusión es la fuente de sufrimientos y malos entendidos.

Por eso la mejor forma de purificar tu personalidad y unificarte, es darle descanso al personaje. Volver a la raíz, a la esencia de tu vida, a tu ser interior. Que siempre estuvo y estará ahí, donde estás tú, porque ese eres tú, sin máscaras, ni escudos ni disfraces. Sin miedo. Inmóvil.

Eres un ser luminoso y libre, hecho del mismo material que las estrellas y dotado de conciencia infinita.

Medita sobre esto.





miércoles, 1 de mayo de 2013

curso de sanación

Hacia una medicina de la conciencia



Una visión espiritual de la curación

-Principios biológicos de la curación. Leyes de la naturaleza.
-Los 3 niveles: mente - energía - materia.
-Aprender a reconocer desequilibrios. Diagnóstico energético
-Desarrollo de la energía curativa.
-Ejercicios de salud y longevidad.
-Masaje zen
-La salud por las plantas medicinales y la alimentación.
-Meditación (zazen)

Abierto a profesionales de la salud y para todos aquellos que quieran aprender o profundizar el arte de la sanación.


Dictado por Mariano Seiki Giacobone
Médico y monje zen

Duración: todos los sábados de 17  19 hs.
Lugar: Dojo Zen- Playa Grande - Mar del Plata (Argentina)

contacto:

marianogiacobone@hotmail.com