lunes, 27 de abril de 2009

Las 5 cualidades del Buda


Veamos en detalles las 5 facultades o cualidades del ser superior, es decir, de la parte normal, evolucionada y luminosa de cada uno.

Buda, significa "iluminado", claro que no exteriormente, sino que en referencia a la auténtica naturaleza del ser humano, al ser esencial y universal.
El número 5 proviene de la teoría de los 5 elementos o movimientos, que explica la interrelación de todos los seres, objetos y acontecimientos en el cosmos y también la relación entre los diferentes órganos, sus funciones y el medio, mediante las leyes de generación y dominación (ver figura)
Cada órgano vital, al igual que el elemento al que pertenece, tiene un tipo de vibración característica que está ligada a su naturaleza, a sus funciones, su ubicación, su relación con el entorno, etc.

-La fe, es como la madera y por eso en el cuerpo se relaciona con el hígado.
El hígado es la sede del alma superior (hun), que es la que nos permite tener ideales, crear y realizar proyectos, expandir la mente y generar condiciones de vida armónica y feliz.

Representa nuestro lado divino.

Es la imagen de la pequeña semilla que crece en todas las direcciones y se convertirá un día en árbol con una raíz, tronco, ramas y hojas.
Si el hígado funciona mal es difícil motivarse y tener optimismo, se pierde la confianza (en sí mismo) y aparece la duda y la frustración, se tiende a la rigidez física y mental e incluso al enojo, la depresión y la fatiga. La visión se vuelve corta y estrecha.
Por eso la fe es lo primero, no se trata de una “fe” en algo externo y estereotipado o en algo imaginado, ni tampoco fe en la limitada personalidad que hemos creado en forma circunstancial y reactiva; sino en la propia naturaleza, en el ser esencial que habita en cada uno.

Y esta fe, que no es ciega, este sentimiento positivo de confianza en si mismo, es la cualidad que hace que uno no se sienta nunca perdido ni bloqueado y que nos permite dar el paso a la siguiente facultad. La madera genera fuego.

-La acción, que es como el fuego, y por eso se relaciona con el corazón, y por lo tanto con la motivación, la alegría, la puesta en marcha; como el fuego de la caldera que mueve la máquina o el bombeo del corazón que impulsa a la sangre.
Este movimiento también se refiere a las emociones, al “calor humano”, al amor y a la compasión. Incluye la comunicación conciente, inteligente e interpersonal.
El corazón es la morada del espíritu (shen) y el centro integrador de las emociones.

Para la medicina china es el “emperador”, pero incluso el emperador dado el caso puede ser removido (revolución). Al igual que las respuestas emocionales, o las emociones parásitas, pueden ser modificadas, removidas, reemplazadas por una nueva actitud o mentalidad.

El corazón cambia.

Cuando está equilibrado y con suficiente energía, este sentimiento cálido y afectuoso se irradia en todas las direcciones, como una gran fogata, que se transformará en la siguiente cualidad. El fuego genera la tierra.

-La memoria, que es como la tierra, y se relaciona con el bazo y el estómago. Es la memoria celular, profunda, ancestral. Tiene que ver con la supervivencia del individuo, ya que controla la absorción y transformación de los alimentos y otros reflejos de adaptación.
Tiene que ver también con nuestro diseño genético y molecular.

Esta memoria nos permite el acceso a la información contenida en el ADN y codificada en sus genes.
Se refiere también a la capacidad de reflexión y observación, al juicio justo y equilibrado.
Está vinculada con el pensamiento conciente y con la capacidad de transformación, generación y estabilidad, como la fecunda madre tierra.
Se relaciona con el fin del verano, y con el suave cambio hacia el otoño, que es la estación calma por excelencia. Cuando la tierra está bien nutrida y su energía equilibrada aparece naturalmente un sentimiento de paz, serenidad y de conexión con la raíz.
La imagen del fuego que se enfría y cuyas cenizas se volverán tierra dadora de vida. Y al igual que la tierra genera el metal, la memoria celular genera la respiración y el paso a la siguiente facultad.

