domingo, 25 de octubre de 2009

Condiciones necesarias para la aparición de la vida


Desde el punto de vista de la ciencia la aparición de la vida en un planeta es debida a una propensión natural de la materia a organizarse en estructuras cada vez más complejas cuando se cumplen ciertas condiciones.

Estas condiciones son las de un equilibrio, una zona templada entre los extremos de demasiado calor y demasiado frío, demasiado masivo y demasiado liviano, entre lo muy lejano y lo muy cercano que se esté de la estrella.

Hay pues un espacio propicio para la vida en órbita alrededor de muchas estrellas, de ahí la alta probabilidad de que la vida pueda existir en muchos otros planetas en el universo.

Condición N º 1: La masa de la estrella.

Las estrellas gigantes tienen una esperanza de vida de menos de mil millones de años. Por lo tanto, mueren antes de que cualquier forma de vida inteligente haya tenido tiempo para desarrollarse. Del mismo modo, las estrellas con una masa 10 veces más pequeña que la del sol no pueden "encenderse" (es decir, para iniciar el proceso de la fusión termonuclear que hace la diferencia entre una estrella y un planeta). Una estrella mediana como el Sol es la más favorable.

Condición 2: La masa del planeta.

La masa del planeta determina la composición de la atmósfera. La gravedad selecciona los átomos que permanecen en el planeta, y aquellos que pueden escapar al espacio. Si el planeta es demasiado masivo, retiene íntegramente gases como el hidrógeno y el helio, lo que crea una atmósfera a base de metano o amoniaco, como en Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Si el planeta no es lo suficientemente masivo, se desprende gas de hidrógeno, pero también el gas más pesado (esencial para la vida) como el oxígeno y el agua, además, se evapora en el espacio. Estos planetas sin atmósfera están expuestos, por falta de protección, a la radiación solar ultravioleta y al bombardeo de meteoritos. En el sistema solar, Mercurio es un ejemplo de este tipo de planeta.

Condición N º 3: La distancia de la estrella.
La distancia de la estrella determina la cantidad de radiación solar recibida, y esto condiciona: -La temperatura, que determina la presencia o ausencia de agua líquida, esencial para el desarrollo de la vida.
-La luz disponible para las plantas.
-La cantidad recibida de radiaciones nocivas para la vida y la estabilidad del ADN (radiación ultravioleta, rayos gamma, etc.)

Si la Tierra hubiera estado un 4% mas cerca del sol su destino sería el de Venus: un horno. Si hubiera sido más del 1 ó 2%, su destino era el de Marte, un planeta de hielo.

La banda de espacio propicio para la vida alrededor de una estrella, como se ve es relativamente estrecha.

Condición Nº 4: La composición del planeta.
Agua, oxígeno, carbono, hierro, son elementos esenciales para la vida como la conocemos en la Tierra, es decir, basadas en la química del carbono y del agua. Pero no se excluye que otras formas de vida diferentes puedan desarrollarse a partir de otros elementos químicos como el silicio, o el metano.

La composición interna del planeta y su núcleo también determinará la presencia o ausencia de una magnetosfera, cuyo objetivo es proteger al planeta de la radiación dañina desde el espacio y el sol. En la Tierra, la magnetosfera es generada por el movimiento del hierro fundido en el corazón de nuestro planeta.

Condición Nº 5: Las leyes físicas de la materia y del universo.
Si los planetas y las estrellas pueden existir, es principalmente a través de las leyes físicas de nuestro universo, y la "combinación correcta" de sus componentes.

Por lo tanto, nuestro mundo no existiría si no hubiera habido originalmente un poco más de materia que de antimateria. El universo como lo conocemos, está hecho de material que quedó después de la aniquilación mutua de las masas de materia y antimateria en los primeros momentos del universo.

Del mismo modo, si la velocidad inicial de expansión del Universo era más débil, la fase de nucleosíntesis primordial habría durado más tiempo. Si hubiera durado unos pocos millones de años, en lugar de minutos, nuestro universo sería hoy enteramente compuesto de átomos pesados. Un mundo de metal, estable y estéril.

De manera general, las fuerzas físicas fundamentales de la naturaleza (gravedad, fuerza electromagnética y las fuerzas nucleares fuerte y débil) y las constantes universales (la velocidad de la luz, constante de Planck, la constante gravitacional ...) están perfectamente configuradas para permitir la aparición de la vida.

Los científicos han calculado que si cambiamos un poco los valores de estas constantes, no habría aparecido la vida en el universo.
El astrofísico Trinh Xuan Thuan, lo resume así: "El universo se ha establecido muy especialmente para el surgimiento de la vida y la conciencia. El ajuste inicial es de un virtuosismo impresionante: se podría comparar a la habilidad de un arquero que acierta con éxito su flecha en el centro de un objeto cuadrado de 1 cm de lado alejado a 15 millones de años luz"...

