viernes, 30 de abril de 2010

La química de las emociones



Sabemos ahora que las emociones y los pensamientos, tienen su expresión química en el cuerpo. Cada célula del organismo escucha y participa del “diálogo interno”.

El cerebro responde a cada pensamiento con una química determinada, ya sea de alegría, de placer, de miedo, de alarma o de dolor.

Ya hemos visto el rol de los neuropéptidos cerebrales en la comunicación de información a distancia en el organismo.
Un neuropéptido es una cadena de aminoácidos, unidos por puentes peptídicos que se diferencian de otras proteínas sólo por la longitud de su cadena. Se han identificado hasta el momento alrededor de 100 neuropéptidos.

Su tamaño puede variar desde 2 aminoácidos, como ejemplo la carnocina, hasta más de 40 aminoácidos, como la CRH (hormona liberadora de corticotrofina).

Tienen función tanto excitatoria como inhibidora.
Los neuropéptidos, que también se llaman neuromoduladores, se pueden agrupar en varios grupos.

También se conocen bien otros transmisores de información como la Adrenalina y Noradrenalina, la Dopamina, la Serotonina, la Histamina, etc.


Estas sustancias químicas son las responsables que sintamos por ejemplo placer, miedo, sueño, hambre o motivación, entre otras funciones.

Lo notable es que según el tipo de pensamiento que tengamos, según el área del cerebro, o dicho de otra forma, el grupo de neuronas que se active, habrá un tipo de química correspondiente.

Un ejemplo claro lo constituye el estrés.

El exceso de “máquina”, de problemas, de pensamientos, de obligaciones, enciende todo el tiempo los mecanismos de alarma (sistema neurovegetativo simpático: prepara para la lucha y la huida) del cuerpo y por consiguiente este produce una química acorde a la situación, es como prender todas las luces de la casa todo el tiempo cuando no hace falta. Resultado: el sistema se desgasta, se quema rápido, y en el caso del organismo se pierde eficacia y se vive mal y poco.

La preocupación y la frustración generan un tipo de química, la calma y la aceptación otra. Un pensamiento positivo tiene una química. Uno negativo, otra.

A su vez, está química generará pensamientos y emociones positivas o negativas, en un sistema de retroalimentación permanente.

Aunque creamos que nadie escucha lo que pensamos, las células de todo el cuerpo si lo hacen, perciben todo, ya que cuerpo y mente son diferentes expresiones de una misma realidad.

El sistema inmune es otro ejemplo. Se han descubierto en la membrana de los linfocitos y otras células de defensa receptores para estos neuropéptidos, de manera que el estado emocional de la persona influye directamente sobre su sistema defensivo, es decir, sobre la capacidad de resistencia a las enfermedades y el control y eliminación de células y microorganismos nocivos.

Por eso la higiene emocional es tan importante como la higiene corporal.

Limpiar y eliminar cotidianamente los viejos sentimientos, los miedos, las preocupaciones, la ansiedad y los pensamientos negativos, y reemplazarlos por una nueva manera de percibir al entorno y a nosotros mismos. Con motivación y de manera positiva.

Este simple y monumental acto, generará un torrente de sustancias químicas y energía, que no solo fortalecerá el sistema inmune, si no que será fuente de salud y felicidad.

Amar es inteligente.

Un solo pensamiento positivo tiene el poder de cambiar la realidad y transformar nuestra vida. Y esto es un hecho científico.

El no pensamiento, es la fuente de la creatividad y la sabiduría profunda y constituye la mejor manera de hacer “higiene mental”, de resetear el ordenador y volver a "0".


El verdadero poder se encuentra en el inconsciente, el océano de pura potencialidad y a este se accede de manera natural a través de la calma, el silencio y la práctica de la concentración, como en la neditación (ver zazen).


lunes, 26 de abril de 2010

En el mundo de la cuántica


Cada vez con más frecuencia leemos o escuchamos, generalmente relacionado con temas de física, el término cuántico, pero...

¿Qué significa cuántico?

