martes, 25 de septiembre de 2012

Iluminando la propia identidad


La personalidad o identidad personal puede definirse como el conjunto de características o patrón de sentimientos, emociones, pensamientos, es decir, la mentalidad y también los hábitos y actitudes ligados al comportamiento de cada individuo. 

Estas son características que persisten a lo largo del tiempo frente a distintas situaciones distinguiendo a un individuo de cualquier otro haciéndolo diferente a los demás.

Este grupo de características o maneras de comportarse que tiene una persona define su personalidad

También la llamamos modo de ser, carácter o idiosincrasia.
Resumiendo: la personalidad son los rasgos exteriores que identifican a un individuo.


La personalidad es la forma en que pensamos, sentimos, nos comportamos e interpretamos la realidad, mostrando una tendencia a repetir ese comportamiento a través del tiempo. Esto en principio nos permite afrontar la vida y adaptarnos al entorno. 
De esta manera mostramos el modo en que nos vemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Esta identidad nos permite reaccionar ante ese mundo de acuerdo al nivel de percepción que tengamos, retroalimentando con esa conducta nuestra propia personalidad.

Esta identidad virtual nos da la sensación de cierta coherencia e individualidad y nos permite proyectar una imagen: la imagen de si mismo, que es constantemente actualizada por la programación de cada persona y la influencia del entorno.

La imagen con la que estamos identificados, se forma por la proyección 
que uno hace de si mismo y por la mirada de los otros. 
Esta imagen virtual es como un holograma, que nos da la sensación de existir realmente, pero no es así. 
La conciencia enciende el proyector, luego la luz y los patrones de interferencia generan señales que crean una imagen determinada, decodificada, clasificada e interpretada en el cerebro.
Así de simple y así de misterioso.

Esta imagen residual, nos va acompañando a lo largo de la vida, la vamos cambiando un poco, maquillando, de acuerdo a las circunstancias. Pero está construida básicamente por información residual, viejos programas redundantes, la mayoría infectados con algún virus. Esta reverberación del pasado, actualizada en la secuencia interminable del diálogo interno, es la esencia de la ignorancia y de la confusión.

Y tanto tiempo y energía invertimos en este proceso diario de retocado, que finalizamos creyendo que esa imagen es realmente uno mismo. Y en este punto comienza el desfile incesante de ilusiones y sufrimiento. 


“Cuando te miras en un espejo,
forma y reflejo están frente a frente,
tu no eres el reflejo, pero el reflejo es tu”
(Maestro Tozan)




Rompiendo el espejo de la imagen de si mismo

Sostener y alimentar esta imagen demanda una cantidad enorme de energía, principalmente porque está relacionada con el pensamiento consciente y el lóbulo frontal del cerebro, que presenta una gran actividad metabólica, particularmente en el hemisferio izquierdo, sede de la palabra, los conceptos y la personalidad.

Este alto consumo de energía nos priva de recursos para percibir otros campos de energía e información que nos rodean. 

Además los órganos de los sentidos, que son las puertas de entrada de la información del entorno, captan una franja muy estrecha de las vibraciones del medio. Son oscilaciones que corresponden a niveles mas densos, más físicos, que se materializan con facilidad, creando una geometría del espacio-tiempo determinada, que es lo que llamamos “realidad” y donde la imagen proyectada de si mismo interactúa con otras imágenes.

Se habla de “imágenes” porque el cerebro trabaja con imágenes. Si lo piensas o lo percibes, para el cerebro no hay ninguna diferencia, procesa la información de la misma forma. Si el estímulo llega, es real.

Este estímulo es suficiente para generar una cascada electroquímica que modifica el comportamiento y modela la estructura. Así se crea la realidad y la imagen de si mismo surge como una proyección.

El problema es que nos apegamos a esta imagen y esto reduce drásticamente nuestras posibilidades y el alcance de nuestros sentidos.

Cada uno de nosotros tiene un grado diferente de apego a su propia imagen. Este apego se manifiesta como una necesidad y esta es la causa de que muchas personas vivan con una necesidad incesante.

Cuanto más atados estamos a esta imagen más fuerte se siente la importancia personal, lo que nos aleja de nuestro verdadero ser y de la posibilidad de expandir la conciencia. 

La importancia personal no solo es sentirse más importante que cualquier otra cosa, también es creer que nuestro ego tiene existencia propia y forma fija.

Este apego a la imagen de si mismo tiene una base material.

La conciencia (el observador) afecta al mundo físico en los niveles fundamentales. Esto lo postula la física cuántica. La neurociencia también explica que las emociones se transforman en moléculas que forman neurotransmisores y hormonas, con acción sobre tejidos y órganos.

El sistema físico queda configurado de una determinada manera. El cerebro es altamente flexible y adaptable, se organiza y establece sus conexiones de acuerdo a su programación, gracias a su capacidad plástica.

Este auténtico modelado se logra por la repetición de estímulos y patrones de conducta, lo que aumenta la fuerza sináptica



esquema de una sinapsis

La fuerza de una sinapsis está dada por el cambio del potencial de membrana que ocurre cuando se activan los receptores de neurotransmisores postsinápticos. 
Este cambio de voltaje se denomina potencial postsináptico, y es resultado directo del flujo de iones a través de los canales receptores postsinápticos. 

