jueves, 28 de julio de 2011

Hacia una medicina del espíritu

La conciencia puede elegir una determinada geometría del espacio-tiempo. Moviéndose de a saltos cuánticos, de fenómeno en fenómeno. Cada punto de la experiencia, cada momento, tiene su propia geometría y una conformación material particular. Cada punto es independiente del otro, pero están conectados.

La conciencia modela el mundo físico. Los pensamientos generan una corriente electro-química de información que impacta en cada célula del cuerpo.

Con la suficiente energía e información la célula puede regenerar incluso su ADN.

Es posible transformar cualquier condición. El poder curativo del cuerpo es enorme. La conciencia condensa a la materia y mueve a la energía, da forma y función.

La conciencia es el sustrato mismo del universo.

De manera que podemos utilizar esta capacidad de la conciencia para afectar la materia en sus niveles fundamentales. De ahí el nombre de sanación cuántica. Es una curación espiritual, pero no solo mental, también participan el cuerpo y la respiración (energía).

La conciencia es energía e información.

La realidad que vivimos depende de la información que procesa el cerebro.

Esta capacidad está ligada a la creencia de la persona. Si no lo crees profundamente, es decir, con todo tu ser, entonces no es eficaz. Pero si crees en algo, esto, tarde o temprano se realiza.

Cada célula del cuerpo participa de nuestro diálogo interno.

La fe es una cualidad superior de la conciencia. No se trata de creer en algo "externo", como estamos habituados desde siempre. Aquí el movimiento es hacia adentro, al interior de uno mismo, a la propia naturaleza, que es la naturaleza misma del universo.

Este tipo de fe o creencia no es ciega. Emerge del inconciente y gestiona información que no accede al conciente. Por eso la fe no es algo que se pueda probar concientemente. Pero su impacto en el mundo cuántico, en los niveles más fundamentales de la materia es profundo.

Creer que se puede, es lo primero. La fe inicia el movimiento. Para la medicina china este es un tipo de conciencia superior, llamada Hun.

La conciencia Hun, se relaciona con el cielo, genera los proyectos y gobierna el inconsciente. Está vinculada al hígado-vesícula biliar. Representa la percepción de los hechos, los proyectos, la intuición y la imaginación. Desencadena los impulsos necesarios para emprender una acción. Se halla en relación con el atavismo, el instinto hereditario, la fuerza de la palabra, las pulsiones y las pasiones. Controla la imaginación y desempeña un papel esencial en todo acto de creación.

Cuando se altera Hun, se afecta fácilmente la personalidad y el entorno, además produce sueño agitado, pesadillas, proyectos excesivos e incoherentes y problemas de adaptación.

Como su naturaleza es movediza y penetrante, su alteración (estancamiento, bloqueos, frustración) provoca ira y descontento. Pero en su aspecto virtuoso representa la fe y las aspiraciones superiores. Cuando Hun puede expresarse y fluir genera un medio ambiente armonioso y creativo, donde la flexibilidad y el equilibrio es la norma. Es el elemento madera, que crece libre hacia el cielo y penetra la tierra con sus raíces.

Es una fuerza expansiva que llega a todas partes y aporta información fundamental al sistema, que luego lo transforma en movimiento, acción y estimulación. La madera nutre al fuego del corazón y este activara todos los mecanismos para la curación: memoria celular, respiración, purificación, regeneración, etc.

Para la Medicina china, cuerpo y mente son de una misma naturaleza: la curación del cuerpo incluye la de la mente y viceversa.


La diferencia cuerpo-conciencia establecida por la filosofía occidental resulta incomprensible para el pensamiento chino. La importancia que se le concede a la mente y a las emociones es tal que el Neijing señala: “Si no se logra la mejoría espiritual y no se cura el mal mental, es imposible curar la enfermedad".

La única manera de curar en profundidad es encontrar la unión del cuerpo y la mente.