Como vemos, la ciencia puede explicar algunas causas y condiciones que nos ayuden a comprender y a apreciar el fenómeno de la vida. Pero el origen y significado de la conciencia y del espíritu no podrán encontrarse nunca en un laboratorio, por más sofisticado y moderno que este sea.
Pero, ¿En que momento de la vida aparece la conciencia,... o ya estaba?
Continúa

lunes, 19 de octubre de 2009

como peces en el agua


El maestro le dice a su alumno: "El mundo en el que vives es solamente agua y peces, hay 12 peces y 12 mundos.

El alumno le responde: ..pero maestro... ¡solo hay un mundo!

El maestro replica: ¡Hay muchos mundos! el mundo que ves, el que veo yo...el que cada uno ve. El mundo en el que tu vives es misterioso, excitante, desconocido. El mío es viejo, familiar y tranquilo, nunca conocerás mi mundo...ni yo el tuyo.

¿Nunca? pregunta el joven.

¿Acaso puedes ver con mis ojos, pensar con mi cerebro o sentir con mi corazón?, dice el viejo.

Pero. ...maestro, usted es uno con la naturaleza, igual que yo.

Y el maestro le responde: Somos uno en verdad...pero no somos idénticos. Observa la cantidad de seres vivos que existen...y todos poseen mundos diferentes. Incluso uno mismo posee diferentes mundos, en la vida social, en la intimidad, mundos visibles y otros invisibles...
No te consideres el centro del universo! ..y no te digas soy sabio..soy recto...soy bello. Busca en cambio la sabiduría, la rectitud y la belleza, para honrarlas en todo lugar y en cada momento".

...COMO LOS PECES EN EL AGUA.

domingo, 4 de octubre de 2009

los tres cuerpos


El ser humano es un agregado de múltiples elementos, que se manifiestan de diferentes formas, expresando cada uno su naturaleza particular, aunque en realidad son manifestaciones que surgen de la misma fuente. Es decir, a pesar de los diferentes aspectos de la naturaleza humana: visibles e invisibles, físicos y espirituales, la esencia fundamental es una e indivisible.

El universo vibra, y nosotros obviamente también, ya que somos parte y expresión de él. Cada partícula de nuestro ser vibra de una manera determinada. Según sea su vibración se manifestará de una u otra manera, constituyendo diferentes planos o niveles de existencia.
Podemos, para comprendernos mejor, distinguir tres planos o cuerpos: El cuerpo físico, el cuerpo energético y el cuerpo espiritual.

El primero, el plano físico, que corresponde al nivel más básico. Es la materia. Lo que podemos ver, sentir y tocar a través de los sentidos. Se manifiesta en una realidad de cuatro dimensiones. tres para el espacio (arriba-abajo, atrás-adelante y los costados), donde solo puede moverse dentro de esos límites, y la cuarta que corresponde al tiempo.
Es la parte más limitada de nuestro ser, la que menos alcance tiene. Es la que degenera y envejece.
La que da forma y contiene al espíritu y permite que este pueda expresarse en este plano de la existencia. Es el vehículo. Nuestra parte carnal. Sin ella no existiríamos. Existimos en virtud de nuestro cuerpo físico, de nuestra forma material. Es el recipiente, el envase que guarda el precioso elixir de la vida. Un recipiente sin el cual no sería posible la vida. Pero el recipiente no es el elixir.
Y hablando de vida; lo que anima a este cuerpo físico, que un día se desintegrará devolviendo sus componentes fundamentales al universo (al cual pertenecen), lo que permite que este conglomerado de células y tejidos, de huesos y carne, sienta y experimente. Aquello que hace que este cuerpo que creemos propio pueda ser conciente de sí mismo, lo encontramos en los planos más sutiles e invisibles y es lo que podemos llamar, el cuerpo espiritual.

Aquí están incluidos los pensamientos, las emociones, las percepciones y todas las vibraciones sutiles, más o menos elevadas, incluso inconcientes, que forman parte de la totalidad de nuestro ser, de nuestra esencia original.

Aquí la cosa se pone más difícil. ¿Cómo hacer para hablar del espíritu sin limitarlo, sin encerrarlo en simples categorías relativas?. ¿Cómo hacer para hablar de la experiencia subjetiva?. No obstante haré un intento.

Desde hace siglos, la cultura occidental, influida por la religión y el espíritu científico, fue separando a las personas: por un lado el cuerpo físico, que pasó a pertenecer a la ciencia, ya que se puede cortar, pesar y medir. Se puede estudiar “objetivamente”.
La otra parte, la invisible, la que corresponde al espíritu, a la conciencia., la que incluye los atributos mas elevados de la persona, su lado “divino”, fue expropiado por la Iglesia, manipulándolo, limitándolo, para que encaje en un montón de dogmas, culpas y otras supersticiones, generando la creencia que para acceder a esta naturaleza universal, divina, hay que primero pasar por intermediarios.