Los cambios en la fuerza sináptica pueden ser a corto plazo y sin cambios permanentes en las estructuras neuronales, con una duración de segundos o minutos, o de larga duración (potenciación a largo plazo o LTP), en que la activación continuada o repetida de la sinapsis implica que los segundos mensajeros inducen la síntesis de proteínas en el núcleo de la neurona, alterando la estructura de la propia neurona. El aprendizaje y la memoria podrían ser resultado de cambios a largo plazo en la fuerza sináptica, mediante un mecanismo de plasticidad sináptica.

La información genética no es definitiva, la expresión de los genes puede modificarse manteniendo el mismo genotipo. La influencia del entorno es determinante.

Hay un feedback permanente de información entre el campo y cada una de nuestras células.

El campo nos modifica, por eso es muy importante el diálogo que mantenemos en nuestro interior, ya que envía información al medio, el cual también hace su lectura y reacciona enviándonos una respuesta, aunque generalmente pase desapercibida, dado que no siempre es instantánea ni de la forma esperada.

El campo es una extensión de nuestro cuerpo. 

Nuestro cuerpo es una emanación del campo.



De manera que para poder conocer su verdadera identidad, lo que un ser humano debe hacer es comenzar a restringir y debilitar la imagen de si. 


Cuando se enciende la luz interior, las sombras de la duda y la confusión desaparecen. Podemos por primera vez vernos tal cual somos.

El caudal de energía que era utilizado para sostener esta imaginería, puede ser redirigido y activar nuevas áreas cerebrales. Esto permite que el propio campo de energía se expanda y se genere una nueva organización neuronal con acceso a información contenida en zonas más profundas del cerebro.

Luego, la imagen que proyectamos gana en dimensión y brillo. 


El maestro zen Dogen (1200-1253) escribió: 

"Conocer a Buda es conocerse a si mismo; conocerse a si mismo es olvidarse de si mismo;
olvidarse de si mismo es ser iluminado por todas las cosas y existencias; 
al estar iluminado por todas las cosas desaparece el cuerpo y la mente de uno mismo y de todo lo demás, entonces los residuos de la experiencia de iluminación desaparecen y se deja que la iluminación, vacía ya y libre de todo residuo, se expande sin límites".


Es el retorno natural e inconsciente a la condición normal y equilibrada del cuerpo y del espíritu.


El silencio y la inmovilidad de zazen son la puerta principal y el acceso directo a nuestro verdadera naturaleza.

No se trata de parecerse a algo nuevo o diferente ni de volverse especial. Ya eres especial y único, hecho a imagen y semejanza del universo, con los mismos materiales, la misma luz, la misma conciencia.

La luz interior es producto del autoconocimiento, y la energía que esta desprende provoca una auténtica revolución en nuestro ser que expande el campo electromagnético del corazón, manifestándose como compasión y amor universal

Una revolución viva y silenciosa, armoniosa y natural, que utiliza la luz como vehículo, porque la naturaleza fundamental del universo es luminosa y revolucionaria.



jueves, 13 de septiembre de 2012

No somos todos iguales


Aunque suene raro, incluso en estos tiempos donde todo se globaliza, tendiendo a etiquetar y a uniformar a las personas, la verdad es que no eres los demás.

Un maestro zen decía: “yo no soy los otros”.

Actualmente Internet y los medios de comunicación promueven que la gente se conozca, forme grupos, redes sociales o “comunidades virtuales”, y compartan información, imágenes retocadas, comentarios superficiales y otras banalidades. Es obvio que es más fácil manipular la mente, el gusto y las tendencias de la masa de gente si todos piensan igual y se mueven como un rebaño
“Iguálate a los demás” “Haz causa común” “Se uno más de la inmensa comunidad virtual de usuarios y consumidores”…etc… 

Un estudio reciente acerca de la comunidad virtual de adolescentes llamada Habbo, revela que los jóvenes que pertenecen a una comunidad on-line se identifican con los miembros de esa comunidad casi tanto como con sus propias familias.
Los investigadores llegaron a la conclusión que estos grupos virtuales están reemplazando a los grupos tradicionales de compañeros o a los amigos del barrio, que tienden a ser cada vez más raros en algunas sociedades modernas. Los amigos reales de carne y hueso son reemplazados por imágenes virtuales, y cada vez más jóvenes se identifican con esa realidad.


En un mundo cada vez más globalizado, dominado por el poder financiero, los bancos y las empresas; la educación, la ciencia y la cultura se van transformando para servir a estos intereses.

No importa cuan marginados seas ni que tan mal te vaya, igual puedes ser parte de la “comunidad virtual” y acceder a todos los “beneficios” que obtienen los que siguen las instrucciones al pié de la letra y compran todo (no solo objetos) lo que se les ofrece y pueden. 


El mito de la cultura dice que somos todos iguales. La iglesia dice: “Todos somos iguales a los ojos de Dios” “Dios nos creo a todos iguales”, bla, bla, bla. Curiosamente no es Dios el que dice esto, además ya conocemos el tratamiento que las religiones mayoritarias, como el cristianismo o el islamismo, han dado (y dan) a los que no piensan igual, llámense herejes o infieles.

En la actualidad, bajo una fachada de felicidad y oportunidades compartidas se esconde (no demasiado) la mentira y la exclusión social. Debajo de esta aparente conexión global y comunicación entre las personas, existe una gran indiferencia y aislamiento por parte de la mayoría. 