Cuanto más reconozcamos nuestra naturaleza espiritual nos volveremos más hábiles en nuestra relación con la materia y el mundo físico. Todo depende de como nos consideremos a nosotros mismos y que tanta autoconfianza tengamos.

La buena medicina cultiva y protege estas cualidades sutiles, considerando al cuerpo-mente como una misma cosa. La buena medicina debe educar y ayudar a liberar a las personas de sus malos hábitos y del sufrimiento.

La buena medicina es la medicina del espíritu.



martes, 19 de julio de 2011

Los microtúbulos y la conciencia III


¿Qué relación tiene la fuerza de gravedad con los procesos cognitivos a nivel cuántico?
De acuerdo con la teoría de la relatividad general de Einstein, la fuerza gravitatoria puede considerarse como una manifestación de la curvatura del espacio-tiempo. La masa le indica al espacio-tiempo como curvarse y este le dicta a la masa cómo moverse.
Es el contenido material el que modela la geometría del espacio-tiempo.
Esto concepto es importante porque la propiedad de la conciencia de provocar autocolapsos de la función de onda (reducciones objetivas RO) en el cerebro, depende de fenómenos gravitacionales a nivel cuántico, que hacen que la masa (moléculas de proteínas superpuestas en los microtúbulos MT de las neuronas) se desplace en una dirección y se produzca una reducción a un estado particular, seleccionando una determinada geometría espacio-tiempo de la experiencia.
Se trata de un autocolapso porque no hay intervención del medio ambiente ni de un observador, de ahí lo de "reducción objetiva". Es una característica no computable propia de la conciencia. Dada su relación con la materia y la energía, cada movimiento de la conciencia desplaza materia y energía.
El verdadero sustrato de la gravedad a nivel cuántico es la información.
En este punto debemos aclarar algunos conceptos.
A partir de modelos simples se han podido derivar resultados importantes, basados en tres principios básicos: 1) el espacio es "emergente" y no fundamental, esto quiere decir que el continuo del espacio (y del tiempo) es una ilusión, 2) la descripción más fundamental debe ser discreta y no continua y 3) esta descripción además se fundamenta en el principio de causalidad, es decir, las relaciones causales pueden determinar la propia geometría del espacio-tiempo. La propia causalidad es lo fundamental y significativo incluso a un nivel donde el concepto de espacio ha desaparecido.
Podemos entender cada espacio-tiempo cuántico como una secuencia de espacios posibles que se suceden los unos a los otros, igual que los tic-tacs de un reloj cósmico.
La coordenada temporal es arbitraria.
La historia del mundo pueda ser vista como una sucesión de geometrías que se suceden las unas a las otras, como bloques que se apilan y dan una sensación de continuidad. Vamos de momento en momento. Cada momento es un aquí y ahora.
Cada aquí y ahora tiene su propia geometría espacio-tiempo.

