Podemos definir a la atención como la capacidad de percibir ciertos estímulos y filtrar otros. Los estímulos pueden ser internos, es decir originados por uno mismo (actividad mental, síntomas, funcionamiento del propio organismo, etc.) o externos, referidos al medio ambiente (imágenes, sonidos, tacto, olores, etc.).
Por otro lado, la atención es entendida como el mecanismo que controla y regula los procesos relacionados con el conocimiento; desde el aprendizaje hasta el razonamiento complejo. Es la habilidad de tratar con efectividad ciertas cosas y poder dejar otras.
Su esencia es la conciencia, la concentración y la focalización.
Es un mecanismo para proteger la integridad de la mente ya que sino seria imposible procesar e integrar toda la información que se percibe. El cerebro capta unos 400.000 millones de bits/segundo de información y solo somos concientes de 2000, correspondientes a información del entorno, del medio interno y del tiempo. Pero este rango de percepción no corresponde a algo fijo, se achica y se agranda por múltiples factores.
El “campo de la atención” de una persona puede modificarse por varios factores, como por ejemplo la potencia del estímulo, los cambios en el entorno, la repetición del estímulo, el contraste y también depende del estado orgánico del individuo (por ejemplo una persona hambrienta estará más atenta a comer que a otra cosa), de sus intereses o preferencias, de su capacidad mental, educación y entrenamiento.
Distracciones y falta de atención disminuyen las aptitudes y el rendimiento de una persona y contribuyen a un mal desempeño en su trabajo, en los estudios y en el hogar; este trastorno se corrige eliminando hábitos perjudiciales, ya sea físicos o mentales y ejercitando la concentración. Cuando la mente y el cuerpo están en unidad el campo de la atención se amplifica mejorando la capacidad de adaptación al medio y a las circunstancias.
Podemos comparar a la mente con un músculo y para que el músculo funcione correctamente debe estar descansado, bien alimentado, relajado y ejercitado (entrenado), la mente funciona igual. Veamos esto.
-El descanso: ya es sabido que dormir mal, sea por desvelos voluntarios, insomnio u otros factores, contribuye directamente a una disminución de las funciones generales, problemas para pensar con claridad, apatía, incremento en el riesgo de accidentes, irritabilidad, mayor propensión a enfermedades, disminución en la calidad de vida y hasta muerte prematura, la falta de descanso afecta al sistema inmunológico disminuyendo las defensas y la resistencia a las enfermedades. El sueño es fundamental. Un adulto debe dormir 7-8 hs. sin interrupción a fin de que el cerebro, y el resto del organismo, puedan reponer y equilibrar la energía fundamental para sostener y desarrollar la vida y sus funciones.
Por otro lado, la atención es entendida como el mecanismo que controla y regula los procesos relacionados con el conocimiento; desde el aprendizaje hasta el razonamiento complejo. Es la habilidad de tratar con efectividad ciertas cosas y poder dejar otras.
Su esencia es la conciencia, la concentración y la focalización.
Es un mecanismo para proteger la integridad de la mente ya que sino seria imposible procesar e integrar toda la información que se percibe. El cerebro capta unos 400.000 millones de bits/segundo de información y solo somos concientes de 2000, correspondientes a información del entorno, del medio interno y del tiempo. Pero este rango de percepción no corresponde a algo fijo, se achica y se agranda por múltiples factores.
El “campo de la atención” de una persona puede modificarse por varios factores, como por ejemplo la potencia del estímulo, los cambios en el entorno, la repetición del estímulo, el contraste y también depende del estado orgánico del individuo (por ejemplo una persona hambrienta estará más atenta a comer que a otra cosa), de sus intereses o preferencias, de su capacidad mental, educación y entrenamiento.
Distracciones y falta de atención disminuyen las aptitudes y el rendimiento de una persona y contribuyen a un mal desempeño en su trabajo, en los estudios y en el hogar; este trastorno se corrige eliminando hábitos perjudiciales, ya sea físicos o mentales y ejercitando la concentración. Cuando la mente y el cuerpo están en unidad el campo de la atención se amplifica mejorando la capacidad de adaptación al medio y a las circunstancias.
Podemos comparar a la mente con un músculo y para que el músculo funcione correctamente debe estar descansado, bien alimentado, relajado y ejercitado (entrenado), la mente funciona igual. Veamos esto.