En este contexto el ser humano “moderno y civilizado” se fue desarrollando. Por un lado el cuerpo, por otro el espíritu. No es raro, por esta razón, que fácilmente nos identifiquemos con nuestro lado físico y material, pensando que solo somos la imagen que refleja el espejo o solo este cuerpo que empezó a morir el día que nació.
Un claro error de percepción, debido a la ignorancia de creer que es más importante el envase que el contenido. Como el que guarda la botella, cuidándola todos los días y tira la preciosa bebida. O la persona que prefiere tener el auto “reluciente” pero no va a ninguna parte.

¿Pero acaso la conciencia es diferente del cuerpo?. Es una realidad científica que cada célula es conciente de sí misma. Sabe que hacer, sabe lo que necesita exactamente y también sabe cuando algo va mal. Este conglomerado de “pequeñas” conciencias forma nuestro cuerpo espiritual y el cerebro es el integrador, el que controla emociones y genera ideas. Pero, ¿Cuáles son los límites de este cuerpo espiritual?.

Para la medicina china, el cuerpo y el espíritu comparten un mismo origen y además se transforman mutuamente entre sí. Materia y espíritu en continuo cambio, gracias a la energía vital que forma el otro cuerpo, el cuerpo energético. Sin energía vital (Chi) no podríamos vivir. La vida es energía. La respiración es energía.
Esta energía además es la responsable del nacimiento, el crecimiento y la muerte, de que generemos calor, nos protege, estimula las funciones fisiológicas y sostiene al organismo, determina además la calidad de vida y la longevidad. La obtenemos del aire que respiramos y los alimentos que consumimos y otra parte ya nos viene de “fábrica” y corresponde a la energía propia de cada célula, contenida en su ADN (energía ancestral).
La energía es el puente que une el mundo visible con el invisible. La respiración conecta el cuerpo y a las emociones, modulando y purificando.
El cuerpo energético está en la base de las transformaciones entre el cuerpo físico y el espiritual.

Volviendo a la conciencia.
Antes de nacer, ¿Qué éramos? Todos nuestros componentes han surgido de la misma célula original fecundada, el huevo o cigoto, que se fue multiplicando, diferenciando y expandiendo. Al igual que el Big-bang.
De hecho hoy se sabe que los protones, neutrones y electrones que componen los átomos y moléculas que forman nuestras células, provienen de esa explosión original que creo al universo actual.
Y ahora la “gran pregunta”¿En que momento esa masa indiferenciada de células comienza a tener conciencia de si misma? ¿Acaso esta conciencia podría salir de la nada? y luego crear a un ser que a su vez creará toda una historia personal, hará hijos que a su vez tendrán su propia conciencia personal continuando así el encadenamiento de la existencia. Es un misterio.
Aquí, los científicos y los religiosos comienzan a especular. La ciencia va a estar siempre limitada para dar una respuesta ya que solo tiene en cuenta la parte ya manifestada, es decir, la que se puede observar “objetivamente”.
Pero sabemos ahora que el universo que podemos ver, es solo una pequeña parte de lo que verdaderamente existe, el resto permanece oculto, a los límites de nuestros sentidos físicos.
Es igual para todos los seres, la parte manifestada es solo una pequeña porción dentro de un mar infinito de posibilidades no manifestadas. Un pequeño cuerpo físico nadando en un océano de espiritualidad.

Cuerpo, energía y espíritu no son diferentes. Poseen la misma esencia y se transforman entre sí.
Las emociones afectan al cuerpo y si este enferma nuestro espíritu también. Si hay poca energía enfermamos y vivimos menos.

El pensamiento mueve la energía que a su vez mueve al cuerpo.
Primero está el deseo, que se vuelve una idea que pone en marcha el motor para que el vehículo se mueva, finalmente este se desplaza.
Para cada uno, el vehículo (cuerpo) y el conductor (espíritu) son lo mismo, están unidos
Por eso es importante como comemos, como respiramos y como pensamos.

La salud y la felicidad van juntas.

La enfermedad y el sufrimiento aparecen cuando el cuerpo (el vehículo) va para un lado y el espíritu (el conductor) va para el otro. Victima de las contradicciones y dualidades, porque el conductor no conoce el vehículo ni el camino y lo que es más grave, no sabe a donde quiere ir.

Esta verdad más que una teoría, representa una guía de vida, o más bien, de ruta.

Si nuestro mapa no sirve, entonces hay que tirarlo y fabricar uno nuevo que nos sirva y nos ayude a llegar a buen destino.

Cuando los tres cuerpos, que en realidad son uno, funcionan en armonía, nos sentimos en plenitud y se potencian nuestras posibilidades.

La vieja ignorancia y los malos hábitos son transformados por el autoconocimiento, a partir de un simple “click” en el espíritu. Una vuelta de llave.
A esto se le llama: “encender el motor del darse cuenta”.