Con respecto al tiempo y a la conciencia, el Maestro Kosen enseña en el dojo: En el budismo, hay tres tiempos, se dice a menudo: "todos los Budas de los tres tiempos." Obviamente, los tres tiempos son: pasado, presente y futuro. Pero en realidad, hay tres maneras de definir al tiempo, las tres son muy importantes para nuestra conciencia, para nuestra actitud ante la vida y la muerte. Son también tres reglas de tiempo, tres definiciones del tiempo.
La primera: Todo es impermanente, nada permanece, todo desaparece, todo cambia. No podemos apegarnos a nada.
La segunda: El tiempo y el ser son no-nacidos y no desaparecen nunca. Es el mundo del espíritu, el mundo de Buda.
La tercera: aquí y ahora. Solamente aquí y ahora es la realidad. Estos tres aspectos deben superponerse, juntarse con el fin de saber, como en un mapa, donde estamos.
Están los que sólo viven en el mundo de las apariencias, apegándose a lo que se manifiesta, a los amigos, lo social y que abandonan, olvidan, el mundo de los Budas. Están los que quieren todo el tiempo permanecer en el absoluto y se niegan a compartir, a mezclarse con el mundo del siglo, considerando que no forma parte de la realidad divina y absoluta. Estas dos categorías de personas, se equivocan. Para terminar, cuando se encuentra el equilibrio entre lo absoluto y la impermanencia, nuestro aquí y ahora deviene el punto central del universo.
El "aquí y ahora" no se equivoca nunca. En zazen, se puede comprender lo que es aquí y ahora. En zazen, se reunen los tres tiempos. Todo es impermanente, pueden olvidarlo todo, darse cuenta que están solos. Pueden comprender el aquí y ahora porque justamente paran de mirar al exterior y pueden comprender esta existencia infinita sin nacimiento, sin desaparición”.
La gravedad es un fenómeno que surge de las propiedades fundamentales del espacio-tiempo.
Sin embargo hasta el presente no hay una descripción cuántica de la gravedad. Algunos siguen “rompiéndose” la cabeza tratando de describir lo que solo puede ser experimentado.
De todas formas, el conocimiento científico es una importante fuente de información y desarrollo para el ser humano.
Según Erik Verlinde, físico que investiga la teoría de cuerdas en la Universidad de Amsterdam: “la gravedad es una completa ilusión, es nada más que una consecuencia de las leyes de la termodinámica”.
Podemos considerar también a la atracción de la gravedad, como el resultado de la organización de la información de los objetos materiales en el espacio.
El colapso de la función de onda que permite traspasar el umbral de la experiencia conciente depende de los estímulos percibidos por los sentidos, pero también y en gran medida, de la información contenida en el subconsciente (conciencia alaya) y en la memoria. Además la conciencia en si misma puede elegir por un estado particular (autocolapso). Esta capacidad de dar un verdadero "salto cuántico" de un estado a otro se puede utilizar para curar y restaurar la salud (medicina cuántica).
La propia información es la matriz sobre la que se construye el universo.
La información afecta la gravedad a nivel cuántico, esto decide por un único estado posible y genera una partícula de experiencia con una propia geometría del espacio-tiempo. La conciencia se crea a si misma.
El océano de potencialidad infinita, de múltiples posibilidades superpuestas no manifestadas, decide por un único estado particular, y esta partícula de experiencia contiene en si misma la información de todo el sistema (entrelazamiento cuántico).
El Maestro Dogen decía: “Nuestro mundo está definido por las diez direcciones. Cada dirección contiene totalmente la existencia básica de todas las demás direcciones. Esto es, todo punto en el espacio y tiempo, de frente o por detrás, vertical u horizontal, contiene en sí mismo todos los elementos de la existencia. Este hecho es fundamental para la comprensión de shinjitsunintai (la comprensión intelectual aprendiendo a través de la mente, unida a la práctica a través del cuerpo)
Shinjitsunintai es concebido frecuentemente como apegado a subjetividad y objetividad. Este no es el caso. Shinjitsunintai no es más que la verdadera identidad, el verdadero cuerpo enraizado en Buda y sin oponerse a ninguna de las diez direcciones del mundo. Las diez direcciones están contenidas en shinjitsunintai.
Tal vez sea ésta, la primera vez que oyes esta explicación. Ten en mente que cada dirección y cada región pueden ser aprehendidas juntas en una experiencia. Tiene la misma identidad y existen juntas en shinjitsunintai. Este cuerpo verdadero está compuesto por los cuatro elementos, tierra, agua, fuego y aire, y por los cinco skandhas. Para personas comunes, este mundo de experiencia es muy difícil de analizar y la visión clara es difícil de obtener, pero un santo está siempre conciente de la verdadera naturaleza del mundo. En efecto, él ve el mundo entero en una pequeña partícula de polvo”. (SHÔBÔGENZÔ SHINJINGAKUDO).
Lo importante es volver a la calma. Aprender a apagar alternativamente el conciente y permitir que la conciencia profunda se manifieste y se exprese.
La esencia solo puede ser experimentada por si mismo. Experiencia subjetiva, conocimiento directo.
La práctica de zazen permite realizarlo con la totalidad de nuestro ser. Inconcientemente. Naturalmente.

