¿Qué nos dice la ciencia sobre las "razas" humanas?
Desde un punto de vista biológico no existen las razas en la especie humana. Lo que llamamos "razas" son categorías definidas por razones históricas, geográficas, sociales y culturales; pero esas categorías no corresponden a divisiones "naturales" de la especie humana.
Se sabe, estudiando el ADN de distintos grupos de individuos de todas partes, que la población mundial actual proviene de un pequeño grupo de homo sapiens salido de África. Así que podemos decir con certeza que en la actualidad, todos los humanos sin excepción compartimos un antepasado africano que con toda seguridad era negro.
De todas formas el concepto de "raza" todavía tiene importancia social en la vida humana; por ejemplo, puede ser una importante forma de identificación cultural de ciertos grupos sociales como el movimiento de orgullo negro, o tomar una dirección negativa, como el KKK y otros grupos xenófobos.
Desde un punto de vista biológico, las diferencias raciales entre los humanos no existen.
Puede ser que esto sorprenda a algunos lectores porque hemos sido condicionados socialmente a pensar que cada persona pertenece a una determinada "raza" caracterizada por diferencias superficiales como el color de la piel y la textura o el tipo de cabello.
Muchos saben que no hay una "raza" superior o inferior; muchos también saben que todos los seres humanos pertenecemos a una sola especie: Homo sapiens (todas las poblaciones humanas de todo el planeta se pueden cruzar y reproducir).
Pero a pesar de eso, muchos creen que las "razas" son categorías biológicas naturales e inmutables y tienen relación con la inteligencia o las habilidades del individuo, o si pertenece a un país rico o a uno pobre, entonces se relaciona el color de la piel con el nivel social y cultural, y esa manera de pensar es la que llevó desde la antigüedad hasta el presente a que los seres humanos abusen y se maten entre sí.
Esto no es nuevo, y por supuesto esa creencia es incorrecta, y como se ve, fuente de separación y dolor e incluso esclavitud y muerte.
No importa cómo se definan las categorías ni su número, cuando se comparan poblaciones humanas al nivel molecular y genético, ¡todas esas categorías "raciales" desaparecen!
Eso se debe a que los tipos y la cantidad de variación genética que existen dentro de poblaciones humanas y entre ellas, no corresponden a ninguna de las categorías sociales que definimos como las grandes "razas" humanas.
En realidad podemos encontrar algunos patrones de variación genética entre poblaciones regionales de seres humanos, pero esos patrones no respetan las categorías "raciales".
Por ejemplo, la variación genética que se encuentra en la población de un continente puede parecerse más a la de una población que está al otro lado del mundo, que a la de una población vecina. ¡Además, no hay un solo gen (ni un solo alelo, que es una forma alternativa de un gen) que sirva para distinguir claramente una "raza" de otra!
Hay ciertas diferencias bien conocidas en poblaciones de distintas regiones del mundo, en la frecuencia de distribución de ciertos genes, por ejemplo, los que dan resistencia a ciertas enfermedades y otras características particulares de cada grupo.
La mayoría de las diferencias reconocibles entre amplios grupos humanos tienen que ver con características muy superficiales, como color de piel o tipo de cabello: nadie negará que en promedio es fácil distinguir entre personas de familia bantú, japonesa o sueca. Pero eso es "en promedio" y no hay un miembro "típico" de ninguna de las grandes "razas" humanas en ninguna parte del mundo, ni siquiera con respecto a rasgos superficiales como color de piel o tipo de cabello o de cuerpo.
Por ejemplo, los "africanos" poseen una gran variedad de tonos de piel: desde distintas tonalidades de piel oscura, piel clara (norafricanos y egipcios de apariencia caucásica) y piel amarilla (los KoiSan del sur); igualmente tienen todos los tipos de cuerpo; en África viven los pigmeos, que son los seres humanos más bajos (en promedio) y los Masai, que son los más altos (en promedio) y ambos son de raza negra.