En física, el término cuanto o quantum deriva del latín (Quantum, que representa una cantidad de algo) y en la física cuántica primitiva describía el valor mínimo que puede tomar una determinada magnitud en un sistema físico, como la mínima variación posible de este parámetro al pasar de un estado discreto a otro.

Einstein explicó esto de manera clara, haciendo una analogía con la vida cotidiana acerca del significado de la palabra cuántica y cuantos.

En su libro “La física, aventura del pensamiento” dice que por ejemplo en una mina de carbón la producción puede variar en un modo continuo, si aceptamos cualquier unidad de medida por mas pequeña que sea. Es decir podríamos decir que se produjo 1 granito más de carbón que ayer. Lo que no podemos hacer es expresar la variación de personal en forma continua, no tiene sentido hablar de que se aumento el personal en 1,80 personas, es decir la medida de la cantidad de personal es discreta y no continua.

Otro ejemplo, una suma de dinero solo puede variar de a saltos, discontinuamente.
La unidad mínima para el dinero es el centavo. Decimos entonces que ciertas magnitudes cambian de una manera continua y otras de una manera discontinua o discreta, o sea por cantidades elementales o pasos que no pueden reducirse indefinidamente. A estos pasos mínimos e indivisibles, se los llama cuantos elementales de la magnitud en cuestión.

Es evidente que al aumentar la precisión de cómo se realizan las medidas de cualquier tipo de magnitud, unidades que se consideraban indivisibles dejen de serlo y adoptan un valor aun menor. O sea ciertas magnitudes que se consideran continuas pueden tener una naturaleza discreta.
En física, ciertas magnitudes consideradas por muchos años como continuas, en realidad están compuestas de cuantos elementales. La energía es una de estas magnitudes que al estudiar los fenómenos del mundo de los átomos, se detecto que su naturaleza no era continua sino discreta y que existe una unidad mínima o cuanto elemental de energía. Este fue el descubrimiento de Max Planck con el que se inicia la teoría cuántica.

Cuanto o quantum utilizado como un sustantivo se refiere a la cantidad más pequeña de algo que es posible tener. En el mundo de la física clásica existe el concepto de que todos los parámetros físicos como por ejemplo la energía, la velocidad, la distancia recorrida por un objeto, son continuos. Para entender que es esto de continuos, pensemos en el termómetro que mide la temperatura, cuando vemos que la misma aumenta en un grado en realidad aumento primero en una décima de grado y así siguiendo antes en una millonésima de grado etc., etc.
Es decir el proceso de aumento de temperatura que medimos con el termómetro decimos que es continuo. Bien en el mundo de la física cuántica esto no es así, en concreto cuando Max Planck estudió como se producía la radiación desde un cuerpo incandescente, su explicación fue que los átomos que componen el cuerpo incandescente, cuando liberaban energía en forma de radiación, lo hacían no en forma continua, sino en pequeños bloques a los que él denominó cuantos de energía.

Lo extraño de todo este proceso o de la explicación de Planck es que no existen posiciones intermedias, es decir no existen medios cuantos o un cuarto de cuanto. Es como si en el caso del termómetro no existiera la fracción de grado, simplemente la temperatura que está en 20º pasa de golpe a 21º. Decimos extraño porque lo que el sentido común indica es que la temperatura de un objeto aumenta cuando este recibe calor/energía; si el cuerpo está en 20º y le doy calor en una pequeña cantidad, no será suficiente para que aumente en un grado a 21º pero si para que algo aumente.


En el microscópico mundo cuántico es como si esas pequeñas cantidades se van almacenando en algún lugar sin manifestarse de ninguna forma (sin aumento de temperatura del cuerpo), para que de repente cuando la cantidad de calor transmitida alcanzó un valor tal que el termómetro muestra ahora sí un aumento de 1º, marcando 21º. ¿qué pasó en el medio?. Bueno esto que si bien no ocurre en el caso de la temperatura sino que es solo una analogía para entender, es lo que efectivamente ocurre en el mundo cuántico.

Todas las partículas que componen el universo físico se deben mover en saltos cuánticos.