domingo, 10 de julio de 2011

Los microtúbulos y la conciencia II


Procesamiento de la información en el esqueleto celular
Los microtúbulos (MT) del esqueleto celular o citoesqueleto, presentan características que los hacen adecuados para procesos cuánticos, por ejemplo: están conformados por una estructura enrejada o entrelazada parecida a un cristal, son huecos en el interior, se encargan de organizar la función celular y procesar la información.
El interior de los MT es un espacio aislado del exterior que permite al sistema mantenerse en un estado de coherencia cuántica y evitar así fenómenos de decoherencia o reducción aleatoria por la intervención del entorno.
Veamos esto con más detalles.

El citoesqueleto es una estructura dinámica ubicada en el interior de la célula que le permite a esta moverse, mediante cilios y flagelos y mantener la forma, además desempeña un importante papel tanto en el transporte intracelular de moléculas como en la división celular.
Este esqueleto celular es un entramado 3D de proteínas que provee el soporte interno para las células, fijando las estructuras internas de la misma. En las células eucariotas, consta de microfilamentos de actina, filamentos intermedios y microtúbulos.
El citoesqueleto es dinámico pero no pierde la capacidad de mantenimiento de la forma, la funcionalidad y la estructura de la red tridimensional que lo conforma.
Hasta ahora vimos la función de estas estructuras con respecto a la mecánica y a la fisiología celular. (más info)
Los MT están conformados por subunidades de una proteína llamada tubulina y están asociadas a eventos cuánticos internos, además interactúan en cooperación con otras tubulinas (procesos de computación cuántica).
El estado de coherencia cuántica en los MT se corresponde con el procesamiento subconciente de la información, que va aumentando hasta que el grado de diferencia entre la coherencia masa-energía conduce a una suficiente separación de la geometría del espacio-tiempo, entonces alcanza un umbral relacionado con la gravedad cuántica, el sistema debe elegir y de esta forma colapsa, se produce una reducción objetiva (RO) en una de las múltiples posibilidades. Un único universo se manifiesta.
Los estados en superposición tienen cada uno su propia geometría del espacio-tiempo.
De esta manera, una superposición transitoria de pequeñas diferencias en la geometría del espacio-tiempo persiste hasta que una abrupta reducción cuántica clásica se produce.
Estos grados de diferencia entre las geometrías de cada uno de los estados es información.
Los programas instalados en el subconsciente operan en este nivel. Luego solo hacen falta pequeños estímulos para que el sistema colapse en un estado programado y se genere un pensamiento ya condicionado.
El pensamiento consciente es un emergente de procesos subconscientes. El tiempo desde el momento en que se produce la reducción objetiva hasta que se es consciente es de 0,5 seg.
La repetición produce acumulación de información que luego condiciona al sistema para que colapse siempre en un mismo universo (una misma realidad).
Por eso es muy importante calmar la mente. Volver al punto cero, a la no conciencia, y desde ahí eliminar programas inútiles o nocivos e instalar buenos programas actualizados y un buen anti-virus, que nos permitan aprender y crear la realidad que deseamos, disfrutando de ella.
Para este propósito necesitamos energía e información.
Los programas se instalan mediante la repetición.

Reducción subjetiva y objetiva
En la reducción subjetiva (RS) de la teoría cuántica causada por la observación o el entrelazamiento con el medio ambiente, interviene el azar, el indeterminismo. El proceso tiene un componente aleatorio.
En cambio, la reducción objetiva (RO) en el interior de los MT, es debida a un auto-colapso y da lugar a patrones particulares en la conformación de las tubulinas que regulan actividades de la neurona, incluyendo funciones sinápticas (formación de nuevas redes neuronales).
La RO representa una autoorganización, un “autocolapso de la función de onda” a nivel cuántico, y está relacionado con la inestabilidad en los niveles más básicos de la geometría espacio-tiempo.