En solo unos minutos, puedes enterarte de lo que pasa en el mundo, chatear con tus “amigos” virtuales, navegar un mar de información tendenciosa, acumular datos inútiles y formatear tu mente para que se ajuste a una realidad artificial, ajena a ti y a tus necesidades reales
Quizás al final termines comprando algo nuevo, o consumas algo de espiritualidad virtual, como lo hacen los otros. 

¿Acaso no somos todos iguales? ¿No es verdad?

Pues no.

Lo cierto es que no eres igual ni siquiera a ti mismo a través de los días. No eres igual al de ayer, ni al de la semana pasada y mucho menos al de hace unos años, y mañana tampoco serás como el de hoy. 
No eres igual a nadie
Tu vida es única e irrepetible. 
Esto es una verdad.

Tu cuerpo cambia, se transforma, tu ser biológico sigue los ritmos cósmicos, al sol, la luna, las estaciones.

Es natural, estamos hechos de la misma sustancia que el universo, con los mismos materiales, la misma esencia, la misma energía e información, la misma conciencia.

Sin embargo, la cultura y la educación, las adicciones, las presiones del medio y la necesidad de triunfar (o por lo menos no fracasar), hacen que la enorme mayoría concentre sus energías y afanes en conseguir lo que en realidad no necesitan y olvidan buscar en su interior.

De esta manera, la referencia son siempre los demás, los acontecimientos externos o el brillo de los objetos, y por eso nos perdemos en el reflejo de las cosas.

El ser social se ve fortalecido y el ser interior, es decir, el verdadero ser, la esencia de nuestra existencia, nuestro ser biológico y cósmico, permanece dormido, anestesiado, apretujado y finalmente atrofiado y aunque pugne por emerger y expresarse, rápidamente es reprimido, generalmente de forma inconsciente. 

Es obvio, todo lo que sea propio y original, debe ser descartado o acondicionado para que encaje en la “realidad cotidiana”. 


Está cada vez más claro que esta forma de vida artificial genera individuos adictos, ansiosos e inseguros con tendencia al estrés, trastornos nerviosos y de personalidad, ataques de pánico, diabetes, obesidad, cardiopatías, hipertensión arterial, colon irritable, anorexia y bulimia, baja resistencia a las enfermedades, etc. (la lista es cada vez más larga). 

Muchos son tratados así desde la más tierna infancia por el medio social, la escuela, la familia, la religión, los grupos de pertenencia. “Pertenece a nuestra comunidad” “Parécete a los demás, es más seguro”, este es el slogan que domina la vida moderna

Es el momento de aclarar que la información no es mala ni buena. Cualquier señal puede marcarnos un camino o mostrarnos otras posibilidades, es uno mismo el que decide que hacer con ella. 

Aprender. Conocerse a si mismo. esto es algo de verdadero valor y que influye de manera positiva en el medio. Los campos morfogenéticos se nutren de esta información y responden dándole forma a tu realidad.
Si vemos a la información como un alimento, que en definitiva es así, entonces hay que saber nutrirse, masticar, digerir y luego eliminar lo que no nos sirve (que es más del 80 %), conservando lo esencial, lo que nos nutre, que entonces pasa a ser propio, parte de tu ser. Ya ha sido convenientemente filtrado y purificado y luego será reciclado siguiendo el movimiento eterno y la transformación de todas las cosas. 
Este cúmulo de experiencias alimenta la conciencia universal.


La cultura de la imagen

Otro punto importante para triunfar hoy en día es lucir bien. Más te asemejes al modelo estándar, más posibilidades de éxito social tendrás y mantendrás lejos el tan temido “rechazo” o el fracaso y también la no aceptación de los demás. 



La cultura globalizada uniforma y simplifica
Promueve la cultura de la imagen porque así es más fácil mantener el estado de ilusión
Todo el mundo tiene que parecerse y ajustarse al modelo y muchos acceden aunque a costo de su propia salud y felicidad.

El maestro zen Tosan escribió en el año 800:
“Cuando te miras en un espejo, 
forma y reflejo están frente a frente,
tu no eres el reflejo, pero el reflejo es tu” 


Es como decir: “Eso que se ve es mi reflejo pero yo no soy solo eso. 


Cuando solo observas el reflejo de las cosas o de las personas, lo esencial te pasa de lado. No te das cuenta. Es como seguir un espejismo o una ilusión.
Además nuestra imagen también es modelada por la observación de los otros. 


Como un holograma, te da la sensación de algo real, pero es ilusorio.

Pero, ¿por qué parecerse a los demás sería mejor que ser uno mismo?

Date cuenta que si te identificas con cualquier grupo o “comunidad”, estás traicionando todo aquello que te hace interesante y único.

La cultura tiende a igualar y a homogeneizar, pero tienes que saber que si te alineas con esto pierdes inevitablemente tu sagrada individualidad y tu singular punto de vista. 

Por otra parte la ciencia y la espiritualidad de consumo te llenan de conceptos abstractos y la religión hace su parte con categorías estrechas, dogmáticas y tendenciosas.

Lo que tienes que hacer es volver a la realidad de tu cuerpo, de tu mente, de tu propia vida y tirar a la basura todo lo que no te sirve en tu camino. 
Despierta a tu verdadera dimensión.
Te estás transformando, aunque quizás no lo percibas.