Un cuerpo no puede absorber o emitir energía luminosa en cualquier cantidad arbitraria sino solo como múltiplos enteros de una cantidad básica o cuanto.

Volviendo a la extrañeza de estos fenómenos, imaginemos por un momento otra analogía: estamos arrojando piedras en un estanque de agua tranquilo.

El sentido común dado por nuestra experiencia nos dice que al hacer esto se producirán ondas en el estanque que son producto de la energía que la piedra transmitió al caer al agua. Un estanque cuántico, se comportaría de diferente forma, al arrojar una o varias piedras nada ocurrirá, y de repente sin que medie ninguna conexión entre la causa (arrojar piedras) y el efecto (se generan ondas en la superficie), el estanque comenzará a vibrar con ondas, hasta que de repente se tranquilizará nuevamente por mas que en ese momento estemos lanzando piedras. Si todas las piedras son del mismo tamaño, y arrojadas desde la misma altura, entregarán al caer la misma cantidad de energía al agua. Si dicha cantidad de energía resulta ser inferior al cuanto de energía, entonces debemos arrojar mas de una piedra para iniciar el movimiento.

El cuanto no es una cantidad que pueda subdividirse, es decir, el concepto de continuidad pierde significación, entre 0 y el cuanto no existe nada. Son estados que la naturaleza no permite. Esta es la característica esencial del descubrimiento de Planck al estudiar los fenómenos llamado radiación del cuerpo negro, existe un límite inferior al cambio de energía (absorción o emisión de energía en forma de luz) que un átomo puede experimentar.


¿y con el tiempo que sucede?

Esta visto que considerarlo como una línea es un error, una ilusión. Se dice entonces que es como un punto, una sucesión de momentos, pero, entre cada momento ¿que hay?

¿Podemos considerar al tiempo como un fenómeno cuántico?

El problema con el tiempo comenzó hace un siglo, cuando las Teorías de la Relatividad Especial y General de Einstein derrumbaron la idea del tiempo como una constante universal.

Una consecuencia derivada de esto es que pasado, presente y futuro no son absolutos, es decir, son relativos.

Las teorías de Einstein también abrieron una grieta en la física debido a que las reglas de la relatividad general (que describen la gravedad y la estructura a gran escala del cosmos) parecen incompatibles con las de la física cuántica (que gobierna el dominio de lo diminuto).


Unas cuatro décadas más tarde, el renombrado físico John Wheeler, entonces en Princeton, y el posteriormente Bryce DeWitt, entonces en la Universidad de Carolina del Norte, desarrollaron una extraordinaria ecuación que proporciona un posible marco de trabajo para unificar la relatividad y la mecánica cuántica. Pero la ecuación de Wheeler-DeWitt siempre ha sido controvertida, en parte debido a que añade otro, si cabe, giro aún más desconcertante a nuestra comprensión del tiempo.
“Uno se encuentra con que el tiempo simplemente desaparece en la ecuación de Wheeler-DeWitt”. Este es un tema que ha desconcertado a muchos científicos. Puede que la mejor forma de pensar en la realidad cuántica sea abandonando la noción de tiempo — la descripción fundamental del universo debe ser atemporal.

Nadie ha tenido éxito en el uso de la ecuación de Wheeler-DeWitt para integrar la teoría cuántica con la relatividad general.

No obstante, una minoría considerable de físicos, como Carlo Rovelli de la Universidad Meditarránea en Marsella, creen que alguna fusión exitosa de las dos grandes teorías de la física moderna inevitablemente describirán un universo en el que, finalmente, no hay tiempo.

miércoles, 21 de abril de 2010

Ahora y aqui




Ahora y aquí es lo fundamental.


El tiempo no es una línea, es un punto.

Nos hemos acostumbrado a interpretar a la vida como una línea continua, pero en realidad, esta línea está hecha de puntos, de instantes, de momentos.

Cuando queremos atrapar el momento, este ya pasó. Por eso el ahora es esencial.

Este momento, este punto de la existencia es único e irrepetible.