Científicos como Penrose y Hameroff la llaman: “reducción objetiva orquestada" (Orch OR).
El cómputo cuántico, que como vimos ocurre en los microtúbulos (MT) del citoesqueleto celular, dentro de las neuronas del cerebro, une la cognición con la experiencia protoconciente (memoria) y con la información integrada en la geometría del espacio-tiempo (conciencia alaya).
El término orquestada se debe a que se efectúa una verdadera reacción en cadena que genera el colapso y el consecuente paso del umbral hacia la experiencia consciente. También podemos llamarla reducción objetiva coordinada (ROC).
Luego de sufrir la reducción cuántica, los posibles estados que adopten las proteínas tubulinas, serán también influenciados por otros factores como las proteínas asociadas a los microtúbulos (PAMT) que actúan como "nexos" sintonizando y coordinando las oscilaciones cuánticas.
También la información contenida en la conciencia almacén (alaya) modifica la geometría del espacio tiempo e influye en la RO.

La información depositada en la conciencia alaya, es como semillas puestas en un suelo fértil, tarde o temprano brotaran y darán frutos. Hay semillas buenas y semillas malas. Semillas de buen karma y semillas de mal karma.
La energía se manifiesta cuando las condiciones son propicias.
He aquí la base de la retroalimentación y de porque siempre tendemos a pensar lo mismo y a recrear la misma realidad.
Desde el punto de vista del universo no hay diferencia entre el bien y el mal, pero en la vida humana, en el mundo de las diferencias, las buenas semillas darán buenos frutos que a su vez darán buenas semillas, lo mismo para las malas semillas (programas nocivos o inútiles).
Es fundamental plantar buenas semillas (buenos programas) que generarán pensamientos positivos y una realidad más feliz.
A veces un "karma no manifestado" encuentra las condiciones para manifestarse y colapsa en una realidad, independientemente del tiempo, es decir, puede manifestarse después de años o incluso de vidas.
Según como pensamos generamos pensamientos acordes, en una retroalimentación (feedback) continua. A esto se le llama “mentalidad”.
La ciencia en general considera a la conciencia como una propiedad emergente de las redes neuronales. Es decir, la conciencia emerge de la actividad del hardware cerebral, que produce la experiencia mental (cerebro = computadora). Esta propuesta obviamente es limitada y no alcanza para explicar fenómenos tales como la experiencia subjetiva, la vida interior, el libre albedrío, las premoniciones, la intuición, la voluntad, la creatividad, etc.
Pero podemos considerar que debe existir una “protoconciencia”, una conciencia fundamental del universo, a partir de la cual se manifiesta la conciencia y la experiencia individual.
¿Qué puede hacer la ciencia con la experiencia subjetiva?
Para algunos físicos, todo encaja dentro de la actividad neuronal, es decir, la conciencia es un producto de reacciones fisicoquímicas en el interior del cerebro. Argumentan que la conciencia se desarrolla en el individuo después del nacimiento, madura (junto con el sistema nervioso) y obviamente muere con el individuo. No se puede demostrar nada fuera de esto.

Actualmente otros científicos, menos convencionales y de mente más abierta, no creen que con la metodología convencional se pueda explicar la experiencia subjetiva.
Ya en la antigua Grecia, existían discusiones de este tipo. De un lado estaba Sócrates, que creía que es el cerebro el que crea la conciencia, y del otro lado había gente como Aristóteles, Demócrito y Thales, que argumentaban que las cualidades mentales pertenecían y emergían de la realidad fundamental.
Quizás ambos lados tenían razón.