Tu experiencia es única
No es necesario esforzarse por parecerse a nadie o pertenecer a ningún grupo, ya pertenecemos a la gran familia de seres vivos y somos conciencia infinita. Estamos conectados con todo lo que nos rodea, incluso sin que seamos conscientes.

Nuestro cuerpo es el cuerpo del universo. Nuestra mente es la mente de dios, de buda.


Somos esencialmente libres y este es nuestro auténtico tesoro, no es necesario ni ocultarlo ni mostrarlo, brilla por si solo.

Cuando comprendemos esto, nuestra individualidad no choca más con la de los otros, al contrario, nuestras experiencias enriquecen el medio y el medio a su vez nos sustenta, nos nutre y así la vida se vuelve más expansiva y creativa.

Si percibes la esencia de tu existencia, el egoísmo se cancela y el miedo desaparece.

Cuando realizas tu propio y verdadero ser, brillas natural y espontáneamente y puedes reflejar todas las formas sin quedarte con ninguna.

Es lo que se llama: “Asumir sin identificarse” y también “brillar con luz propia”.

El espíritu libre es expansivo y fluye sin trabas ni restricciones, adaptándose a las circunstancias, transformándose y transformando todo a su paso. Esta es nuestra verdadera naturaleza y nuestro auténtico poder.

El genio y la creatividad nacen del individuo, no del grupo. Es el grupo el que se beneficia de la genialidad y de la generosidad del individuo.

De esta forma puedes comunicar con todas las existencias libremente, de manera "real" y la influencia de tus pensamientos y acciones seguramente será una gran ayuda para todos.

Naturalmente.



miércoles, 5 de septiembre de 2012

El universo cabe en un punto 2

Parte 2

Desde nuestra perspectiva individual solo podemos percibir un nivel estrecho de toda la escala, de hecho, lo que podemos ver corresponde a una pequeña franja del espectro total de las ondas electromagnéticas. Pero cuando trascendemos los límites de la percepción ordinaria, la realidad se hace más amplia, más interconectada, aumentando las posibilidades y los recursos.

espectro electromagnético
Es el espacio (el campo) el que nos define, el que marca los límites y contornos de nuestra vida. Enviamos información al vacío y este colecta la experiencia de todos, por este motivo compartimos una realidad común, aunque cada uno la observe desde su lugar específico.

La riqueza y la abundancia surgen de la interconexión. No de la acumulación.

El efecto mariposa

La ciencia describe con esta analogía las variaciones que pueden aparecer en el comportamiento de un sistema complejo cuando las condiciones iniciales son modificadas, aunque sea de forma aparentemente imperceptible. De manera que una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerablemente grande a mediano o corto plazo de tiempo, como una reacción en cadena.

Una mariposa que agita sus alas en Kabul es muy probable que no provoque un huracán en Miami, pero quizás haga que el resto comience a hacerlo y si varios millones de ellas comienzan a batir sus alas al mismo tiempo, es mucho más probable que afecten al sistema.


A lo mejor piensas que tu conciencia es insignificante como para provocar un efecto en la totalidad, pero la intensidad de la información que envías influye sin dudas en el resto, de formas que no se pueden prever con certeza.
Tus pensamientos generan una onda, una perturbación en el campo. Esta información puede ser como el aleteo de una mariposa. Considerando además que los cerebros están interconectados en una gran red de conciencias, todos comparten la misma información, aunque cada uno la procesa a su manera.
Y también los pensamientos de los otros pueden influirnos. ¿Acaso dónde se originan nuestros pensamientos, de donde vienen y adonde van? ¿Podemos rastrear su origen?

Hay estructuras del cerebro que están involucradas en la aparición del pensamiento consciente como el hipotálamo, el tálamo y la corteza, pero estas áreas y conexiones funcionan más bien como integradoras y procesadoras de la información



Así que lo que pensamos depende del sistema físico. Pero como el cerebro es un tejido vivo, gracias a su neuroplasticidad, también se adapta a la manera de pensar, es decir, la forma de pensar organiza y modela la estructura cerebral. Si es caótica y desordenada habrá malas conexiones y el sistema procesara la información de manera incorrecta e ineficaz
Pero si es armoniosa y coherente, el sistema se vera optimizado y fortalecido (más números de conexiones con una fuerza sináptica mayor).

Los órganos internos y las emociones están estrechamente ligados, y son las emociones las que determinan en gran parte la manera de pensar y la adaptación al medio. De hecho la glándula hipófisis y el hipotálamo forman una unidad funcional (más info, ver sistema neurovegetativo)



Somos creados y modelados por el campo, que nos conecta con todo. Lo que llamamos pensamientos no son otra cosa más que la actividad de la misma conciencia, al igual que las olas del océano nunca dejan de ser el océano. Esta actividad incesante manifestada a través del cuerpo físico, no tiene existencia propia, es la simple actualización de múltiples causas entrelazadas.


Campos mórficos de información donde se encuentran todas las experiencias de nuestra especie. Estamos, literalmente,  sumergidos en ese océano de conciencia, de energía e información.
Por eso hay que prestar atención cuando nos identificamos con lo que pensamos, tendemos a creer que eso es “real” y sucede independientemente de nosotros, sin considerar que es pura actividad, la mayor parte del tiempo redundante y desordenada, alimentada por reverberaciones de vibraciones pasadas.