La mayoría del tiempo se está pensando en el futuro o recordando momentos del pasado.

La mente divaga, encadenando el pasado con el futuro, creando imágenes, espejismos, saltando de un lado al otro y olvidando el momento presente.

Por eso la concentración y el poder de focalización, son cualidades superiores de la mente. Es la forma evolucionada.

Si no educamos a la mente, esta es como un caballo salvaje, que salta sin cesar e incluso puede lastimarnos. Pero una vez que es domado, educado, nos lleva a todas partes y obedece las órdenes de su amo.

La mente debe educarse. No solo con la información, si no con la práctica de la concentración. Experimentando el no pensamiento, la no conciencia, la no actividad del conciente.

El vacío de la mente.

La práctica de zazen es el método más directo y eficaz, para aprender a concentrarnos en el momento presente, a través de la atención dirigida a la respiración y a los puntos importantes de la postura. Con la repetición, esta cualidad se vuelve natural, espontánea, fisiológica, manifestándose en cada momento de la vida, en cada situación.

Así, cada punto de la existencia se vuelve pleno, creativo y único. Y la suma de estos puntos hará que nuestra vida se vuelva intensa y llena de posibilidades.

Esta no es una condición anormal, ni especial. No es un estado alterado de la conciencia. Es la condición normal y apacible, donde los hemisferios cerebrales están en equilibrio y el córtex frontal se encuentra en reposo.

De esta forma se puede manifestar el cerebro profundo, sede del inconciente, fuente inagotable de información y potencialidad.

El secreto de la felicidad y la salud es ahora y aquí.

Lo verdaderamente real, es experimentar este momento con la totalidad de nuestro ser.

Quizás volvamos a aquí, a este lugar, pero el ahora es inatrapable, no vuelve jamás.

Cuando realizamos esto, ya no hay tiempo que perder, simplemente porque no hay tiempo, solo la concentración en este momento nos convierte en seres reales.

sábado, 17 de abril de 2010

El tiempo y el ser



Todos creemos saber lo que significa el tiempo, tenemos la experiencia en nuestras propias vidas, pero ¿Que sabemos en realidad ? ¿Existe realmente el tiempo?


Cuando se habla de eternidad se tiene la tendencia a pensar en términos de un tiempo lineal, una recta interminable que da una duración infinita a nuestro universo. Pero si hablamos de momento, este por su parte evoca algo fugaz, un instante que pasa y que no podemos retener.
Las palabras generan en nuestro cerebro imágenes y conceptos que son creados según nuestra percepción, experiencia y educación.
Medimos los cambios de la vida, de la naturaleza, de nuestro cuerpo con el tiempo.

El tiempo nos permite medir los cambios, da una coherencia , una sensación de linealidad. Vamos hacia adelante, dejamos atrás el pasado y nos espera el futuro. Ayer, hoy, mañana.

En el vacío, el tiempo no existe. No hay actividad , no hay movimiento, no cambia nada, ninguna medida es pues necesaria, el tiempo no tiene ningún sentido.

El tiempo y el espacio están relacionados y son relativos, no son medidas absolutas, dependen del observador y a la velocidad a la que este se mueve.

Si no hay existencia no hay tiempo.

Podemos afirmar, por otra parte, que nuestra existencia se apoya en la no-existencia. Existimos y al mismo tiempo no existimos. ¿qué significa este acertijo? Depende del punto de observación, ya que nuestro ego, no tiene sustancia propia, nuestro cuerpo cambia todo el tiempo y en esencia somos solo un paquete de energía e información en movimiento que está interconectado con todo lo demás. Entonces, ¿Como podríamos considerar a nuestra existencia real y con sustancia propia?. Sin embargo existimos. Existimos en el tiempo. Somos seres-tiempo.

Cuando afirmamos que el universo surgió de la vacuidad, esto significa que el tiempo nació con él. Sin universo, no hay tiempo.


Si esto es verdadero, ¿qué significa la eternidad para nosotros que vivimos en un universo temporal?. La eternidad se definiría entonces fuera del tiempo; en realidad la eternidad sería lo que es cuando el tiempo no existe.