La idea de la ciencia convencional es que la mente es una función computacional, un algoritmo de las redes neuronales en el cerebro.
Una teoría actual que considera al cerebro como una computadora y a la conciencia como una propiedad emergente, describe una actividad sincrónica oscilante que forma bucles de retroalimentación en las neuronas del tálamo y de la corteza cerebral.
Las altas frecuencias, por arriba de 40 Hz, llamadas “coherentes” han sido sugeridas como mediadoras de los vínculos temporales de la experiencia consciente. Es decir, para que aparezca algo a nivel consciente, debe traspasar cierto umbral, por debajo del cual todavía no hay separación (hay superposición) y por lo tanto no hay cosa u objeto de percepción.

Pero, ¿es suficiente con algunas descargas neuronales y transmisiones sinápticas para que se genere un pensamiento, la experiencia subjetiva o la libre voluntad? ¿Significa esto que nuestras emociones y pensamientos son el resultado de la actividad electroquímica en el interior de las células?
Evidentemente esto sería así si consideramos solo el lado objetivo y dejamos de lado la experiencia subjetiva. Esto es lo que convencionalmente hace el método científico: quedarse solo con lo que es comprobable, que como a estas alturas sabemos es relativo. Además se parte de una premisa falsa al no considerar que el universo es conciencia y que el ser humano, y su conciencia de si mismo, emerge de esta fuente de potencialidad infinita.

Sin sujeto no hay objeto. No existe el objeto fuera del sujeto. Sin observador no hay realidad. Sin la observación no hay objeto de percepción.
Así que incluso si la teoría parece muy sofisticada, la ciencia permanece limitada, se queda corta, se ve obligada a crear parámetros y constantes ilusorias para que cierren sus ecuaciones y teorías, porque le falta lo fundamental: la experiencia subjetiva, o sea el conocimiento directo.
Pero por otra parte es evidente que sin cerebro no hay conciencia. La parte física es fundamental. El hardware. Los procesos mentales, las emociones y sentimientos se corresponden exactamente con todo un universo físico y de reacciones químicas, que a su vez tienen una interrelación con los procesos orgánicos. Se puede comprobar desde otro lado por las lesiones cerebrales y su relación con la conciencia.
La antigua ciencia taoísta y la sabiduría del budismo han indagado esto, por otro camino: el de la experiencia subjetiva. Mediante la meditación, la concentración y profunda observación de su verdadera naturaleza. Conocimiento directo. El ser humano y su relación con el universo. Somos conscientes porque el universo es consciente. Y si es consciente también está vivo. Si la energía no puede ser creada ni destruida, ¿por qué la conciencia lo sería?
Energía y materia se transforman entre si.
El verdadero sustrato del universo es la conciencia

¿Y la mente?
Mente, energía y materia surgen de la misma fuente original, por eso pueden transformarse entre si, porque en esencia son lo mismo. Por eso se dice cuerpo y mente son uno. Solo que en la realidad física cotidiana, toman forma diferente, cumplen distintos roles, pero expresan la misma verdad.
De esta forma la conciencia influye en el mundo físico, de hecho lo crea y lo organiza. Por otra parte, sin materia no hay objeto de percepción ni experiencia subjetiva. En el caso de un organismo, sin el cuerpo físico no existiría.
Ese es el sentido de la realidad física: soporte y vehículo de experiencia espiritual. No hay separación.
Somos el universo experimentándose a si mismo.


viernes, 8 de julio de 2011

Los microtúbulos y la conciencia I


Desde la antigüedad existen diferentes puntos de vista y discusiones sobre la naturaleza misteriosa de la experiencia mental.
La conciencia posee características que la hacen difícil de comprender e investigar para la neurociencia, ya que la descripción clásica del mundo macroscópico es insuficiente y por lo tanto la metodología experimental es limitada y generalmente tendenciosa, finalmente los resultados son valorados por un observador que la vuelve subjetiva.