Volver a cero es fundamental, desconectar por momentos la secuencia del pensamiento ordinario es la base de la armonía mental y el equilibrio.

Hay que empezar siendo gentil consigo mismo.

El diálogo que mantenemos en nuestra mente no pasa desapercibido, el universo lo capta, hace su lectura y responde, por eso tendemos a crear y recrear siempre la misma realidad,  nos guste o no.

Podemos comunicar con el espacio, con todo lo que nos rodea, en silencio y en unidad, no solo de una forma intelectual y estereotipada, sino con la totalidad de nuestro ser, con nuestro espacio interior que es infinito. Nuestro ser interior esta conectado con todo el universo.

Somos parte de esa corriente de información hacía el vacío, un punto en la escala, más o menos en el medio, entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño, todo interconectado.



Si relacionamos los cuerpos u objetos de los distintos niveles de acuerdo a su radio y a su frecuencia de vibración veremos que forman una línea creciente, desde lo más pequeño que podemos concebir (longitud de Planck = 1,6161 x 10-35 m) hasta la distancia del universo mismo, y podemos ubicar a la célula (y a nosotros humanos) en el medio de la escala, exactamente entre átomos y estrellas.

Ese flujo de información universal pasa a través nuestro, atraviesa cada una de nuestras células y recoge información que la entrega al espacio infinito. 
El universo se nutre de tus experiencias, de ahí la responsabilidad por lo que proyectas.

Por eso es importante que ocupes el lugar que te corresponde. Y ese lugar eres tu, donde quiera que vayas ese lugar eres tu mismo. El centro de la escala, el punto de unión entre el cielo y la tierra.


Podemos participar de esta conexión con todos los niveles de la escala, pero hacia el exterior es más difícil y además están los límites de la percepción. 
Es hacia el interior de nuestro ser que conectamos con todo. El interior conecta con el infinito.


zazen



La meditación es la puerta.
La respiración es el vehículo.




La respiración del universo

La realidad resulta de las múltiples divisiones del espacio en un vacío estructurado de manera fractal. Los niveles mas grandes contienen a los más pequeños y todos comparten la misma información. 

El vacío representa la fuerza en contracción, mientras que todos los fenómenos que percibimos son la fuerza en expansión. 
Toda la realidad emerge de la interacción entre contracción y expansión.
La radiación electromagnética es la fuerza que se expande, como la luz, es lo que vemos. La fuerza que tira hacia el centro y que curva el espacio-tiempo creando una singularidad es la gravedad, la fuerza en contracción.

Es como una respiración cósmica, de hecho nuestros pulmones reflejan esta dinámica. 
Respiramos porque el universo entero respira. 
Nuestra respiración es la respiración del universo.
Cuando inspiramos los pulmones se expanden, el universo entra en nosotros y se retrae, cuando exhalamos los pulmones se retraen y el universo se expande ganando en información y energía (aumentando su entropía)
Cuando inspiramos importamos orden y coherencia al organismo.
Cuando exhalamos exportamos desorden, aumentando la información en el medio y la entropía.
La respiración es el vehículo físico de nuestro lado infinito. Nos conecta verdaderamente con todos los niveles.
Un puente entre el mundo visible y el invisible.

Podemos sentir y visualizar la luz interior, en el interior somos luz, es un hecho, hay fotones que se crean y desaparecen en el vacío y las partículas que forman los átomos giran casi a la velocidad de la luz, no se ve a simple vista desde el exterior porque en el interior somos como un masivo agujero negro que no permite escapar la luz, (se curva por la gravedad), pero también somos luz.



Nuestros átomos son como mini agujeros negros girando casi a la velocidad de la luz, tal es nuestro nivel de energía.
Estamos enviando y recibiendo información del universo a la velocidad de la luz, no lo notamos, pero las partículas aparecen y desaparecen y vuelven a aparecer…y vos también, entrando y saliendo del vació, te estás prendiendo y apagando a increíble velocidad.


Aparecemos como resultado de esta dinámica de fuerzas, contracción y expansión. Pero la fuerza primaria es la contracción, que es la que mantiene sujeta a las cosas. El lado Yin.
La fuerza de la radiación (expansión), el lado Yang, depende de la fuerza que contrae y sostiene.

Un ejemplo es la fuerza centrífuga, sino estuviera sujeta a un centro no existiría. 
Tomemos una bola atada a un cordón al que sujetamos con la mano y la hacemos girar, cuanto más intenso sea su giro más fuerte tendrá que ser el agarre, pero si abrimos la mano y soltamos el cordón la bola sale disparada en un movimiento rectilíneo. 
Esto significa que la fuerza centrífuga no existe en sí misma, sin la fuerza centrípeta no podría manifestarse. Sin la fuerza de contracción no habría expansión.


La verdadera fuerza está en el interior, es la que nos cohesiona e integra.
La expansión (el brillo) depende de la profundidad interior.
Cuanto más te diriges hacia tu interior, mayor es tu brillo. Lo contrario es ilusión. No es luz propia, es solo el reflejo débil de alguna otra fuente de luz.




Brilla por ti mismo

El ser interior y el medio interno son lo verdaderamente real.

