El ser humano es la única criatura sobre la tierra que tiene dos tipos de lenguaje: uno es el lenguaje no verbal, que nos permite la comunicación de las emociones no sólo con nuestros semejantes sino incluso con otros animales; el otro es el lenguaje verbal, propio de los humanos, que nos permite mediante palabras comunicar lo que pensamos.
"Hablamos con el hemisferio izquierdo"... Este fue el hallazgo que a mediados del siglo XIX hizo el médico francés Paul Broca. El centro del habla se encuentra en el lóbulo frontal izquierdo más precisamente en la tercera circunvolución frontal (área de Broca).
Hacia fines del mismo siglo, un neurólogo alemán de 26 años, Karl Wernicke, hacía otro descubrimiento trascendental: las palabras se interpretan no en el área de Broca sino en la primera circunvolución temporal izquierda (área de Wernicke), muy cerca del área de la audición de ese hemisferio.
Treinta años después del hallazgo de Broca, un neurólogo francés, Jules Dejerine, hizo un nuevo descubrimiento.
Una lesión en el lóbulo parietal izquierdo puede producir pérdida del lenguaje, pero limitada a la escritura y la lectura, mientras que se preserva la comunicación oral (habla). Todos estos hallazgos demostraron que el hemisferio izquierdo es, por así decirlo, el dueño del lenguaje verbal, ya sea hablado, leído o escrito.
Hacia fines del mismo siglo, un neurólogo alemán de 26 años, Karl Wernicke, hacía otro descubrimiento trascendental: las palabras se interpretan no en el área de Broca sino en la primera circunvolución temporal izquierda (área de Wernicke), muy cerca del área de la audición de ese hemisferio.
Treinta años después del hallazgo de Broca, un neurólogo francés, Jules Dejerine, hizo un nuevo descubrimiento.
Una lesión en el lóbulo parietal izquierdo puede producir pérdida del lenguaje, pero limitada a la escritura y la lectura, mientras que se preserva la comunicación oral (habla). Todos estos hallazgos demostraron que el hemisferio izquierdo es, por así decirlo, el dueño del lenguaje verbal, ya sea hablado, leído o escrito.
En la actualidad, más de cien años después de estos descubrimientos, las neuroimágenes muestran que con sólo pensar o nombrar un objeto, el metabolismo cerebral se activa en la región temporal izquierda.
Si pensamos en un verbo o una acción, el metabolismo se desplaza hacia el lóbulo frontal. Se identifican hoy las estructuras encargadas de la lectura, la articulación del lenguaje, o la comprensión del lenguaje hablado.
Evidentemente el hemisferio izquierdo está programado para poder hablar con gramática aunque él no sepa qué es la gramática. Por eso los niños están capacitados para aprender cualquier idioma, ya sea español, polaco o chino. Más interesante aún, lo aprenden siempre en la misma secuencia: primero los sustantivos, luego los verbos hasta formar frases y hacia los cinco años inician la lectoescritura, una forma de lenguaje mucho más compleja, a la cual hasta hace medio siglo solo llegaban algunos privilegiados.
Este tipo de aprendizaje ocurre en un tejido cerebral genéticamente programado para hacerlo.
La habilidad verbal del hemisferio izquierdo es debida a un proceso adaptativo que ha madurado en el curso de mucho miles de años. Se piensa que los prehomínidos sólo tenían un lenguaje no verbal, basado en gritos, mímica y posturas especiales.
Según los antropólogos la aparición del lenguaje verbal es reciente, y podría haber ocurrido hace unos 500,000 años (homo erectus). Según los lingüistas, que analizan las diferencias entre los idiomas y calculan así cuándo pudo existir esa lengua primigenia, hace tan sólo unos 100,000 años el primer grupo de Homo sapiens empezó a comunicarse con palabras. La lectoescritura se inventó hace menos de 10,000 años pero sólo se masificó con el descubrimiento de la imprenta hacia 1473.