Se puede probar con la teoría cuántica, que explica el comportamiento fundamental de la materia y de la energía que componen nuestro universo, para tratar de describir, en términos lo más científico posibles, el fenómeno de la experiencia consciente y cuales son los procesos físicos que se producen.
En la base de la teoría cuántica está la dualidad onda-partícula de los átomos y sus componentes. Mientras que un sistema cuántico como un átomo o una partícula subatómica permanezca aislado de su entorno, se comportará como una "onda de posibilidades" y existirá en un estado de superposición de muchos estados posibles.

Hay algunas peculiaridades en el comportamiento de los sistemas a nivel cuántico, como ser la coherencia cuántica, relacionada con los estados en superposición, y el colapso de la función de onda o reducción objetiva (RO), que son esenciales para la manifestación de la experiencia consciente.

Todo indica que estos procesos se producen en el citoesqueleto de las células nerviosas en el cerebro, más precisamente en los microtúbulos (en la imagen arriba). Si bien no es posible “objetivar” la experiencia subjetiva, la percepción interior, el libre albedrío, etc., podemos tratar de comprender los mecanismos que permiten que seamos conscientes y las estructuras involucradas en el proceso.
Este es el objetivo del presente trabajo.
polimerización del microtúbulo
Partimos de la base que cada célula es una unidad de conciencia, es decir, la célula tiene un nivel fundamental de conciencia que le permite interactuar dinámicamente con el medio: nutrirse, multiplicarse, cumplir sus funciones, adaptarse a los cambios, defenderse.

Cada célula “sabe” lo que debe hacer, lo que necesita y lo que no.
Nuestro cuerpo es especialista en supervivencia y adaptación al medio, y esto solo es posible si hay una conciencia fundamental que se mueve. Es el fundamento de la capacidad curativa.
De manera que existe una protoconciencia o conciencia fundamental que lo impregna todo.
La experiencia protoconciente es una propiedad básica de la realidad física. Cualquier forma de vida, desde un simple unicelular hasta un organismo complejo, incluye un grado fundamental de conciencia.


El universo es conciencia viva

La conciencia no está limitada al cerebro, pero es en el cerebro donde emergen los procesos mentales y se integra toda la información recibida para elaborar una respuesta. El cerebro es el proyector de la realidad. Toma la información, la clasifica, la integra y listo: ¡luz, cámara…acción!
Esta observación de la conciencia es tan antigua como la humanidad misma.
El budismo explica la experiencia conciente describiéndola en 5 agregados o componentes: (ver “los 5 skandhas”). Todo lo que percibimos existe en relación de interdependencia con lo demás. Nada existe por si mismo.

Budismo y conciencia
La enseñanza del budismo acerca de los niveles de conciencia ofrece la base para un entendimiento profundo de quiénes somos en esencia, de nuestra verdadera naturaleza.
Este conocimiento sobre la conciencia es el fruto de miles de años de intensa y profunda experiencia a través de la meditación.

Según esta enseñanza tradicional a su vez, hay nueve niveles de conciencia que están operando constantemente juntas para crear nuestra vida.
Una sola conciencia con diferentes niveles de manifestación.
La palabra sánscrita vijnana, que se traduce como conciencia, incluye una amplia gama de actividades, como la sensación, la cognición, la voluntad y el pensamiento conciente.
Las primeras cinco conciencias corresponden a los órganos de los sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto.
La sexta conciencia es la función que integra y procesa los diversos datos sensoriales con la información contenida en la memoria, para dar un sentimiento unificador de lo que percibimos, es un tipo de pensamiento general o conciencia, que nos permite identificar la información recibida por los cinco sentidos. Es principalmente con estas seis funciones de la vida que realizamos nuestras actividades diarias.
La realidad que experimentamos está creada por estos niveles de conciencia.