Es difícil de asimilar para la mente acostumbrada a los objetos cotidianos concretos y al pasar del tiempo convencional, pero en esencia somos insustanciales.
Es verdad que definir lo que es “real” no es fácil, dado que la realidad que percibimos es una ilusión. Una vez más los conceptos no son suficientes. Las palabras sirven como orientación, son apenas una descripción relativa de lo que percibimos, que ya es relativo en si mismo. 
Pero más allá del dominio estrecho de las palabras y el intelecto, podemos experimentar nuestra verdadera esencia, el ser espiritual.

Somos un punto en un universo de infinitos puntos.
Un punto formado por infinitos puntos. Todos interconectados.

En el centro de tu ser se encuentra el centro del universo.

Puedes encerrar al universo en un punto y depositarlo en la palma de tu mano. Si te concentras en ese punto con la totalidad de tu cuerpo-mente, es así. Y si quieres puedes respirar por ese punto, ya que todo el universo respira, incluida la célula más pequeña.
Es otro ejemplo de sistemas limitados e infinitos interactuando al mismo tiempo.




Somos viajeros universales. Vamos de punto en punto, existiendo y dejando de existir. Prendiendo y apagando de forma imperceptible, llevados por la corriente cósmica a la velocidad de la luz en un viaje por el infinito.
Cada momento de experiencia es un punto, único e irrepetible.

Cada momento es un buen momento

Cada presente es un punto. Nuestra vida es una sucesión de puntos sin trayectoria, estrictamente hablando, no vamos a ninguna parte. Existimos en cada punto y luego dejamos de existir hasta el siguiente punto. La continuidad es un arreglo que hace el cerebro para mantener una coherencia, pero esta es arbitraria e ilusoria y fuente de malas percepciones.

Este punto de tu existencia contiene al pasado y al futuro. Es el fruto del pasado y la semilla del futuro. Ambos están contenidos en este presente. Todos existen en este mismo momento.
Desde el presente no solo podemos enviar información al futuro sino también a nuestro pasado, podemos mejorarlo, perdonar, iluminarlo con nuestra comprensión actual. 
De la misma forma que comunicamos con nuestro pasado, también seguramente y sin saberlo recibimos información de nuestro futuro. Probablemente nuestro ser futuro está también pensando en este momento.

Todo colapsa en este aquí y ahora.

El universo entero cabe en un punto.


domingo, 2 de septiembre de 2012

El universo cabe en un punto

Parte 1

Se dice que fundamentalmente todo es unidad.
La conciencia es infinita y existe en todos partes, sin límites.
La energía circula, vibra, se condensa en materia, se polariza, nunca está quieta, no tiene forma fija ni límites. Entonces, si todo está integrado con todo y todo es unidad, ¿cómo aparecen los límites entre las cosas?
¿Cómo es que interactúa el infinito con lo finito?, ¿puede un sistema ser finito e infinito a la vez?

Generalmente los consideramos separados, si algo es finito no puede ser infinito. 
Esto se ve claramente en la Física, hay un física para lo grande que describe un universo continuo hasta el infinito, de acuerdo a la relatividad de Einstein.


curvatura del espacio-tiempo continuo
Por otra parte la física cuántica predice un espacio limitado y finito, en el que las partículas aparecen y desaparecen, La primera, la relatividad: la física de lo grande, es determinista y la segunda, la mecánica cuántica: la física de lo pequeño, es probabilística.
Hasta el presente no se consigue unificarlas en una sola teoría, Einstein trató pero no pudo.

Trazas de partículas subatómicas
Podemos observar esta separación entre lo infinito y lo limitado también en la sociedad. La espiritualidad tiende a pensar en términos de infinito, de conciencia, de sistemas abiertos y entrelazados, mientras que la ciencia piensa en términos racionales, en sistemas cerrados, limitados y finitos. Y entre las dos no hay entendimiento. Si es de rigor científico pierde espiritualidad y si es espiritual la ciencia queda afuera.

Esta dicotomía se ve en la percepción que tenemos de la existencia y de la no existencia. Si algo existe no puede no existir y si no existe, no existe. Nos cuesta de entrada comprender que algo exista y no exista al mismo tiempo.

Sin embargo aunque sean aspectos aparentemente opuestos son complementarios, uno depende del otro.
La existencia contiene en esencia  a la no existencia, es decir, los límites de la existencia contienen lo infinito de la no existencia.
Si nuestro cuerpo tiene un límite finito, ¿como puede contener a lo infinito?
Veámoslo desde la perspectiva del punto.

Un punto es la menor fracción indivisible. 
Es un concepto abstracto
Se dice que un punto no tiene dimensiones (0D o N-dimensiones), o sea que también tiene infinitas dimensiones (infinitos vectores que convergen y se cancelan precisamente en ese punto).
Algunos sostienen que al no poseer dimensiones y no encerrar volumen, el punto no existe.
Una sucesión de puntos forman una línea, que convencionalmente se considera de una dimensión (1D). Siguiendo la misma idea, entonces tampoco existe.
Si unimos cuatro líneas formando un cuadrado, ahora tenemos un plano de dos dimensiones (2D), pero como no tiene volumen no ocupa espacio  por lo tanto no se puede decir que exista.
Continuamos uniendo planos, en este caso 6, y obtenemos una figura tridimensional, un cubo (3D), que contiene volumen y por lo tanto lo definimos como existencia.




¿Es así realmente?

¿Cómo se consigue que algo exista a partir de algo que no existe?