-La concentración, ligada a los pulmones y a la respiración, y en particular a la exhalación. Los pulmones no solo se encargan del intercambio gaseoso, también son generadores de energía. Para la medicina china, el pulmón es el “gobernador del Chi”, ya que lo toma del aire, lo purifica y lo difunde a todas partes del cuerpo.

Concentración es lo opuesto de dispersión.

Cuando el chi (energía) de los pulmones es abundante, mejoramos la atención en las acciones y se optimiza la relación con el entorno, brota el coraje, la rectitud y el desapego.
La respiración es el puente que une el mundo visible y el invisible, los niveles sutiles, profundos e instintivos con el medio externo y la capacidad de adaptación.

La respiración es como el metal: purifica, cataliza, conecta, y conduce.
La concentración nos permite volver a cero, “desfragmentar” y clarificar la personalidad e integrarnos como organismo.

La respiración y la vida son lo mismo. Estamos vivos porque respiramos y viceversa. Concentrarse en la respiración optimiza las facultades del cerebro, engrosa la capa de sustancia gris y mejora el funcionamiento del cuerpo. Fortalece los órganos y permite que el pensamiento pueda proyectarse donde uno lo desee.

Mente y cuerpo unidos.

La sociedad moderna dispersa al individuo en múltiples fragmentos (familia, ocupaciones, vida social, placer, etc.), cada uno con múltiples necesidades, preocupaciones, pautas y obligaciones; y como se ve en la mayoría, raramente los fragmentos van en la misma dirección.

La práctica de zazen y de ejercicios respiratorios favorece la capacidad de concentración y el metabolismo cerebral en su conjunto (energía, vascularización, nutrición).

La concentración es el pegamento que une los fragmentos.
Es una facultad superior de la mente que hará brotar la siguiente cualidad.
El metal genera el agua de la sabiduría.

-la sabiduría, en relación con los riñones y la energía “raíz” (yuan chi).
El riñón almacena la esencia genética que produce “médula” que nutre al cerebro, de hecho, su energía está en estrecha relación con la “esencia” que heredamos y con los genes que se transmiten a la próxima generación. Como el agua que se pasa de un vaso al otro.
La energía del riñón crea la sabiduría, al conectar al ser humano con los secretos y misterios de la naturaleza.

Es la fuente de la voluntad y del pensamiento profundo y equilibrado.

Al nutrir al tejido nervioso, permite que el cerebro se desarrolle en plenitud y pueda generar pensamientos surgidos en áreas profundas, que trascienden las contradicciones y dualidades del nivel cotidiano.
A la sabiduría se la representa como una espada, que corta la raíz de la ignorancia, del miedo y la duda.

Equilibra la compasión del corazón, que en exceso se vuelve “blanda” e ineficaz, y esta a su vez no permite que el exceso de sabiduría se vuelva duro y sin piedad (a veces la verdad puede ser muy dura), aportando tolerancia y afecto.
La sabiduría está en relación con la parte baja del cuerpo, y en particular con el “hara” o tantien, ubicado bajo el ombligo. Por eso tradicionalmente a los budas se los representa con “panza”. Es el vientre de la sabiduría universal.
El agua, cerrando el círculo nutrirá las raíces de la madera. Es la energía de los riñones que nutre al hígado.
La sabiduría profunda que alimenta a la fe.

lunes, 13 de abril de 2009

La vida en el universo


¿La vida es un fenómeno especial o es la consecuencia inevitable de una rica sopa química disponible en todas partes en el cosmos?


Algunos científicos han comprobado que los aminoácidos, los "bloques de construcción" de la vida, pueden formarse no sólo en los cometas y asteroides, sino también en el espacio interestelar.