En la actualidad el proceso de aprendizaje se ha acelerado exponencialmente, con el desarrollo de los medios de comunicación y en especial Internet que en manos de niños de cinco años les permiten el acceso en instantes a todo el conocimiento que la humanidad ha acumulado en miles de años.
Si a todas las habilidades verbales les adicionamos la destreza motora (mano derecha) que también es controlada por el hemisferio izquierdo, por lo menos en el 90% de los seres humanos, encontramos la explicación de por qué el hemisferio izquierdo se lo ha considerado el hemisferio mayor o hemisferio dominante. Se han propuesto varias hipótesis para explicar estas asimetrías cerebrales.
El ser humano nace con su sistema nervioso todavía muy inmaduro, los niños necesitan ser alzados por sus madres durante más de un año, lo que no sucede con nuestros parientes primates que desde el nacimiento se pueden colgar o cabalgar sobre sus madres y ellas pueden entonces continuar trepando a los árboles, lo que no podría hacer una mujer.
Este fenómeno – afirman algunos – obligó a esos seres humanos primitivos a bajar de los árboles y defenderse con ingenio en la sabana, incluso con el control del fuego para ahuyentar a los predadores. Se cree que las madres de entonces, como las de ahora, preferían alzar sus crías con el brazo izquierdo para adormecerlas con la música del corazón. Así el brazo derecho puede quedar libre para adquirir habilidades de movimientos complejos en lugar de las funciones más simples de agarre con el brazo izquierdo. La idea de una dominancia del hemisferio izquierdo se ha mantenido, con toda razón, en las ciencias neurológicas durante más de cien años. Sólo en las últimas cuatro décadas se han comenzado a descubrir las habilidades del hemisferio derecho, que por no saber hablar ha quedado oculto en las penumbras de los terrenos ajenos a la conciencia.
Freud sostenía que las fuerzas inconscientes de la personalidad - que tienen su origen en estructuras profundas y más antiguas del cerebro (subcorticales) - son de una importancia similar a las estructuras concientes o neocorticales.
Los hemisferios cerebrales separados pueden funcionar en forma tan independiente como dos personalidades diferentes y tener incluso en ocasiones comportamientos antagónicos. Algunos investigadores llegaron a catalogar las diferencias, que son bastantes.
Se cree que por un proceso adaptativo ante las dos grandes realidades que no podemos modificar como son el tiempo y el espacio, el hemisferio derecho se ha especializado en el espacio, mientras que el izquierdo se apoya más en el análisis temporal del sonido que configura las secuencias simbólicas que conocemos como lenguaje, ya sea oral o escrito. Por este mismo motivo el hemisferio izquierdo es focal, una idea tras otra, en tanto que el derecho es global, todo al mismo tiempo.
El derecho es no verbal porque requiere analizar a un tiempo, gesto, mímica, postura, mirada y entonación.
Con estas mismas bases, el izquierdo es racional, lógico y objetivo, el derecho es emocional, intuitivo y subjetivo.
El izquierdo analiza, propone y piensa de manera lineal, mientras que el derecho sintetiza, imagina y piensa de forma simultánea. El izquierdo es lógico, convergente y simbólico, el derecho es analógico, divergente y concreto.
Si queremos simplificar esta larga lista, podríamos resumir diciendo que el izquierdo razona y el derecho motiva; el izquierdo analiza y el derecho impulsa; el izquierdo reflexiona y el derecho intuye.
Si queremos simplificar esta larga lista, podríamos resumir diciendo que el izquierdo razona y el derecho motiva; el izquierdo analiza y el derecho impulsa; el izquierdo reflexiona y el derecho intuye.
Nuestro sistema educativo, y en general la ciencia, tienden a olvidar la forma no verbal del intelecto y esto ha traído como consecuencia, particularmente en occidente, que el hemisferio derecho haya sido relegado (olvidado), es más, se puede decir que la sociedad moderna está construida por el cerebro izquierdo.