El momento lleva también a una paradoja. Cómo considerar un momento en relación al tiempo que pasa. Un momento es inmediato, cuando alcanza nuestra conciencia, pero en realidad ya pasó. Podemos conocer la duración, pero no el momento. En una concepción del tiempo que pasa continuamente, el momento es inconcebible.

El momento parece pues fuera del tiempo. O entonces debemos considerar que el tiempo se hace de momentos sucesivos que se siguen, tan cercanos unos con otros que aparentan ser en nuestra escala macroscópica un fenómeno continuo. Similar a la cuantificación de la energía, podemos ver al tiempo como un fenómeno cuántico. ¿Pero cuál sería entonces la dinámica natural que haría pasar de un momento a otro momento? De nuevo una de dos: o el tiempo es lineal y no puede contener el momento, o el tiempo se cuantifica y no sabemos lo que lo hace surgir.
¿De qué se trata todo esto entonces? Vemos que envejecemos, decimos el tiempo pasa. Sin ningún ser, sin existencia, en un sentido amplio, no hay tiempo.

Nosotros somos los seres y el tiempo es la medida de nuestra impermanencia.

El maestro Dogen dijo: somos seres-tiempo. Para nuestra vida, el tiempo nace con nosotros y desaparece con nosotros. Entonces la eternidad, el momento, al final no son más que palabras. Hemos inventado estas palabras que no expresan ninguna realidad, excepto en nuestro mente.

Lo importante es comprender que existimos ahora y aquí. Este punto, este momento de nuestra existencia es único e irrepetible. Lo único real es la concentración en este momento, Cuerpo y mente en unidad.

Esta forma de atención sutil en el momento presente contiene al pasado y al futuro e influye en todas las dimensiones del espacio. De esta manera podemos trascender las contradicciones de nuestro ego y seguir inconcientemente el orden cósmico.

Nuestro cuerpo físico se vuelve el cuerpo del universo y nuestro espíritu un reflejo del espíritu de la naturaleza, la naturaleza de dios, de buda.

La conciencia que se mueve más rápido que la luz trasciende el tiempo y el espacio ordinarios y nos transforma en seres universales.

martes, 13 de abril de 2010

El espíritu de la medicina


Si llevamos una vida natural y sana, no tendremos necesidad de ninguna medicina, excepto en casos de accidentes o emergencias.


Como puede comprobarse la mayoría de las veces los trastornos o enfermedades que se sufren son debidos a una forma errónea de vivir, a desequilibrios emocionales y a una mala adaptación al entorno.

La historia nos muestra que la medicina es un reflejo de la condición social de la época.

En tiempos de guerras y caos social eran frecuentes las epidemias y se imponía la presencia de la medicina.

Los tratados clásicos afirman que el hecho de necesitar una medicina ya es una indicación que se vive de modo anormal y sin respetar las leyes de la naturaleza.

Esto afirmación parece rara actualmente donde las empresas médicas y los laboratorios hacen publicidad de sus servicios y productos, buscando obviamente beneficios. La mayoría de los grandes laboratorios, incluso, cotizan en la bolsa de valores. Por ejemplo repartiendo masivamente vacunas a la población sin una necesidad real, previniendo contra una epidemia inexistente y por lo tanto generando grandes ganancias para un pequeño grupo y miedo y mala salud para el resto de la población que cae en la trampa.

Pero para curar de verdad hay que ir a la causa, no solo al síntoma.

El desarrollo de nuevas técnicas quirúrgicas y de rehabilitación para soldados heridos no significa nada sino se hace algo para evitar las guerras.

La medicina creada para curar los efectos de la contaminación ambiental, el estrés o la vida sedentaria no puede considerarse un adelanto si no se hace nada por eliminar la causa y mejorar la calidad de vida.

En el caso de la ahora famosa Gripe A, la verdadera defensa la hace el sistema inmunitario de la persona y no una vacuna de dudosa eficacia, manipulada y además verdaderamente inespecífica, ya que el virus de la gripe cambia (muta) permanentemente.