-El descanso: ya es sabido que dormir mal, sea por desvelos voluntarios, insomnio u otros factores, contribuye directamente a una disminución de las funciones generales, problemas para pensar con claridad, apatía, incremento en el riesgo de accidentes, irritabilidad, mayor propensión a enfermedades, disminución en la calidad de vida y hasta muerte prematura, la falta de descanso afecta al sistema inmunológico disminuyendo las defensas y la resistencia a las enfermedades. El sueño es fundamental. Un adulto debe dormir 7-8 hs. sin interrupción a fin de que el cerebro, y el resto del organismo, puedan reponer y equilibrar la energía fundamental para sostener y desarrollar la vida y sus funciones.
-La alimentación: Es importante una dieta variada, suficiente y en armonía con las necesidades del organismo. El cerebro, debido a su elevado metabolismo, consume gran cantidad de energía (se estima que un 20% del total de los requerimientos generales). Las fuentes fundamentales de energía son la glucosa (y azucares en general) y el oxígeno. “La glucosa es para el cerebro lo que el combustible para el motor”. Hay que incluir en la dieta frutas, cereales y miel. El tejido nervioso es muy sensible a la mala oxigenación, así que en este apartado consideramos también a la correcta respiración como un factor muy importante para mejorar las funciones cerebrales y optimizar la capacidad mental.
-Relajación: A nivel mental, la relajación significa aquietar la agitación del pensamiento, la actividad descontrolada de la mente. Es un punto delicado, ya que tratar de aquietar los pensamientos pensando es todavía seguir pensando e incluso aumenta la agitación y puede crear tensiones y bloqueos. ¿Entonces como hacer? Hay que reeducar a la mente. Cambiar la mentalidad es decir los conceptos y condicionamientos que hacen que uno piense siempre de la misma manera y por ende repita siempre la misma realidad. Para esto es necesaria una disciplina como zazen ( meditación zen), el tai-chi, el chi kung o el yoga, estas son de gran ayuda ya que por medio de una postura correcta y equilibrada permiten controlar emociones y pensamientos y evitan que la mente divague. Esto favorece la concentración y aumenta el campo de la atención, se estimula la memoria, la intuición y la claridad de pensamiento, mejorando también la capacidad de aprendizaje.
-Ejercicios: Además de los puntos anteriores podemos mejorar la atención y aumentar la capacidad de concentración con algunos ejercicios simples. Está demostrado que mediante la repetición frecuente de un estímulo se refuerzan las conexiones neuronales correspondientes facilitando la percepción e integración de la información y su posterior respuesta. Además al mantener y estimular convenientemente las funciones cerebrales vinculadas con el intelecto y la memoria potencia la capacidad del cerebro y evita su envejecimiento.
Al principio puede costar mantener la mente concentrada y que no se disperse, no hay que frustrarse ni generar tensiones, el secreto está en la repetición y la constancia. Efectuarlos de forma relajada, respirando de manera calma y profunda.
Imagen: Se debe pensar en una figura geométrica sencilla (cuadrado, triángulo o círculo) y se representará mentalmente de la manera más fiel posible; lo importante es que la idea permanezca y no sea borrada por el flujo de ideas sobre los acontecimientos del día, preocupaciones o tareas pendientes. Propóngase un tiempo breve para sostener en la mente la imagen, y cuando lo logre puede combinarla con otras: un círculo dentro de un cuadrado o un triángulo que aloja un rectángulo, entre otras.
Color: De igual manera, puede visualizar un color previamente establecido; piense en él 30 segundos e incremente este lapso gradualmente, hasta llegar, por ejemplo, a cinco minutos. Ya con práctica, puede unir colores y figuras geométricas: "observe" un triángulo rojo rodeado por un círculo blanco en un fondo verde, por ejemplo.
Entrecejo: Este centro energético ubicado entre las cejas (“el tercer ojo”) es muy eficaz para unificar el pensamiento y aumentar la capacidad de atención. Está en relación con la glándula hipófisis y con el lóbulo frontal, con lo cual la visualización y concentración en este punto calma la mente, aclara el pensamiento y favorece a la integración de la personalidad.