Esto concuerda con la teoría de que los ingredientes principales para la vida vinieron del espacio exterior, de hecho, parece que el agua (H2O) en el planeta fué aportada por cometas.
Por lo tanto, los procesos químicos que produjeron la vida pueden haber ocurrido en otras partes, incluso en otros momentos.
Los aminoácidos son los "ladrillos" de construcción de las proteínas, y las proteínas son un tipo de compuesto que está presente en todos los organismos vivos. Se han encontrado aminoácidos en meteoritos que han caído en la Tierra, y hay evidencias de que también se pueden formar en el espacio.

El número de estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea, de cerca de 100.000 millones, es un número tan grande que casi queda más allá de nuestra imaginación. Cierto número de estas estrellas probablemente tiene planetas que son potencialmente hospitalarios para el desarrollo de la vida.

La variedad increíble de vida (biodiversidad) que convive aquí en la Tierra, desde los microorganismos al musgo y de los árboles a los humanos, sugiere una fuerte tendencia natural a que se origine la vida y luego se diferencie.


Es muy probable que en el universo se encuentren tendencias y procesos similares, al igual que elementos químicos similares e iguales principios biológicos.

Las leyes de la naturaleza son universales y la naturaleza es, por lo general, uniforme. No hay razón para suponer que nuestro planeta es el único lugar conveniente para la vida en todo el universo. Dadas las condiciones apropiadas, la vida se desarrollará en cualquier planeta propicio, o en sus satélites. Por lo tanto, es probable que la vida se haya presentado en varios lugares en nuestra galaxia.

La comunicación rudimentaria, la organización social, las herramientas y la inteligencia han aparecido independientemente en varias especies en la Tierra.

Al menos uno de estos logros aparece entre los chimpancés, gorilas, delfines, ballenas, perros, gatos y caballos, por ejemplo. Podemos presumir, entonces, que tales características se han presentado en otros planetas a lo largo del tiempo.


La vida es más abundante de lo que suponemos.


La vida inteligente, es otra cosa.


También es interesante considerar que en términos de evolución, los seres humanos constituímos un eslabón más en la cadena.

A nosotros nos parece que estamos en el top, ya que consideramos el universo a partir del ser humano. Por eso tenemos la impresión que somos lo máximo. Vivimos en un universo "humanizado".

Pero como está visto, la vida, puede aparecer en cualquier sitio y evolucionar de formas diversas, si están dadas las condiciones.


En 1996 se descubrieron fósiles de bacterias en un meteorito de origen marciano localizado en la Antártida.

El satélite natural de Júpiter, Europa, tiene un océano bajo su suelo congelado el cual si se presentaran temperaturas y otras condiciones, podrían evolucionar formas de vida rudimentarias.

Por otra parte, el reciente descubrimiento de posibles mantos acuíferos en el planeta Marte también alienta la posibilidad de vida en nuestro vecino.

Lo que podríamos llamar vida inteligente, más o menos evolucionada que la nuestra, es mucho menos común. Esto es por el cúmulo de condiciones que se requieren para que ésta evolucione.


Los seres humanos somos un raro fenómeno, pero no el único.


Estamos aprendiendo a conocer el universo y la vida, expandiendo nuestras posibilidades, integrando nuevas verdades y conocimientos, comprendiendo que no estamos solos ni aislados; y al hacerlo, avanzamos un poco más en el conocimiento de sí mismo.

El camino de la armonía y la felicidad.

jueves, 2 de abril de 2009

neurotransmisores


El sistema nervioso, "encabezado" por el cerebro, el órgano característico de la especie humana, tiene la particularidad de ser una vía de información acerca del entorno o del exterior y del medio interno y al mismo tiempo una vía de respuesta inmediata. Impulsos que viajan en las 2 direcciones casi instantáneamente , integrados y modulados para permitir la adaptación del organismo a cualquier situación.

El costo energético de mantener un sistema que funciona constantemente, y que además posee tan amplia gama de funciones, es muy elevado.

Posee un gran número y variedad de neuronas y circuitos, tanto ligados al aparato somático o locomotor (el de la musculatura “voluntaria”, que está insertada en los huesos) como al neurovegetativo (“involuntario" o autónomo, relacionado con órganos y sentidos).