Y el sistema inmunitario se fortalece con una buena alimentación, ejercicios y un espíritu alegre y feliz. Pero esta forma de vida no es aparentemente "científica" y mucho menos un “negocio”.

Mientras la medicina siga estando centrada en la curación de los síntomas de enfermedades provocadas por nuestro desorden social y tecnológico, solo contribuirá a que esa condición se perpetúe y se agrave.

Es evidente que la salud y la felicidad, a nivel individual y por extensión a nivel social, no puede estar a cargo de grupos empresariales, ni “grandes marcas”, que persiguen el beneficio económico. Un medicamento, como el Tamiflú (o muchos otros), podrá cotizar en la bolsa, pero nuestra salud no.

Lamentablemente, hoy en día, muchos médicos se han convertido en intermediarios entre las empresas y el paciente, desvirtuando completamente el espíritu del verdadero arte de curar y ayudar al prójimo
La respuesta está en cada uno.

Hay que fortalecerse, comer sano y natural, estar feliz y despreocupado, aunque haya que aceptar las cosas difíciles de la vida. Se puede aceptar sin identificarse.

Hacer ejercicios, aprender y caminar libres y dignos sobre esta gran tierra, nuestra casa, nuestra verdadera madre.

Sin miedo, abriendo el espíritu a la naturaleza, a los demás, a si mismo.

Entonces, seguramente, no necesitaremos depender de un sistema diseñado para enfermarnos. Y contribuiremos, casi sin quererlo, a que se vuelva mas humano y menos egoísta.

sábado, 10 de abril de 2010

Hacia una medicina de la conciencia


La ciencia médica tiene problemas para saber donde se originan los pensamientos.

De hecho, para la ciencia, la mente y el cuerpo están separados y aunque hoy en día hay evidencias, incluso científicas, de la influencia de la conciencia en la materia, que corrobora las más antiguas tradiciones espirituales, la mentalidad de la mayoría de los médicos y la forma de entender la enfermedad y el proceso curativo sigue siendo completamente materialista.

La medicina moderna, sigue tratando a la enfermedad del cuerpo físico como si esta fuera un fenómeno aislado que debe ser tratado de una forma específica, predeterminada. La bacteria A que provoca la enfermedad B se cura con el antibiótico C.

Y en esta cadena de causa y efecto quedan afuera la mente, el sistema inmunitario y la inteligencia de las células, es decir la capacidad curativa del cuerpo. Pero nuestras células son “concientes” y tienen además millones de años de evolución y acceso a información que escapa al dominio de lo “objetivo”. Por lo tanto merecen otro respeto y consideración.

Para la medicina científica el inteligente es el médico, sus técnicas cada vez más sofisticadas y la aparatología, pero no el cuerpo, que es considerado como físico y material, entonces no se le da ninguna chance ni posibilidad que ejerza su poder curativo.

Pero incluso el medicamento más potente y la técnica quirúrgica más avanzada solo pueden ser eficaces si hay una respuesta por parte del cuerpo.
La buena medicina es preventiva. Anticipa la aparición de la enfermedad, ¿De qué manera? Ayudando a que el individuo esté feliz y en armonía, favoreciendo su equilibrio fisiológico y fortaleciendo la energía vital, que es la fuente de el proceso curativo.

El cuerpo tiene su inteligencia propia, si esta es estimulada y respetada, este podrá defenderse y curarse de cualquier afección.


Hay muchos casos documentados de curaciones espontáneas o “milagrosas”, que es el nombre que se lo pone a algo que no se sabe o no se puede etiquetar.
Gente con enfermedades degenerativas o con cáncer, que deciden “abandonar” el tratamiento convencional químico o quirúrgico, por la falta de resultados positivos, por no tener confianza o por sus numerosos y difíciles efectos adversos y secuelas, y “milagrosamente” se curan, sus enfermedades comienzan a remitir.