Quizás lo único que existe es el punto y todo lo demás aparece como proyección de él.
La teoría del Big Bang sostiene algo parecido. A partir de una singularidad, un punto del tamaño de la longitud de Planck (10-35 m), el universo se expandió.



Cada punto tiene el potencial de contener toda la información en él.

Podemos ilustrarlo geométricamente. 
Dentro de un círculo (o esfera) que delimita un espacio, ponemos un triángulo equilátero (o un tetraedro si lo consideramos en 3D), en realidad como el universo está polarizado en 2 fuerzas opuestas y complementarias hay que agregar otro triángulo (o tetraedro) invertido, formando la estrella de 6 puntas, común en varias culturas de la antigüedad, en particular la Judía.








A partir de esta figura bipolar podemos efectuar divisiones hasta el infinito, sin salir de los límites origínales. A medida que vamos dividiendo la estrella en estrellas más pequeñas encontramos nuevos límites, cada nivel tiene su límite y sin embargo sigue formando parte de un espacio ilimitado.
Todos los niveles están conectados, cada nivel con sus coordenadas temporoespaciales específicas observa a los demás desde su propio y único punto de vista. 
Sin embargo, ninguno dejo de pertenecer a la totalidad.
Esta dinámica fractal se observa en todo el universo, en todas las escalas. Incluso en nuestras células y átomos. En el interior de sus límites se encuentra el infinito, es decir, contienen potencialidad infinita e infinita conectividad con todo lo demás.

Podemos tomar cada célula, átomo o partícula que constituyen nuestro cuerpo y dividirlos hasta el infinito, eso significa que contienen infinita cantidad de información y que poseemos infinita cantidad de divisiones dentro de nosotros.

Es como si cada átomo fuera un diminuto agujero negro con una cantidad infinita de información, o sea, infinita cantidad de partículas que a su vez pueden ser divididas ad infinitum, eso significa que tiene una masa infinita.
Cada nivel de la escala, cada límite es una singularidad en si mismo.
Nuestro cuerpo es infinito en el interior, en el exterior siempre están los límites de la percepción. No podemos percibir lo infinitamente grande, porque somos el contenido, pero si podemos acceder a lo infinitamente pequeño, ya que lo contenemos en nuestro interior.
La realidad exterior siempre es limitada y determinada mientras que el mundo interior esta lleno de posibilidades, infinitas. Infinitas partículas, infinitos puntos conectando todos los niveles de la escala.

Podemos descomponer todo hasta llegar a un punto y luego ampliar ese punto con un  zoom y seguir descomponiéndolo y así sucesivamente.
Si observamos una de célula y ampliamos la escala alejando el foco, la célula se vuelve un punto, nosotros mismos somos puntos vistos desde el aire, pasando Marte nuestro bello planeta es apenas un punto en el espacio.


La Tierra vista desde Marte (fotografía de la NASA)
Por eso podemos considerar al punto como una representación de lo infinito y lo finito integrados.

Todo está hecho de puntos

Cada momento de nuestra vida es un punto. Nunca existió ni existe una continuidad, excepto en la mente. Vamos de punto en punto, de a saltos cuánticos, imperceptibles para el cerebro cotidiano, pero lo cierto es que si paramos el proyector, o sea la mente consciente, podemos descomponer lo que percibimos en puntos, en píxeles de realidad, considerando que cada cosa que observamos, cada punto de la imagen es parte de una imagen más grande, nosotros mismos podemos considerarnos proyecciones de planos superiores.

Cada aquí y ahora es un punto en la existencia y por ser un punto, contiene infinitas posibilidades.

Si podemos concentrarnos en cada punto, en cada momento, la vida seguramente se vuelve mucho más plena y con más posibilidades.
La verdadera fuente de creatividad esta en nuestro interior.
Esto nos permite apagar y reiniciar cuando queremos. Cada punto es un final y un nuevo inicio.

Nuestra verdadera naturaleza es infinita e interconectada.

Pero eso no significa que somos todos iguales. No somos producidos en serie, como un prototipo de fábrica.
Cada átomo, cada célula, cada uno de nosotros ocupa un lugar único de la experiencia, es decir, no hay manera que dos personas ante la misma situación, en las mismas condiciones, experimenten lo mismo.
¿No es genial? ¿Para que buscar afuera lo que ya somos? ¿Y que somos?

Un punto único de experiencia en el universo infinito.

¿Pero entonces que es lo que nos conecta con todo lo demás?

El espacio

El espacio está por todas partes. A gran escala lo podemos observar entre galaxias (y probablemente entre universos), estrellas y  planetas, todo está rodeado de una gran cantidad de espacio. Y en la escala microscópica el espacio es todavía más enorme. Cada átomo está formado por un 99,9999 % de vacío.



En otras palabras, la estructura atómica de nuestra realidad cotidiana está construida, excepto un 0,00001 %, por espacio.
El resto, que es la parte que podemos percibir y consideramos sólida, concreta e inmutable, oscila, vibra en una altísima frecuencia, y lo más notable es que estas oscilaciones “nunca se tocan”. En ningún momento, en ningún lugar, jamás se tocan. Los átomos y moléculas se enlazan, forman uniones más o menos estables, intercambian electrones, pero no entran nunca en contacto. Por ejemplo, una estructura resistente y densa como la del diamante (que es una forma alotrópica del carbono), si agrandáramos una de sus moléculas al tamaño de una naranja, la siguiente se encontraría a medio kilómetro de distancia. Tal es el espacio entre las cosas.