De modo similar, los "europeos" abarcan gente de piel clara y cabello rubio (el escandinavo promedio), pero también gente de piel oscura y cabello oscuro (del sur y el este) que se parece más a las poblaciones del norte de África y del Medio Oriente, que al sueco promedio. Los "asiáticos" tampoco encajan en un solo tipo: hay una amplia variedad de gente, como turcos, indios y japoneses, y abarcan todo color imaginable de piel y todo tipo de cuerpos.
China, con su extenso territorio incluye muchos grupos diferentes, que podríamos clasificar dentro de la raza amarilla, pero lo cierto es que los chinos del norte (más altos y fornidos) se parecen poco a los del sur, que son mucho más pequeños físicamente.
Otro ejemplo lo constituye la frecuencia de embarazos múltiples, el embarazo gemelar es más frecuente en la raza blanca y el de tres o más fetos en la raza negra, la raza amarilla tiene muy poca frecuencia de gemelos. Se describe también una mayor frecuencia en los países fríos que en los cálidos y existen evidencias de predisposición familiar tanto por el lado materno como paterno.
O sea que donde quiera que miremos encontraremos una extensa variedad de colores de piel y características fisiológicas particulares en cada grupo. Algunas son debidas a la "mezcla" de migraciones recientes; otras son más antiguas, como la mayor frecuencia de piel oscura en las zonas tropicales y la mayor frecuencia de piel clara en las zonas templadas y árticas, que posiblemente surgieron como adaptaciones locales a ciertas condiciones ambientales en los primeros tiempos de la expansión humana por el planeta. Se sabe que los ojos rasgados de los orientales representan una adaptación al clima (para protegerse del reflejo del sol en la nieve)
En la actualidad la variedad es tan grande que no se puede hablar de un "africano" típico, un "europeo" típico, un "asiático" típico o un "latino" típico, ni siquiera con respecto a las características más superficiales como el color de la piel.
Algo más importante es que si vamos más a fondo, si examinamos la variación molecular y genética presente en el ADN de todas y cada una de las poblaciones humanas, encontraremos que siempre hay más variación genética general entre los individuos de una población que entre dos poblaciones geográficas, o entre dos grupos "raciales", en cualquier parte del planeta.
De hecho, el consenso de los antropólogos, los biólogos moleculares y los genetistas de población es que el concepto de "razas" biológicas en los seres humanos por regla general no tiene sentido porque prácticamente toda la cantidad de variación genética presente en la especie humana entera se encuentra en cualquier población humana en cualquier parte del mundo.
Por ejemplo, si todos los seres humanos del mundo se extinguieran menos los de la tribu kikuyu de África oriental, esa tribu preservaría por lo menos el 85% de toda la variabilidad genética de la especie humana en su totalidad.
La definición de raza biológica (también llamada raza geográfica o subespecie) es una población de individuos variables genéticamente que se cruzan entre sí pero que mantienen constantemente una proporción relativa (o "frecuencia relativa") de ciertas formas específicas de genes (alelos) que es diferente a la de poblaciones de la misma especie que viven en una zona geográfica diferente.
Las poblaciones humanas a veces difieren en la frecuencia relativa de ciertos alelos (de los genes que vienen en múltiples alelos). Por ejemplo, ciertas poblaciones humanas en promedio tienen una frecuencia general mayor o menor de los tipos de sangre A, B, AB o O;
No hay razas biológicas humanas por una sencilla razón: La única especie humana que existe en la actualidad, es el Homo sapiens, que seguramente empezó (igual que todas las especies) como una pequeña población que evolucionó de una especie anterior, probablemente Homo ergaster, la versión africana de Homo erectus, o una especie homínida muy similar; pero también sabemos por el registro fósil que Homo sapiens, tras evolucionar hace unos 200,000 años, comenzó a migrar desde áfrica y se extendió a una gran variedad de hábitats desde hace unos 90,000 años. O sea que en un período relativamente corto se extendió de África a todos los hábitats y zonas climáticas: el Medio Oriente, Europa, Asia, Australia y cruzó del norte de Asia a las Américas hace por lo menos 12,000 años.