Además, cada uno de estos sistemas funciona por partida doble: tienen una división aferente o sensorial (recibe información o estímulo) y otra eferente o motora (emite información o respuesta ).

El problema de la comunicación interna de todo el sistema ha sido solucionado con sencillez y genialidad por el organismo: cuando necesita transmitir un mensaje (estimulación) para que algún tejido distante lo reciba (el llamado órgano “blanco”), lo hace por vía sanguínea segregando hormonas, término griego que significa mensajero.


Entonces, esta estructura química es reconocida por receptores específicos en la membrana celular del órgano “blanco” o target, y así ejerce su efecto modulador.


Habitualmente este efecto suele ser lento pero persistente en el tiempo, salvo cuando alguna emergencia requiere la puesta en marcha de la reacción de lucha o huida, a cargo del sistema simpático: entonces es activada la glándula suprarrenal que libera rapidamente en el torrente sanguíneo dos hormonas: adrenalina o noradrenalina para producir una reacción de defensa casi instantánea, pero en este caso la acción es desarrollada por el veloz sistema nervioso, que tiene la responsabilidad de activar instantáneamente a la suprarrenal en caso de alarma.


En efecto, el sistema nervioso tiene esta característica: la de ser muy rápido, aunque poco persistente en el tiempo.

Sus conexiones “internas” (neurona a neurona) o “externas” (neurona a músculo o glándula) se llaman sinapsis. Y la substancia que activa la sinapsis recibe el nombre de neurotransmisor.

Como la serotonina, dopamina, acetilcolina, adrenalina y noradrenalina, pero existen cerca de treinta ya identificados, y probablemente haya más.

Tienen una característica sumamente importante desde el punto de vista funcional: todos actúan excitando o inhibiendo la sinapsis sobre la que actúan, lo cual resulta trascendente a la hora de hacer un balance funcional, ya que ésa es una forma de economía orgánica que resalta o disminuye la situación presente de todas y cada una de las funciones que el organismo es capaz de realizar. De manera que resultan fundamentales a la hora de lograr la integración de todo el organismo.
Cada neurotransmisor tiene un área específica de localización en el cerebro, esta distribución se encuentra íntimamente relacionada con la función de cada área en particular.


Las investigaciones han revelado que los efectos de los fármacos y neurotoxinas sobre el comportamiento, se deben a su capacidad para desorganizar o modificar la transmisión química entre neuronas. Pero también se ha sugerido que las causas de algunas enfermedades mentales son debidas a defectos en los neurotransmisores".


También podemos imaginar al organismo como surcado por una marea de neurotransmisores y hormonas que regulan la economía funcional en su conjunto. Ahora bien: el desarrollo de métodos que permiten la tinción selectiva de las neuronas de acuerdo al neurotransmisor que contienen, nos ha relevado que estos transmisores no tienen una distribución difusa por todo el tejido cerebral, sino que se localizan en centros discretos y en vías concretas.

Los transmisores cuya distribución es mejor conocida son las monoaminas norepinefrina, dopamina y serotonina (ver entrada anterior).

Los estudios han demostrado que muchas de las células del cerebro que contienen norepinefrina se concentran en un pequeño número de neuronas denominado locus coeruleus. Lo interesante es que los axones de estas neuronas alcanzan el hipotálamo, el cerebelo y el cerebro anterior y su función está ligada al mantenimiento del estado de vigilia, al mecanismo cerebral de la recompensa, al reposo nocturno con sueño y a la regulación del humor.
En cambio, las neuronas que contienen dopamina se concentran en dos sitios del cerebro medio, conocidas como substantia nigra y tegmentum ventral.


Muchas de las neuronas que contienen dopamina proyectan sus axones hacia el cerebro anterior, donde se cree que desempeñan un papel en la regulación de las respuestas emotivas.


Nos referimos al conocido lóbulo frontal y su importante conexión con el sistema límbico.

Otras fibras que contienen dopamina terminan en el cuerpo estriado, que desempeña un papel esencial en el control de los movimientos complejos, y cuyo fallo produce la rigidez y el temblor muscular característicos de la enfermedad de Parkinson.