Sin embargo, a pesar de esta evidencia, seguimos prestándole atención a ese ínfimo porcentaje que aceptamos como concreto y “real”. Gastamos nuestra energía y tiempo en ese 0,00001 % que llamamos materia y generalmente ni siquiera reparamos en el 99,9999 % restante, que es el espacio entre las cosas.
¿Cuál es la parte que te define entonces, la materia o el espacio? ¿La parte sustancial o la parte vacía?

Percibimos la realidad desde la perspectiva de la materia, por eso nuestra percepción es limitada y estrecha y nuestra vida, determinada y previsible. 
Pero si percibiéramos a partir del vacío, de lo insustancial, aceptaríamos que es el espacio el que define nuestros límites y modela nuestra percepción, entonces crearíamos una realidad más amplia, con más espacio (y tiempo) y seríamos más libres.

Quizás no somos nosotros los que creamos y definimos el espacio, sino que es el espacio el que nos define y da forma.
Aparentemente esto no cambia nada en nuestra realidad cotidiana, igual tengo salir a ganarme la vida y todo eso, pero una cosa es andar por el mundo creyendo que la materia y las cosas existen por si mismas y que son ellas las que crean tus límites, y otra cosa es considerarte principalmente vacío, espacio ilimitado e interconectado, y que es justamente ese espacio el que crea, delimita los objetos y tus experiencias y te conecta con todo.

Somos responsables de la forma en que alimentamos al vacío.

De acuerdo a la información que enviemos recibiremos una respuesta, a veces no en el momento ni de la forma que esperamos, por eso también es importante comprender y aceptar la interdependencia que existe entre todo.

Cuando enfocamos la observación desde esta perspectiva más total, el cerebro cambia su dinámica y su organización, se reformatea permitiendo procesar la nueva información, más amplia e interconectada. Nuevas áreas cerebrales se despiertan y su actividad se vuelve más coherente y unificada.

El espacio que nos rodea y nos modela, aunque se le llame vació, esta repleto de energía, infinita energía. Esto se ha calculado, 1 cm3 de espacio tiene una densidad de energía de unos 10-93 gr. Esto no nos dice nada a priori. ¿Que podría significar esa cifra en la vida diaria?

Si tomamos todas las estrellas que podemos ver con el telescopio más potente y las compactamos en 1 cm3 de espacio vacío, eso llega a un  10-55 gr de densidad de energía por cm3, y esto es mucho considerando que solo en nuestra galaxia hay unos 100 mil millones de estrellas y todavía nos faltaría agregar 39 ceros para alcanzar la densidad de energía del vacío.


Los puntos que se ven son principalmente galaxias, formadas cada una por unos 100.000 millones de estrellas, la mayoría mas grandes que nuestro sol
Lo que llamamos vacío en realidad es infinitamente denso, no lo podemos percibir porque al ser infinito en cada punto se cancela, (infinitos vectores que convergen en cada punto) y por eso lo vemos como nada. Aclarando que nuestros sensores solo captan los desequilibrios o las diferencias (algunas), es decir los vectores que sobresalen del resto, así que cuando están en perfecto equilibrio no los percibimos.
Como el pez que no sabe que está en el agua hasta que lo sacas y siente una densidad diferente, para el pez el océano es ilimitado, adonde vaya está en su casa. 




Es igual para el ave que vuela libre en el cielo, su espacio es ilimitado, todo es espacio.



Lo cierto es que estamos sumergidos en un mar de energía infinita. La aparente escasez de recursos es el resultado de la ignorancia y la mala utilización de los mismos.

Vivimos en un universo de abundancia.


Es el vacío el que determina la dinámica del universo y es el espacio lo que compartimos y nos conecta a todos. La información divide el espacio en escalas diferentes y estas escalas o niveles son los que crean nuestra realidad. Somos parte de esos niveles.



La materia no es algo salido de ninguna parte, sino que surge como consecuencia de las divisiones de la estructura del espacio mismo y cada uno de nosotros está interactuando cada instante de su vida con esta estructura.

Sin silencios no habría música, es el silencio el que corta y da las características a cada nota. Sin vacío no habría realidad posible, es el espacio el que define y modela los límites y contornos de la materia. 
Es el vacío el que brinda utilidad a las cosas., sino imagínate una casa maciza o una taza llena.


Las partículas que forman nuestros átomos aparecen y desaparecen todo el tiempo en el vacío. Cada vez que el electrón aparece, aprende de tu experiencia y lleva nuevamente la información al vacío. En cada instante estás informando al universo acerca de tu experiencia, es decir, informas sobre tu propio y particular punto de vista.
Somos los ojos del universo. Podemos considerarnos vehículos de experiencia, modelos experimentales al servicio de fuerzas superiores. 
La vida nos atraviesa.

Creamos nuestra realidad, pero también la realidad nos está creando. Esa es la contraparte, el opuesto complementario. Enviamos información al campo y este nos la devuelve, modificada a su vez por la experiencia de los otros. Somos creadores creados.

Si solo fuéramos nosotros los que creamos nuestra realidad, además de encontrarnos solos siempre en nuestra pequeña burbuja artificial, sería muy aburrido y no podríamos aprender nada y tampoco el universo.

Continúa...