Y el común denominador de todos estos casos es el cambio de mentalidad. Los pacientes dejaron de identificarse con esa enfermedad y utilizaron el poder de sus pensamientos para dirigir y potenciar el proceso curativo.
He visto pacientes recuperar funciones neurológicas perdidas, curarse de cáncer, aumentar su inmunidad o hacer desaparecer enfermedades de larga data solo con un cambio de mentalidad, de hábitos (de alimentación, de forma de vida) y aplicando el poder sanador de sus pensamientos.

Desde el advenimiento del pensamiento científico, ya hace algunos siglos, los médicos son adoctrinados a ver y a tratar al paciente siguiendo esta metodología. Y como lo estamos experimentando en la actualidad, se ha vuelto cada vez más técnica y sofisticada pero cada vez mas alejada del ser humano.
¿Que significa esto? Que es el paciente el que debe adaptarse a la evolución de la medicina, que muchas veces sigue intereses comerciales y ajenos al bienestar de la persona y no la medicina (o el médico) que se adapta a la realidad del paciente.

Esto es grave, ya que primeramente anula la capacidad y el entorno curativo indispensable para la sanación.
Segundo, el paciente es “etiquetado” según sus síntomas y signos dentro de un determinado síndrome o cuadro clínico, que es tratado convencionalmente y de manera arbitraria con medicamentos o cirugía. Debo decir que es más fácil de esta forma, aunque parezca más “científico” y especializado.
En una consulta médica standard, el tiempo que el médico le destina a cada paciente es de apenas unos minutos, a veces no por mala voluntad, pero el sistema de salud está diseñado para atender en cantidad y no en calidad. Por otra parte están los intereses comerciales de los laboratorios y empresas que persiguen beneficios económicos con la atención médica, la venta de medicamentos, exámenes médicos, etc. Contrariamente a lo que decía Hipócrates, en este caso “no hay enfermos sino enfermedades”. De esta forma es más fácil diagnosticar, etiquetar y luego vender un tratamiento determinado. El negocio está hecho.

Como podemos ver, en este sistema despersonalizado, es muy fácil desahuciar al paciente, ya que para la medicina, si no se cura de la manera convencional, entonces no hay cura y se descarta automáticamente.


Sin embargo, hay una nueva manera, una nueva medicina, (que curiosamente es muy antigua), que percibe al paciente de una manera más integral, holística, más humana. Teniendo en cuenta además de la historia personal y de su entorno, también sus emociones y sentimientos, y sobretodo, respetando y favoreciendo la capacidad curativa del cuerpo-mente.
Una verdadera medicina de la conciencia.
Donde el pensamiento positivo y creativo se vuelve no solo fuente de salud y felicidad sino que además ejerce un poder inmediato en la curación.
Es un cambio profundo en la forma de percibirse y percibir la realidad. Una manera distinta de encarar la salud y la enfermedad. Más profunda, más silenciosa, mas humana.


La transformación puede que sea lenta, sobretodo a nivel social, cambiar el paradigma científico lleva años y a veces siglos.
Es una verdadera reeducación, una revolución interior.
Quizás no sea fácil, pero vale el esfuerzo.
Y además, como se dice, está lo fácil y lo verdadero.
La elección es de cada uno.

viernes, 2 de abril de 2010

La interdependencia


Todo lo que existe lo hace en una relación de interdependencia con otra cosa.
Nuestra conciencia, al igual que el reflejo en un espejo, existe en relación al objeto de percepción, es una relación de interdependencia.

Sin objeto no hay conciencia, sin conciencia no hay objeto. Igualmente, sin espejo no hay reflejo, pero si no hay objeto, no hay nada que reflejar. Esto es muy profundo y suscita muchas cuestiones. Cambia nuestra manera de percibir las cosas. Excede la capacidad del lenguaje, porque ya es dominio de la experiencia subjetiva.

« Yo no soy el reflejo, pero el reflejo soy yo ». Es una enseñanza muy antigua del zen. Significa que yo no soy el objeto de percepción, pero el objeto existe porque yo lo percibo. Sin esta relación de interdependencia no existiría ni la conciencia, ni el objeto, ni la percepción, ni todo el encadenamiento que sucede a esto (pensamiento, memoria, sentimientos, acción, reacción, etc.).