En los últimos 25 años, más de cien años después del descubrimiento de Broca, se han empezado a descubrir habilidades no verbales del lenguaje en las cuales el hemisferio derecho es francamente dominante.
En base a investigaciones médicas se sabe que este tipo de lenguaje ocupa exactamente las mismas áreas que ocupa el lenguaje verbal en el hemisferio izquierdo. Cuando falla la arteria carótida del lado derecho se producen cuadros clínicos también copiados en espejo de lo que sucede con los diversos tipos de afasias (en el lado izquierdo), pero que han recibido el nombre de disprosodias, debido a que es la musicalidad de la voz la que se altera. Hay disprosodia motora si se altera la 3a. circunvolución frontal derecha o disprosodia sensitiva si el paciente no comprende la musicalidad de la voz ajena.
Y no solo se pierde la musicalidad del lenguaje, también se pierde la gracia que motiva la entonación emocional de la voz. También pierden la vivacidad mímica que acompaña a la prosodia.
Pero la participación del hemisferio derecho va más allá de la simple musicalidad y se extiende hasta el lenguaje poético que emplea un sentido ambiguo que no respeta la lógica como ocurre con las metáforas.
Un dato interesante: muchos zurdos, que se supone tienen bien desarrollado su hemisferio derecho y por lo tanto poseen una concepción mejor estructurada del espacio y la musicalidad, se les facilita la pintura y el dibujo como lo demuestra el gran genio zurdo del renacimiento, Leonardo Da Vinci., y la música, como por ejemplo: Paul Maccartney.
Otra habilidad del hemisferio derecho es la de reconocer caras; para eso es un experto. La expresión emocional de las caras es sutil y compleja pero la interpretamos de manera holística e intuitiva para descubrir el mensaje o la intención y también el trasfondo de la personalidad del otro.
Darwin, gran observador de la evolución y de las especies, profundizó en el estudio del lenguaje de las emociones. Este lenguaje de la mímica facial es muy precoz y desde los primeros meses se percibe en los niños, que copian la expresión de las caras y elaboran las emociones correspondientes, en un lenguaje que es fundamental para la maduración de su sistema límbico.
El lenguaje no verbal del hemisferio derecho está motivado por la emoción y es de valor comparable al lenguaje verbal y lógico del hemisferio izquierdo, que más bien está motivado por la reflexión.
Lo cierto es que gracias al hemisferio derecho que la realidad puede transformarse en algo bello y creativo como puede serlo la música, la poesía, la pintura y el arte en general.
La inteligencia emocional es el manejo inteligente de las emociones.
El cuerpo calloso con sus 200 millones de fibras se encarga de unir los dos hemisferios y de hacer que nuestra personalidad no sea dual sino una sola, aunque llena de paradojas y contradicciones entre lo racional y lo emocional, lo material y lo espiritual, lo bueno y lo malo, etc. Los dos hemisferios son diferentes, a tal punto que si se lesiona la conexión entre ambos la personalidad se divide, como si hubiera 2 personas en una.
Cada hemisferio procesa un tipo de información. Son opuestos pero están unidos y son complementarios, es decir, trabajan juntos, y cuando es así, el pensamiento que surge es equilibrado y creativo, aumentando su dimensión y profundidad ya que contiene mucha más información asociada.
Parece que las mujeres tienen un mayor número de fibras de conexión en el cuerpo calloso que los hombres, eso explicaría su facilidad para el lenguaje verbal, y también el hecho de que en general tengan más puestos los pies sobre la tierra gracias a su habilidad para percibir el detalle y a su intuición infalible.
Es importante realizar actividades relacionadas con el cerebro derecho, como la música, dibujo y pintura y también otras expresiones artísticas. La práctica regular de disciplinas como la meditación zen (zazen) o el taichichuan estimula además zonas profundas del cerebro que generalmente están en desuso, favoreciendo el equilibrio y optimizando las funciones de ambos hemisferios.