Debajo de este nivel está la séptima conciencia. A diferencia de esos niveles de conciencia que están dirigidas hacia el mundo exterior, la séptima conciencia está dirigida hacia nuestra vida interior y es, en buena parte, independiente de los datos sensoriales.
La séptima conciencia es la base de nuestro sentido de identidad; el apego a un yo individual, distinto y separado de los demás tiene su base en esta conciencia, así como nuestro sentido de lo bueno y lo malo.

Es el asiento de los valores morales fundamentales y la base del continuo diálogo interno.
Debajo de la séptima conciencia, hay un nivel más profundo, la conciencia alaya u octava conciencia, también llamada como la conciencia imperecedera o almacén universal. Es aquí donde reside la energía de nuestro karma. Influye en las actividades de las otras conciencias.
Mientras que las primeras siete conciencias desaparecen al morir, la octava conciencia persiste a través de los ciclos de la vida y la muerte.
La conciencia alaya, es el inconsciente que contiene y almacena todas las potencialidades y alimenta la conciencia.
Es el alma universal (anima mundi). La conciencia que recoge y conserva las experiencias individuales y colectivas.

El pensamiento consciente es un emergente de procesos subconscientes.

El pensamiento puede manifestarse porque a nivel cuántico se produce una reducción de los estados superpuestos no manifestados, en un único estado.
Colapsa la función de onda y aparece el fenómeno a nivel consciente. Esta reducción o colapso permite traspasar un umbral, por debajo del cual no se es consciente y luego si, aunque de solo una de las tantas posibilidades. La transición entre el subconsciente y el consciente es muy sutil y depende de muchos factores.
De manera que, como podemos ver, la conciencia individual es limitada y condicionada. El inconciente, que es la conciencia universal en si misma, representa el océano de potencialidad infinita, todas las posibilidades superpuestas y no manifestadas.

Es interesante, porque esta descripción de los procesos mentales nos permite comprender que el pensamiento es simplemente una actividad de células especializadas en el cerebro. No es “real”. La naturaleza del pensamiento es vacuidad.

Es el resultado de la reducción cuántica de múltiples posibilidades en una sola. El pensamiento que emerge en el consciente ya fue modelado y condicionado en los niveles más profundos por los programas instalados previamente, entonces, ¿Quién soy en realidad? ¿Soy en verdad esto que pienso?

Si consideramos que el consciente o a la actividad mental, es una actividad fisiológica más del cuerpo, con una función determinada, como la respiración, la digestión o cualquier otra función celular, sujeta a interrelaciones e influencias múltiples - internas y externas -, nos identificaremos menos con lo que nos “repite” la cabeza y podremos calmar la mente con más facilidad, sabiendo de antemano que se trata simplemente de actividad reactiva, la mente solo existe en relación de interdependencia con el objeto o la cosa percibida, o sea, no tiene existencia propia, por lo tanto no es real.

El maestro Dogen escribió en el siglo 13. “si durante zazen nuestro consciente permanece activo estaremos siempre encadenados a sus límites” (Gakudo yoshin-shu).

Para que el pensamiento no sea condicionado y tendencioso debe ser negado, filtrado y clarificado con el no pensamiento, la no conciencia. El no pensamiento interrumpe la secuencia incesante de la mente consciente. Permite que los sistemas recuperen el estado de coherencia cuántica, disminuyendo las reducciones objetivas y por lo tanto la actividad mental.
El pensamiento que surge de esta no actividad es claro y puro y puede volver a desaparecer sin dejar huellas, es decir no forma parte de una secuencia o encadenamiento de pensamientos. A este tipo de pensamiento en el budismo Zen se lo llama hishiryo, es el pensamiento absoluto, cósmico, el pensamiento de Buda o Dios.
El silencio interior es el punto de partida (punto cero). ¿Como ser consciente de la no conciencia? ¿Cómo pensar sin pensar? 
Zazen es la respuesta.

Continúa