Todo está interconectado.

Actualmente la física cuántica dice que está todo conectado, entrelazado.

Este entrelazamiento cuántico, ya ha sido ampliamente demostrado y significa que dos partículas creadas de la misma fuente estan entrelazadas, lo que lo sucede a una le sucede a la otra instantaneamente, aunque esten separadas por distancias siderales.

El estado de una influye sobre la otra.
Toda la materia existente en el universo, incluidos nuestros componentes fundamentales, provienen de la misma fuente original, el Big Bang.

Esta es la explicación científica de la conexión e interdependencia de todas las cosas.
Esta interdependencia es inmediata y global.

La conciencia universal y la conciencia individual no están separadas.

La separación es un estado de ilusión.

En el zen existe una frase: « una persona que practica zazen modifica al universo entero ».
Podemos comprender esta frase como una interacción que se propaga en primer lugar, dentro de nuestro entorno cercano, y luego cada vez más lejos, esto hasta parece lógico. Sin embargo, la frase también contiene una noción de inmediato y universal sin hacer intervenir ninguna interacción que se propaga poco a poco, como si nuestro universo entero fuera uno, unido y completamente interdependiente.

Pero aquí surge un inconveniente por el hecho de que en nuestro mundo ninguna interacción puede propagarse a más velocidad que la de la luz. A esta velocidad (300.000 km/seg) serían necesarios millones de años para que la influencia de una persona que practica zazen se propagara hasta las fronteras de nuestro universo.


Sin embargo en física, como vimos, se prueba que un sistema unido en sus condiciones iniciales permanece unido, y que el cambio de un elemento, modifica inmediatamente a los demás sin que haya tiempo para que ninguna señal se propague de un elemento a otro.

Por ejemplo : Se emiten dos partículas de luz (fotones) provenientes de la desintegración de un átomo. Esas dos partículas de luz son enviadas en direcciones opuestas a través de kilómetros de distancia de fibra óptica. A pesar de estar separadas por kilómetros de distancia, su estado permanece unido, es decir que una modificación del estado de una de las partículas es inmediatamente observable en la otra sin que haya habido tiempo para que una señal se propague, a la velocidad de la luz, de una a otra. El fenómeno es inmediato, no existe separación espacial.

Desde otra perspectiva, los seres humanos nacimos, al igual que el universo, de un punto original, la célula fecundada, el cigoto, que al igual que un big bang se expandió y comenzó a diferenciarse, pero todos sus componentes se encuentran unidos, entrelazados, materia, energía y espíritu sin separación.

En nuestra lógica cotidiana, esto desafía la « coherencia » de nuestro mundo material y la comprensión de nosotros mismos.

Es otro nivel de realidad.

A la ciencia, por el momento, se le complica pasar de las leyes del mundo cuántico (microscópico) a las del mundo macroscópico. Las matemáticas no alcanzan.
Pero el entrelazamiento cuántico demuestra lo que presentían los maestros zen cuando hablaban de la interdependencia de todos los seres y todas las cosas en nuestro universo, una interdependencia inmediata, sin ninguna separación espacial.

Por lo tanto, en el universo se encuentran fenómenos que han permanecido durante mucho tiempo desconocidos para el mundo científico y que se aproximan a lo expresado desde la antigüedad en el budismo.

Ambos acercamientos, espiritual y científico, son pues complementarios.

La intuición y la sabiduría profunda pueden beneficiarse de la observación científica para ser verificadas y proyectadas como un fenómeno real en nuestro mundo visible.

Con este conocimiento, el progreso científico, si no es llevado por intereses comerciales y sus fines son altruistas, puede llevar al ser humano a comprender la naturaleza profunda de las cosas.

Buda dijo: si les digo que tengo una piedra preciosa dentro del puño, tendrán que creerme. Si abro la mano, la verán. En ese sentido, la ciencia puede ayudar a la comprensión de nuestro universo, ayuda a abrir la mano, así todos pueden ver la piedra preciosa.