La serotonina se concentra en un grupo de neuronas situado en la región del tallo cerebral denominada núcleos del rafe, cuyas neuronas proyectan sobre el hipotálamo, el tálamo y muchas otras regiones cerebrales. Se sabe que la serotonina está implicada en la regulación de la temperatura, en la percepción sensorial y en la iniciación del reposo nocturno.


El transmisor inhibidor habitual del cerebro es el ácido gamma-amino-butírico (GABA), un aminoácido que no se incorpora a las proteínas.


Resulta interesante la observación de que el ácido glutámico que es un neurotransmisor excitador en el cerebro, sólo difiere del anterior (el GABA, que es inhibidor) por un grupo químico.

Pero éste es un sistema muy flexible y sofisticado. Muchos de los neurotransmisores tienen más de dos tipos de receptores, lo que hace que tengan una gran variedad de efectos que equilibran y modulan la respuesta.


Tal es el caso de los receptores alfa, beta 1 y beta 2 para la adrenalina en el sistema simpático.


Y con la dopamina ocurre algo parecido: posee dos clases de receptor en el cerebro (D1 y D2).


En los últimos años se han agregado a la lista de los neurotransmisores un grupo numeroso: el de los neuropéptidos, cadenas de aminoácidos (entre 2 y 39) que se localizan en el interior de las neuronas.

Algunos ya se conocían porque eran hormonas segregadas por la hipófisis, como la ACTH (activadora de la secreción de la corteza suprarrenal) o la vasopresina (hormona antidiurética), hormonas locales del aparato digestivo (gastrina, colecistoquinina) o también liberadas por el hipotálamo para controlar a algunas otras hormonas hipofisarias.


Pero los neuropéptidos de hallazgo reciente y que traen mayor interés son las encefalinas y las endorfinas.

Se trata de compuestos endógenos del cerebro que presentan una similitud sorprendente con la morfina, el fármaco narcótico derivado de la adormidera del opio.

Experimentos recientes sugieren que los variados procedimientos empleados para tratar el dolor crónico -acupuntura, estimulación eléctrica o hipnosis- ejercen su acción permitiendo la liberación de encefalinas o endorfinas en el cerebro y la médula espinal, las cuales regulan el aporte al cerebro de información acerca de los estímulos dolorosos. Elevan el umbral para el dolor, por lo cual ante un mismo estímulo disminuye la sensibilidad.


Los neuropéptidos presentan una característica digna de destacar en el cerebro: la naturaleza global de algunos de sus efectos.

La administración de cantidades diminutas de un neuropéptido puede desencadenar un patrón de comportamiento complejo pero altamente específico. Por ejemplo, la aplicación de algunos nanogramos de angiotensina II, provoca una acción de beber intensa y prolongada.

Los neuropéptidos desempeñan una multiplicidad de papeles, actuando como hormonas locales o transmisores en el tracto gastrointestinal y como transmisores globales en el cerebro.

Esto confirma el oportunismo y la plasticidad del proceso evolutivo: una molécula que desempeña cierta función, puede ser adaptada para desempeñar otra muy distinta en un lugar y un tiempo diferentes.


Una prueba más de que el cuerpo, nuestro organismo, tiene conciencia e inteligencia propia; ya nos viene de fábrica, by default.


Y esta conciencia es la misma que la del universo. Cada célula sabe exactamente que hacer y cuando. Su diseño y programación es el resultado de millones de años de evolución. Y solo demandan lo mínimo: alimento y cuidado.


Verdaderamente cada uno puede aprender de sí mismo. Aprender a conocerse, a valorarse como algo único y precioso. De esta forma se puede cambiar la mirada, la manera en que cada uno se ve a si mismo y a los demás.

Es una experiencia fundamental, revitalizadora. La aventura del auto-conocimiento. Nunca es tarde ni suficiente y dificilmente alcance toda una vida.

Pero vale el esfuerzo.

Continuará.