Punto: Dibuje un pequeño círculo negro en una cartulina u hoja en blanco; fije la mirada en él durante algunos minutos, luego cierre los ojos y retenga en su mente la imagen que acaba de observar.
Sonidos: Concéntrese en un sonido constante, como el canto de algún ave en un parque o el tic-tac de un reloj; muéstrese muy atento al sonido y a los silencios que se crean. La música tanto escuchada como ejecutada contribuye a mejorar la concentración y la percepción.
Sensación corporal: Concéntrese en una percepción sensorial (la visión de una nube, una flor, etc., la textura al tacto o una percepción interna, un aroma) y evite ponerle nombres o describirla; sólo experiméntela, descubra detalles, no deje que la mente se escapé o empiece a conversar. Este ejercicio es eficaz y evita divagaciones.
Respiración: Los ejercicios respiratorios son excelentes para mejorar la concentración. De hecho la respiración y la concentración están íntimamente ligadas. Se pueden hacer series de 10 o 12 respiraciones, concentrándose en efectuar exhalaciones lentas y profundas, pero sobretodo respirando naturalmente sin forzar ni producir bloqueos. Estar atentos a la respiración, es volverse íntimos con ella.
Estos son algunos ejemplos, cada uno debe elegir el método al que mejor se adapte y también variarlo. El cerebro necesita nuevos programas, el pensamiento debe ser educado. La imaginación y el juego son muy importantes, pero la base es el pensamiento calmo.
Imagen: Se debe pensar en una figura geométrica sencilla (cuadrado, triángulo o círculo) y se representará mentalmente de la manera más fiel posible; lo importante es que la idea permanezca y no sea borrada por el flujo de ideas sobre los acontecimientos del día, preocupaciones o tareas pendientes. Propóngase un tiempo breve para sostener en la mente la imagen, y cuando lo logre puede combinarla con otras: un círculo dentro de un cuadrado o un triángulo que aloja un rectángulo, entre otras.
Color: De igual manera, puede visualizar un color previamente establecido; piense en él 30 segundos e incremente este lapso gradualmente, hasta llegar, por ejemplo, a cinco minutos. Ya con práctica, puede unir colores y figuras geométricas: "observe" un triángulo rojo rodeado por un círculo blanco en un fondo verde, por ejemplo.
Entrecejo: Este centro energético ubicado entre las cejas (“el tercer ojo”) es muy eficaz para unificar el pensamiento y aumentar la capacidad de atención. Está en relación con la glándula hipófisis y con el lóbulo frontal, con lo cual la visualización y concentración en este punto calma la mente, aclara el pensamiento y favorece a la integración de la personalidad.
Punto: Dibuje un pequeño círculo negro en una cartulina u hoja en blanco; fije la mirada en él durante algunos minutos, luego cierre los ojos y retenga en su mente la imagen que acaba de observar.
Sonidos: Concéntrese en un sonido constante, como el canto de algún ave en un parque o el tic-tac de un reloj; muéstrese muy atento al sonido y a los silencios que se crean. La música tanto escuchada como ejecutada contribuye a mejorar la concentración y la percepción.
Sensación corporal: Concéntrese en una percepción sensorial (la visión de una nube, una flor, etc., la textura al tacto o una percepción interna, un aroma) y evite ponerle nombres o describirla; sólo experiméntela, descubra detalles, no deje que la mente se escapé o empiece a conversar. Este ejercicio es eficaz y evita divagaciones.
Respiración: Los ejercicios respiratorios son excelentes para mejorar la concentración. De hecho la respiración y la concentración están íntimamente ligadas. Se pueden hacer series de 10 o 12 respiraciones, concentrándose en efectuar exhalaciones lentas y profundas, pero sobretodo respirando naturalmente sin forzar ni producir bloqueos. Estar atentos a la respiración, es volverse íntimos con ella.
Estos son algunos ejemplos, cada uno debe elegir el método al que mejor se adapte y también variarlo. El cerebro necesita nuevos programas, el pensamiento debe ser educado. La imaginación y el juego son muy importantes, pero la base es el pensamiento calmo.
Solo a través de la práctica se aprende a controlar la mente y a aumentar la capacidad de concentración y observación.
El proceso puede ser lento pero nunca decepciona, y además es parte de la higiene mental y corporal que debemos hacer para mantener la salud, desarrollar habilidades y expandir la conciencia.