La evidencia científica indica que nuestra especie no ha tenido modificaciones biológicas significativas en los últimos 100,000 años. Lo que sí ha cambiado mucho es la cultura humana, nuestra capacidad de desarrollar, transmitir y ampliar el caudal de conocimientos y experiencias transmitidos de generación en generación por medios culturales no genéticos; esto hizo que fuéramos la primera especie del planeta capaz de cambiarse y de cambiar el mundo que la rodea (rápida y dramáticamente) por medios culturales, pasando por encima y superando el mecanismo mucho más lento y limitado de la evolución biológica.
El hecho de que los rasgos biológicos que nos hicieron diferentes -la combinación de marcha bípeda (que nos dejó las manos libres y otras ventajas evolutivas) y el período de desarrollo del cerebro posterior al nacimiento (que permitió una mayor cantidad de aprendizaje, reforzando los vínculos sociales, dando paso a la cultura, el arte y la necesidad de comunicación para transmitir conocimientos, emociones, coordinar acciones, etc.)-, nos dio una capacidad sin precedentes de adaptarnos a cualquier entorno por medio de adaptaciones y modificaciones culturales, en vez del medio más lento y limitado de la evolución biológica; este hecho es mucho más importante que la variación genética de los individuos.
Además, solo en los primeros momentos de la historia de nuestra especie (y solo temporalmente) las poblaciones locales permanecieron aisladas unas de otras por mucho tiempo. Algunas de las pequeñas diferencias del color de piel promedio de poblaciones de distintas regiones pueden deberse a cierto grado de adaptación biológica a las condiciones locales en las primeras épocas de la historia humana. Por ejemplo, en todo el globo las poblaciones modernas cuyos antepasados vivían en zonas tropicales (donde se recibe más radiación ultravioleta de la luz solar) tienden a tener la piel más oscura (más pigmento de melanina) que las poblaciones cuyos antepasados vivían en las zonas templadas más cerca de los polos (que reciben menos luz solar y menos radiación ultravioleta).
Se ha sugerido que eso fue una adaptación de las poblaciones locales a las condiciones del entorno ya que la piel oscura protege de la destrucción del ácido fólico por la radiación ultravioleta ( el ácido fólico es un nutriente importante en los años reproductivos, además previene la anemia y ciertos defectos genéticos como la espina bífida). La piel clara hace más fácil producir vitamina D (importante para el metabolismo del calcio y la formación de un esqueleto fuerte en zonas de insuficiente luz solar). Por lo tanto es posible (aunque no es absolutamente cierto) que las diferencias de color de piel en las distintos grupos humanos, hayan surgido en los comienzos de nuestra historia debido a las ventajas reproductoras de cada color de piel en cada región según la cantidad de luz solar.
En el tiempo relativamente corto desde que apareció el Homo sapiens moderno (hace unos 200,000 años), ninguna población humana ha vivido en completo aislamiento reproductor el tiempo necesario (la gran cantidad de generaciones) para que se acumulen suficientes diferencias genéticas y se formen distintas razas geográficas.
Unas poblaciones tienen una distinta frecuencia relativa de genes que vienen en distintas formas (por ejemplo los genes que codifican el tipo sanguíneo), pero no es posible predecir la "raza" a partir de esas diferencias, "Los kikuyu de África oriental difieren de los japoneses en frecuencia génica, pero también difieren de sus vecinos los masai... las definiciones sociales e históricas que colocan a las dos tribus de África oriental en la misma 'raza' y ponen a los japoneses en otra 'raza' son arbitrarias en un sentido biológico".
Es importante recordar que a lo largo de la historia de nuestra especie, los grupos humanos han inmigrado y emigrado continuamente de distintas zonas, se han reproducido entre sí continuamente, y ha habido una corriente continua de genes entre distintas poblaciones que con el tiempo ha cubierto todo el planeta. Las migraciones, en gran escala y en pequeña escala, han caracterizado la historia de nuestra especie, y continúan, lo que garantiza nuestra unidad biológica y un constante intercambio y enriquecimiento entre culturas.
Como vemos, somos todos biológicamente iguales, las diferencias entre “razas” son solo superficiales, forman parte de la biodiversidad. Las diferencias raciales han sido creadas por el ser humano por diferentes motivos, pero como vemos, estas diferencias no son reales.
La naturaleza nunca juzga ni discrimina.